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Algunas reflexiones sobre los costos fijos del tambo

Publicado: 3 de febrero de 2020
Por: Félix Fares
Resumen

Los gastos fijos de la empresa en su conjunto, es decir los agrupados en los rubros de administración, estructura e impuestos corresponden a toda la empresa, independientemente de las actividades que lleve a cabo (agricultura, ganadería, tambo). En este texto la mirada estará puesta sobre los gastos fijos específicos del tambo, y su influencia a la hora de tomar algunas decisiones que hacen a la actividad lechera.

 

Dentro de la amplia gama de rubros de costos el primer paso será distinguir qué rubros se pueden considerar como gastos fijos, para separarlos de aquellos que no lo son. Y tanto los fijos como variables,  son lo que son en función de una variable: la producción de leche. Los fijos serán aquellos independientes de la producción. Sobre la base de ese concepto, podemos decir entonces que ni la alimentación ni los gastos de sanidad son fijos. La alimentación, el rubro de mayor incidencia, abarca desde los suplementos producidos en el campo (rollos, silos, verdeos, pasturas), hasta los comprados, incluyendo su flete.
En el caso del personal, que es el segundo rubro en importancia luego de la alimentación, puede ser fijo o variable en función del sistema de remuneración considerado. En caso de que sea con tambero mediero, que constituye la mayoría de los casos,  sería variable, mientras que si es por sueldos, pasa a ser fijo.  Y quedan todavía otros rubros como la inseminación, que también es variable.
A esta altura va quedando un reducido grupo de gastos a analizar: mantenimiento de instalaciones, maquinaria (repuestos y reparaciones, combustibles y lubricantes), y mantenimiento de equipo de ordeñe, limpieza, control lechero, entre otros     Si nos ponemos a analizar qué rubros son estrictamente independientes de la producción, veremos que quedan muy pocos para asignar como realmente fijos. Podría mencionarse la conservación de instalaciones y (pero solamente en parte) lo concerniente al mantenimiento del equipo de ordeñe, y no mucho más.
Es decir que prácticamente todos los rubros de gastos son en definitiva variables con respecto a la producción.
Entonces ¿a qué apunta este primer análisis de distinguir los que realmente son gastos fijos? Al hecho de que se suele escuchar el caso de empresas que, con el argumento de que hay que diluir los gastos fijos, o que hay que aumentar la facturación bruta del tambo, especialmente en épocas en que el precio de la leche suena alentador, hay que tratar de ordeñar la mayor cantidad de hacienda. Y muchas veces bajo el argumento de que “no hay que perder escala” en el tambo, cuando en realidad, tampoco se conoce a ciencia cierta cuál sería la escala mínima ideal para ESE tambo, y los fundamentos de tal determinación.
Ese concepto de diluir los supuestos gastos fijos propios del tambo, lleva a veces a tomar decisiones equivocadas, y hasta peligrosas. Decisiones equivocadas porque permanecen en ordeñe una cantidad de vacas que en realidad, por su baja producción, no deberían ser ordeñadas bajo el argumento de que cuanto más vacas en ordeñe haya, más se podrán diluir los gastos fijos (con todas las supuestas ventajas que eso conllevaría desde el punto de vista económico).
Se genera entonces un problema, y a la vez paradoja: bajo la consigna de que hay que diluir gastos fijos, en realidad siguen en producción vacas que no cubren sus gastos variables, empezando por los de alimentación (ahí suena la primer alarma), cuando todavía queda el resto de los gastos variables por cubrir. Con lo cual el remedio es peor que la enfermedad. En todo caso, la opción es reducir los costos de alimentación, basarse más en el pasto, de modo que como punto inicial, esa vacas de menor producción puedan cubrir su alimentación (pero entonces hay que poder medir el costo de esa alimentación, aunque sea predominante pastoril). No existe la alimentación de valor 0 $.
El problema de la sobrepoblación puede acentuarse aún más cuando hay una limitante en la capacidad de las instalaciones de ordeñe, de modo que cada ordeñe se prolonga más allá de lo que sería conveniente, afectando por un lado las horas de comida de la hacienda, y por otro sobrecargando al personal de ordeñe.
También se puede tomar la decisión de, al no poder contar con una cantidad “suficiente” de hacienda, tomar en capitalización vacas. Eso puede conllevar el peligro de la introducción de enfermedades tales como la brucelosis y la tuberculosis, con todas las consecuencias, que se seguirán “pagando“ durante  un plazo de tiempo que nadie puede anticipar para poder ser considerado como “tambo libre”.
Hasta se puede dar el caso de que, por una restricción empresarial mental más que real y con fundamentos, el responsable del tambo pretenda que en todo momento del año haya por lo menos un mínimo, un piso de vacas en ordeñe. El objetivo puede que sea diluir gastos fijos, pero lo más curioso es que en la mayoría de los casos, ni siquiera se llega a poder medir o cuantificar cuál ha sido el supuesto impacto de mantener esa mayor cantidad de hacienda referido a la supuesta “dilución de gastos fijos”.
