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Planificación y siembra: las opciones para el otoño y el caso particular de la avena

Publicado: 10 de enero de 2022
Por: Ing. Agr. MSc PhD Rodrigo Zarza, Ing. Agr. PhD Federico Condón1, 2. 1Programa de Investigación en Pasturas y Forrajes2 Unidad de Semillas y Recursos Fitogenéticos
Resumen

La gestión forrajera es un proceso que requiere de una toma de decisiones y acciones muy integradas entre sí: presupuestación, implementación y seguimiento. El presente artículo pone el foco en las etapas de planificación y siembra con énfasis en avena, a la vez que orienta sobre los resultados productivos posibles de alcanzar con diferentes esquemas.

Dentro del proceso de gestión y presupuestación forrajera en un predio ganadero existen cuatro actividades que son fundamentales. La primera es planificar, momento en el que definimos qué vamos a hacer (especie y cultivar) y cómo vamos a hacerlo (momento y lugar de siembra). La segunda es concretar la acción ejecutando lo planificado. La tercera pasa por verificar si las cosas se hicieron según lo planificado (volumen, calidad y momento de entrega del forraje).
Finalmente, la cuarta actividad tiene como objetivo analizar y proponer mejoras para la siguiente siembra (biomasa generada, calidad, número de pastoreos).
Si consideramos estas cuatro etapas de la gestión, podemos entender que la mejor utilización del ambiente y los recursos disponibles en los sistemas de producción será función del verdeo seleccionado y del manejo propuesto.
PLANIFICACIÓN Y SIEMBRA: las opciones para el otoño y el caso particular de la avena
Tradicionalmente, los verdeos de invierno han ofrecido una forma segura de producir forraje; las gramíneas anuales sembradas a inicio de otoño producen relativamente rápido forraje de calidad en un momento de escasez y, dependiendo los ciclos de cada especie/ cultivar, inclusive hasta finales de la primavera. Su destino puede ser el consumo directo o el forraje conservado. Los resultados a obtener de un verdeo no solo dependen de la especie y cultivar elegido, también influyen factores de manejo (elección de la chacra, momento de siembra, fertilización, manejo del pastoreo) y ambientales variables entre años (disponibilidad de agua, temperatura) que interactúan con la genética. Debe tenerse especial cuidado en la selección de especies y variedades a utilizar ya que condicionarán la producción estacional esperada del verdeo.

AMBIENTE DE SIEMBRA Y DESARROLLO DEL CULTIVO
Vamos a estar sembrando los verdeos de invierno en un ambiente caracterizado por cinco factores principales: temperatura, humedad, disponibilidad de nutrientes, radiación y fotoperiodo.
En la Figura 1 podemos ver que el pasaje de verano a otoño implica un descenso de las temperaturas, inicialmente altas, a una situación de una menor radiación y un acortamiento del fotoperiodo. Sin embargo, la humedad aumenta y la disponibilidad de nitrógeno o de nutrientes todavía no es tan baja. Es aquí donde radica la ventaja de planificar las siembras en forma temprana, tratando de maximizar las temperaturas que vienen en descenso, junto con la radiación y el aumento de la humedad que se da en fines de febrero y comienzos de marzo.
Figura 1 - Esquema comparativo de temperatura, humedad, disponibilidad de nutrientes, radiación y fotoperiodo entre estaciones.
Figura 1 - Esquema comparativo de temperatura, humedad, disponibilidad de nutrientes, radiación y fotoperiodo entre estaciones.
Si consideramos que durante los meses de febrero y marzo las temperaturas serán las más altas de todo el ciclo de crecimiento de los verdeos, seremos ineficientes en el uso de los recursos si no tenemos algo sembrado. Cuando nos referimos el proceso de producción de forraje, no solo tenemos que evaluar la eficiencia en el uso de los recursos, sino que también es importante medir la eficacia con la cual logramos los objetivos. Uno de los objetivos importantes es tener un barbecho en condiciones, otro es una fecha de siembra que nos permita expresar el mayor crecimiento y potencial. Si por alguna razón no logramos sembrar en fecha, estaremos siendo ineficaces en lograr los objetivos planificados e ineficientes en el aprovechamiento de los recursos como la temperatura, la disponibilidad de nutrientes y la radiación.
