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Efecto de distintas dietas sobre el tiempo de rumia durante el periodo de predestete en reemplazos de lechería

Publicado: 9 de junio de 2025
Por: Georgina Paola Frossasco-Davicini 1, Jorge Alberto Elizondo-Salazar 2 / 1 Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) – E.E.A. Manfredi y Universidad Nacional de Villa María. Córdoba, Argentina; 2 Universidad de Costa Rica. Facultad de Ciencias Agroalimentarias, Estación Experimental Alfredo Volio Mata.Cartago, Costa Rica.
Resumen

En ganado lechero adulto, los patrones de rumia han sido ampliamente estudiados y asociados a niveles de consumo de materia seca, composición física-química de la dieta, estro, estado salud y bienestar animal. No ocurre lo mismo en terneras, donde la información disponible sobre el tiempo y los patrones de rumia es muy incipiente. El objetivo de esta revisión fue analizar los resultados obtenidos en investigaciones donde se evaluaron los efectos de la combinación de distintos programas de alimentación en la crianza de terneras sobre el tiempo de rumia en las semanas previas y posteriores al destete. Además, se analizó la tasa de crecimiento, el ambiente ruminal y el comportamiento animal alcanzado en los tratamientos nutricionales que presentaron mayor actividad de rumia. Para lo cual se consideraron siete investigaciones que registraron la rumia, a través de observadores calificados, durante las horas próximas a la alimentación. El tiempo de rumia se expresó como porcentaje del tiempo total observado y presentó un amplio rango de dispersión entre los diferentes tratamientos nutricionales, con valores que oscilaron entre 2 y 18%. Los mayores porcentajes se alcanzaron al suplementar con forrajes en proporciones inferiores al 10-15% de la ración. No obstante, en algunas investigaciones, la inclusión de ciertos forrajes no generó efectos sobre el tiempo de rumia; lo cual hace suponer que otros factores relacionados a la composición físico-química de la dieta estarían influyendo. En general, los animales que presentaron mayor actividad de rumia mostraron valores superiores de pH ruminal, consumo de alimento balanceado y ganancia de peso diaria, principalmente en posdestete. Por consiguiente, el tiempo y los patrones de rumia en terneras podría ser un indicador promisorio para monitorear la alimentación, el ambiente ruminal y el estado de bienestar animal. No obstante, en algunas de las investigaciones estas asociaciones no fueron encontradas o incluso se registró una menor concentración de ácidos grasos volátiles que podría comprometer el desarrollo ruminal.

Palabras clave: rumia, crianza de terneras, nutrición animal, nutrientes, consumo.

