INTRODUCCIÓN
En un engorde a corral ubicado en el centro de la provincia de Córdoba se evaluaron diversos índices productivos y las pérdidas en cantidad y calidad de carne en vacunos sometidos a prácticas inadecuadas de manejo desde su ingreso al feedlot hasta su faena. Para poder cuantificar las pérdidas económicas que se generaban a causa de este inadecuado manejo, se llevaron a cabo dos experiencias.
En la primera experiencia (Parte I) dos grupos de terneros, compuestos por 64 cabezas cada uno, provenientes de un mismo campo de cría fueron alimentados en forma restringida al 2,5% del peso vivo durante un periodo de 40 días (etapa de recría) y luego alimentados a voluntad al 3,2% del PV durante 33 días (etapa de terminación).
Los dos grupos de animales tuvieron idéntico manejo en cuanto a la composición de la ración, metros cuadrados de superficie de corral destinados por animal, cantidad de agua de bebida, horarios de entrega de alimento y plan sanitario. En esta experiencia se realizó la medición a campo del efecto negativo que ejerce sobre determinados parámetros productivos un insuficiente frente de comedero disponible por animal.
Durante la etapa de recría los terneros pertenecientes al Corral 1 tuvieron 62 centímetros (cm) lineales de comedero por animal mientras que a los animales del Corral 2 sólo contaron con 31 cm lineales por cabeza. En la etapa de terminación estas distancias se redujeron a 31 cm lineales de comedero por animal en el Corral 1 y 14 cm lineales en el Corral 2.
Durante los 73 días que duró el encierre a corral se evaluaron distintas variables de suma importancia en cualquier feedlot como son el peso de los animales a su entrada al engorde, el peso de terminación, la ganancia diaria de peso vivo, el consumo de materia seca y el índice de conversión del alimento.
Los terneros del Corral 1, que contaron con mayor frente de comedero tanto en la etapa de recría como en la de terminación, tuvieron mayor ganancia diaria de peso vivo, mayor peso vivo final y menor índice de conversión del alimento que los terneros del Corral 2.
En la segunda experiencia (Parte II) se evaluaron 394 medias reses de vacunos pertenecientes a las categorías liviana y pesada que este establecimiento ganadero envía a faena una vez que son terminados a corral. Para ello, desde su ingreso al campo hasta su faena en frigorífico, se evaluaron las prácticas de manejo realizadas durante la etapa de engorde, su transporte a planta frigorífica, el manejo pre faena y la faena propiamente dicha.
Sobre cada una de las medias reses se evaluaron las pérdidas en cantidad y calidad de la carne a través de la presencia de hematomas, manchas verdes, petequias y carnes de corte oscuro. Como resultado de estas observaciones se demostró que el mal manejo de los animales en los corrales del establecimiento ganadero, en el transporte a planta frigorífica, en los corrales del frigorífico y durante el proceso de faena propiamente dicha, aumenta las pérdidas por recortes de carne en las medias reses que se traducen en importantes pérdidas económicas para el productor.
INTRODUCCIÓN
La cadena de la carne vacuna ha experimentado en los últimos años una serie de cambios perjudiciales que han repercutido en una disminución del stock ganadero, entre otros, además de un detrimento en la productividad de los rodeos de cría. Entre las principales causales, se encuentran la falta de incentivos para la exportación de carnes, quedando destinada la mayoría de la producción anual de carne al consumo interno provocando una disminución en el precio del ganado en pie.
Comparando los dos sistemas de explotación de ganado vacuno que se llevan a cabo en nuestro país, puede afirmarse que en los sistemas intensivos, como lo es el engorde a corral (Figuras 1 y 2), se logran mejores ganancias de peso diarias por animal y una mejor calidad de carne desde el punto de vista de las características organolépticas o sensoriales, comparado con la carne de animales provenientes de sistemas extensivos (Mezzadra et al., 2006) (Figura 3). Esto se debe fundamentalmente a que tienen un mayor engrasamiento y llegan a faena a una edad más temprana.
