LA NEUTRALIDAD DE NUESTRA GANADERÍA
En artículos anteriores, mostramos como las emisiones ganaderas del bioma pampa tienen más de 400 años. Muy anteriores a los registros de incremento del dióxido de carbono (CO2) y temperatura que originaron las teorías sobre cambio climático antropogénico. Más aún, el metano (CH4) entérico emitido por la ganadería, es parte del ciclo de carbono biogénico capturado por las plantas durante la fotosíntesis y consumido luego por los rumiantes. Un rodeo estable en el mediano plazo resulta en un equilibrio en la emisión neta de CH4, sin aporte incremental a la atmósfera y una mínima contribución al calentamiento global (CG). En ese sentido, la emisión de nuestro sistema ganadero ha mostrado un balance negativo durante las últimas tres décadas. Todo indica que nuestra ganadería de carne y lana es metano neutral, no debiendo esperarse impactos ambientales o económicos negativos.
Centrada inicialmente sobre el dióxido de carbono (CO2), la discusión sobre el calentamiento se extendió al metano (CH4), apuntando fundamentalmente al ganado doméstico, como fuente de emisión determinante. Con esta visión, la comunidad internacional intenta consensuar la implementación de políticas públicas para reducir las emisiones de GEI, incluyendo las ganaderas.
LAS MÉTRICAS DE CÁLCULO DE LA CONTRIBUCIÓN AL CALENTAMIENTO GLOBAL
Cualquier política de reducción de emisiones no fundada en evidencia científica sólida puede tener consecuencias negativas imprevistas, tanto sociales como económicas. Para fundamentar estas políticas, es necesario comparar el potencial de CG de los distintos gases de efecto invernadero (GEI), sobre la base de su forzamiento radiativo (radiative forcing). El más popular de estos indicadores es el GWP (Global Warming Potential). Este indicador estandariza la “capacidad de retener energía” (forzamiento radiativoFR) de los GEI en un horizonte de tiempo determinado en relación a igual cantidad de CO2, en términos de CO2 equivalente (CO2eq, CO2e).
El FR acumulado a diferentes horizontes de tiempo, determina la contribución potencial absoluta al calentamiento global (AGWP) de un gas. No representa necesariamente el calentamiento efectivo, que depende de muchos otros factores. El AGWP de un gas con relación al del CO2 se conoce como GWP. Tradicionalmente se han tomado períodos de 20 y 100 años para presentar esta relación, aunque el horizonte elegido no tiene una conexión clara con las trayectorias de temperatura.
El FR decae con el tiempo de forma particular para cada GEI, en función de su desaparición. Para el CH4 el tiempo medio de existencia en la atmósfera es 11,8 años; para el CO2, son siglos (IPCC, AR6, 2021). La Figura 1 muestra las curvas de decaimiento (fracción de gas remanente) luego de un pulso de emisión en el tiempo. A los 20 años solo un 20 % del CH4 emitido permanece como tal, en tanto más de un 40 % de CO2 aún está presente a los 100 años.
GWP es una métrica de “pulso único” (una cantidad emitida en un momento puntual). Es inadecuada para describir el efecto de fuentes de emisiones permanentes o que tienen una duración significativa. Emisiones constantes de los llamados contaminantes climáticos de vida corta (CCVC) (p.ej. CH4) resultan en saturación del FR (Figura 1B). Esta se determina por el equilibrio dinámico entre su tasa de emisión y de decaimiento. Una emisión anual constante de CH4 no determina un crecimiento indefinido de su potencial de calentamiento, en la medida que aproximadamente a los 12 años, se alcanza un equilibrio entre la cantidad emitida anualmente y la emitida en el año 0 y que ya no está mayormente presente en la atmósfera.
Figura 1 - Decaimiento atmosférico de CH4 y CO2 luego de un pulso de emisión en el año cero (A) y saturación del FR de CH4 como resultado de emisiones continuas a tasa constante (B). Fuente: Kleinberg, 2020
Figura 2 - Dinámica de emisiones anuales como CO2e (GWP) y CO2we (GWP*) (izquierda) y contribución acumulada al calentamiento (mK) (B), 1900-2023.