No solo se trata de aprovechar esas condiciones favorables de crecimiento, también debemos pensar en un control de barbecho adecuado para generar una cama de siembra en la que no haya compactación y el enmalezamiento sea mínimo. Otra variable que tenemos que manejar es la fecha de siembra que, junto con la densidad y profundidad de siembra, nos estarán permitiendo lograr altos coeficientes de logro.
Luego de haber descrito las condiciones ambientales, es importante señalar cuáles son los principales antecesores a los que vamos a estar manejando para la siembra de los verdeos de invierno. Básicamente son tres antecesores posibles: el primero de ellos es el barbecho de cultivo de verano, asociado a la fase agrícola de alguna rotación; el segundo muchas veces está definido por los verdeos de verano y, finalmente, el tercero podrían ser rastrojos de praderas viejas o verdeos de invierno que no fueron sembrados durante la primavera. Tenemos que considerar que, si dentro de los barbechos hubo situaciones de pastoreo y enmalezamiento importante como puede ser el caso de los rastrojos de praderas viejas, es imprescindible que comencemos a manejarlos en forma temprana. Muchas veces, suprimir un verdeo de verano o una pradera vieja, que todavía está aportando forraje durante el mes de diciembre, no es una decisión fácil si hay falta de alimento, pero estas situaciones son las que impactan no solo sobre la duración del barbecho, sino también sobre la fecha de siembra de los verdeos.
Este contexto puede cambiar en situaciones de seca, ya que la implantación de praderas puede haberse complicado y la necesidad de implantar verdeos aumenta, ya que son la opción para obtener forraje rápido.
La sequía que afectó a Uruguay en el año 2008 generó una situación por la que, a fines de enero del año 2009, INIA fue consultado sobre especies y cultivares alternativos para verdeos frente a la falta de semilla de avena. Esta situación llevó a flexibilizar los requisitos para la importación de semillas forrajeras por parte del Instituto Nacional de Semillas, y por su parte, a través de la Cámara Uruguaya de Semillas, las malterías pusieron a disposición semillas de cebada con aptitud forrajera. A partir de este contexto se continuaron los experimentos durante tres años y se pudo caracterizar el potencial de producción de forraje de diversas opciones en secano y en siembras tempranas. Luego de esos trabajos, el programa de mejoramiento de avena continuó trabajando en la selección de materiales que se mantuvieran por más tiempo en estado vegetativo y tuvieran un mayor aporte de forraje. A los efectos de presentar resultados obtenidos de estas dos fuentes, se presentará información considerando dos opciones de épocas de siembra: 1) Temprana, de febrero, y 2) Tradicional a tardía, a partir de marzo.
SIEMBRA TEMPRANA
Corresponden a las siembras del mes de febrero en INIA La Estanzuela, aunque en el norte del país se pueden dar 20-30 días más tarde. Se caracterizan por ofrecer un ambiente con mayores temperaturas (temperaturas sobre el óptimo –mayores a 25ºC– para la germinación y el desarrollo), que generan con estrés térmico la posibilidad de déficit hídrico y riesgo de daño por insectos si son propicias las condiciones ambientales. Estos factores a su vez varían en el país, por lo que como puede verse en la Figura 2, hay diversidad de temperaturas, de precipitaciones y, en interacción con las características de los suelos, variación en la cantidad de agua disponible que se espera para el mes de febrero (Figura 2c). En este sentido, cada predio es una realidad diferente, por lo que es recomendble sembrar en condiciones de disponibilidad de agua que aseguren la emergencia del cultivo. Los cultivos que se adaptan a siembras en este ambiente (particularmente avena) logran ingresar al invierno con un mejor desarrollo radicular y de parte aérea, lo que significa una oferta de forraje más rápida. Sin embargo, este ambiente de altas temperaturas puede conducir a inducción de etapas reproductiva antes de lo deseado si el cultivar no es el adecuado. En la Figura 3 se presenta un ejemplo de fecha esperada de floración en función de la época de siembra para líneas de avena forrajeras, intermedias y no forrajeras.
