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Tambo versus soja o arrendamiento: la eterna pregunta…

Publicado: 25 de junio de 2013
Por: Ing. Agr. Félix Fares
Una y otra vez…
De un lado, se escucha la frase de algunos técnicos, acerca de que en tal o cual zona, el tambo puede competir y hasta superar a una soja de tantos quintales. Por otro, se escucha el reclamo de algunos socios que integran los directorios de las empresas agropecuarias, argumentando que si en lugar del tambo hubiera soja, distintos (es decir superiores) podrían ser sus retiros empresariales…Y ni hablar si directamente, la decisión fuera de arrendar el campo, y mejorar aún más sus retiros, esta vez en carácter de rentistas.
A la hora de defender el hecho de que alguien siga en la actividad tambera, casi la razón de ser del tambo, aparece el eterno conflicto que lo enfrenta con la soja y con probable arrendamiento por el uso de la tierra. Los tres compiten por ese recurso, y por lo tanto, puede parecer razonable plantear dicha comparación.
Lo que en no deja de estar presente en definitiva, de manera directa o indirecta, es que se está haciendo referencia al costo de oportunidad de haberse decidido por el tambo, y lo que se está dejando de ganar por haberlo hecho.
La forma del análisis aparentemente no presenta grandes dificultades ni secretos. Se trata simplemente de comparar los márgenes brutos esperados de dichas actividades, y en base a ese número puntual, de tantos pesos o dólares/Ha, llegar a la conclusión correspondiente. 
Pero creo que hay que hacer varias aclaraciones en este sentido, y por varios motivos, los cuales analizaremos a lo largo de este artículo.    
 