INTRODUCCIÓN

La rumia es un comportamiento natural de los rumiantes, que consiste en regurgitar la ingesta desde el retículo rumen hacia la boca donde es masticado y mezclado con saliva durante 30 a 60 segundos, para posteriormente ser ingerido (Beauchemin, 1991). Este proceso permite disminuir el tamaño de las partículas de los alimentos e incrementar la secreción de saliva que permita mejorar el acceso de los microorganismos y mantener el pH ruminal en valores deseables para favorecer la fermentación (Welch, 1982; Beauchemin, 1991; Russell & Rychlik, 2001). La rumia es prácticamente nula durante la primera y/o segunda semana de vida (Swanson & Harris, 1958; Gilliland, Bush, & Friend, 1962; Babu, Pandey, & Sahoo, 2004), debido a que los terneros nacen con un rumen física y metabólicamente no funcional (Khan, Bach, Weary, & von Keyserlingk, 2016). Luego, comienza un proceso de transición donde la microbiota ruminal se establece, los órganos del tracto gastrointestinal van aumentando su tamaño y funcionalidad, las papilas ruminales se diferencian y crecen, las glándulas salivares y las vías metabólicas y de absorción de nutrientes se desarrollan; hasta finalmente alcanzar el comportamiento de un rumiante adulto (Huber, 1968; Baldwin VI, McLeod, Klotz, & Heitmann, 2004; Khan, Bach, Weary, & von Keyserlingk, 2016). Simultáneamente, el tiempo de rumia se incrementa con la edad (Babu, Pandey, & Sahoo, 2004), alcanzando valores de alrededor de 5 h/d entre la cuarta y sexta semana de vida (Swanson & Harris, 1958; Gilliland, Bush, & Friend, 1962) y de 7-8 h/d en estado adulto (Adin et al., 2009).
Todos estos cambios que ocurren durante la transición de pre-rumiante a rumiante funcional deben ser sostenidos y estimulados por el consumo de nutrientes, proveniente principalmente de los alimentos sólidos (Khan, Bach, Weary, & von Keyserlingk, 2016). El consumo de concentrados favorece la proliferación de la microbiota ruminal (Yáñez-Ruiz, Abecia, & Newbold, 2015) y la producción de ácidos grasos volátiles (AGV), predominantemente butirato y propionato (Tamate, McGilliard, Jacobson, & Getty, 1962; Khan, Bach, Weary, & von Keyserlingk, 2016), lo cual permite alcanzar un óptimo desarrollo ruminal (Sander, Warner, Harrison, & Loosli, 1959; Baldwin VI, McLeod, Klotz, & Heitmann, 2004). Además, el bolo de material ingerido debe poder inducir el crecimiento de la capacidad del rumen, el desarrollo de la musculatura y los movimientos ruminales (Beharka, Nagaraja, Morrill, Kennedy, & Klemm, 1998).
Los patrones de rumia han sido ampliamente estudiados en ganado lechero adulto (DeVries, von Keyserlingk, Weary, & Beauchemin, 2003; Krause & Oetzel, 2006; Hosseinkhani et al., 2008; Adin et al., 2009; Schirmann, von Keyserlingk, Weary, Veira, & Heuwieser, 2009) y asociados a niveles de consumo de materia seca (Hasegawa, Nishiwaki, Sugawara, & Ito, 1997), composición y forma física de la dieta (Yang, Beauchemin, & Rode, 2001; Maekawa, Beauchemin, & Christensen, 2002; Salfer, Morelli, Ying, Allen, & Harvatine, 2018), estro (Reith & Hoy, 2012), estado salud (Radostits, Gay, Hinchcliff, & Constable, 2007) y bienestar animal (Bristow & Holmes, 2007; Schirmann, von Keyserlingk, Weary, Veira, & Heuwieser, 2009; Soriani, Trevisi, & Calamari, 2012). Incluso existen en el mercado collares con sensores de sonido capaces de registrar automáticamente la rumia y generar alertas a los productores cuando esta disminuye (Sistema de monitoreo de rumia Hi-Tag, SCR Engineers Ltd., Netanya, Israel).
Sin embargo, no ocurre lo mismo en terneras de crianza, donde la información disponible sobre los patrones de rumia es menor. Se ha reportado una correlación positiva de rumia con la ingesta de alimento seco (Swanson & Harris, 1958) y el desarrollo ruminal de las terneras (Swanson & Harris, 1958; Gelsinger, Heinrichs, & Jones, 2016). Mientras que en animales enfermos se ha registrado una caída en la duración de la misma (Borderas, de Passille, & Rushen, 2008). Por lo que, conocer el tiempo de rumia durante la crianza podría generar información relevante para el monitoreo de las prácticas de manejo, alimentación, desarrollo ruminal y estado de salud y bienestar de los animales (Webb et al., 2012; Rodrigues et al., 2019).
Actualmente, la cuantificación del tiempo de rumia en terneros se basa únicamente en observaciones visuales directas y/o grabaciones de videos, que suelen ser inexactas ya que generalmente se realizan durante breves periodos de tiempo y determinados momentos del día (Kononoff, Lehman, & Heinrichs, 2002). Si bien en los últimos años se ha comenzado a utilizar sensores de medición de rumia en terneras de crianza (Burfeind et al., 2011; Butler, Thomson, Lomax, & Clark, 2017; Hill et al., 2017; Lopreiato et al., 2018, 2020; Rodrigues et al., 2019) para registrar los cambios en la frecuencia de rumia a través de las distintas semanas de vida, se necesitan más estudios para lograr una completa validación de esta tecnología en edades tempranas (Lopreiato et al., 2018) y poder así evaluar posibles correlaciones de la rumia con el ambiente y desarrollo ruminal, niveles de consumo y ganancia de peso diaria (GPD).
El objetivo de esta revisión fue analizar los resultados obtenidos en investigaciones en las que se evaluaron los efectos de la combinación de distintos programas de alimentación de crianza (suplementación con diferentes cantidades, fuentes y tamaños de partículas de forrajes, tipos de procesamiento de los alimentos balanceados, niveles de suministro de leche o reemplazador lácteo) sobre el tiempo de rumia en las semanas previas y posteriores al destete en reemplazos de lechería. Además, se analizó la tasa de crecimiento, el ambiente ruminal y el comportamiento animal alcanzado en los tratamientos nutricionales que presentaron mayor actividad de rumia.