Hay que destacar que durante todo el proceso de la cadena de ganados y carnes existe una sumatoria de numerosas prácticas inadecuadas de manejo del ganado, desde la producción propiamente dicha hasta su comercialización, que perjudican a los parámetros productivos como así también los principales productos obtenidos del ganado bovino de carne: el cuero, la res y la carne (Consigli et al., 2009). Pero, por otra parte, también se cuenta con amplias posibilidades de optimizar este manejo para lograr un mayor aprovechamiento, ya sea en cantidad de kilogramos de carne como en una mejora en el aspecto económico de toda la cadena.
En esta situación de bienestar animal el cuidado del ambiente desempeña un rol muy importante. Es por ello que en los planteos confinados (feedlot) es necesario identificar los riesgos en las diferentes áreas de producción intentando reducir los efectos perjudiciales del medio (Pordomingo, 2003).
Los animales estresados a causa de un manejo descuidado presentan cambios en algunas de sus variables fisiológicas que repercuten directamente en los parámetros productivos. Cuando son maltratados durante su manejo (Figura 4) los animales corren severos riesgos de caídas con generación de golpes o contusiones (hematomas) que afectan directamente la calidad de los cortes de carne extraídos de los mismos durante el desposte (Gallo Stegmaier, 2003). Por lo tanto, las prácticas de mal manejo previas a la faena repercuten en la calidad de la media res, observándose machucones, carnes de corte oscuro y un menor rendimiento al gancho (Figura 5).
A causa de estas importantes pérdidas producidas por el maltrato animal que presenta la cadena de ganados y carnes en Argentina, se ha realizado el presente trabajo con el fin de aportar algunas cifras concretas de pérdidas que ocurren en uno de los modelos de explotación que se utiliza en nuestro país y, con esto, concientizar a los responsables de los distintos eslabones que componen la cadena de ganados y carnes (principalmente al productor, transportista y al industrial frigorífico) con el fin de evitar el maltrato de los animales durante su producción y faena para así lograr un aumento en la rentabilidad de la actividad ganadera.
EL PORQUÉ DEL BIENESTAR ANIMAL
El bienestar animal puede definirse como un completo estado de salud mental y física del animal que le permite encontrarse en armonía con el ambiente que lo rodea. Desde hace décadas se considera que el animal está en estado de bienestar cuando se encuentra libre de hambre, sed, dolor, lesión, enfermedad, miedo y angustia, y tiene una total libertad para expresar su comportamiento natural en el medio donde es criado (Figura 6). Estos requisitos se logran cuando los ganaderos practican un buen manejo, los transportistas son calificados y entendidos de la conducta animal, existe un diseño ambiental apropiado, el manejo y los movimientos del ganado son adecuados y el sacrificio del animal es humanitario (Brambell, 1965).
Un animal que sufre estrés o angustia está experimentando un estado anormal; en él se generan ajustes fisiológicos extremos (cambios de ritmo cardíaco, ritmo respiratorio, temperatura corporal y presión sanguínea) con la finalidad de adaptarse a su ambiente. Por este motivo, los niveles de estrés en el animal deben mantenerse en valores mínimos, ya que si los mismos se incrementan puede perjudicar la calidad de la carne (Figuras 7 y 8).
Está ampliamente demostrado que para lograr una buena calidad de carne es imprescindible que el manejo de los animales sea calmo, que los operarios eviten el maltrato al ganado y que las instalaciones sean las adecuadas para evitar los golpes y contusiones generados por el trato brusco.
Para ello hay que considerar cuidados puntuales en tres etapas diferentes de la cadena de ganados y carnes:
a) las relacionadas a las instalaciones y al manejo en el campo: el mantenimiento de los corrales y manga, el manejo de los animales en dichas instalaciones, el uso adecuado del cepo, el aspecto sanitario y el nutricional.
b) El control de la carga y descarga de los animales en el camión donde los resbalones, la velocidad de avance de los mismos, los golpes, la densidad de carga, el uso de la picana eléctrica y el mantenimiento del vehículo, constituyen la base para mantener la tranquilidad de la tropa.
c) La planta frigorífica, donde el tiempo de traslado desde el campo hasta el lugar de faena (no debería superar las 10 horas), la descarga de los animales, la conducción de ellos en las instalaciones, el resguardo ante inclemencias climáticas, el personal, el noqueo y el degüello son el otro pilar para lograr resultados positivos en cuanto a su bienestar.