Figura 2 - Temperatura media (A), precipitaciones (B) y balance hídrico (C) promedio para el mes de febrero, promedio de 30 años (http://sig.inia.org.uy/).
Figura 2 - Temperatura media (A), precipitaciones (B) y balance hídrico (C) promedio para el mes de febrero, promedio de 30 años (http://sig.inia.org.uy/).
Figura 3 - Fechas esperadas de floración en función de fecha de siembra para el año 2015.
Figura 3 - Fechas esperadas de floración en función de fecha de siembra para el año 2015.
Cuadro 1 - Producción estacional promedio en Kg MS/ha (2009-2011) de gramíneas anuales sembradas como verdeos en febrero.
Cuadro 1 - Producción estacional promedio en Kg MS/ha (2009-2011) de gramíneas anuales sembradas como verdeos en febrero.
Siembra temprana:
1 - Todos los cereales evaluados tuvieron producción otoñal acumulada similar, siendo la cebada de producción un poco inferior.
El raigrás fue el único verdeo que no mostró adaptación a siembras tempranas con una producción inferior a 2000 kg MS/ha.
2 - La producción de invierno ya no muestra estas diferencias; la avena y el triticale produjeron un poco más que la cebada y el trigo, y el raigrás los superó significativamente.
3 - Las avenas, raigrás y triticales llegaron a la primavera con buena producción de forraje (relativamente similares en su producción), seguidos con menores producciones de cebadas y trigos. Se debe tener en cuenta que estos valores son promedios y que existe una variación importante entre cultivares.
4 - En el caso de las avenas (Cuadro 2), a pesar de la variación entre cultivares y entre años, la producción de otoño es sistemáticamente superior a la producción de inverno. Estos datos concuerdan con los resultados observados en el Cuadro 1. Los valores de producción acumulada tanto en otoño como en invierno son similares entre experimentos.
Cuadro 2 - Producción estacional promedio en Kg MS/ha (2016-2019) de avenas sembradas como verdeos en el mes de febrero (Programa Mejoramiento de Avena) en INIA La Estanzuela, Colonia, Uruguay.
Cuadro 2 - Producción estacional promedio en Kg MS/ha (2016-2019) de avenas sembradas como verdeos en el mes de febrero (Programa Mejoramiento de Avena) en INIA La Estanzuela, Colonia, Uruguay.
Figura 4 - Temperatura, precipitaciones y agua disponible en el suelo promedio de 30 años (http://sig.inia.org.uy/). (Marzo arriba y abril abajo, correspondientes a la fecha de siembra tardía o tradicional).
Figura 4 - Temperatura, precipitaciones y agua disponible en el suelo promedio de 30 años (http://sig.inia.org.uy/). (Marzo arriba y abril abajo, correspondientes a la fecha de siembra tardía o tradicional).
SIEMBRAS TRADICIONALES O TARDÍAS (A PARTIR DE MARZO EN INIA LA ESTANZUELA)
Se caracterizan por menores temperaturas al momento de la siembra, menor riesgo de déficit hídrico (Figura 4), pero con reducción en la disponibilidad de nutrientes debido a una menor mineralización. Aunque se pueden seguir sembrando cereales, el raigrás tiene mejor adaptación a las condiciones de marzo que de febrero, siendo en general un verdeo con mayor potencial de producción en esta época de siembra.
Puntos o ideas a remarcar en base a los datos del Cuadro 3:
1 - Para las siembras de marzo todos los cereales evaluados tuvieron producción otoñal similar; sin embargo, se destaca que el raigrás pasó a no tener diferencia con el resto de los verdeos evaluados.
2 - La producción de invierno del raigrás (4900 kg MS/ ha) se destaca por encima de la del triticale (3864 kg MS/ha) mientras que el resto de los cereales apenas supera los 3000 kg MS/ha.