EFECTO DE LAS DIETAS DE CRIANZA SOBRE EL TIEMPO DE RUMIA

Para la presente revisión bibliográfica se consideraron investigaciones (Castells, Bach, Araujo, Montoro, & Terré, 2012; Terré, Pedrals, Dalmau, & Bach, 2013; EbnAli et al., 2016; Mirzaei, Khorvash, Ghorbani, Kazemi-Bonchenari, & Ghaffari, 2017; Pazoki et al., 2017; Mojahedi et al., 2018; Hosseini, Mirzaei-Alamouti, Vazirigohar, & Mahjoubi, 2019) que incluyeron la evaluación de distintos programas de alimentación durante la etapa de crianza. Los cuales difieren dentro y/o entre los estudios en: a) la inclusión o no de distintos tipos (gramíneas o leguminosas) y fuentes de forrajes (heno de alfalfa, avena, trigo y triticale; silaje de maíz y triticale; paja de trigo y cebada), picados a distintos tamaños de partículas, ofrecidos a libre elección (consumo de forraje/consumo de materia seca total: 2,9 a 14,6%) o mezclados con el alimento concentrado (niveles de inclusión del 7,5 al 15,0%), b) tipo de procesamiento (peletizado, texturizado o molido) y composición físico-química del alimento concentrado iniciador, y c) consumo de leche o reemplazador lácteo (entre 431 a 690 g MS/d ; Cuadro 1).
En dichos estudios, las mediciones del tiempo de rumia y demás comportamientos animales se registraron a través de observaciones visuales durante la primera y/o segunda semanas previas y posteriores al destete. Las mismas se llevaron a cabo entre una y tres horas después del suministro de la leche o reemplazador lácteo de la mañana y de una a cuatro horas posterior a la provisión del alimento balanceado (Cuadro 2). Por lo que, en todos ellos se obtuvieron los datos en el periodo de desleche y en horarios similares. No obstante, el número de terneros por tratamiento varió entre 6 a 15, las horas totales recabadas por animal de 6 a 16 h y la edad al destete de 43 a 57 días; lo cual posiblemente pueda generar variabilidad entre los resultados reportados en las distintas investigaciones. Con la finalidad de poder analizarlos de manera conjunta, el tiempo de rumia se expresó en porcentaje del tiempo total observado. Cabe aclarar que estos datos no pueden ser extrapolados a porcentajes diarios, ya que al igual que en los animales adultos, las terneras presentan mayor actividad de rumia durante la noche que en las horas de luz (Lopreiato et al., 2018).
Entre las investigaciones se observó gran dispersión en el porcentaje de tiempo que los animales estuvieron rumiando (entre 2 al 18%; Cuadro 1), siendo la media general de 8,38 ± 4,05%. Los mayores valores se alcanzaron en los tratamientos donde se suministró forraje. No obstante, en algunos estudios, ese efecto no se ha encontrado; lo cual hace suponer que el nivel de actividad de rumia estaría condicionado por múltiples factores relacionados a la composición físico-química de la dieta.
A continuación, se analizan los efectos de la suplementación con forraje, el tipo de procesamiento y composición físico-química del alimento concentrado y del programa de alimentación líquida con leche o reemplazador lácteo sobre el tiempo de rumia en las semanas previas y posteriores al destete.
Cuadro 1. Resumen de las características de las dietas evaluadas en los estudios incluidos en la presente revisión y sus respectivos tiempos de rumia (expresado en porcentaje del tiempo total observado)
Cuadro 1. Resumen de las características de las dietas evaluadas en los estudios incluidos en la presente revisión y sus respectivos tiempos de rumia (expresado en porcentaje del tiempo total observado)
Cuadro 2. Metodología utilizada para evaluar el tiempo de rumia y demás comportamientos de los terneros, en las investigaciones incluidas en la presente revisión
Cuadro 2. Metodología utilizada para evaluar el tiempo de rumia y demás comportamientos de los terneros, en las investigaciones incluidas en la presente revisión

