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Las Enseñanzas del Titanic

Publicado: 8 de febrero de 2022
Por: Ing. Agr. Fernando Ravaglia. Argentina
Entre las catástrofes mas resonantes que involucraron acciones humanas se encuentra el hundimiento del Titanic, no tanto por la cantidad de personas muertas - de hecho cualquiera de las batallas de las guerras de este siglo produjeron muchísimas muertes más – sino por la insensatez y la falta de previsión que mostró la breve historia del desafortunado barco.
El RMS TITANIC era en 1.912 el exponente de toda la tecnología y el lujo aplicables a un buque de pasajeros. “El barco de los sueños”, “La nave que ni Dios sería capaz de hundir”, sin embargo, en su viaje inaugural chocó contra un témpano de hielo y se hundió con mucha pena y poca gloria costándole la vida a más de 1.500 personas de las que viajaban a bordo.
Lo que le propongo con esta nota es que analicemos varios aspectos de esta historia con la idea de sacar una serie de enseñanzas que sirvan de provecho para nuestras empresas. Veamos algunos detalles:
El Titanic zarpó del puerto de Southampton el 10 de Abril de 1.912 teniendo como destino final el puerto de Nueva York en los Estados Unidos. Llevaba a bordo 2.228 personas entre tripulantes y pasajeros de primera, segunda y tercera clase.
Entre los pasajeros estaba el Sr. Bruce Ismay, presidente de la compañía White Star Line, que quiso aprovechar el viaje inaugural para impresionar al mundo batiendo el récord de velocidad para el cruce del Atlántico con el buque de pasajeros más lujoso de la época. Desoyendo los consejos del capitán Edward Smith ordenó que el Titanic siguiera la ruta más corta a Nueva York aún a sabiendas de que se internaban en un banco de icebergs muy peligrosos para la navegación, y para agravar la situación, haciéndolo a la máxima velocidad posible.
Aquí se conjugan algunos de los errores más graves, la soberbia, las ansias de figurar y la falta de prudencia – un error habitual en las personas arrogantes- .
¿Cuántas veces se ven empresas manejadas con el criterio de figurar en los récords de producción de carne, de leche, de granos o de lo que sea?, cuántas veces nos muestran empresas de las habitualmente llamadas “de punta” con despliegues tecnológicos impresionantes que se ponen como modelo de lo que todo el mundo debería hacer dando por supuesto que con esos planteos se gana mucho dinero. Siempre veo competencias por llegar a los máximos niveles productivos, pero pocas veces veo competencias por lograr la empresa más rentable.
Durante el día previo a la catástrofe, el Titanic recibió siete avisos de otros barcos que prevenían sobre la existencia de icebergs en la zona de navegación, sin embargo siguió navegando aún de noche a la temeraria velocidad de 21 nudos, ¿total?, el barco estaba construido con tecnología que hacía imposible su hundimiento.
¿Cuántas veces vemos personas que se burlan de quienes predican la prudencia y la sensatez aludiendo a que no tienen espíritu empresario?, ¿Cuántas empresas “Titanic” se ven a diario “navegando a máxima velocidad” y prescindiendo del más mínimo sentido común?, ¿Cuántos creen que solo por aplicar tecnología de producción van a evitar hundirse?.
Los vigías que estaban en el mástil de proa vigilaban atentamente pero no tenían binoculares, con lo cual detectaron el iceberg cuando estaba a solo 450 metros del barco.
¿Cuántas empresas de todo tipo y envergadura se manejan mayoritariamente en función de señales de corto plazo?, “apagando incendios” en forma cotidiana en lugar de tratar de prevenir las amenazas y peligros a tiempo mientras desarrollan una visión y actitud anticipativa. Después, cuando se producen los desastres todos se dan vuelta y miran a los líderes o a los responsables de tomar decisiones como diciendo “¿pero como, ustedes no la vieron venir?, y si la vieron, ¿cómo no avisaron antes?”. Otros empresarios se deciden a ejecutar cambios y ajustes cuando ya es tarde, es algo así como plantearse la necesidad de empezar a hacer presupuestos cuando se recibe el anuncio de que nos van a rematar el campo o la empresa.