En las instalaciones de trabajo en el campo o en la planta frigorífica se ha observado que los pisos antideslizantes mejoran el manejo durante el movimiento, carga y descarga de los animales; si los pisos son lisos existe la posibilidad de que el animal se resbale lo que aumenta en gran medida su estrés. A su vez, si los pisos no están en buen estado pueden generar lesiones en patas y caídas del animal a causa de los resbalones lo que impacta directamente con la calidad de la res y de la carne generando pérdidas económicas por la presencia de hematomas o machucones.
Otro aspecto que debe tenerse en cuenta es la superficie destinada para cada animal en confinamiento. Los animales deben tener suficiente espacio para estar de pie cómodamente, echarse, darse vuelta, asearse y estirarse. En un engorde intensivo (feedlot) el tamaño de los corrales debería permitir un mínimo de 15 a 20 metros cuadrados por animal, y manejar un número de cabezas por corral no mayor de 250 para animales livianos y de 200 para animales pesados. El piso de los corrales debe estar bien compactado, con buena elevación y con buen drenaje. La pendiente no debería superar el 4% en el sentido opuesto a la ubicación del comedero y no ser menor que el 2% para que el agua de lluvia y excrementos líquidos tenga una salida rápida del corral.
En cuanto al frente de comedero que tiene que estar disponible por cada animal alojado en el engorde, se sugiere un mínimo de 30 cm por cabeza para lograr un acceso óptimo a la comida. Ese frente mínimo permite que entre el 65 y el 75% de los animales tengan acceso simultáneo a los comederos. No sería necesario tener espacio para el 100% de los animales en forma simultánea, ya que no todos intentarán comer al mismo tiempo a diferencia de la suplementación en pastoreo donde se necesita acceso del 100% de los animales para evitar competencia (Pordomingo, 2004). En general, puede afirmarse que el consumo en categorías jóvenes será equivalente al 2,8 a 3% del peso vivo. En las categorías más grandes (novillos de 350 kg o superior) el consumo diario puede variar entre el 2,6 al 3,2% del peso vivo.
Respecto a los bebederos debe tenerse en cuenta que el agua limpia y fresca es fundamental para sostener un buen consumo de alimento. El consumo de agua depende de diferentes variables: la categoría, el tamaño del animal, la dieta (húmeda o seca) y, fundamentalmente, de la humedad y temperatura ambiente. El bebedero debe ofrecer mínimamente 70 litros por animal por día en verano y la mitad de ese volumen en invierno, utilizándose como referencia el valor de 7 litros por cada 50 kg de peso vivo (Pordomingo, 2004).
Se recomienda la instalación de dos bebederos separados dentro de cada corral (con capacidad para 200 a 250 animales). La utilización de bebederos muy profundos o de gran volumen no es recomendable, ya que el agua retenida por mucho tiempo permanece generalmente más sucia y menos fresca. Los animales beben mejor de bebederos poco profundos con alto caudal que renueva rápidamente el agua disponible. El frente de bebedero a disponer por animal depende del caudal, pero se sugiere utilizar al menos 3 cm de bebedero por animal.
Actualmente se otorga mucha importancia a la provisión de sombra y protecciones para el mal tiempo en los corrales. Dentro de los corrales, la sombra provee enfriamiento y alivio térmico en regiones donde las temperaturas máximas diarias exceden frecuentemente los 35 grados centígrados y la humedad ambiental es elevada. Las temperaturas altas provocan generalmente un menor consumo de alimento. Este estrés térmico se evidencia más en los animales con mayor grado de terminación por su mayor cobertura grasa.
Generalmente las sombras extendidas de norte a sur permiten secar mejor el piso de los corrales respecto a las sombras que tienen dirección este-oeste. Se sugiere que el área de sombra a lograr debería ser de 1,5 a, preferiblemente, 4 metros cuadrados por animal aunque ello depende de numerosos factores, principalmente del tipo y rigurosidad del calor y de la categoría animal.