Efectos de la suplementación con forraje en baja proporción de la dieta

En todos los estudios analizados, al menos uno de los tratamientos con suplementación de forraje en baja proporción de la dieta (≤ 15% del consumo de MS total) ha producido un incremento (Castells, Bach, Araujo, Montoro, & Terré, 2012; Terré, Pedrals, Dalmau, & Bach, 2013; EbnAli et al., 2016; Mirzaei, Khorvash, Ghorbani, Kazemi-Bonchenari, & Ghaffari, 2017; Pazoki et al., 2017; Hosseini, Mirzaei-Alamouti, Vazirigohar, & Mahjoubi, 2019) o una tendencia de aumento en el tiempo de rumia (Mojahedi et al., 2018) con respecto al control (sin forraje), durante las semanas inmediatamente anteriores y posteriores al destete (Cuadro 3; Figura 1a,b). Esto puede atribuirse a que a mayores concentraciones de fibra efectiva se incrementa la rumia y la salivación, lo cual favorece el aumento del pH ruminal (Beauchemin & Yang, 2005).
A su vez, la inclusión de forraje en baja proporción de la dieta (≤ 15%) puede causar efectos positivos sobre el consumo del alimento iniciador, la GPD (Coverdale, Tyler, Quigley, & Brumm, 2004; Khan, Weary, & von Keyserlingk, 2011b; Castells, Bach, Araujo, Montoro, & Terré, 2012; Terré, Pedrals, Dalmau, & Bach, 2013; Castells, Bach, & Terré, 2015) el desarrollo del retículo rumen (Khan, Weary, & von Keyserlingk, 2011b; Castells, Bach, Aris, & Terré, 2013; Pazoki et al., 2017). Probablemente, atribuido a una mejora en el ambiente ruminal y desarrollo muscular del rumen (Khan, Weary, & von Keyserlingk, 2011b; Castells, Bach, Aris, & Terré, 2013; Pazoki, et al., 2017). Terré, Pedrals, Dalmau, & Bach (2013), Mirzaei, Khorvash, Ghorbani, KazemiBonchenari, & Ghaffari (2017), Pazoki et al. (2017) y Hosseini, Mirzaei-Alamouti, Vazirigohar, & Mahjoubi (2019) encontraron mayor tiempo de rumia, pH ruminal, consumo de alimento balanceado y GPD posdestete al ofrecer heno de avena (ad libitum; nivel de consumo del 3- 4% del CMS total), ensilaje de maíz (al 15%), heno de alfalfa (al 10%) y paja de trigo (al 7,5%), respectivamente. Aunque, Terré, Pedrals, Dalmau, & Bach (2013) en los tratamientos suplementados con forraje y Hosseini, Mirzaei-Alamouti, Vazirigohar, & Mahjoubi (2019) al incluir paja de trigo al 15% de la ración encontraron una menor producción de AGV, que podría afectar el desarrollo ruminal.
Sin embargo, si el consumo de forraje alcanza niveles que deprimen el consumo de alimentos concentrados, se producirá una disminución en la cantidad de ácidos grasos volátiles (AGV) con un aumento en la relación acético/propiónico (Tamate, McGilliard, Jacobson, & Getty, 1962; Khan, Bach, Weary, & von Keyserlingk, 2016). Lo cual, retarda la diferenciación papilar y genera pobres ganancias de peso vivo (Stobo, Roy, & Gaston, 1966; Hill, Bateman, Aldrich, & Schlotterbeck, 2008ab). Por tales motivos, el NRC (2001) no recomienda la inclusión de forrajes antes del destete.
Cuadro 3. Resultados reportados en la literatura al suplementar terneros con forraje en baja proporción de la dieta.
Cuadro 3. Resultados reportados en la literatura al suplementar terneros con forraje en baja proporción de la dieta.
Figura 1. Tiempo de rumia (como porcentaje del tiempo total observado) registrado en los tratamientos de los estudios analizados en la presente revisión, en función a los distintos tipos de dietas: a) Suplementación o no con forraje; b) Porcentaje de inclusión del forraje sobre el consumo total de materia seca (CMST); c) Tipo de forraje utilizado; d) Porcentaje de partículas de forraje de 8 a 19 mm; e) Tipo de procesamiento del alimento balanceado; f) Consumo promedio de leche (L) o reemplazador lácteo (RL) expresado en g MS/día