Hasta se puede pensar, equivocadamente,  que se está consiguiendo el objetivo deseado de haber reducido ese grupo de gastos independiente de la producción obtenida (que en realidad como hemos visto no lo son), y se sigue adelante con toda una estrategia, cuando en realidad las cosas no pasan por allí, y todo lo que se está consiguiendo es empeorar el margen bruto general del tambo.
En algunos casos, “caerá la ficha” cuando se evalúen los resultados de la gestión anual, semestral o del período considerado. Pero eso tampoco garantiza nada. Porque puede ocurrir, por un lado, que no se llegue a confeccionar dicha gestión. En otros casos que recién se analice dicha gestión meses luego de concluida, cuando ya hay otras urgencias que postergan las decisiones referidas a los resultados económicos “del pasado”.
O incluso cuando, habiendo confeccionado en tiempo y forma la gestión, y hasta analizándola en un período de tiempo razonable, no se haya podido detectar el hecho de que la estrategia de ordeñar “todo lo que de leche” para llegar a diluir gastos fijos, en realidad ha sido una estrategia equivocada. Porque tampoco es algo que quedará como evidente al analizar el resultado. Lleva su tiempo y estrategia de análisis.
En todos esos casos, es probable entonces que se continúe en sucesivos ejercicios con la estrategia de diluir gastos fijos, con todas las consecuencias que irán acentuándose con el tiempo…
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Autores:
Félix Fares
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Javier Baudracco
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Gonzalo Tuñon
INIA Uruguay - Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria
5 de febrero de 2020
Felicitaciones por el artículo
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Javier Baudracco
5 de febrero de 2020
Excelente!
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Hector Avelino Vidal Perdomo
26 de agosto de 2021
Es interesante, el tema, pero esos costos son variables, pues dependen de la localizacion del predio, las vias de comunicacion etc, para no generalizar el tema, Mil gracias H.V,
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lionso franco
5 de abril de 2020
Que buen tema a evaluar y considerar que son gastos fijos, que muchas veces pasan a formar parte de los gastos variables y que a la larga afectan las ganancias de produccion
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Hernando Martinez
18 de marzo de 2020
Este articulo resume una realidad de muchos ganaderías de producción de leche o de carne en Colombia, se cree que producir mas es aumentar las ganancias netas sin tener en cuenta cual es el costo de esta decisión , recordemos que si no maximizamos la eficiencia en las diferentes etapas de la producción no lograremos resultados satisfactorios.
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Justo Fernandez
15 de marzo de 2020
Muy interesante el tema de calcular costos fijos y variables para determinar la rentabilidad de la actividad lechera o de la explotación ganadera en general. Un rubro que no se le pone mucha atención es el de considerar el valor de la tierra, no importa si es heredada y que no le costó nada (?), la realidad es que debe asignaron costo como si tuviera que arrendarla para su finca ganadera. También pueden haber costos de financiamiento si ha tenido que tomar crédito para la compra de Sus animales, o de equipo o instalaciones.
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M.V.Z. Luis R. Santamaria Cardona
1 de marzo de 2020
Importante, en ocasiones no consideramos este tipo de gastos y caemos en el error de mala apreciación de la rentabilidad y utilidad. Cada sistema productivo en su individualidad debe realizar su analisis con mas precisión y entonces la realidad puede cambiar. Excelente tema.
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José María Dillon
10 de febrero de 2020
Muy buen comentario
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Gastón Cocco
5 de febrero de 2020
En el caso de la siembra de pastura anual lo tomo como costo fijo: en un supuesto sin riego el rendimiento es variable y el momento de consumo también. Debo medir el consumo con fines nutricionales pero es un costo fijo ex ante (presupuestable). En incremento de cab/ha el costo marginal disminuye hasta x litros a partir de lo cual se incrementa por tramos. amen de los costos eventuales que ud. Menciona. En un sistema pastoril a mayor carga por hectárea los US de materia seca consumidos por cabeza disminuye con lo que disminuye la producción individual. Entonces el productor se pasa a un sistema pastoril + suplementación sumado q ante condiciones climáticas adversas la rentabilidad marginal cae abruptamente.
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Danilo José Valencia Sevilla
5 de febrero de 2020
Esta interesante
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