Apenas vieron el iceberg los vigías dieron la señal de alarma al puente de mando. Ahí, el oficial de guardia ordenó inmediatamente detener el avance, girar todo a babor (a la izquierda) para evitar el choque, y cerró por precaución las compuertas internas del barco. Pero el Titanic, con 268 metros de largo y sus 46.000 toneladas de desplazamiento, tenía un timón muy chico y consecuentemente no pudo maniobrar a tiempo. No era un barco ágil.
¿Cuántos planteos productivos o empresarios se arman sobre estructuras sobre dimensionadas, “pesadas”, o esquemas muy poco flexibles, que cuando deben enfrentar situaciones desfavorables por precios, por problemas climáticos, u otras causas, no pueden disminuir sus costos o cambiar la forma de producir para adecuarse a las nuevas condiciones.
Cuando a algunas personas se les plantea incluso la posibilidad de que revean su esquema productivo prefieren no enfrentar la realidad aduciendo que cambiar sería equivalente a abandonar años de inversiones en sistemas de producción del primer mundo, y de alguna manera se aferran a esas empresas que ya se están hundiendo.
El océano lleno de icebergs es comparable a la realidad, la globalización, el mundo que cambia constantemente, la competencia mundial. Nos guste o no nos guste este es el mundo en el que nos toca “navegar” con nuestras empresas. Un mundo cada vez más complicado, con obstáculos inesperados que amenazan con hundir nuestra empresa pero también con oportunidades que nos pueden hacer llegar antes a nuestro destino. Recuerde además que en este “océano peligroso” el tamaño del barco no importa, los témpanos siempre serán capaces de hundirlo.
¿Cómo definiría usted su “empresa – barco”?, ¿una empresa ágil y capaz de maniobrar o un mastodonte torpe como el Titanic?, ¿Qué tan bien “navega y esquiva témpanos” su empresa?.
El Titanic podía flotar con hasta cuatro compartimentos estancos llenos de agua, pero el daño por el choque lateral fue mayor y se hundió rápidamente. Como supuestamente no se podía hundir, tenía botes salvavidas para apenas la mitad de las personas que había a bordo, y afortunadamente no estaba cargado con los más de 3.500 pasajeros que podía llevar, si no, hubieran muerto 2840 personas en lugar de las 1523 que esa noche se ahogaron o murieron de frío en el agua helada.
¿Cuántas veces se toman decisiones y se manejan empresas sobre supuestos exclusivamente optimistas?, ¿Cuántas veces se programan retiros empresarios sobre la base de márgenes de actividades hechos con precios o rindes máximos?, ¿Cuántas veces se cargan campos de hacienda en forma excesiva, sin prever reservas forrajeras, sequías, timpanismo, problemas de insuficiente capacidad de manejo por parte de nuestros operarios y tantos imprevistos más. ¿Cuántos esquemas productivos parten de la base de que se colocará toda la producción con facilidad? Después los problemas aparecen y tenemos que lamentarnos.
Los veinte botes salvavidas del Titanic tenían capacidad para llevar 1.178 personas, sin embargo, la falta de experiencia de la tripulación y el temor a que se hundieran hizo que se cargaran solamente con 705 pasajeros. Casi 500 personas murieron innecesariamente.
El desorden, la desorganización, la falta de capacitación y preparación, las malas condiciones de seguridad en el trabajo, siempre tienen un costo muy alto, en tiempo, en dinero, en bienes, y en vidas. Esto es algo que se comprueba en las empresas en el trabajo del día a día.
Mientras el barco se hundía los músicos siguieron tocando para que no cundiera el pánico. Tuvieron una actitud heroica pero a la vez muy peligrosa, ya que mucha gente tranquilizada y confundida tomó conciencia tarde del peligro de la situación.
Hoy también cuando estamos en problemas es habitual escuchar a muchos dirigentes que en lugar de decirle a los productores o empresarios que representan “la situación es muy peligrosa”, “cambiemos de actitud rápido”, “analicemos a conciencia y con realismo nuestros problemas y deudas y resolvamos los temas a nuestro alcance lo antes posible”, tocan la música tranquilizadora de “la culpa es de los países que subsidian”, “la culpa es del mundo globalizado”, “nos piden calidad del primer mundo pero nos pagan precios del tercer mundo” y muchas declamaciones que seguramente suenan muy ingeniosas y heroicas pero que no ayudan a nadie y no mejoran en nada la situación, por el contrario, como la culpa es de los demás nos quedamos esperando que las cosas cambien y mientras tanto se siguen hundiendo un sin número de empresas de todo tipo.