Figura 1. Tiempo de rumia (como porcentaje del tiempo total observado) registrado en los tratamientos de los estudios analizados en la presente revisión, en función a los distintos tipos de dietas: a) Suplementación o no con forraje; b) Porcentaje de inclusión del forraje sobre el consumo total de materia seca (CMST); c) Tipo de forraje utilizado; d) Porcentaje de partículas de forraje de 8 a 19 mm; e) Tipo de procesamiento del alimento balanceado; f) Consumo promedio de leche (L) o reemplazador lácteo (RL) expresado en g MS/día
En otro sentido, los tratamientos donde se registró un incremento en la actividad de rumia generalmente se observó una disminución del tiempo en que los terneros expresan comportamientos orales no nutricionales tales como enrollar la lengua o lamer objetos o partes de su cuerpo, y/o vocalizar (Castells, Bach, Araujo, Montoro, & Terré, 2012; Terré, Pedrals, Dalmau, & Bach, 2013; Mojahedi et al., 2018; Hosseini, Mirzaei-Alamouti, Vazirigohar, & Mahjoubi, 2019). Estos comportamientos indeseados, principalmente de succión, se han visto reducidos en sistemas de crianza donde se suministra la leche con chupón y se ofrece ad libitum (Hammell, Metz, & Mekking, 1988; Margerison, Preston, Berry, & Phillips, 2002), así como también cuando la dieta estimula un mayor tiempo de rumia (Phillips, 2004). No obstante, Hosseini, Mirzaei-Alamouti, Vazirigohar, & Mahjoubi (2019) al evaluar dos niveles de suministro de leche (431 y 690 g MS/d) en balde, combinado con la inclusión de heno de trigo al 0; 7,5 o 15%, no obtuvieron diferencias entre los programas de alimentación líquida en el tiempo que los terneros destinaron a rumiar o realizar comportamientos orales no nutricionales. Mientras que, en los que recibieron suplementación con forraje se observó mayor tiempo dedicado a las actividades de ingesta y rumia, y menor a comportamientos indeseables y ociosos. Por lo que se puede suponer que el monitoreo del tiempo de rumia podría ser utilizado como un indicador del grado de bienestar animal.
En la literatura existe controversia con respecto a los resultados encontrados al incluir forraje en la dieta de crianza (Khan, Bach, Weary, & von Keyserlingk, 2016; Suarez-Mena, Hill, Jones, & Heinrichs, 2016). En algunas de las investigaciones analizadas la incorporación de ciertos forrajes no ha generado efectos sobre el tiempo de rumia, aunque no se observan marcadas diferencias entre leguminosas y gramíneas (Figura 1c). Castells, Bach, Araujo, Montoro, & Terré, (2012) al suplementar con heno de trigo, paja de cebada, ensilaje de maíz y cebada ad libitum (nivel de consumo medio ≤ 6%) no encontraron diferencias en los tiempos de rumia pese a haber obtenido mayores GPD con respecto al control (sin forraje). Mientras que, el tiempo de rumia se incrementó al ofrecer heno de alfalfa y triticale ad libitum (nivel de consumo medio: 8,8% y 3,2%, respectivamente). El tratamiento con leguminosa no obtuvo efectos en GPD, posiblemente atribuido a un mayor consumo de esta en comparación con las gramíneas evaluadas, que pudo afectar el consumo del concentrado iniciador (Hill, Bateman, Aldrich, & Schlotterbeck, 2008ab). Mirzaei, Khorvash, Ghorbani, Kazemi-Bonchenari, & Ghaffari, (2017) determinaron mayor tiempo de rumia y niveles de consumo total en posdestete al incorporar ensilaje de maíz mezclado al 15% de raciones molidas; en comparación