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El inevitable impacto económico de las decisiones en el tambo.

Publicado: 25 de enero de 2022
Por: Félix Fares
Quizás sin darnos cuenta, las decisiones en el tambo están presentes, todo el tiempo. Se toman a cada rato; las hay de todo tipo, desde las más ínfimas hasta las de mayor peso.
Pero de algo ni quedan dudas: todas tienen un impacto económico. Todas, absolutamente todas. En algunos casos se trata de consecuencias inmediatas. Pero en muchos otros, las consecuencias no son tan evidentes, y se van dando de a poco, con el tiempo, de modo que a veces hasta se pierde el hilo, la secuencia, que nos permita asociar algo que está pasando en el presente con una decisión que se tomó en el pasado.
El otro componente es poder dimensionar esas consecuencias, es decir ponerles un valor. Puede ser un valor físico en principio, pero que luego termina trasladándose a lo económico. Porque, de nuevo, toda, absolutamente toda decisión que se tome, tiene su correlato finalmente en lo económico.
En algunos casos puede que sea un impacto relativo, de bajo impacto, pero en otros, resulta ser de aquellos que se dice “mueven el amperímetro” del tambo. Y ni hablar cuando se trata de la combinación de varias decisiones que, queriendo o sin saberlo, van en un mismo sentido de modo que ese impacto al que nos referimos, es amplificado.
Y además, debido al fenómeno de las denominadas “inercias” del tambo, puede que los efectos se sigan haciendo sentir, como un eco que sigue resonando, a lo largo del tiempo, cuando quizás hasta ya ha quedado en el olvido cuál fue la decisión original, la que desencadenó todo. Y no es que tenga que ser algo forzosamente desfavorable, porque las inercias también pueden jugar a favor en el devenir del negocio.
Convengamos que siempre que se toman decisiones es con un objetivo, es decir que esa acción genere una consecuencia. Pero además, hay que tener en cuenta las consecuencias colaterales que pueda producir. Esas consecuencias “no deseadas” pueden llegar a ser importantes. De modo que lo importante es poder anticiparse a ese momento y tratar de tener en cuenta TODAS las consecuencias que pueden llegar a ocurrir, las deseadas, pero también las indeseadas, cosa de que luego no aparezcan sorpresas desagradables.
El caso extremo sería el de alguien que decide, en medio de un momento de hastío de cansancio, o de bronca, cerrar su tambo, con todas las consecuencias que ello conlleva.  Puede que lo decida por una cuestión de rentabilidad, en un momento de crisis, alentado además por un “veranito” por el que está pasando el gran competidor, la agricultura (volantazo no aconsejado).
Pero también puede que ocurra por otros motivos, que exceden lo puramente económico: puede que sea por un recambio generacional, en el cual los que llegan a hacerse cargo de la empresa prefieren no continuar con el tambo, por múltiples motivos, incluso aquellos que no dependen de lo económico, desde complicarse menos la vida hasta escuchar el canto de sirena de arrendar el campo.
Las decisiones pueden ser tantas: desde de dejar de inseminar para pasar a servicio con toro buscando un ahorro en medio de la crisis; no reemplazar personal que deja el tambo, con lo cual se sobrecarga al resto, sacrificar parte de la reposición vendiendo un lote de vaquillonas preñadas para “hacer caja”. En el otro extremo, “rejuvenecer” el tambo aportando una mayor cantidad de vaquillonas de las que serían necesarias para la reposición, para a su ve dar de baja a mayor cantidad de vacas. Encerrar la recría o, por el contrario hacerla más pastoril; y en ese caso ¿en campo propio o arrendado?.  Y la lista puede seguir porque el abanico de posibilidades es grande.
¿Reversibles o irreversibles?
Tanto referido a las decisiones que se tomen como también a sus consecuencias, es importante tener en cuenta, es importante tener en cuenta lo que podríamos llamar el grado de reversibilidad (o de irreversibilidad como recíproca). Es decir, volviendo al ejemplo anterior, la decisión extrema de cerrar el tambo es irreversible, es decir que una vez que se llevó a cabo, no hay vuelta atrás.
Pero en el medio queda todo un conjunto de decisiones que pueden tener diferente grado de “vuelta atrás”. Y a su vez, en caso de que ello ocurra, ver los plazos en que las consecuencias pueden también volver atrás. Puede ser el caso de alguien que, en medio de una crisis, decide abaratar la alimentación, bajando la incidencia de los suplementos a cambio de ofrecer más pasto. O, también dentro de un momento de crisis, reemplazar, como decíamos, la inseminación artificial por toros.
