Durante la temporada de calor, las altas temperaturas aceleran el proceso de descomposición de los alimentos, especialmente en productos como la carne de origen animal. Por eso, es fundamental adoptar buenas prácticas de almacenamiento, transporte, congelación y manipulación para prevenir riesgos a la salud y consentir de forma segura a los tuyos.
Más allá de nuestros hogares, el manejo adecuado de la carne en temporada de calor se vuelve crucial para garantizar la seguridad alimentaria y así evitar enfermedades provocadas por la proliferación de bacterias y otros microorganismos en los alimentos.
Recomendaciones
Para empezar, el almacenamiento adecuado, no olvides guardar la carne de cerdo a una temperatura de refrigeración constante (entre 0 °C y 4 °C). Tampoco la dejes fuera por periodos prolongados.
Cuando acudas a comprar tu alimento cárnico de preferencia utiliza una hielera o bolsa térmica para mantenerla fría hasta llegar a casa, sobre todo en la temporada de calor.
Recuerda que si no vas a consumir la carne en las siguientes 48 horas, congélala a -18 °C o empaca porciones individuales y etiquétalas con fecha para facilitar su rotación.
Por último, en la manipulación higiénica, lávate bien las manos antes y después de tocar carne de cerdo cruda. Usa utensilios y tablas de picar exclusivos para carnes y evita la contaminación cruzada con otros alimentos como frutas o verduras.
¿Qué más puedes hacer durante esta temporada de calor?
- Verificar que la carne esté en buen estado, considera los siguientes puntos: debe tener un color rosado, olor neutro y textura firme.
- Cocinar completamente la carne hasta alcanzar una temperatura interna mínima de 71 °C para eliminar bacterias.
- No la vuelvas a congelar una vez descongelada, a menos que la hayas cocido primero.
En conclusión, la temporada de calor exige mayor atención en el manejo de la carne de cerdo. Siguiendo prácticas adecuadas de almacenamiento, congelación, transporte y manipulación, reducimos riesgos de enfermedades transmitidas por alimentos y protegemos la salud de nuestras familias y comunidades.
Cuidar la calidad de la carne no solo es una responsabilidad del productor o del comercio, sino de todos los que la consumimos.