Por todo lo expresado, se ha considerado para este trabajo la aplicación de las buenas prácticas pecuarias (BPP) en la producción y faena de ganado vacuno proveniente de un engorde a corral, y su influencia en los resultados productivos y económicos.
EL ENGORDE A CORRAL
El establecimiento ganadero genera una venta mensual aproximada de 150 cabezas destinadas a faena. De los animales ingresados a corral se terminan dos categorías, una denominada “liviana” con un peso promedio aproximado de 300 kilogramos y otra denominada “pesada” con un peso vivo promedio aproximado de 380 kg (Figura 9). Los animales terminados a corral, todos mestizos británicos, son trasladados para su faena a una planta frigorífica ubicada a 70 km de distancia.
PRIMERA EXPERIENCIA
En esta experiencia se realizó la medición a campo del efecto perjudicial que ejerce sobre el crecimiento del animal un insuficiente frente de comedero durante las etapas de recría y terminación en los lotes de animales de categoría “liviana”.
Se conformaron dos lotes de animales provenientes de un mismo campo de cría, uno llamado “Corral 1”, conformado por 64 terneros machos que promediaban 190 kg de peso vivo en el momento de ingresar a los corrales, y el otro llamado “Corral 2” conformado por 64 terneros machos que arrojaron un peso promedio inicial de 187 kg. Ambos grupos contaron con la misma superficie por cabeza alojada (15 metros cuadrados), disponibilidad de agua, iguales horarios de entrega de alimento e idéntico plan sanitario.
Los animales de los dos corrales tuvieron una etapa de recría que duró 40 días, suministrándoseles alimento en forma restringida a razón del 2,5% del peso vivo en base seca por animal. A la etapa de recría la continuó una etapa de terminación que duró 33 días, en la que los animales tuvieron alimento a discreción a razón del 3,2% del peso vivo en base seca. Los corrales con sus bebederos y comederos utilizados en la experiencia pueden observarse en la Figura 10.
Durante la etapa de recría a los animales del Corral 1 se les asignaron 62 centímetros lineales de comedero por cabeza, mientras que a los animales del Corral 2 se les asignaron 31 cm lineales de comedero. En la etapa de terminación se asignó 31 cm lineales de comedero por animal en el Corral 1 y 14 cm de comedero en el Corral 2. Los datos mencionados se muestran en el Cuadro 1. La composición física de las dietas suministradas en la recría y la terminación a corral puede observarse en el Cuadro 2.
RESULTADOS
La medición a campo en los dos lotes de animales, de los efectos perjudiciales que causa una inadecuada disponibilidad de frente de comedero por animal durante la etapa de recría y terminación, arrojó los siguientes datos.
Los animales pertenecientes al Corral 1, que disponían de un mayor frente de comedero, obtuvieron un aumento de peso de 1,21 kg por animal/día, mientras que los individuos del Corral 2, con un menor frente de comedero, lograron 1,12 kg por animal/día; por lo tanto, existió una diferencia entre lotes de 3,6 kg por animal a favor del Corral 1 durante los 40 días que duró la etapa de recría. Esta diferencia de peso significó un ahorro económico de 5,79% a favor del Corral 1 cuando se calculó el costo total del aumento de peso vivo.
En relación al aumento de peso durante la etapa de terminación, los animales del Corral 1 obtuvieron una ganancia de 1,68 kg por animal/día, mientras que sus congéneres del Corral 2 lograron un aumento de peso igual a 1,40 kg por animal/día. En este sentido se evidenció una diferencia entre lotes de 9,43 kg por animal nuevamente a favor del Corral 1. Esta diferencia de peso equivale a un ahorro económico de 14,64% también cuando se calculó el costo total del aumento de peso vivo.
Analizando los resultados obtenidos en el aumento diario de peso vivo de los animales de ambos corrales queda en evidencia de que, a medida que se aumenta el frente de comedero (centímetros de frente) por animal, los individuos no tienen que luchar y pelear entre sí ya que todos tienen acceso a la comida en el momento en que se distribuye el alimento, momento que es cuando se produce la llegada simultánea de todos los animales al comedero. Esta facilidad de acercarse al comedero cuando se dispone de suficiente “frente” por animal, permite que los mismos estén tranquilos en el momento de la distribución y no se observen peleas para poder acceder a la comida. Por lo tanto, era de esperar una mejor ganancia diaria de peso por animal en los individuos del Corral 1 tanto en la etapa de recría como en la de terminación. Hay que aclarar nuevamente que durante la etapa de recría todos los animales consumían la dieta con restricción del alimento, mientras que durante la etapa de terminación todos los animales comían a voluntad.
