13 de agosto de 2022
Anjel Rodas Pinochet
Extensionista Agrícola - Aprender haciendo, nuestro lema...a mucha honra señor Rodas Pinochet
Funciones que realiza: formación de grupos de productores, transferencia de tecnología, capacitación técnica en múltiples áreas, trabajo con grupos sociales, elaboran planes, diseñan proyectos productivos, identifican demandas de la población, realizan materiales para capacitar a productores y promueven su autogestión.
«El medio rural plantea grandes desafíos para lograr el desarrollo de un futuro sostenible, aún la pobreza se concentra entre pequeños agricultores, jornaleros y familias sin tierra. Se requieren estrategias orientadas a mejorar la calidad de vida de las comunidades rurales dotándolas de infraestructuras y servicios; así como, fomentar la creación de autoempleo y programas de formación permanente; buscar la diversificación económica sin poner en peligro los recursos para generaciones futuras; es decir, considerar “educación para el desarrollo rural” (Paniagua, 2012).
La educación y capacitación son instrumentos poderosos para combatir la pobreza rural e impulsar la lucha de desigualdades en favor del desarrollo rural. La capacitación representa un instrumento que contribuye a impulsar el desarrollo rural a través de la participación activa de la persona o grupo capacitado (Jiménez, 2004). En el sector rural, un elemento significativo para la capacitación e innovación son las acciones que tradicionalmente se han llamado “extensionismo”. Un importante papel desempeñado por la extensión rural, promoviendo la agricultura como motor de crecimiento económico a miles de familias, enfocadas a mejorar su seguridad alimentaria, gestión económica y social; en general, sus medios de vida (RELASER, 2013).
El término “extensión” comienza a ser utilizado para describir programas de educación para adultos creados por universidades, orientados a divulgar conocimientos generados a un público fuera de los límites de la universidad. Después, es adoptado en Estados Unidos de América por universidades en régimen de “tierras concedidas”, establecidas para la enseñanza de la agricultura con el propósito de difundir sus programas y conocimientos agrícolas entre agricultores (Swanson, 2010).
A través del tiempo, la extensión se ha interpretado de distintas maneras: transferencia de tecnología, asistencia técnica o servicios de asesoría; cualquiera que haya sido la metodología utilizada, se caracterizaba por un enfoque lineal de extensión, limitaba la atención prioritaria a la explotación agrícola y al agricultor como un participante pasivo. Así, llevó a difundir la tecnología y conocimientos sin considerar la situación individual de los agricultores y a un aislamiento de las fuerzas del mercado, derivó en aumentos de producción, pero no siempre se tradujo en mayor ingreso. Esta orientación, ha sido la más utilizada por los sistemas tradicionales de extensión, incluso por México hasta 1980, instrumentada por profesionales cuyos conocimientos se limitaban a transferir y divulgar tecnología (IICA, 2012).
La extensión o sistemas de asesoría rural es un proceso de trabajo y acompañamiento con el productor (González et al., 2015), se refiere a diferentes actividades realizadas para proveer información y servicios que demandan los agricultores y otros actores del sistema de innovación para ayudarlos a desarrollar capacidades técnicas, organizacionales y de gestión con el propósito de mejorar su calidad de vida y bienestar (GFRAS, 2010). De ahí, la principal idea es su importancia como herramienta para impulsar el desarrollo agrícola a través de la divulgación de tecnología en áreas rurales (Jiménez, 2004).
En un mundo globalizado la agricultura debe ser competitiva en los mercados internos y externos, la aportación de un servicio de extensión moderno cubre un amplio rango de actividades, desde la producción hasta el consumo. Donde los agentes de extensión deben trabajar como “brokers de conocimiento” para facilitar los procesos de enseñanza y aprendizaje (Aguirre, 2012). Sin embargo, trabajar para lograr cambios en los sistemas productivos más vulnerables, debe contribuir a abrir oportunidades, mejorar su seguridad alimentaria, reducir restricciones en el sistema financiero, contribuir a mitigar sus vulnerabilidades ambientales, aumentar su representatividad en el ámbito político y social (RELASER, 2013).
En México, la capacitación rural es conocida como Extensionismo, definido en virtud de que busca “Extender” (propagar o difundir) conocimientos a través de acciones de promoción de nuevas tecnologías y capacitación a los productores para mejorar su desempeño productivo. La asistencia técnica, transferencia de tecnología y capacitación, tradicionalmente se consideran ejes de un servicio de extensión (Muñoz y Santoyo, 2010). Sus orígenes surgen a principios del siglo XX, aplicando acciones en el sector agropecuario desde 1960 hasta 1990, el gobierno mexicano desarrolló un sistema de extensión y transferencia de tecnología agrícola. En los últimos veinte años, se presentaron diversos cambios e innovaciones institucionales que llevaron a su disolución. En cambio, se pusieron en marcha los medios para estimular la creación de un mercado de extensión privado en la República Mexicana, que apoya la ejecución de programas gubernamentales a nivel local. Hoy en día, no hay un servicio definido de extensión agrícola, en el medio rural se privatiza la asistencia técnica que da origen a los prestadores de servicios profesionales agropecuarios, conocidos como prestadores de servicios profesionales (PSP), dan asistencia técnica a los productores a través de programas de asesoría y desarrollo de capacidades, mediados por el gobierno mexicano a través de instituciones gubernamentales (OCDE, 2011).
