El crecimiento compensatorio (GC) es la ganancia acelerada observada cuando el ganado que ha experimentado un período de restricción alimentaria regresa a un plano nutricional adecuado. Esta respuesta, bien documentada en sistemas de producción de rumiantes, se refuerza por una serie de ajustes metabólicos, hormonales y a nivel tisular que permiten a los animales recuperar parcial o totalmente el potencial de crecimiento perdido. Durante la restricción, los animales reducen la tasa metabólica basal y disminuyen el tamaño de órganos con alta demanda energética, como el intestino y el hígado. Cuando se reanuda la alimentación normal, los energético costos de mantenimiento permanecen temporalmente reducidos, lo que mejora la partición de nutrientes hacia el crecimiento. Al mismo tiempo, la ingestión de alimento relativa al peso corporal aumenta, apoyando aún más la rápida ganancia de peso (Hornick et al., 2000). Estos efectos combinados explican por qué el ganado restringido suele mostrar mejor conversión alimenticia durante la fase de realimentación que aquellos alimentados de manera continua (Neel et al., 2007).

Las señales endocrinas coordinan gran parte de la respuesta compensatoria. La restricción típicamente reduce las concentraciones circulantes de insulina e IGF-1, mientras que la hormona de crecimiento (GH) permanece elevada, creando un estado de resistencia a la GH (Yambayamba et al., 2000). La realimentación restaura la sensibilidad a la insulina, incrementa el IGF-1 y eleva la actividad tiroidea, lo que acelera la síntesis proteica y la acreción tisular. Estos cambios hormonales favorecen la deposición de tejido magro en las primeras etapas del GC, antes de que se repongan las reservas de grasa.
Dinámica tisular
La secuencia de recuperación de tejidos durante el GC no es uniforme. La masa muscular y los órganos viscerales se recuperan rápidamente, mientras que el tejido adiposo lo hace más lentamente (Choat et al., 2003; Hersom et al., 2004). Como resultado, el ganado en compensación temprana suele parecer más magro, con mejores porcentajes de rendimiento en canal. Si la restricción es moderada y se permite suficiente tiempo, el peso final de la canal y su composición convergen con los de animales no restringidos (Hornick et al., 2000; Neel et al., 2007). Sin embargo, restricciones severas o prolongadas a edades tempranas pueden reducir el potencial de crecimiento esquelético, llevando a cambios permanentes en el tamaño corporal y en la madurez de la canal (Yambayamba & Price, 2002).
El crecimiento compensatorio también implica cambios a nivel molecular y digestivo. Estudios de expresión génica en el tracto gastrointestinal y el hígado muestran que la realimentación regula al alza las vías asociadas con la absorción de nutrientes, el recambio proteico y el metabolismo energético (Keogh et al., 2015). Estas adaptaciones aumentan la capacidad del ganado previamente restringido para procesar y utilizar nutrientes de manera eficiente durante la fase de recuperación.
Implicaciones prácticas
Desde el punto de vista productivo, la fisiología del GC ofrece oportunidades para sincronizar la demanda animal con la oferta estacional de forraje. Al imponer restricciones moderadas durante períodos de baja disponibilidad de pasto y aprovechar el rebote biológico durante la realimentación, los productores pueden reducir los costos totales de alimentación sin comprometer las características de la canal ni la calidad de la carne, siempre que el tiempo de recuperación y la calidad de la dieta sean adecuados (Keane & Drennan, 2008; Hornick et al., 2000).
En sistemas pastoriles, la oferta de alimento fluctúa con las estaciones. En lugar de luchar contra esos ciclos, los productores pueden planificarlos. El crecimiento compensatorio es el uso deliberado de un freno moderado y temporal en el crecimiento durante un período de escasez de alimento, seguido de una realimentación con dietas de mayor calidad para inducir ganancias más rápidas y un mejor aprovechamiento del alimento. Investigaciones recientes con novillos Angus finalizados tanto en pastoreo como en raciones de alto concentrado muestran que este enfoque puede reducir costos de alimentación sin sacrificar el valor de la canal ni la calidad sensorial de la carne cuando los animales se cosechan en puntos finales comparables.
Lo que ha encontrado la investigación
Novillos manejados con ganancias más bajas durante la recría crecieron más rápido y con mayor eficiencia de conversión durante la fase de terminación que sus compañeros que nunca fueron “retenidos.” Sin embargo, necesitaron más días en engorde para alcanzar el mismo peso final. Cuando los animales se sacrificaron a un peso común, las diferencias en eficiencia de conversión global, composición corporal y características de la canal desaparecieron. La calidad de la carne siguió el mismo patrón: la terneza, la aceptación del sabor y la aceptación global por los consumidores no se vieron afectadas por la estrategia de crecimiento ni por el sistema de terminación.