con el tratamiento con heno de alfalfa y control. En tanto, EbnAli et al. (2016) registraron un incremento en la rumia al incorporar heno de alfalfa al 10% de la dieta (alimento concentrado molido) pero no así cuando esta fue suministrada a libre consumo (consumo promedio del 14,6%); aunque la inclusión de este forraje en ambos niveles generó similar incremento de consumo de los alimentos sólidos y pH ruminal. Por lo que, probablemente las diferencias encontradas entre las fuentes de forrajes en los estudios puedan atribuirse a su porcentaje de inclusión en la dieta, características nutricionales propias de cada especie, método de suministro y forma física de los alimentos sólidos (Imani, Mirzaei, Baghbanzadeh-Nobari, & Ghaffari., 2017).
En lo que respecta al tamaño de partículas del forraje, existen controversias en la metodología a utilizar para cuantificar la fibra físicamente efectiva que permite estimular la rumia, la producción de saliva y mantener el pH en niveles adecuados para la fermentación ruminal en animales adultos (Einarson, Plaizier, & Wittenberg, 2004). Lammers, Buckmaster, & Heinrichs, (1996) calculan la misma como la proporción de materia seca retenida en la zaranda de 8 a 19 mm del Separador de Partículas Penn State (desarrollado por la Universidad de Pennsylvania, EEUU), multiplicado por el contenido de FDN de la dieta. Mientras que, Mertens (1997) la determina como la proporción de materia seca retenida en la zaranda de 1,18 mm multiplicado por el contenido de FDN de la dieta, utilizando la técnica de tamizado en seco. Ante esta falta de estandarización en la metodología y las discrepancias entre los estudios en el establecimiento de los niveles óptimos que deben contener las dietas de los rumiantes adultos, el NRC (2001) no detalla los requerimientos de fibra efectiva (Zebeli, Tafaj, Steingass, Metzler, & Drochner, 2006). Tampoco se conoce el contenido ideal de fibra efectiva de la dieta que estimula la actividad de rumia a temprana edad.
En las investigaciones analizadas en la presente revisión, la proporción de partículas de forrajes retenidas en la zaranda de 8 a 19 mm variaron en un rango entre 17 y 63%. Sin embargo, no se observó una relación entre esta proporción y el tiempo de rumia medio por tratamiento (Figura 1d). Mientras que, no todos los estudios utilizaron la zaranda de 1,8 mm para determinar la distribución de partículas de los alimentos. Un posible efecto del tamaño de partículas del forraje sobre el tiempo de rumia puede evidenciarse en el estudio de Mirzaei, Khorvash, Ghorbani, Kazemi-Bonchenari, & Ghaffari (2017), donde la suplementación de concentrados finamente molidos (3 mm) con heno de alfalfa (distribución de tamaño de partículas: 1,0 ± 0,2% > 18 mm, 26,0 ± 1,9% entre 8 - 18 mm, 35,1 ± 0,9% entre 1,18 – 8,0 mm, y 37,8 ± 2,3% < 1,18 mm) no generó un aumento en el tiempo de rumia en comparación a la inclusión de ensilaje de maíz, el cual presentaba mayor tamaño de picado (distribución de tamaño de partículas: 21,3 ± 1,5% > 18 mm, 62,6 ± 2,0% entre 8 - 18 mm, 14,6 ± 1,1% entre 1,18 – 8,0 mm, y 1,3 ± 0,58% < 1,18 mm). En tanto, las diferencias en tiempo de rumia entre los tratamientos con forrajes encontradas por Castells, Bach, Araujo, Montoro, & Terré (2012) no estarían asociadas a la distribución del tamaño de partículas de los forrajes; aunque no se reporta el porcentaje retenido en la zaranda de 1,18 mm, el cual podría ser un indicador para estimar la fibra físicamente efectiva en cada uno de los tratamientos.