Edward Smith, el capitán del Titanic declaró en 1.907 en un reportaje: “Cuando alguien me pregunta cómo puedo describir mejor mi experiencia en casi 40 años de navegación apenas puedo decir: sin peripecias, sin novedad, tranquila. Por supuesto hubo ventarrones, tormentas, niebla y cosas por el estilo, pero en toda mi experiencia nunca estuve en algún accidente o situación digna de ser mencionada. No he visto un solo barco en apuros en todos mis años en el mar. Nunca vi un naufragio ni estuve en dificultades que hayan amenazado con terminar en desastre de ningún tipo”.
No es para nada deseable estar en una situación crítica, pero si hay que enfrentarla es mejor apoyarse en quienes tienen mayor experiencia, ya que la claridad mental, la iniciativa, la fortaleza y la preparación de cada uno se comprueba en estas situaciones. ¿En quién confiaría usted más, en un líder que superó anteriormente situaciones difíciles, un “Capitán de tormenta”?, ¿ o en alguien que nunca debió enfrentar dificultades?, ¿Cómo se prepara usted para enfrentar estas situaciones en su empresa?.
En dos horas el Titanic se hundió. Un barco cuya fabricación insumió un costo de 400 millones de dólares de hoy, que navegó cuatro días y se llevó la vida de 1.500 personas. Del total de pasajeros de primera clase se salvó el 60%, de los pasajeros de segunda clase se salvó el 44% y de los pasajeros de tercera y tripulantes, apenas sobrevivió el 23%.
Esta situación también se ve en las empresas. Cuando una empresa se funde todos pierden, pero lo que nos hace pasajeros de primera, segunda o tercera no es exclusivamente nuestro dinero - porque a la larga también se acaba – sino también nuestras actitudes, nuestros conocimientos y la utilidad que de ellos se pueda obtener para conseguir trabajo en otro lado, por eso es tan importante capacitarse y capacitar a nuestros empleados.
El que se capacita en los conocimientos correctos y prepara su espíritu se asegura un "bote salvavidas" para las situaciones difíciles. El que por el contrario no se capacita o llena su cabeza de conocimientos inútiles se pone un cinturón de plomo y se queda esperando el naufragio.
“Todavía hoy recuerdo los gritos de las personas ..., estaban en el agua y no las pudimos salvar” testimonio de Anna Turja, sobreviviente.
Hoy también escuchamos las quejas y los lamentos de muchos empresarios y personas  que “están en el agua” y no quieren que sus empresas mueran, y vemos con impotencia como no se hace prácticamente nada por sacarlas de dicha situación. Muchas de ellas incluso se terminaron de hundir aferradas a créditos caros e inversiones mal evaluadas.
A los dos días del desastre una junta evaluadora se constituyó para analizar las causas del desastre. De sus conclusiones surgió la recomendación de que los barcos oceánicos tuvieran más compartimentos estancos, botes salvavidas para todas las personas a bordo y que tomaran mayores previsiones en la navegación.
¿Cuáles son los reaseguros, las medidas precautorias, las actividades que pueden mantener a su empresa a flote en situaciones críticas?, ¿Qué tantos recaudos toma usted cuando decide cómo producir y hacia donde orientar su negocio?.

Conclusiones y enseñanzas principales
1 – Cuidado con el camino que elige para su empresa, el camino más corto y rápido a la fortuna muchas veces lleva de nuevo al punto de partida ... “o al fondo del mar”.
2 – Evite la soberbia y maximice la prudencia en sus decisiones, sobre todo en coyunturas peligrosas como la actual.
3 – No se confíe ciegamente en la aplicación de tecnología “de punta”, no hay técnica de producción que reemplace al sentido común.
4 – Esté atento a la información y busque en toda la maraña de las noticias cotidianas aquellas que muestren el peligro o planteen señales de precaución para su actividad. Trate de desarrollar una visión y actitud anticipativa, no se guíe solamente por chismes o noticias poco seguras. Corre el riesgo de “descubrir el témpano cuando lo tenga encima”.
