Siempre se ha considerado a la reproducción como el corazón de los manejos realizados en las granjas lecheras, pues se afirma que con una buena reproducción se conseguirá el número partos deseado que permita producir grandes volúmenes de leche y la cantidad de reemplazos necesarios para crecer el hato o mejorar la calidad genética que permita obtener animales más eficientes y rentables para la empresa.
La nutrición debería ocupar este lugar de jerarquía entre todos los manejos opinan algunos, pues se dice, que los buenos resultados dependen de vacas bien alimentadas, para muchos, ¨lo bueno entra por la boca¨, quizá esta frase tenga mucho de cierto; analicemos punto por punto para poder definir la importancia de cada uno. Sin lugar a dudas que es indispensable tener animales bien alimentados y nutridos para tener vacas sanas y altas productoras.
Para comenzar a trabajar reproductivamente las vacas post parto, es necesario que éstas se hayan recuperado completamente metabólica y fisiológicamente, que presenten un balance energético positivo, una involución uterina completa y un reinicio de las actividades ováricas normales, una vez conseguidas todas estas condiciones, es necesario comenzar por revisar los manejos de medicina preventiva y para ello es necesario evaluar la integridad del sistema inmune del animal.
Uno de los errores más comunes que hacemos y con mucha frecuencia, es comenzar a sincronizar animales para inseminarlos sin hacer una revisión previa del estado inmunológico de las vacas, confiamos demasiado en la aplicación de los calendarios de vacunación establecidos, dando por hecho que se realizan al pie de la letra y solo los revisamos cuando tenemos problemas con la fertilidad o la taza de preñez a primer servicio, muchas veces los animales inseminados logran la concepción al primer servicio pero lamentablemente sufren una muerte embrionaria no detectada y al ser revisadas las vacas son diagnosticadas como vacías que sencillamente no preñaron, pasando desapercibidas las gestaciones interrumpidas.
Muchos factores influyen en esto, aquí mencionaré solo algunos de ellos para tomarlos en consideración cuando realicemos este tipo de manejos.
Es importante mencionar los grandes avances que se han logrado en la habilidad de los técnicos para realizar los diagnósticos de vacas vacías y gestantes del grupo de animales inseminados que se revisan periódicamente, ahora se hace este diagnóstico desde los 35 días post inseminación por palpación rectal, con una media de no más de 45 días, quienes usan el método de ecografía están trabajando ya desde el día 30 con un promedia de 35 dias posteriores a la inseminación y quienes están utilizando las pruebas de laboratorio como la Elisa para detectar los marcadores de la preñez lo hacen a partir del día 28 y en algunos casos al día 26, todos estos con una sensibilidad y especificidad del resultado bastante aceptable.
Si consideramos que el ciclo estral de la vaca es de 21 días, entonces podemos inferir que la identificación de los animales inseminados en vacíos o preñados se está haciendo una o dos semanas antes de su siguiente ciclo estral, sobre todo en las vacas vacías, lo que permite realizar una revisión más minuciosa de la razón por la cual no están preñando y poder corregir los problemas que generan esta condición. Trabajar en estos rangos de tiempo ayudará a mantener los días abiertos, días en leche y el intervalo entre partos en rangos ideales para poder obtener más crías y volúmenes de leche por lactancia por animal, lo cual se reflejará positivamente en la rentabilidad de la granja, no olvidemos que el mejor negocio es ordeñar vacas preñadas, sin partos no hay leche y sin leche no hay negocio.
¿Pero porque no están preñando las vacas que estamos inseminando?, es la pregunta más valiosa a resolver, si las vacas tuvieron una recuperación completa en su etapa fresca y están saliendo de esos corrales a los grupos de altas productoras con una condición corporal perfecta, consumos de materia seca excelentes y promedios de producción que cumplen con lo esperado, porque no están gestándose.
Algunos de los puntos recomendados a revisar para descartar opciones serian:
Revisar que los animales no estén bajo condiciones de estrés calórico, cuando está presente afecta de manera directa la maduración de los ovocitos, la ovulación, y el desarrollo embrionario, también tiene efectos negativos en la calidad del cuerpo lúteo y reduce la producción de progesterona que muchas veces causa la pérdida del embrión.
Es recomendable analizar los niveles de urea o nitrógeno ureico en leche en esos corrales para descartar infertilidad o muertes embrionarias por intoxicación con amoniaco, si las cifras reportadas de los corrales son elevadas en la leche, es importante muestrear de manera individual los niveles séricos de urea o amoniaco en algunos animales que fueron inseminados y no preñaron.
Realizar muestreos serológicos por grupos de animales para revisar titulaciones de anticuerpos contra IBR o VBD e interpretar los resultados con el calendario de vacunación en mano, de ser posible hacer detección de antígeno que dará información más confiable y certera, también es recomendable monitorear la prevalencia e incidencia de protozoos como Neospora caninum o la presencia de bacterias como Campylobacter fetus, Brucella abortus o Leptospira.
Además, sería importante también considerar problemas metabólicos como la acidosis ruminal clínica o subclínica, recordemos que las vacas que estamos inseminando son las altas productoras, las vacas que tienen la dieta más rica en proteína, carbohidratos y fuentes de grasas, por ende, son las más susceptibles a este tipo de trastornos, consecuencia de cualquier pequeño error en el manejo de su alimentación diaria.
Entonces, ¿Podríamos determinar ahora que es más importante, la reproducción o la alimentación del gano en las granjas lecheras? Usted, seguramente tendrá la mejor respuesta.