El desafío invisible en las primeras horas de vida
En la producción porcina intensiva, uno de los mayores retos sanitarios se encuentra en el periodo más vulnerable del lechón: las primeras horas postparto. Durante este corto intervalo, el sistema inmunológico del neonato es prácticamente inexistente, ya que los cerdos nacen aglubulinémicos, es decir, sin inmunoglobulinas circulantes. Debido a que la placenta epitelio-corial impide el paso de anticuerpos maternos durante la gestación, la única fuente de inmunidad inicial proviene del calostro.
Garantizar un encalostrado efectivo no solo determina la supervivencia neonatal, sino que constituye la primera línea de defensa frente a agentes infecciosos y una herramienta concreta para reducir el uso de antimicrobianos. No obstante, muchas granjas aún subestiman la importancia de este proceso, retrasando la primera mamada o descuidando la atención técnica durante el parto. La consecuencia: diarreas neonatales, mayor mortalidad y heterogeneidad de peso al destete.
Fisiología del calostro: inmunidad y energía en una sola fuente
El calostro es una secreción biológicamente única. Contiene inmunoglobulinas (IgG, IgA, IgM), células inmunitarias (macrófagos, linfocitos, neutrófilos) y factores inmunomoduladores que estimulan el desarrollo del sistema inmune del lechón. A su vez, su alta concentración de grasas, proteínas y carbohidratos provee energía inmediata para la termorregulación, un factor crítico ante el shock térmico postnacimiento.
El mecanismo de absorción de inmunoglobulinas ocurre gracias a la alta permeabilidad de los enterocitos intestinales durante las primeras seis horas de vida. Sin embargo, esta capacidad disminuye progresivamente y se anula completamente a las 24 horas, por lo que cualquier demora en la ingesta de calostro reduce drásticamente la inmunidad pasiva. Este periodo es conocido como la ventana inmunológica crítica, y su correcta gestión define el éxito sanitario de la camada.
A nivel práctico, se recomienda asegurar que cada lechón consuma al menos 200 gramos de calostro por kilogramo de peso vivo, priorizando el acceso temprano a los pezones funcionales. En camadas numerosas, la rotación estratégica de grupos permite que todos los animales reciban una cantidad mínima durante las primeras 12 horas. Los lechones de bajo peso deben permanecer en la ubre el mayor tiempo posible para compensar su desventaja fisiológica.
Manejo y control técnico del encalostrado
Un protocolo de encalostrado eficiente comienza antes del parto. La condición corporal, el consumo de agua y el estado sanitario de la cerda influyen directamente en la cantidad y calidad del calostro producido. Asimismo, la vacunación materna con suficiente anticipación permite incrementar la concentración de anticuerpos específicos frente a patógenos como E. coli y Clostridium perfringens.
Durante el parto, se debe mantener una temperatura ambiental de 33–34 °C en el nido para evitar el enfriamiento del lechón y estimular la succión. La primera alimentación de la cerda debe programarse tres horas antes del parto, evitando ayunos prolongados que comprometan la energía uterina y la producción de calostro.
La evaluación objetiva de la calidad calostral puede realizarse mediante refractometría, midiendo el contenido de sólidos solubles (°Brix). Valores superiores al 25% se asocian con una mejor concentración de inmunoglobulinas y, por tanto, con mayor capacidad protectora. Este control permite identificar hembras con baja calidad calostral y ajustar su manejo o reemplazo.
Una práctica complementaria y de alto impacto es la capacitación del personal de maternidad. Breves sesiones operativas —de no más de 10 minutos— con material visual y demostraciones prácticas han mostrado ser más efectivas que charlas largas. Comprender el “por qué” detrás del protocolo mejora la adherencia y reduce errores operativos, como el retraso en la asistencia de parto o la falta de rotación en camadas hiperprolíficas.
Resultados productivos y sanitarios del manejo correcto
Los datos de campo demuestran que la implementación de protocolos de encalostrado estructurados permite incrementar el consumo de calostro, mejorar la concentración plasmática de inmunoglobulinas y reducir la incidencia de diarreas neonatales hasta en un 50%. A su vez, la dependencia de antimicrobianos puede disminuir más del 95%, sin comprometer el desempeño productivo.
Además, los lechones correctamente encalostrados presentan mejor vigor al nacimiento, mayor ganancia de peso en las primeras 24 horas y una tasa de supervivencia superior durante la lactancia. Estas mejoras no solo tienen un impacto sanitario, sino que también contribuyen a la sostenibilidad del sistema productivo al minimizar tratamientos innecesarios y mejorar la eficiencia global de la granja.
Del manejo preventivo a la sostenibilidad sanitaria
El encalostrado no es una tarea rutinaria, sino un pilar de bioseguridad y eficiencia productiva. Su correcta aplicación combina ciencia, observación y disciplina. Capacitar al personal, medir la calidad calostral y asistir activamente cada parto no son acciones accesorias: son inversiones en inmunidad, salud y rendimiento.
Implementar una cultura de manejo calostral eficiente es avanzar hacia una porcicultura más responsable, sostenible y competitiva.

Acerca de José Fernando Naranjo
Médico Veterinario Zootecnista egresado de la Fundación Universitaria San Martín (Colombia), con formación de posgrado en Dirección Estratégica de Empresas Agroindustriales, un Diplomado Internacional en Salud y Producción Porcina, una Maestría en Gerencia Ambiental, Producción y Sostenibilidad, y un Máster en Producción Animal desarrollado en conjunto con las universidades de Barcelona, Lérida y Zaragoza (España). Actualmente se desempeña como Director del Área Técnica de Porkcolombia, liderando programas orientados a la eficiencia productiva, bioseguridad y sostenibilidad sanitaria del sector porcino colombiano. A lo largo de su trayectoria, ha trabajado tanto en investigación aplicada como en asesoría técnica a granjas de alta producción, especializándose en inmunidad temprana, manejo del calostro y estrategias de reducción del uso de antimicrobianos en sistemas intensivos.