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Sistemas agroforestales en Mesoamérica para la restauración de áreas degradadas

Publicado: 7 de agosto de 2020
Por: Raúl Botero Botero y Ricardo Russo
Antecedentes
En Mesoamérica, los sistemas agroforestales (SAF) se remontan a la civilización Maya desde el 600 hasta el 300 a. de C., con un apogeo que se estima perduró hasta el 300 o 900 d. C. Según Morley (1972). Esta cultura se desarrolló en la región de los bosques húmedos, pero se afirma que su sistema agrario se habría desarrollado en las tierras altas de Guatemala hasta alcanzar la selva del Yucatán donde practicaron un estilo de agricultura prehispánico adaptado al manejo del bosque, que bien podría llamarse agroforestería.
Básicamente, los mayas fueron “policultores” y, además de la tecnología agrícola andina (terrazas, riego), se puede considerar una cultura con un profundo conocimiento del manejo del bosque natural: desde rotación y descanso de la tierra en el sistema de cultivo itinerante, hasta la tala selectiva que dejaba en pie los árboles útiles (anona, cacao, ceiba, chicle, chicozapote, ramón). Cultivaban en pequeñas abras o claros en el bosque, y del bosque vecino manejado sacaban medicinas, alimentos y materiales de construcción. Todo este sistema de manejo del bosque natural y de la agricultura itinerante se basaba en el conocimiento del ciclo fenológico de ciertos árboles. Por ejemplo, la tumba se hacía cuando florecía el Cochlospermum spp., la quema cuando sus frutos se abrían. Además practicaron la horticultura y la fruticultura en sistema de varios pisos (Glico y Morello 1980).
Se calcula que en América Latina los SAF alcanzan un área entre 200 y 357 millones de ha, incluidos 14-26 millones de ha en América Central. Los más prominentes son los SSP comerciales y los SAF de cultivos perennes bajo sombra, incluyendo cafetales y cacaotales (Somarriba et ál., 2012).
En la actualidad, puede surgir una controversia conceptual si la agroforestería es una actividad forestal o una actividad agrícola, desde el punto de vista del uso de la tierra y el ordenamiento territorial. La agroforestería como concepto no debe confundirse con otros términos relacionados, tales como influencias forestales, que cubren todos los efectos que tienen los bosques y los árboles sobre el medioambiente y sobre la agricultura en particular, y los aspectos socioeconómicos de la producción forestal. De manera que no cualquier tipo de combinación de árboles forestales, frutales, ornamentales o de servicio con cultivos agrícolas o pastos, se define como sistemas agroforestales. Se requiere que su combinación sea intencional, efectuada en forma sistemática y con el propósito de producir varios tipos de productos; que el sistema sea el resultado de una interacción importante, tanto ecológica como económica, entre varios tipos de cultivos; y que el sistema mantenga o mejore, en lo posible, la capacidad productiva de la tierra.
En la literatura se encuentran muchos conceptos, muy coincidentes en muchos aspectos, que han llevado a un proceso de construcción de la definición de sistemas agroforestales, en primer lugar, y de agroforestería como un colectivo que agrupa las diferentes modalidades afines.
Objetivos
Al concluir esta unidad las/los lectores estarán en capacidad de:
  • Reconocer los criterios que se utilizan para definir y clasificar los sistemas agroforestales y la agroforestería.
  • Tener criterios propios para caracterizar un sistema agroforestal en general.
  • Identificar la proyección, perspectivas, potencialidades y limitaciones que tienen los sistemas agroforestales para recuperar áreas degradadas a través de la restauración y mitigación del cambio climático.
  • Identificar aquellos sistemas agroforestales más apropiados para recuperar áreas degradadas a través de la restauración y mitigación del cambio climático.
Justificación
Es importante definir qué es agroforestería y una definición consiste en una proposición que delimita en forma exacta y precisa la comprensión de un concepto para distinguirlo de los demás (del latín definitio, derivado de definiré, marcar los límites [«fines»], delimitar, determinar, precisar). Aún así, existen diferentes clases de definiciones. En nuestro caso se tratará de explorar los avances de la definición operacional de agroforestería, que es aquella que indica la operación, que se puede reproducir experimentalmente y cuyo resultado objetivo es directamente accesible a la observación empírica o a la medición.