Efectos del tipo de procesamiento y composición físico-química del alimento concentrado

Otro aspecto a considerar sobre el tiempo de rumia es el tipo de procesamiento del alimento balanceado utilizado. El cual puede afectar los patrones de fermentación y la tasa de pasajes de la ingesta, y por consiguiente, el consumo de alimentos sólidos (Bateman, Hill, Aldrich, & Schlotterbeck, 2009). Incluso, podría generar riesgos de acidosis si el concentrado posee grandes cantidades de carbohidratos rápidamente fermentables (Ghassemi-Nejad et al., 2012). El peletizado mejora en general la palatabilidad y reduce la segregación en comparación a ofrecer los alimentos balanceados en harina, pero puede producir efectos negativos en la fermentación ruminal al incrementar la tasa de degradación del almidón (Bach, Giménez, Juaristi, & Ahedo, 2007). En tanto, Franklin, Amaral-Phillips, Jackson, & Campbell (2003) y Coverdale, Tyler, Quigley, & Brumm (2004) con alimentos balanceados texturizados han obtenido mayor consumo y GPD en comparación con peletizados y molidos. Mientras que Castro-Flores & Elizondo-Salazar (2012) encontraron menor desarrollo de las papilas y grosor de la pared ruminal en los animales que recibieron alimento extrusado en comparación con los que lo consumieron en harina. Posiblemente atribuido a una mayor proliferación de bacterias amilolíticas, que incrementan la producción total de AGV, en alimentos finamente molidos (Beharka, Nagaraja, Morrill, Kennedy, & Klemm, 1998).
En la presente revisión, los tiempos de rumia relativos más bajos (< 5%) fueron reportados en tratamientos donde se han utilizado alimentos peletizados (Figura 1e), pero se requieren más estudios para poder encontrar una asociación entre la rumia y los tipos de procesamiento del alimento. Pazoki et al. (2017) al comparar tres tipos de procesamiento, finamente molido (0,72 mm), texturizado (3,61 mm) y peletizado (4,53 mm) obtuvieron similares tiempos de rumia en predestete, mientras que en posdestete se registraron menores valores en las terneras que consumieron alimento peletizado en relación con los que se les ofreció molido. Además, el consumo de alimento fue inferior en el tratamiento peletizado con respecto al molido. En cuanto al desarrollo ruminal alcanzado, la única diferencia anatómica detectada se observó en el grosor de la capa queratinizada del rumen que fue más elevada en aquellos que se les suministró alimento peletizado. Mientras que, en el tratamiento donde se suplementó el alimento finamente molido con 10% de heno de alfalfa se alcanzó superior tiempo de rumia y desarrollo ruminal en comparación con los animales sin acceso al forraje. Porter, Warner, & Kertz (2007) observaron que los terneros alimentados con alimento peletizado demoraron dos semanas en iniciar la rumia en comparación con los que consumieron una mezcla gruesa de 2 mm. En tanto, Mojahedi et al. (2018) no encontraron diferencias en el tiempo de rumia con respecto a ofrecer maíz rolado o quebrado, pero si entre suplementar o no con forraje en ambas formas de procesamiento del alimento balanceado.
En cuanto a la forma física del alimento, un adecuado tamaño de partícula podría estimular la rumia y, por consiguiente, aumentar la producción de saliva y el pH ruminal. Sin embargo, pocas investigaciones se refieren al respecto (Imani, Mirzaei, Baghbanzadeh-Nobari, & Ghaffari., 2017). Otro factor que puede influir en el ambiente ruminal y los patrones de rumia, es la composición química del alimento. En la revisión realizada por Suarez-Mena, Hill, Jones, & Heinrichs (2016) se concluye que en general, la disponibilidad de forraje puede producir una respuesta positiva sobre el consumo de alimento cuando este provoca riesgo de acidosis ruminal y negativa cuando tal riesgo no existe. Por lo que, la ingesta y la tasa de fermentación de los carbohidratos (principalmente del almidón) de la dieta serían factores importantes a considerar (Krause & Oetzel, 2006). Pese a ello, pocas publicaciones reportan el contenido de almidón de los alimentos ofrecidos. En tanto, Terré, Pedrals, Dalmau, & Bach, (2013) al evaluar la suplementación o no de heno picado de avena ofrecido ad libitum (nivel de consumo del 3- 4% de la dieta) utilizando alimentos tipo iniciador como pellets con baja (18%) o alta (27%) concentración de fibra detergente neutro (FDN) y diferente concentración de almidón (43,7 y 34,4%, respectivamente); registraron mayor tiempo de rumia en los terneros que consumieron forrajes, pero no encontraron diferencias entre ambos alimentos para dicha variable.
A su vez, la fuente de almidón puede causar efectos sobre el pH ruminal y, por ende, podría afectar el tiempo de rumia. Generalmente, alimentos balanceados tipo iniciador con mayor contenido de grano de cebada o trigo producen una disminución más marcada en el pH ruminal que aquellos compuestos principalmente por grano de maíz o avena, debido a que los primeros poseen una rápida tasa de fermentación del almidón (Khan et al., 2008). Sin embargo, esta hipótesis no se verifica en la investigación de Mirzaei, Khorvash, Ghorbani, Kazemi-Bonchenari, & Ghaffari (2017), en la cual hallaron similar tiempo de rumia y pH ruminal en raciones molidas que contenían alta proporción de cebada o maíz.