3 - La producción de primavera parece ser independiente del momento de siembra, con una mejor producción de raigrás y triticale, seguidos por las avenas, trigos y cebadas.
4 - En el caso de las avenas (Cuadro 2), la siembra más tardía reduce la producción otoñal, efecto que se traduce en uno o dos eventos menos de cosecha de forraje. La producción de invierno tiene una magnitud similar, aunque en dos años (2016 y 2017) la producción invernal en siembra tradicional fue superior a la siembra temprana, reflejando las condiciones climáticas de los años (principalmente, disponibilidad de agua).
Cuadro 3 - Producción estacional promedio en Kg MS/ha (2009-2011) de gramíneas anuales sembradas como verdeos en marzo.
Cuadro 3 - Producción estacional promedio en Kg MS/ha (2009-2011) de gramíneas anuales sembradas como verdeos en marzo.
En la planificación de los verdeos, la elección de especie y cultivar adecuados para las fechas de siembra es, sin duda, el factor determinante. Cuando el objetivo de producción es lograr forraje temprano en el otoño, la opción es avena, y es recomendable elegir un material forrajero que no se induzca a la floración cuando es sembrado temprano. Esta especie alcanza sus mayores rendimientos en todas las estaciones si es sembrada en febrero, con una diferencia de producción en otoño de 2000 kg MS/ha a favor de las siembras tempranas y una producción invernal que, aunque variable, en el promedio de los años es similar a la de la siembra tradicional. Sin dudas es recomendable sembrar temprano (febrero) avenas u otros cereales para tener forraje en otoño, ya que el raigrás no muestra adaptación a siembras de febrero. Se debe destacar la estabilidad mostrada por el genotipo de triticale evaluado, que rindió lo mismo independientemente de la fecha en que fue sembrado. En fechas de siembra tradicionales a tardías (a partir de marzo para el sur del país), tanto el raigrás como el triticale son las mejores opciones.
Cuadro 4 - Producción estacional promedio en Kg MS/ha (2016-2019) de avena sembradas como verdeos en el mes de marzo (Programa Mejoramiento de Avena) en INIA La Estanzuela (Colonia, Uruguay).
Cuadro 4 - Producción estacional promedio en Kg MS/ha (2016-2019) de avena sembradas como verdeos en el mes de marzo (Programa Mejoramiento de Avena) en INIA La Estanzuela (Colonia, Uruguay).
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Autores:
Rodrigo Zarza
INIA Uruguay - Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria
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Eduardo Calistro
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Horacio Gerde
27 de marzo de 2022
La Avena es un interesante cultivo otoñal e incluso para establecer reservas estratégicas, ya sea como silaje o henificada. Siempre considerando su aporte nutricional en cada caso. En aquellos suelos y climas, que muchas veces son coincidentes con los adecuados para la Avena, considero a la Cebada y al Triticale, como excelentes cultivos y hasta con ventajas sobre la Avena, según el caso. También algunas variedades de Trigo y Centeno, pueden ser de buena utilidad. Son útiles a la vez, en los programas de rotación de cultivos, para una adecuada conservación de los suelos.
Umberto Francesa
21 de marzo de 2022
Yo creo que la avena y otros cereales cortos son una buena alternativa para sustituir en parte al maíz. Se pueden ensilar muy bien. Se tardan un poco y requieren de algunas labores agrícolas necesarias para alcanzar una buena cantidad de materia seca por hectárea. En combinación de cultivos, algunos cereales como: el centeno seguido al cultivado de hortalizas, es un ejemplo de buen" manejo de suelos" empleado en algunas regiones elevadas y montañosas, en donde la topografía del terreno no permite la mecanización intensiva de la tierra.
Hugo Sanchez Guerrero
Universidad Nacional De Colombia (UNAL)
18 de marzo de 2022
Saludos Tener opciones forrajeras para las épocas de escasez nos permite garantizar forrajes durante todo el año . Con el cambio climático se vienen modificando las condiciones del clima y cada vez es menos predecible especialmente en el trópico y por tanto la planificación forrajera es mas complicada.
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