Pero…¿y es válido?
Trataré de ser lo mas objetivo posible. Es decir, no me quiero poner en el papel de abogado defensor del tambo, sino tratar de mostrar todo lo que involucra esta frecuente comparación. Y para comenzar, quiero citar un argumento de los agricultores: ante una eventual igualdad de márgenes brutos entre ambas actividades –tambo y soja-, hay que tener en cuenta que el capital inmovilizado en el caso del tambo es mucho mayor, y eso lleva además a que la rentabilidad resultante, a iguales margenes brutos, sea francamente menor en el caso del tambo. No me detengo en el capital tierra inmovilizado porque ambas actividades lo hacen, y la comparación hace referencia al resultado que se obtiene/hectárea en cada una de ambas actividades. 
Ahora bien, sigamos analizando otros factores, primero considerando la agricultura:
- Toda generalización es mala. Para empezar, no corresponde analizar en la comparación la actividad “tambo” sino, en todo caso “mi” tambo, éste en particular, con su sistema de producción y sus resultados particulares. Y para ello hay que contar con los números propios, algo que a veces no abunda.
- A la hora de analizar el tambo, que no es un negocio puntual, de una campaña, sino de largo plazo, hay que ver entonces los números en el mediano y largo plazo. Y lo mismo para la agricultura. Le propongo entonces un interesante ejercicio: calcular el margen promedio que se ha obtenido en su tambo en los últimos diez años. Y de la misma manera, el margen obtenido en su  agricultura de cosecha en ese período. Al hablar de agricultura de cosecha, en ese período aparecerán varios cultivos, no solamente soja, sino otros, tales como maíz, girasol, sorgo, trigo entre ellos. Ese margen bruto obtenido es el que refleja un sistema sustentable en el tiempo, donde aparecen otros cultivos, constituyendo una rotación que es la que asegura que ese sistema agrícola puede replicarse una y otra vez en el tiempo. Si nos dedicamos a calcular el margen bruto promedio solamente de la soja, para luego compararlo con el tambo, estamos abordando solamente una parte del sistema agrícola, considerando el cultivo de mayor margen bruto, pero que no se puede replicar indefinidamente en el tiempo, siguiendo una rotación de soja sobre soja una y otra vez.
  Y al hacer esos números, le puedo asegurar que más de un lector se llevará una gran sorpresa al conocer los resultados obtenidos, cuando lo esperable era una clara ventaja de los márgenes brutos de la agricultura sobre el tambo. Porque el hecho de tomar ese período de tiempo de diez años nos permite de alguna manera cuantificar los riesgos, especialmente climáticos, pero también de volatilidad de mercados, que afronta la agricultura. Es decir que para analizar el tambo, debe ser partiendo de la premisa que se no trata de un negocio de corto plazo. Salvando las distancias,  y como me comentaba tiempo tras un agente de Bolsa que también había incursionado en el sector agropecuario, no se puede analizar el desempeño que ha tenido la inversión de un cliente en la Bolsa en base al que ha pasado en el último año, o en los últimos dos o tres. El período de análisis debe ser mayor para tener un panorama completo.
- Otro tema, y no menor, es que dentro del margen bruto se suele asignar, para calcular el costo de oportunidad del capital inmovilizado en una y otra actividad, un período de solamente seis meses para la agricultura, mientras que se asigna un año completo par el caso del tambo. Y ya en otro artículo hemos realizado un detallado análisis sobre esto, llegado a la conclusión de que, en base a cómo se está llevando el negocio de la agricultura, con compras anticipadas de insumos en el inicio del negocio, y la venta diferida de granos en la otra punta, lo más adecuado es asignar a la agricultura un período de doce meses como inmovilización del capital invertido, tal como en el tambo.
- La cosa no termina aquí, ya que todavía quedan otros temas importantes a tener en cuenta. Y respecto a esto quiero referirme a la capitalización que se va dando anualmente en el caso del tambo, por la evolución del capital hacienda. Esta evolución está referida a dos aspectos: por un lado el crecimiento en cabezas que se va dando por crecimiento vegetativo. Y en aquellos tambos que han conseguido reducir la mortandad, especialmente en crianza pero además tanto en recría como en tambo, esto se ve reflejado en una  diferencia de inventario de hacienda (inventario final – inventario inicial) positiva. Estará luego en la estrategia de cada empresa ver cómo canalizar dicho crecimiento: seguir creciendo, en mayor o menor medida, y destinar el excedente a ventas. Pero además está el otro componente, el valor de la hacienda de leche, que ha venido teniendo un crecimiento sostenido a través de los años. Es decir que el efecto, tanto por el crecimiento de cabezas como por el valor de las mismas, es la capitalización en hacienda, que no es un tema menor. Recordemos que dentro del activo de las empresas, luego de la tierra, sigue la hacienda como ítem de mayor peso.
- El hecho de generar un flujo constante de ingresos por parte del tambo, hace que le brinde un oxígeno financiero a la empresa que en muchos casos no lo tiene cuando se habla de agricultura.
- Por supuesto que quedan fuera de esta discusión de tambo vs. soja o arrendamiento aquellas empresas tamberas que se desarrollan en suelos de baja potencialidad agrícola, porque en esos casos, el costo de oportunidad, vía los rendimientos que se podrían obtenerse en cultivos de cosecha se reduce considerablemente.
- Y finalmente quiero hacer referencia a que, en la situación actual, de precios deprimidos en el caso del maíz, la posibilidad que brinda el tambo de convertirlo en leche, pero además en carne, hace que ese maíz, que a la hora de venderlo habría encontrado un mercado intervenido, deprimiendo severamente su margen bruto, tiene la alternativa en cambio de ser convertido, con lo cual se mejora notablemente el negocio. Y en el caso de la carne, ya que de un tiempo a esta parte, con los mayores precios de hacienda, han vuelto a ser criados los machos nacidos en el tambo, con lo cual se agrega una actividad subsidiaria a la principal, es decir la producción de leche.
 