Aunque la dieta determinó la velocidad de ganancia, no modificó el sabor ni la terneza de la carne. El ganado en feedlot alcanzó los objetivos antes, obtuvo pesos de canal más altos y mostró mejor conversión alimenticia que el ganado terminado a pasto, pero las mediciones objetivas y sensoriales de calidad de la carne fueron similares entre sistemas. Una interpretación práctica de estos resultados es que el crecimiento compensatorio mejora la economía de la fase de terminación, mientras que una elección cuidadosa del punto final asegura la consistencia en la calidad del producto.
La clave es el momento en que se aplica. Se aplica una restricción controlada y de corta duración en períodos en que el forraje es escaso o costoso, seguida de acceso ad libitum a alimento de alta calidad cuando las condiciones mejoran. El rebote más fuerte suele ocurrir en los primeros uno o dos meses de realimentación; durante esta fase, la ingestión relativa al peso vivo tiende a aumentar. Es fundamental decidir temprano si el comprador o la planta paga por edad común o por peso común al sacrificio; si la uniformidad de peso es crítica, habrá que presupuestar días adicionales para el ganado previamente restringido. A lo largo del proceso, se deben registrar la ganancia diaria promedio, la ingestión de materia seca, la conversión alimenticia y los parámetros habituales de la canal para verificar la mejora esperada en eficiencia y confirmar que se cumplen los objetivos de calidad de la carne.
¿Qué forraje funciona mejor para el crecimiento compensatorio?
La eficacia del crecimiento compensatorio depende no solo del período de restricción sino también de la concentración nutricional del forraje durante la realimentación. Después de la restricción, el ganado responde con mayor consumo y mejor eficiencia, pero esto solo se expresa plenamente cuando las dietas aportan suficiente energía digestible, proteína y minerales.
Forrajes de alta calidad como el pasto de primavera temprana, el ensilaje de alfalfa o mezclas leguminosa–gramínea suelen aportar entre 2.6 y 3.3 Mcal de energía metabolizable (EM) por kg de materia seca y entre 16–22% de proteína cruda, con fibra detergente neutro (FDN) moderada. Estos valores favorecen la rápida acumulación de músculo antes de que predomine la deposición de grasa, maximizando el peso y el valor de la canal (Keady et al., 2021; Clariget et al., 2024).
En contraste, forrajes de baja calidad —gramíneas maduras, rastrojos de cultivos o heno mal conservado— suelen estar por debajo de 1.9–2.1 Mcal EM/kg MS y 8–10% de PC, mientras que una FDN superior al 60% limita la ingestión. Aun con mayor apetito, el ganado no logra consumir suficientes nutrientes para sostener un crecimiento magro eficiente, lo que atenúa la respuesta compensatoria (Silva et al., 2020).
Estrategias prácticas para maximizar la concentración de nutrientes incluyen:
• Pastoreo o cosecha de forraje en etapas tempranas a intermedias de crecimiento, cuando la digestibilidad y la proteína son más altas.
• Incorporar leguminosas como alfalfa o trébol para elevar la proteína cruda y la densidad energética de la pradera.
• Conservar ensilajes o henolajes mediante un oreo rápido y almacenamiento hermético para minimizar pérdidas de nutrientes.
• Ofrecer suplementación estratégica con harinas proteicas, concentrados energéticos o bloques minerales cuando el contenido nutritivo del forraje esté por debajo de los umbrales mencionados.
Alinear la concentración de nutrientes con la mayor capacidad metabólica del animal durante la realimentación garantiza que el crecimiento compensatorio se traduzca en ganancias más rápidas, una mejor conversión alimenticia y canales que cumplen con las especificaciones de mercado, a menudo comparables al desempeño de los feedlots pero con menores costos de alimentación (Clariget et al., 2024).
Limitantes y conclusión
La respuesta biológica depende de la moderación y de un período adecuado de recuperación. Una restricción severa o prolongada puede reducir el desempeño y el bienestar de por vida, mientras que una limitación moderada y acotada en el tiempo, seguida de una realimentación nutricionalmente adecuada, produce el rebote deseado. Las respuestas también varían según la edad al momento de la restricción, la raza, la calidad del pasto y la intensidad del engorde, por lo que la validación local es esencial.
En resumen, el crecimiento compensatorio no es un atajo; es una herramienta de programación. Usado de manera deliberada, alinea la demanda animal con la curva de crecimiento de las pasturas, mejora la eficiencia alimenticia en la fase de terminación y entrega canales y calidad de carne que cumplen con las exigencias del mercado. Es una forma práctica para que los sistemas de carne basados en pasturas conviertan la variabilidad estacional en una ventaja en lugar de una limitación.