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Los costes en el sector primario y la inflación

Publicado: 5 de abril de 2022
Por: Carlos Buxadé Carbó. Catedrático de Producción Animal. Profesor Emérito. España
La semana pasada, en el marco de mi actividad docente, estuve analizando con mis alumnos, por una parte, la evolución en España, durante estos últimos meses, de los costes a lo largo de la cadena alimentaria y especialmente en el sector primario, y, por otra, la lógica aparición de una importante inflación, entendida ésta como un incremento significativo de los precios de los bienes y de los servicios.
La inflación genera una caída del poder adquisitivo de los consumidores lo que, a su vez, constituye un problema notable para la cadena (la verdad es que, en España, hasta el año 2021, casi nos habíamos olvidado de la inflación; en el año 2018 ésta fue del 2,2 por 100; en el 2019 del 0,8 por 100 y en el año 2020 del – 0,5 por 100, pero en el 2021 ya alcanzó el 6,5 por 100).
Ambas cuestiones, incremento de los costes e inflación, nos están empezando a golpear a todos de una forma creciente (y, en mi opinión, nos seguirán golpeando a lo largo de este año 2022 y, probablemente, del próximo año 2023)
El mencionado análisis lo enfoqué, desde la perspectiva global, por sus influencias directas en la cadena alimentaria y, lógicamente, incidiendo en sus malignos efectos económicos, más temprano que tarde, en el consumidor final a través de la evolución al alza de los precios de venta al público (P.V.P.).
No obstante, para tener una perspectiva correcta y ser objetivos debe hacerse una mención al hecho de que nuestra cadena alimentaria se encuentra realmente muy tensionada desde hace ya dos años largos. A significar que la mencionada tensión ha pasado a ser actualmente constante en todos los eslabones de la misma y, por supuesto, está afectado muy significativamente al sector primario.
Cronológicamente primero fue la pandemia generada por la COVID – 19 cuyos efectos, aunque notablemente amortiguados, siguen estando presentes (oficialmente, durante la semana pasada, la última semana de marzo del presente año 2022, tuvimos 4.351 personas hospitalizadas y se registraron 165 fallecimientos).
Después llegaron los fenómenos meteorológicos encabezado por el temporal Filomena. Posteriormente llegó la etapa caracterizada por unos costes logísticos, energéticos y de materias primas disparados (así, por ejemplo, según CaixaBank, durante el año 2021, la energía se encareció un 56 por 100; la gasolina, un 44 por 100; el trigo, un 40 por 100; el maíz, un 26 por 100; la soja, un 28 por 100, los fertilizantes, un 35 por 100, etc. etc.).
Finalmente, en este 2022, se han unido a la compleja situación expuesta, la invasión de Ucrania por parte de Rusia y, en nuestro país, la huelga de los transportistas (la misma va dar lugar a que se tarden varias semanas en poder recuperar una cierta “normalidad”).
Todo lo expuesto está generando unos costes significativamente al alza a lo largo de toda la cadena. A esta realidad incontrovertible hay que sumarle, a nivel de la Unión Europea (U.E. – 27) la obligatoriedad de aplicación de unas normativas medioambientales cada vez más estrictas que ayudan a aumentar el mencionado incremento de los costes (así, por ejemplo, de acuerdo con AECOC, la nueva ley de residuos va a originar unos costes superiores a los 2.000 millones).
La traducción a la práctica de lo hasta aquí expuesto es que, en el sector ganadero (y también en el agrícola), muchas producciones han experimentado un incremento real de sus costes de producción manifiestamente superiores al 20 por 100; incremento que aún no ha llegado, ni en la dimensión y ni en las formas adecuadas, pero tendrá que llegar, al correspondiente P.V.P.
Aun así, nos encontramos en España, en este pasado mes de marzo, amén de con una desaceleración real de la actividad, con una tasa oficial anual de variación del IPC del 9,8 por 100; la tasa más alta desde el año 1985 (y habiendo nueve Comunidades Autónomas dónde esta tasa anual del IPC ha superado el 10 por 100). El mencionado IPC de marzo es 2,2 puntos superior a la del mes de febrero.
Aunque, en la actual coyuntura, es muy difícil hacer predicciones macroeconómicas a medio plazo, todo parece indicar que nuestra realidad, para este año 2022, es claramente más desfavorable que la media prevista en la Unión Europea Occidental (el Banco Central Europeo prevé, para este año 2022, un crecimiento medio del PIB, en la U.E. – 27, del 3,7 por 100 con una inflación del 5,1 por 100 y una inflación subyacente del 2,6 por 100).
Finalmente, y aquí quería llegar, cuando la expuesta evolución negativa de los costes en el sector primario nos llegué con plenitud a los consumidores, a través de la cadena (y ha de ir llegando muy pronto porque el sector primario, hablando en términos generales, no puede sobrevivir mucho más tiempo en la actual situación dónde su tercer margen bruto es negativo) nuestra inflación media anual se sumergirá claramente en los dos dígitos.
A medida que esto vaya aconteciendo, la demanda, globalmente considerada, se va a seguir viendo cada vez más afectada cuantitativa pero, sobre todo, cualitativamente; en realidad, está empezando a verse afectada ya (así, por ejemplo, las matriculaciones de coches en marzo de este año 2022 (dato muy significativo en España) ha caído, en comparación con marzo del 2021, casi un 30 por 100).
Es evidente que nos está tocando vivir tiempos muy complejos y sumamente difíciles, generados, básica aunque no exclusivamente, por una serie de afectaciones internacionales, que complican enormemente la realidad española y también la de la propia Unión Europea (así, por ejemplo, en España, el precio del gas ha crecido un 651 por 100 y la electricidad, contagiada, lo ha hecho en un 603 por 100, en el curso de los últimos 12- 14 meses).
Consecuentemente se impone afrontar, con gran urgencia, una serie de cambios drásticos en las políticas económicas, tanto en la Unión Europea (empezando por una reconsideración profunda de la actual ecologización de la PAC), como en España.
En nuestro país es imprescindible promover y llevar a término, una aplicación realmente mucho más eficiente y significativamente más eficaz de nuestros limitados recursos económicos y desarrollar un apoyo real y firme, a nuestro sector primario, obligando, en todos los sectores, por ejemplo, al cumplimento, sí o sí, de la ley de la cadena, aunque ello vaya a afectar significativamente a nuestros bolsillos.
¿Me he sabido explicar?

Columna de opinión publicada en el Boletín Ágora TOP GAN, 2ª semana abril 2022 - Año IV - Nº 113 y en engormix.com por gentileza del Dr. Carlos Buxadé Carbó
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Autores:
Carlos Buxadé Carbó
Universidad Politécnica de Madrid - UPM
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