Un extenso informe técnico elaborado por Fabio Montossi, Cecilia Jones, Diego Gauna y Gonzalo Muñoz, bajo el paraguas del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), plantea un desafío crítico: la región posee el 27,5% del stock bovino mundial y aporta el 38,5% de las exportaciones de carne, pero carece de un sistema unificado de métricas que valide científicamente su sostenibilidad frente a los mercados internacionales.
A continuación, desglosamos los hallazgos técnicos más relevantes para profesionales y productores que buscan anticiparse a las regulaciones futuras.
1. El veredicto del sector: La rentabilidad es la base de la sostenibilidad
Contrario a la narrativa puramente conservacionista que suele dominar la agenda global, el relevamiento realizado a más de 200 referentes del Cono Sur arrojó un dato revelador: la "Viabilidad Económica" fue el tópico mejor valorado (4,84 sobre 5) al definir la sostenibilidad, superando a la conservación de la biodiversidad y la gestión ambiental.
Esto marca un posicionamiento político-técnico regional: no hay sostenibilidad ambiental posible sin un productor que pueda mantenerse en el campo. La definición consensuada por los expertos propone una ganadería que sea "ética y económicamente viable", preservando los ecosistemas para futuras generaciones.
2. El nudo gordiano del Carbono: Inventarios vs. Realidad Pastoril
El informe detalla una brecha crítica entre la ciencia de campo y los Inventarios Nacionales de Gases de Efecto Invernadero (INGEI).
El peso del sector AFOLU: En la región, el sector Agricultura, Ganadería y Usos de la Tierra (AFOLU) representa el 57,1% de las emisiones netas totales, una cifra muy superior al promedio mundial (17%) o al de países como EE.UU. (24%) . Dentro de este sector, la fermentación entérica explica el 65,8% de las emisiones.
El problema metodológico: Si bien la mayoría de los países del CAS (Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay) han avanzado al Nivel 2 (Tier 2) del IPCC para estimar emisiones de metano entérico, persisten deficiencias graves. Las ecuaciones originales del IPCC fueron diseñadas con datos de sistemas intensivos (feedlot) del hemisferio norte, con dietas altas en concentrados, lo que no refleja la realidad de los sistemas de cría extensiva sobre campo natural de nuestra región.
La cuenta pendiente del suelo: El documento subraya la falta de datos robustos sobre el secuestro de carbono en suelos bajo pastoreo. Actualmente, los inventarios contabilizan las emisiones (lo que sale), pero tienen enormes dificultades para certificar científicamente la captura de carbono (lo que entra) en las raíces y el suelo de las pasturas perennes. Sin este dato, el "balance neto" de la ganadería regional siempre jugará en desventaja.
3. Indicadores de eficiencia: Donde la productividad encuentra al ambiente
Los autores proponen una batería de 14 indicadores para estandarizar la medición en la región. Para el productor, los más relevantes vinculan directamente la eficiencia técnica con el impacto ambiental:
Tasa de Extracción y Destete: Un sistema con bajas tasas de destete implica mantener vacas improductivas que emiten metano sin generar kilos de carne. Mejorar los índices reproductivos es la estrategia de mitigación de GEI más directa y rentable.
Intensidad de Emisiones: Se propone medir los kg de CO2 equivalente por kg de carne producida. Esto permite demostrar que, aunque las emisiones absolutas sean altas, la eficiencia por unidad de producto puede ser competitiva.
Consumo de Agua : Se alerta sobre la necesidad de diferenciar entre agua verde (lluvia) y agua azul (extracción), ya que los coeficientes globales actuales suelen sobreestimar el impacto hídrico de la ganadería pastoril al no considerar el ciclo natural del agua en los pastizales.
4. Biodiversidad y Bienestar: Activos ocultos
En cuanto a la biodiversidad, el informe destaca el uso de herramientas como el Índice de Integridad Ecosistémica (desarrollado por INIA Uruguay) y el monitoreo satelital (NDVI) para demostrar que la ganadería, a diferencia de la agricultura extensiva, puede coexistir y conservar servicios ecosistémicos.
Respecto al bienestar animal, el estudio aporta un dato contundente para el bolsillo: en auditorías de calidad de carne (caso Uruguay), el 95% de las pérdidas económicas industriales (hematomas, pH alto, decomisos) están asociadas directamente a problemas de manejo y bienestar animal en el predio o transporte. Esto transforma al bienestar animal de una cuestión "ética" a una variable crítica de rentabilidad.
Conclusión
El documento concluye que la región tiene el potencial de liderar la narrativa global, pero necesita urgentemente alinear sus agendas de investigación (I+D+i) con las necesidades de los inventarios nacionales. La falta de "datos de actividad" locales (peso real por categoría, calidad de dieta estacional) obliga a usar coeficientes por defecto que nos penalizan.
¿Estamos los productores preparados para abrir las tranqueras a la medición de datos ambientales, o seguiremos dependiendo de estimaciones teóricas que no reflejan el valor de nuestros pastizales?