5 – No quiera resistirse o ignorar la realidad y las nuevas reglas del juego, adáptese lo antes posible.
6 – Evite convertir su empresa en un mastodonte torpe. Priorice la capacidad de maniobra y la agilidad por sobre todas las cosas. Tenga cuidado, hay mucha gente ofreciendo tecnologías peligrosas, que son equivalentes a pasajes para hacer un viajecito en el Titanic.
7 – Planifique las expectativas de resultado económico de sus actividades sobre la base de supuestos realistas y tenga un plan de contingencia para situaciones pesimistas.
8 – Asuma la situación con toda su crudeza y comuníquela a sus familiares y empleados tal como es, que todos sepan la dimensión y seriedad del peligro que se enfrenta.
9 – Aprenda de sus errores y de los errores ajenos. Hoy vemos a nuestro alrededor “naufragios” de empresas de todo tipo, sector y tamaño. Analice caso por caso: ¿Por qué se fundieron?, ¿Qué errores cometieron?, ¿Cómo puedo evitar yo que me pase lo mismo?.
10 – La supervivencia de su empresa depende más que nada de usted. Confíe en sus habilidades y si no sabe como hacer, aprenda lo antes posible todo lo necesario para convertirse en un buen “piloto de tormenta”. Haga todo lo que esté a su alcance por sobrevivir.
 
A todos, en algún momento, nos llegará nuestro iceberg
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Autores:
Ing. Agr. Fernando Ravaglia
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Cesar Ruiz
7 de enero de 2024

Felicidades, muy amena lectura y una gran analogía.
Saludos desde México
Cesar Ruiz

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Hugo Sanchez Guerrero
Universidad Nacional De Colombia (UNAL)
4 de marzo de 2022
Saludos Similar a una caja de herramientas hay que conocer cada herramientas y seleccionar la herramienta que se necesita en cada caso. Hay un arsenal tecnológico la sabiduría esta en escoger la tecnología mas apropiada para cada situación, el conocimiento profundo de estas tecnologias es una condición necesaria y es la responsabilidad de los asesores técnicos.
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Colbert Pinardi Gonzalez Rondon
29 de diciembre de 2023
Ing, saludos. Simplemente lo que le puedo decir es gracias y felicitaciones, absolutamente real su escrito, sin grandielocuencias, sencillo, comprensible, muy bueno, no solamente para las empresas también para lo personal. Estoy leyendo un libro que toca algunas cosas por usted planteadas, se llama: Anticrisis de Ruben Turienzo, de verdad gracias Ing. Fernando.
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pablo de souza santana
17 de diciembre de 2023
Muy bien, y muy claro lo planteado. Trabajé muchos años en el sector bancario, y pude constatar muchos errores de los empresarios, que Ud. menciona.
Gracias y felicitaciones.
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Angel Luis Landa Palmeros
23 de junio de 2022
Mis felicitaciones Ing. Ravaglia, este es uno de los mejores artículos que le he leído, sobre todo con la situación mundial actual.
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LUIS
23 de marzo de 2022
Muy buena su publicacion Ingeniero. Una real comparacion entre la historia y la realidad de estos tiempos (y futuros tambien). Es dificil definir las tecnologias a utilizar cuando todas aportan beneficios a la empresa, el dilema es saber si dicha tecnologia te deja mas beneficios que costos.
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Herry Duque
3 de marzo de 2022
Excelente escrito, estoy de acuerdo con su apresiacion y es lo mismo que le digo a los productores con otras palabras, los avances tecnologicos asi como la especializacion de la ganaderia sobre todo la lechera solo benefician principalmente a los industriales de la tecnologia, de genetica y la industria lactea pero cuando hechamos numero el aumento de la produccion lechera deja al productor poca ganancia y mientras mas tecnologia menos rentabilidad El beneficio de la tecnologia en el campo debe ser medida en rentabilidad no en el decir y mostrar que tengo lo ultimo en tecnologia pero mi rentabilidad es menor que el productor vecino que solo utiliza la necesaria
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Roberto Mina
3 de marzo de 2022
Totalmente de acuerdo con tú exposición, es algo que siempre les digo a mis alumnos en la facultad, en la clase de gestión empresarial
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