La política agrícola y su aplicación basadas en la Ley de Desarrollo Rural Sustentable (LDRS) desde 2001, apoya la generación y diversificación del empleo, garantiza la incorporación y participación del sector agrícola en pequeña escala en el desarrollo nacional, da prioridad a zonas marginadas y a sectores económicamente débiles de la economía rural. En el área de investigación y extensión, la Ley delega su aplicación a la SAGARPA, la cual coordina diversos órganos ejecutores cuyos propósitos son la investigación agrícola, generación de tecnología, experimentación y el extensionismo. Por eso, modifica sus líneas de política pública, proponiendo nuevas estrategias y programas: 1) apoyo a la inversión en equipamiento e infraestructura; 2) apoyo al ingreso agropecuario PROCAMPO; 3) prevención y manejo de riesgos; 4) desarrollo de capacidades, innovación tecnológica y extensionismo rural; 5) sustentabilidad de recursos naturales; y 6) proyectos transversales (Aguirre, 2012).
Esta visión, considera reducir la dispersión de recursos, se propone una mayor concurrencia, eficiencia de programas; así como emprender proyectos territoriales. El desarrollo rural se transforma en un programa transversal a toda la secretaría, promueve el desarrollo con base en el conocimiento. Se diseñan nuevas instancias de coordinación para vincular a todos los actores involucrados, redes del conocimiento y servicios de asistencia técnica, capacitación y extensión. Por eso, se constituye una “comisión nacional de desarrollo de capacidades, innovación tecnológica y extensionismo rural” y comisiones estatales donde sus gobiernos coordinan y supervisan el programa, derivada de la Ley, artículos 42 y 48: establece un sistema y servicio de capacitación y asistencia técnica rural integral (LDRS, 2012).
Un nuevo Sistema de Extensión Agrícola se crea con acciones y políticas públicas orientadas a mejorar las condiciones de vida de sus habitantes en materia de capacitación como potenciador de desarrollo económico, plantean la necesidad de contribuir con acciones y estrategias que favorezcan al Desarrollo Rural (LDRS, 2012). En el cumplimiento de estas acciones, la SAGARPA elabora el Programa Sectorial de Desarrollo Agropecuario, Pesquero y Alimentario sujeto a las normas contenidas en el Plan Nacional de Desarrollo (2013-2018), enfatiza en la asistencia técnica o nuevo extensionismo como estrategia integral para elevar la productividad y alcanzar el máximo potencial del sector agroalimentario. Para ello, plantea aplicar la práctica del conocimiento, investigación y desarrollo tecnológico, apoyado en la vinculación entre instituciones de educación superior y centros de investigación con los sectores privado y público (SAGARPA, 2013).
El sector agropecuario al enfrentar grandes desafíos, demanda conocer necesidades y problemas a los que se enfrenta el extensionista para fortalecer sus capacidades como actores del desarrollo rural, encargados de transmitir conocimientos e innovaciones tecnológicas a productores que permitan innovar los procesos productivos (Landini, 2013a). Es importante que el extensionista cuente con la experiencia necesaria y desarrolle competencias que le ayuden a enfrentar dificultades laborales, económicas y sociales que se le presenten en su quehacer profesional para el logro de objetivos (Figueroa et al., 2010). El perfil del extensionista, definido como un conjunto de capacidades y competencias que identifican su formación para enfrentar funciones y tareas de su trabajo, permiten asumir las responsabilidades que se presentan (Mayoral et al., 2009).
Méndez (2006) y Cano (2004) mencionan que el perfil del extensionista debe tener capacidades como aprender a aprender, comunicarse, convivir, toma de decisiones, expandir sus capacidades para gestionar, resolver problemas y satisfacer necesidades individuales y sociales. Estos contenidos, basados en principios y valores de ética, autoestima, autocontrol, responsabilidad, honestidad, sociabilidad, respeto, tolerancia y capacidad de convivir. Russo (2009), sugiere sean competencias básicas de lectura, escritura, razonamiento cognitivo y deberán desarrollar habilidades que integren el uso de tecnología de la información y comunicación (TIC).
Autora para correspondencia: mjimenez@colpos.mx