Diseñan una herramienta web que permite conocer fehacientemente qué cantidad de fitosanitarios se pueden aplicar a los cultivos sin riesgos de toxicidad. Incluye 3000 productos comerciales para explotaciones extensivas e intensivas y es utilizada gratuitamente por 700 agricultores. Planean ampliar las prestaciones.
La Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) desarrolló un modelo de simulación disponible en Internet que permite a los productores estimar las dosis de herbicidas, insecticidas o fungicidas que aplican a sus cultivos en función del riesgo toxicológico y su impacto ambiental. El sistema ya es utilizado por agricultores de todo el país y empresas que manejan grandes volúmenes de datos, como las que realizan monitoreos de rendimiento a gran escala.
Puede accederse online
“Actualmente el productor elige su paleta de fitosanitarios por la eficiencia agronómica y económica. Nosotros proponemos un tercer eje, que es el ambiental. La idea es que, frente a igual eficiencia agronómica y económica, pueda elegirse la alternativa que tiene menor riesgo potencial sobre el ambiente”, dijo Diego Ferraro, docente de la cátedra de Cereales de la FAUBA e investigador del Conicet, al sitio de divulgación científica de la FAUBA,
Sobre la Tierra. Y adelantó que próximamente se sumará al modelo una serie de pronósticos climáticos para que también se puedan planificar mejor las aplicaciones en función de las condiciones ambientales y disminuir los niveles de deriva de agroquímicos hacia los centros urbanos.
El sistema de evaluación de riesgo de ecotoxicidad de pesticidas (Ripest) ya cuenta con unos 700 usuarios registrados. Se trata de productores y técnicos que utilizan este “calculador” de manera frecuente para saber cuál es el riesgo de contaminación, en términos de toxicidad hacia los insectos o los mamíferos, de los aproximadamente 3000 formulados que están aprobados por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) en la Argentina. La información que los agricultores suben a la web también permite hacer un historial del riesgo en un lote y conocer su evolución en cada campaña.
“Esto significa que cualquier productor, que produce desde una pastura, cultivos de grano o hasta un frutal, puede utilizar el calculador de riesgo. Y puede hacerlo de un modo muy sencillo. El único conocimiento que tiene que tener en cuenta es la marca comercial del principio activo que utiliza”, explicó Ferraro. Además, anticipó que, para llegar al medio del campo, están trabajando en el desarrollo de una aplicación para dispositivos móviles.
Versión 2.0
La primera versión de Ripest se implementó hace poco menos de dos años. Hasta entonces era una herramienta casi inexplorada por el medio rural, y sus desarrolladores se sorprendieron por el éxito que obtuvieron en poco tiempo. Desde ese momento, el intercambio con los usuarios los impulsó a ampliar las prestaciones del sistema en conjunto con la Unidad de Tecnologías de la Información de la FAUBA. Así llegaron a una nueva versión que se está anunciando hoy, Ripest 2.0, que permite trabajar con grandes volúmenes de datos.
Sucede que en la producción agrícola viene aumentando fuertemente cada año la cantidad de información digital que se genera sobre la evolución de los cultivos, y es necesario desarrollar nuevas herramientas informáticas capaces de contenerlos e interpretarlos. “Hoy pueden utilizarla, por ejemplo, las empresas que hacen monitoreo a gran escala, que están muy interesadas implementar el calculador de riesgo con los enormes volúmenes de datos que manejan”, aseguró Ferraro.
El factor del clima
Según el investigador de la FAUBA, aún quedan varias innovaciones por desarrollar que podrían mejorar el alcance de Ripest y significar una herramienta útil para el cuidado del ambiente y de la salud de las poblaciones cercanas a los campos, que pueden ser afectadas por la exposición a pesticidas que se utilizan sobre los cultivos.
“Hacia delante queremos mostrar de manera anticipada no sólo la toxicidad potencial que tienen los fitosanitarios, sino la presencia de estos agroquímicos en el agua, en el suelo y en el aire, que son aspectos críticos en la Argentina”, detalló Ferraro.
Al respecto, explicó que el objetivo es sumar al calculador de riesgo una serie de pronósticos climáticos que permitan prever el movimiento de los productos fitosanitarios en al ambiente según las condiciones del viento, la lluvia o el contenido de agua en el suelo, entre otras.
“Si de acá a cinco días conocemos cómo pueden ser las condiciones ambientales en términos de lluvia y de temperatura, por ejemplo, podríamos ofrecer a los productores un mapa de riesgo potencial con el cual podrían inferir la potencialidad de que, frente a una aplicación planificada para los próximos días, su principio activo alcance determinada concentración en el aire, en el agua o en el suelo”, detalló, y agregó: “Si el productor va a hacer una aplicación aérea, por ejemplo, con esa información puede prever cuáles son las condiciones en los próximos días para calcular la deriva y eventualmente planear cuándo aplica”.
Políticas públicas
La herramienta desarrollada en la FAUBA también podría convertirse en una valiosa fuente de información para determinar políticas agropecuarias: “Hoy se está legislando en todo el país sobre las zonas buffer, o de amortiguamiento, en relación la aplicación de agroquímicos en áreas periurbanas. No obstante esas normativas se hacen de manera empírica. No existe una herramienta fuerte en términos teóricos que permita a las autoridades determinar la distancia mínima que debe haber entre una aplicación y un núcleo urbano”.
“La idea es que Ripest intente tapar esos baches de conocimiento. Por ejemplo, podemos identificar en cada región, en función de la dinámica del clima y de las condiciones de suelo, cuáles son los lugares donde hay más riesgo de que suceda una deriva de herbicidas”, concluyó Ferraro.