El riesgo y otros…omnipresentes…
El hecho de considerar ese período de una década al que hacíamos referencia cuando comenzamos el artículo, tiene varios propósitos: por un lado contemplar las inercias que existen en varios procesos del tambo, desde los productivos hasta los reproductivos, y que hacen que las consecuencias de ciertas acciones se vean reflejadas recién años más tarde. Pero además el propósito de tomar este período es, por el lado de la agricultura, cuantificar al factor riesgo que tiene implícita esta actividad – tanto en lo referido a condiciones climáticas como a precios- y que no es despreciable. No hay más que tomar nota de lo que ha venido pasando tanto con el cima como con los mercados, ambos muchas veces imprevisibles, para comprobar que en agricultura no es oro todo lo que reluce…
 
¿Y versus los arrendamientos…?
Pero no quiero terminar el artículo sin dejar de hacer referencia a la otra comparación que se suele hacer por parte de algunos socios propietarios de la tierra, tentados por los valores de arrendamientos anuales que se escuchan.
El propósito es recordarles que, a la hora de comparar, si la intención es hacerlo teniendo en cuenta por un lado la posibilidad de poder cobrar un arrendamiento de, por ejemplo, por hacer referencia a un valor actual interesante, de 350 U$S/Ha., por arrendar el campo para soja por una cosecha, frente a los cuales difícilmente puedan competir, tanto el tambo como la agricultura sustentable (es decir integrada por la rotación de cultivos, sin excluir por supuesto a las gramíneas, base de la sustentabilidad). No dejen de tener en cuenta esos potenciales arrendatarios que en ese caso, al no haber gastos que genere la actividad de arrendar, todo se convierte en ganancia. Y eso hace que a ese ingreso se aplique, en el caso de las sociedades, el 35 % de impuesto a las ganancias. En el caso de particulares, esa alícuota puede menor, pero también puede llegar a ser mayor…
Volviendo al ejemplo de una empresa, sumado a la retención por ganancias, se suma la retención ingresos brutos, cuya alícuota ha subido al 6 %. Eso totaliza nada menos que un 41 % de los ingresos por el arrendamiento, de modo que queda disponible solamente el 59 % restante….Como para pensarlo….
Pero no es todo. Aún falta descontar del arrendamiento efectivamente percibido por el dueño del campo, la tasa vial y el impuesto inmobiliario, cuyo monto estaría aumentando en forma muy importante a partir de los próximos meses.
Y finalmente, para completar, falta considerar el tema del balance de nutrientes en el suelo cuando se llevan a cabo estas operatorias de arrendamiento. Es que, si el productor pretende conservar el balance de nutrientes de su suelo, ese monto queda en su mayor parte a su cargo, es decir a descontar del arrendamiento. De lo contrario, el hecho de no destinar parte de esa renta a reponer los nutrientes del suelo, implica estar descapitalizándose, y nada menos que en el rubro más importante del activo: la tierra…
 
Conclusión
Como hemos visto a lo largo de este artículo, cuando se presenta el tema de comparar, tanto sea el tambo con la soja, como con la posibilidad de sobrar un arrendamiento, hay que ser prudente para realizar el ejercicio, pero con criterio. Porque si hay algo peligroso, es llegar a conclusiones equivocadas en base análisis equivocados. Llegar a esas conclusiones erróneas pueden llevar a una empresa a tomar decisiones de alto impacto, muy importantes incluso para su vida futura, de las cuales a veces no hay retorno...
Y una de ellas es justamente, como suele decirse, “liquidar” el tambo. No conozco ningún caso, y si algún lector conoce un caso, le pido que por favor me lo haga saber, de empresa alguna que, habiendo liquidado el tambo, haya podido regresar a la actividad y menos con los crecientes valores de hacienda de leche que se han venido dando en los últimos años.
Pero quiero dejar en claro algo, de modo de no generar luego malos entendidos. No con esto quiero decir que el tambo esté pasando hoy por un buen momento, porque no lo es, y sería tema de otro artículo explicar todos los detalles. Pero es que justamente el tambo no puede analizarse por lo que sucede hoy sino  por lo ha venido sucediendo en la actividad en una serie representativa de años, que propongo sean diez.
Comparar solamente “fotos”, sin demasiado detalle, nos puede llevar a grave errores… 
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Félix Fares
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