Salud intestinal: Una prioridad para un pasado conocido al que no se le había dado importancia

La salud intestinal se ha convertido en un tema de actualidad y hoy día, un aspecto de los mas importantes a tomar en cuenta a la hora de producir carne. Las actuales y contantes restricciones impuestas sobre los antibióticos, están produciendo cambios estructurales en la producción animal, cambios que en muchos de los casos cuesta asumir debido a que nos sacan de nuestra área de confort como productores agropecuarios, y cuando me refiero nuestra área de confort, es esa cómoda área, donde son los antibióticos los que mantienen un estatus de normalidad asistida en la salud, que genera buenos resultados, y salir de allí nos genera preocupación e incertidumbre, que se traduce en la negación a la aplicación de alternativas y mirar mas allá de lo ya conocido, como por ejemplo, un control diferenciado y selectivo de poblaciones bacterianas para producir un efecto deseado a nivel intestinal, que satisfaga nuestras necesidades productivas.

 Y ahora la pregunta. ¿Por que en vez de modificar artificialmente la microbiota intestinal, mejor le ofrecemos al animal las herramientas para que el mismo, corrija sus propios desequilibrios? Muchas veces la subjetividad de esta pregunta nos aterroriza, pero en ese sentido, se han producido una serie de acontecimientos que hacen inevitable comenzar a ver las cosas desde otra perspectiva y esto implica, que las normativas actuales, nos obligan a prescindir de los tradicionales antibióticos y a la vez comprender mejor, la funcionalidad del órgano digestivo y sus comensales saprofitos.

 Cada vez son mas utilizados aditivos de origen natural y la investigación en esta área es una prioridad que avanza a pasos agigantados y es hasta entonces que nos hemos dado cuenta, de que existen compuestos de origen natural contenidos en extractos de plantas y aceites esenciales que cumplen funciones fundamentales para la fisiología animal y que anteriormente dábamos por sentado que no eran necesarios.   Hace ya bastante tiempo un científico llamado Gordon Rosen quien se dedicaba la investigación se dio cuenta que muchos animales consumían pequeñas cantidades de plantas que no eran parte de su dieta habitual, inclusive animales de hábitos carnívoros consumían ciertas y determinadas plantas lo que lo llevo a determinar que los animales por instinto o por atavismo propio, sabían que el consumir esas plantas era beneficioso para su salud.

 Este comportamiento animal podemos observarlo actualmente de forma masiva en las minas de arcillas de la selva Amazónica donde diariamente miles de guacamayas nos regalan un espectáculo de color asistiendo a este sitio con el único fin de consumir tierras de esas minas para poder sobrevivir a las toxinas que se encuentran en muchas de las semillas que consumen durante el día, parecerá increíble, pero monos, guacamayas y muchos otros animales consumen arcillas para corregir los aspectos indeseables de su dieta. Este tipo de comportamientos, fueron los que hicieron reflexionar a Gordon Rosen, quien se dio cuenta de que habíamos omitido una parte importante de la nutrición y de allí partían muchos de los problemas de las unidades de producción animal.

 Todos en algún momento, nos hemos sentido en conocimiento pleno de los requerimientos nutricionales de los animales, que producimos para consumo humano, pero de forma ciega nos hemos dedicado a formular en base a la capacidad de aporte nutricional del pienso y hemos obviado, esa importante fracción de elementos de la dieta relacionados con los equilibrios fisiológicos y capacidades de respuesta de los órganos ante la presencia de agentes externos como parásitos, virus, bacterias y hongos.

 Este es el principio básico, de donde renacen los fitobioticos, extractos de plantas, aceites esenciales captadores de micotoxinas y el uso de ácidos orgánicos de cadena corta, como el acido butírico y fórmico y que juntos, pasan a ser hoy en día un conjunto de suplementos dietéticos necesarios para mantener la homeostasis del órgano digestivo y el delicado equilibrio que mantiene con el microbioma saprofito para la auto regulación fisiológica y una buena respuesta inmunitaria por parte de cada individuo, mejorando los parámetros productivos.