Si se observan los resultados obtenidos respecto a la conversión del alimento, en el Corral 1 la misma fue igual a 3,93 (recría) y a 4,52 (terminación) kg de alimento/kg de aumento de peso, mientras que, en los individuos pertenecientes al Corral 2 dicha conversión fue igual a 4,17 (recría) y 5,30 (terminación) kg de alimento/kg de aumento de peso.
Es de destacar, entonces, las mejores conversiones de alimento en los animales pertenecientes al Corral 1, es decir, en aquellos animales que tenían un mayor frente de comedero. Esto puede explicarse a través de la mayor tranquilidad que tenían dichos animales durante los 73 días que permanecieron en los corrales. Estos animales “conocían”, por experiencia previa, que en el momento que se les distribuyera la comida todos tendrían acceso a la misma. Mientras que los animales pertenecientes al Corral 2 tendrían que pelear o luchar entre sí en el momento de la distribución de la comida ya que encontraban un acceso limitado para acceder a la ración por disponer de un menor frente de comedero por animal, tanto en el momento en que se les entregaba la comida a restricción como ad libitum.
Por lo tanto, cabe recalcar que el Corral 1 fue más eficiente que el Corral 2 ya que, a similares cantidades de alimento consumido, logró mayores aumentos de peso o, a la inversa, necesitó consumir menor cantidad de alimento por cada kg de aumento de peso vivo. Teniendo en cuenta la cantidad de cabezas que engorda por año esta explotación ganadera, y analizadas económicamente estas cifras, se refleja una pérdida anual para el establecimiento de $ 61.875 para el caso de que los animales no dispusieran de un suficiente frente de comedero en el momento de la distribución de la ración.
En el Cuadro 3 pueden observarse las principales características de la experiencia realizada. Se mencionan los resultados productivos obtenidos durante las etapas de recría y terminación en los Corrales 1 y 2.
Si bien los aumentos diarios de peso vivo y los índices de conversión de la ración pueden parecer, en una primera lectura, demasiado “buenos”, hay que tener en cuenta que en todas las explotaciones ganaderas estos índices variarán en función de la raza, la calidad genética de los animales, la alimentación, el clima, la sanidad y el manejo recibidos. Los resultados mostrados en este artículo son los que se obtuvieron cuando se realizó este estudio con las características y condiciones particulares que tiene todo establecimiento ganadero.
En otros trabajos a campo que se hemos llevado a cabo es común el encontrar, en dietas restringidas durante la recría, ganancias diarias de peso vivo de 800 gramos e índices de conversión de alimento de 7 a 1 (consumo de 7 kg de alimento en base seca por cada kg de aumento de peso vivo) con lo que se logra que los animales no se engrasen antes de tiempo sino que se recríen (formen hueso), para luego, durante la terminación, lograr mejores aumentos diarios de peso (1,3 kg) y conversiones (6,5 a 1), logrando así adecuadas proporciones de músculo y grasa en los animales como así también una mejora en la calidad de la carne en base a los niveles de energía y proteína suministrados logrando, de esta forma, un producto final excelente y diferenciado.
CONCLUSIONES
Más allá de los aumentos de peso vivo e índice de conversión de la ración que se obtuvieron en este trabajo, lo importante a destacar es la diferencia en productividad que existe entre los animales por darles los centímetros de comedero adecuados a cada etapa.
Los resultados demuestran que la disponibilidad óptima de comederos para los animales mejora los resultados productivos y económicos de la empresa. Un lugar propicio para el consumo de alimento, adecuado no sólo en el sentido de un buen medio ambiente o entorno sino, sobre todo, en otorgar la misma posibilidad a todos los individuos de tener un apropiado acceso a la comida, es parte del bienestar animal y ello redunda en un mayor beneficio para el productor ganadero.