Los flexitarianos; su incidencia en la demanda de alimentos

Aunque esta cuestión ya la he comentado en otras oportunidades creo ha llegado el momento de insistir en ella dada la gran trascendencia que ya tienen los flexitarianos en la estructura de la demanda de alimentos en España, en muchos territorios de la Unión Europea (U.E. – 27) y también en otras zonas del Mundo y, sobre todo, por la que van a tener en un futuro a medio plazo.

Pero, probablemente, lo más relevante es que esta importancia, que se ha convertido en tendencia (matiz de una gran importancia logística, porque las cuestiones subjetivas y emocionales se vuelven claves), aumenta significativamente año tras año, uniéndose la misma a los distintos factores que he comentado en notas anteriores, publicadas también en este boletín de ÁGORA TOP GAN.

Y, por supuesto, esta tendencia acaba generando hábito de consumo, estando apoyada a su vez, en el caso de España, por la evolución de su pirámide de población, caracterizada por una longevidad creciente (esperanza media de vida de unos 84 años) y una tasa de natalidad decreciente (tasa de natalidad del orden del 6 por 100; 1,3 hijos por mujer).

En todo lo expuesto, está una de las principales razones del crecimiento del flexitarianismo.

La importancia y trascendencia de todo este complejo entramado, que me parece, al menos en España, no merecer demasiado la atención desemboca en una tendencia (otra vez esta palabra) caracterizada por una lenta pero significativa y muy difícilmente reversible, reducción del consumo global de carne, de pescado e, incluso, de productos lácteos (el huevo sigue, en principio, una dinámica algo distinta en razón de su P.V.P.).

En este contexto, me permito definir a un flexitariano, desde una perspectiva personal, dado que me considero claramente uno de ellos, en razón de mi edad y de mi enfermedad). Para mí se trata de una persona en cuya dieta los alimentos de origen vegetal van teniendo, año tras año, un protagonismo creciente, destacado e, incluso, en ocasiones, muy destacado, sin que ello le impida ser un habitual, pero cuidadoso, consumidor, especialmente fuera del hogar, de carne, de pescado, de productos lácteos y/o de marisco y de leche.

En este contexto puede ser, tal vez, interesante hacer una serena reflexión, teniendo en cuenta intereses y sesgos, basada en los datos aportados por una encuesta global realizada por la empresa BENEO  (especialista en el desarrollo y producción de ingredientes funcionales de origen natural), en este año 2023 (encuesta global sustentada en referencia de productos  Plant – Based y productos híbridos).

En la misma, del orden de un 35 por 100 de los encuestados, 6.167, se consideraba, al menos potencialmente, flexitariano, mientras que sólo un 3 por 100 se consideraba vegano, vegetariano y/o pescatoriano.

Estos porcentajes son bastantes distintos actualmente en España. En nuestro país, según el INE (Instituto Nacional de Estadística), a 1 de octubre 2023, había una población de casi 48.500.00 personas; de ellas, más de un 80 por 100 (unos 39 millones) son mayores de 18 años y casi 10 millones son mayores de 64 años.

De estas personas mayores de 18 años, probablemente, alrededor de un 18 por 100 (unos 7 millones) sea actualmente realmente flexitariano; un 4 por 100 (2,8 millones) es vegetariano (más o menos estricto) y del orden del 1,5 por 100 (unas 600.000 personas) es realmente vegano.

Pero, al margen de estas consideraciones geográficas, tal vez, uno de los aspectos más interesantes de la mencionada encuesta es que un 23 por 100 de los encuestados, que se autodenominan flexitarianos, está interesado en comprar productos alternativos a la carne y un 19 por 100, productos alternativos a los productos lácteos.

Es verdad, que, hablando en términos generales, a estos “productos de sustitución”,  en base vegetal, son, en general, técnicamente “muy jóvenes” y les queda aún un importante camino por recorrer;  deben mejorar, hablando en términos generales y por ejemplo, sus alternativas, su presentación, su estructura, su perfil nutricional,  su sabor y también la comodidad de su consumo. Pero, las empresas implicadas están en ello y, a medio plazo, lo conseguirán sin duda alguna.

En definitiva, en un futuro no lejano (5 – 7 años), estoy convencido de que los flexitarianos tendrán, en la Unión Europa y también en España (donde, por aquel entonces, unos 15 millones de sus habitantes superarán los 64 años), un enorme protagonismo en la estructura de la demanda de alimentos.

La consecuencia directa es que se verá significativamente penalizado el consumo interno de productos naturales de origen pecuario y muy probablemente también los productos cultivados con base proteína animal.

Obviamente, siempre estarán importantes mercados de Terceros Países para poder intentar compensar la mencionada evolución de la demanda interna, en España y en la mayor parte de la U.E.