Efectos del programa de alimentación líquida con leche o reemplazador lácteo

El programa de alimentación líquida con leche o reemplazador lácteo más recomendable para el crecimiento de la ternera y su desarrollo ruminal ha sido muy discutido. Los programas convencionales recomiendan ofrecer dieta líquida en una proporción de 10% del peso vivo, lo cual resulta inferior a la capacidad de ingerirla a libre consumo (16 a 24% de su peso corporal; Flower & Weary, 2001). En la práctica, generalmente estos sistemas estandarizan la oferta a 4 L/d independientemente del peso de los terneros. Con este sistema, se busca incrementar el consumo de alimento balanceado, de manera de estimular el desarrollo ruminal y acortar el tiempo predestete (Baldwin VI, McLeod, Klotz, & Heitmann, 2004). En tanto, los denominados programas acelerado de crecimiento, de nutrición mejorada, nutrición intensificada o programa temprano de nutrición acelerada consisten en suministrar mayores cantidades de leche o reemplazador lácteo que el convencional (Drackley, 2008), con la finalidad de alcanzar mayores tasas de crecimiento y eficiencia alimenticia (Flower & Weary, 2001; Diaz, Van Amburgh, Smith, Kelsey, & Hutten, 2001; Brown et al., 2005; Bartlett, McKeith, VandeHaar, Dahl, & Drackley, 2006; Khan et al., 2007ab). Sin embargo, varias investigaciones han encontrado que el consumo de altas cantidades de leche o reemplazador lácteo provoca una disminución del consumo de alimentos sólidos (Huber, Silva, Campos, & Mathieu, 1984; Brown et al., 2005; Quigley, Wolfe, & Elsasser, 2006; Davis et al., 2011; Elizondo-Salazar & Sánchez-Álvarez, 2012), y en consecuencia, menor desarrollo del rumen con inferior crecimiento de las papilas ruminales (Khan et al., 2007a; Khan, Weary, & von Keyserlingk, 2011a; Elizondo-Salazar & Sánchez-Álvarez, 2012). Por lo que este retraso posiblemente también pueda verse reflejado en un menor tiempo de rumia.
Aunque en el análisis conjunto de las investigaciones incluidas en esta revisión no se observó una asociación entre el consumo medio de leche o reemplazador lácteo y el tiempo de rumia registrado (Figura 1f), más investigación es necesaria para establecer una posible relación. Así, Hosseini, Mirzaei-Alamouti, Vazirigohar, & Mahjoubi (2019) al comparar consumo medio de 431 o 690 g MS/d de leche no encontraron diferencias en la actividad de rumia en las semanas próximas al desleche, posiblemente debido a que tampoco se hallaron diferencias en el consumo de concentrado entre los tratamientos. Mientras que, para ambos niveles de consumo de leche, la inclusión de paja de trigo (al 7,5 o 15,0%) generó un aumento de la rumia y del pH ruminal.

CONSIDERACIONES FINALES

El tiempo promedio que los terneros destinan a rumiar durante las horas próximas a la alimentación, en las semanas previas y posteriores al destete, presentó un amplio rango de dispersión entre los diferentes tratamientos nutricionales con valores del 2 al 18% del tiempo total observado.
Generalmente, los mayores porcentajes de rumia se alcanzaron al suplementar el alimento balanceado con forrajes en baja proporción de la ración (inferior al 15%). Sin embargo, en algunas de las investigaciones, la inclusión de ciertos forrajes no ha generado efectos sobre el tiempo de rumia. Lo cual hace suponer que otros factores relacionados con el nivel de participación en la dieta, distribución del tamaño de partículas y características nutricionales propias de cada especie forrajera, así como el tipo de procesamiento, composición físico-química de los alimentos concentrados y la cantidad de leche o reemplazador lácteo suministrada pueden influir en la actividad de rumia.
En varios estudios analizados, los tratamientos que presentaron superiores tiempos de rumia mostraron mayores valores de pH ruminal, consumo de alimento balanceado y aumento diario de peso vivo, principalmente en posdestete. Además, se observó en estos una disminución en el tiempo en que los terneros lamen objetos o partes de su cuerpo, vocalizan y expresan otros comportamientos estereotipados. No obstante, en otras investigaciones estas asociaciones no fueron halladas o incluso se registró una menor concentración de ácidos grasos volátiles, que podría afectar el desarrollo ruminal. Nuevos estudios se requieren para dilucidar estas controversias en los efectos encontrados.
    
Este artículo fue publicado originalmente en Nutrición Animal Tropical 14(1): 50-74. Enero-Junio, 2020 ISSN: 2215-3527 / DOI: 10.15517/nat.v14i1.42581. Este es un artículo Open Access bajo licencia internacional Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObrasDerivadas 4.0.

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Georgina Frossasco
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