Recientemente ha tomado relevancia el debate sobre la precisión de las métricas utilizadas para determinar las contribuciones de los diferentes GEI al CG. Las diferencias entre las desintegraciones atmosféricas de los CCVC y larga (CCVL) y la insuficiencia de métricas de pulso único (como GWP) para describir el impacto sobre el calentamiento de los primeros, condujeron a propuestas de indicadores alternativos, entre los que se destaca el GWP*, que muestran una reducción considerable de la contribución de los CCVC con relación al GWP, particularmente en el caso del CH4.
Los nuevos indicadores hacen énfasis sobre el flujo neto de emisiones de CCVC (diferencia) en un período dado y su mayor potencial de contribución al calentamiento en los primeros años luego de un cambio en su flujo de emisión, estimando potenciales mucho menores para los años posteriores. El GWP* adopta un período de 20 años y utiliza coeficientes estimados a partir de varios parámetros atmosféricos para ponderar el efecto directo de cambios en el flujo neto y el efecto residual de la porción emitida hace 20 años. Se mantiene un horizonte temporal de 100 años para la estimación de los efectos.
LA GANADERÍA DEL URUGUAY Y EL CALENTAMIENTO GLOBAL
En el presente estudio, estimamos las emisiones anuales de metano CH4 entérico para el período 1843-2023. Nuestros cálculos tomaron en cuenta las existencias anuales de ganado bovino y ovino y el Factor de Emisión de Metano (FEM) por cabeza. El FEM se estimó siguiendo las recomendaciones del IPCC, basadas en la energía bruta consumida y el factor de conversión de esta a metano, calculados a través de la estimación del consumo anual aparente total del rodeo y la digestibilidad promedio de la dieta.
Las emisiones anuales de CH4 entérico fueron transformadas a CO2 equivalente utilizando las métricas GWP y GWP*. A diferencia del primero, el GWP* se expresa en unidades de contribución equivalente al cambio de temperatura (warming equivalent) y hablamos de CO2we. Dado que representa la diferencia de flujo en períodos de 20 años, las emisiones por GWP* muestran altibajos interanuales. Para visualizar mejor su tendencia se utilizó la media móvil de 20 años.
Tomando 1900 como punto de partida (Figura 2A), las emisiones anuales de CO2 equivalente difieren significativamente entre ambas métricas. Desde el año 1920, las calculadas utilizando GWP* son siempre menores a las del GWP. Hacia 1993, aparece un punto de inflexión en ambas curvas, cuya pendiente negativa, mucho más pronunciada para los valores estimados por GWP*, se mantiene hasta el presente. Las emisiones acumuladas de los últimos 123 años (desde 1900 a 2023, Figura 2B), representaron una contribución al incremento de temperatura global de un valor cercano a la mitad del estimado por la métrica tradicional, si bien ambos son despreciables en términos absolutos (0,00044 vs 0,00079 grados Kelvin o centígrados).
Las emisiones de CH4 de cada año de la serie 1999- 2023 mostraron una caída promedio de -5,16 % con los registros respectivos de 20 años antes, resultando en una tasa anual promedio (-0,25 %) cercana a la de equilibrio4 . La Figura 2B refleja esta cuasi nula contribución de nuestra ganadería al calentamiento medido en CO2we, en las últimas tres décadas. Las razones de esta caída ameritan un mayor análisis, pero estriban fundamentalmente en una leve disminución de las existencias y mejoras en la calidad de la alimentación.
REFLEXIONES FINALES
En el contexto actual la ganadería se enfrenta a desafíos, obstáculos y oportunidades:
- Los desafíos implican mostrar y expresar claramente su voluntad de contribuir a alcanzar los objetivos climáticos, para lo cual es necesario contar con mediciones claras y veraces sobre el efecto real del metano entérico en el clima global.
- Los obstáculos por superar refieren al malentendido y desinformación generalizada sobre la influencia de este gas, cuando es de origen animal. Las huellas de carbono basadas en emisiones equivalentes de CO2 son engañosas y confusas.
- Asimismo, existen oportunidades para dar verdadero sustento científico a las políticas con relación al cambio climático, donde la ganadería tiene un importante papel a jugar. El sector está en condiciones de generar una contribución positiva a la reducción del calentamiento, incrementando la eficiencia de conversión de pasto a carne a través del manejo, la genética y la tecnología. Estimar estos efectos y contribuciones en forma correcta permite ser más justo con el sector productivo ganadero y obtener resultados más rápidos en cuanto a los objetivos.