Podemos agregar quien decide achicar el tambo, o, en el otro extremo, aprovechando los parámetros de crecimiento del rodeo, abrir un nuevo tambo, por ejemplo en un campo arrendado.
Y éstos son solamente un ejemplo de la extensa lista de posibilidades que puede haber en el tambo, y que son tantas: reformarlo para agrandar su capacidad, pasar de dos ordeñes diarios a tres, acelerar el crecimiento mediante compra de hacienda, en sus diversas categorías, modificar la estacionalidad de servicios con lo cual se modifica la estacionalidad de producción, modificar la entrega de leche a nuevos compradores, asociarse con otros productores tanto para la venta de leche como para la compra de insumos. Modificar la distribución de cultivos en el área de agricultura para apuntar a un mayor autoabastecimiento de alimentación, modificar la forma de remuneración del personal afectado al ordeñe, pasando de un sistema de tambero mediero a otro de sueldos, con sus premios y descuentos según la productividad y la calidad de la leche obtenida.
Todo tiene un beneficio pero también un costo.
Cuando se toma una decisión, se esperar obtener un beneficio a partir de la misma. Pero quizás no se tiene demasiado en cuenta que ello también tiene un costo. El asunto es si el beneficio supera al costo o termina siendo la relación inversa. Y para eso no queda otra alternativa que medir, obtener datos, hacer un seguimiento continuo de todo lo que cambió Y CUÁNTO, a partir de la decisión tomada. Eso supone todo un trabajo al que a veces no se le presta la debida atención, quizás confiando en que si otros tomaron esa decisión, probablemente sea la correcta. Y ni hablar cuando una decisión se tomó, como se suele decir “en caliente” y luego, al ver las consecuencias, aún antes de medirlas, se llega a la conclusión de que esa decisión fue equivocada. Sería utópico, pensar que todas las decisiones que se tomen serán las acertadas! Y es precisamente cuando se comenten errores, que está posibilidad de tomar nota de ellos, aprender del error cometido, y que no vuelva a ocurrir.
Lo ideal sería poder anticiparse a ese momento, y tratar de que las decisiones que se tomen sean “en frío” y “no en caliente”. Que antes de hacerlo se haya evaluado con detalle TODAS las posibles consecuencias que puede traer dicha decisión, y que pueden no ser lineales sino que conviene plantear los posibles escenarios que aparecerán. Tratar de calcular los costos y beneficios de esas decisiones; tener en cuenta hasta cuándo llegarán sus consecuencias; si será posible revertirlas, es decir deshacer ese camino tomado, y cuánto tardará el sistema en volver a la situación anterior a la decisión a tomar
Y ya una vez tomada, cuando se pasó de los planeado  los hechos, dedicarse a medir, con honestidad, los resultados obtenidos, sobre todo cuantificándolos, de modo que todo no se reduzca a subjetividades o simples impresiones. Porque eso nos permitirá luego poder llegar a la conclusión si valió la pena (o no) haber elegido ese camino. Si valió la pena, mejor. Si en cambio no fue así, para pensar en dar marcha atrás, y además para tomar nota, aprender de lo que no se debería hacer hecho, cosa que no se repita el error, incluso para compartir con otros esa experiencia, que puede ser de gran valor para quienes están pensando en tomar ese camino que uno ya transitó.
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Félix Fares
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Hugo Sanchez Guerrero
Universidad Nacional De Colombia (UNAL)
25 de enero de 2022
Saludos De acuerdo con los planteamientos de Félix Fares, las decisiones que se tomen en el tambo deberían ser evaluadas previamente. Hay alguna metodologia para realizar esta evaluación????
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Ricardo Vidal   Med.Vet, DGE, MSc.
13 de marzo de 2022
Estimado Hugo y Felix. Existen una serie de metodologías que permiten evaluar los efectos de cualquier cambio en un tambo (lecherías para nosotros). Ellas se basan en métodologías que nacen de las ciencias económicas, pero en las que se requiere el conocimiento técnico. Sin un acusioso conocimiento de las relaciones y efectos técnicos de una decisión, no es posible evaluar acertadamente los efectos sobre los flujos de ingreso, los costos, la rentabilidad, el patrimonio, etc. En cuentro muy interesante el tema que puso Felix, ya que estoy convencido del la necesidad de este, siendo fundamental tener información de calidad que permita una evaluación robusta y una buena toma de decisiones. Ello nos permitirá advertir que ciertos criterios basados en solamente en la producción, nos conducen a veces a una menor rentabilidad de la empresa, afectando finalmente la sobrevida de la misma. Disculpen el haberme extendido demasiado reciban mis saludos
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