Avicultura brasileña: ¿qué podemos esperar para 2023?

“En Brasil, el futuro es dudoso y el pasado incierto”. Esta frase, atribuida a veces a Pedro Malan, a veces a Gustavo Loyola (ambos del gobierno de FHC) resume el sentir de lo que “podemos esperar” para el 2023. Es cierto que la avicultura brasileña, en los últimos 50 años, ha sido predecible, y su constancia es incluso monótona. Con raras excepciones, siempre ha habido crecimiento. Entonces, si la base histórica es uno de los únicos factores para hacer predicciones, podríamos ser optimistas para 2023.

Pero quienes están seguros de cómo se comportará este año el mercado de aves y huevos, apostando por esta premisa, quizás aún no se hayan percatado de las innumerables variables involucradas, de las cuales les hablaré a continuación. Uno de ellos, y muy importante, es…

Desde octubre pasado, un brote de Influenza Aviar Altamente Patógena (HPAI) ha descendido a lo largo de la costa del Pacífico de América del Sur, causando la muerte de miles de aves migratorias anuales y contaminando a las aves de vida libre locales.

Para los evolucionistas, este hecho es inusual. Esto se debe a que, para que un virus (agente) se propague y se perpetúe en la naturaleza, no debe “eliminar” a su principal huésped y medio de diseminación: las aves acuáticas migratorias que, durante miles de años, han abandonado América del Norte, en invierno, acercándose, para pasar el verano en América del Sur.

Entonces, hay muchas preguntas cuyas respuestas tal vez descubramos en 2023:

Hace 20 años, en un artículo que escribimos para un evento de la OIE (actualmente denominada Organización Mundial de Sanidad Animal) en Perú, nuestros cálculos predijeron un impacto negativo de hasta el 0,33 % en el PIB brasileño si la HPAI golpeaba nuestra industria avícola industrial. Unos años más tarde, el Banco Mundial publicó un estudio estimando que el impacto del IAAP en América Latina podría reducir el PIB del país afectado hasta en 0,7%.

Desde entonces, la bioseguridad ha evolucionado mucho en este sector. Gracias a las acciones del MAPA (Ministerio de Agricultura y Ganadería) y de las industrias del sector, ahora contamos con sistemas de barreras sanitarias como la regionalización y la compartimentación, ambos aceptados por la OIE para enfrentar problemas de este tipo. Solo resta “reunirnos” con nuestros socios comerciales.

Pero la influenza aviar no es la única preocupación para la avicultura brasileña en 2023.

Sumando a los hechos ya mencionados, tenemos como ingredientes de esta “sopa” (¿o consomé de pollo?), la continuidad (o no) del conflicto en Ucrania y la persistencia de cuellos de botella globales en el transporte marítimo (todavía reflejos de la Pandemia SARS-CoV -2) que impactó, y puede seguir reflejándose, en el comercio internacional de granos y fertilizantes.

Además, hay una reducción en el crecimiento del PIB en casi todos los países del mundo. Vale recordar que exportamos granos y proteínas animales a más de las dos terceras partes de los países del planeta. Finalmente, está el factor político.

El nuevo – pero ya conocido – gobierno trae consigo incertidumbres fiscales. Por lo tanto, existe una expectativa de mayor gasto público, altas tasas de interés y un crecimiento económico más lento. ¿Será 2023 (y los años venideros) un replay de la última década? No será una sorpresa, para algunos, si tenemos una desaceleración significativa en el crecimiento de nuestro PIB.

Afortunadamente, las condiciones climáticas favorables para la agricultura brasileña, en la zafra 2022-2023, podrán estabilizar los costos de la producción animal local, trayendo estímulo al sector, siempre que no haya maniobras económico-fiscales radicales.