Tener el personal capacitado y entrenado para respetar los procedimientos basados en el bienestar animal durante la carga genera un clima de calma altamente beneficioso: los bovinos tranquilos son más fáciles de cargar y trasladar. Si por cuestiones impredecibles, entran en estado de excitación es recomendable aguardar unos 30 minutos para que se vuelvan a tranquilizar.
El mugido o balido intenso (vocalización) dentro de la manga o el cepo es frecuentemente una señal clara de malestar, causado por un manejo rudo por parte del personal y/o profesional que están realizando su tarea.
Cuando se reducen los mugidos, estamos frente a un indicador positivo que tendrá impacto en la calidad de la carne del ganado (Warris-1994).
Aunque las instalaciones de carga y descarga estuvieran en condiciones ideales, si el personal asignado a esta parte del proceso no está claramente capacitado en el correcto manejo de los bovinos, el resultado será igualmente malo en relación a la calidad futura de las carnes.
Parecerá imposible que se rompa una tradición ancestral de gritar y silbar para el arreo de los mismos, pero es necesario que ello no ocurra porque el vacuno tiene un oído muy sensible y se alterará.
Aspectos a trabajar
Contrario a la tradicional frase “el perro es el mejor amigo del hombre”, cuando tratamos el tema de bienestar animal en los campos ganaderos, la frase antes mencionada cambia radicalmente, al punto de poder afirmar: “el perro no adiestrado es el principal enemigo de los bovinos”.
Recordemos que hablamos de animales de manada que, por lo tanto, se sentirán presos ante el accionar del perro no adiestrado en el rol de un depredador (cazador).
Por esta razón, tratarán primero de huir, moviéndose en forma anárquica y luego -si la situación es “sin salida”- tomarán una actitud de defensa-ataque, especialmente si tienen una cría al pie.
El hábito de trabajar con perros no adiestrados debe ser eliminado por completo, debido a que no distinguen entre agredir y la situación de dominar sin maltratar a los bovinos.
Esto genera nerviosismo en los animales que desatienden a nuestra intención de trasladarlos por un determinado camino, dando lugar a indeseables prácticas adicionales como golpearlos con el caballo y al uso de los arreadores con consecuencias nefastas en la carne (hematomas).
La picana eléctrica es un elemento infaltable en los transportes de hacienda y en las mangas de los establecimientos agropecuarios y plantas frigoríficas.
Su presencia resulta natural y su ausencia llamativa, porque como dirían sus usuarios “sin ella es imposible mover a la hacienda”.
Este paradigma es absolutamente falso.
Para la movilización adecuada de los animales se recomiendan elementos con una finalidad equivalente, como lo son los plumeros, banderas y sonajeros.
Los primeros se elaboran con palos en cuyo extremo se colocan flecos plásticos a modo de un plumero o directamente un trozo plástico como una bandera.
Los sonajeros pueden construirse a partir de una botella plástica de gaseosa, colocándole en su interior algunas piedras.