La agroforestería como estrategia de manejo y uso de la tierra cumple una serie de objetivos que permiten orientar la producción dentro del concepto de desarrollo sostenible: a) en lo ambiental (producción en armonía con el ambiente); b) en lo técnico (producción integrada con el mejor aprovechamiento de los recursos existentes en la finca); c) en lo económico (incremento de la productividad); y d) en lo social (igualdad de deberes y oportunidades, así como mejoramiento en la calidad de vida del grupo familiar).
Dado que existe un conjunto de definiciones, más que una definición única de agroforestería y sistemas agroforestales, se justifica explorar la evolución histórica y las coincidencias mínimas de criterios para definirlos y aplicarlos en la recuperación de áreas degradadas.
Saber como clasificar los SAF permite señalar qué tipo o grupo determinado de SAF es adecuado para una zona en particular con características propias. El mayor beneficio que los SAF pueden aportar, por ejemplo a las zonas degradas o en pendiente, es su capacidad para combinar la conservación de suelos con funciones productivas.
Desarrollo histórico
Uno de los primeros documentos sobre agroforestería en América Central posiblemente fue el de Cook (1901) quien reconoció varios efectos benéficos de los árboles de sombra en los cafetales, particularmente los leguminosos. Holdridge (1951) describió el uso de Alnus acuminata asociado con pastizales en las tierras altas de Costa Rica. Este tipo de sistemas de uso de la tierra fue también descrito por Budowski (1957), quien reportó el éxito de Cupressus lusitánica como rompeviento, en las tierras altas de regiones lecheras y de Cordia alliodora en pastizales en tierras bajas húmedas, ambos en Costa Rica.
Según Holdridge (1979), existen tres usos productivos de la tierra: agrícola, ganadero y forestal; y si bien otras actividades humanas ocupan tierra, no utilizan directamente el recurso suelo como lo hacen los tres usos principales mencionados. La actividad agroforestal surge cuando se complementan algunos de los primeros usos con el forestal. Esta combinación al mezclar especies con requerimientos diferentes, también permite aumentar la intercepción de la radiación por estratificación vertical de los componentes y una mejor utilización del espacio horizontal.
Combe (1979) identificó tres campos principales de hipótesis relacionados con los SAF en el marco de la economía, la ecología y la silvicultura:
Hipótesis económica: se presume que, a largo plazo, los SAF permiten obtener ingresos netos superiores por unidad de superficie, a los ingresos, posibles, con cada componente aislado.
Hipótesis ecológica: se presume que los árboles en un SAF contribuyen a la conservación del ambiente, y particularmente del suelo, sobre todo cuando la combinación inducida representa una simulación de los tipos de vegetación que ocurrirían en las sucesiones naturales. Además de los efectos sobre el suelo, se presumen impactos importantes sobre el microclima, sobre la fauna y sobre otros factores que afectan el equilibrio biológico.
Hipótesis silvícola: se presume que los árboles en un SAF pueden y deben ser manejados según los principios de la silvicultura clásica, tomando siempre en cuenta los requerimientos particulares de los cultivos asociados. El tratamiento silvicultural adecuado constituye una condición indispensable para lograr y optimizar los resultados positivos, tanto económicos como ecológicos, expuestos en las hipótesis anteriores.
En Mesoamérica, hubo un proceso histórico, que tuvo sus comienzos con la definición de Combe y Budowski (1979), presentada, dicho año, en el Primer Taller de Sistemas Agroforestales realizado en Turrialba, Costa Rica que puede resumirse así:
Es el conjunto de técnicas de uso y manejo de la tierra que implica la combinación de árboles con cultivos agrícolas (anuales y/o perennes), con animales o con ambos a la vez, en una parcela, ya sea simultáneamente o sucesivamente, para obtener ventajas de la combinación.
Estas combinaciones pueden ser simultáneas o escalonadas en el tiempo y en el espacio, y su objetivo es optimizar la producción del sistema y procurar un rendimiento sostenido” (Combe y Budowski 1979; Lundgren 1987).
Con la creación del Centro Internacional de Investigación en Agroforestería (ICRAF1 por sus siglas en inglés) en Nairobi, Kenia en 1977/78 se estableció un espacio de discusión y análisis sobre la temática agroforestal. En este marco de debates internos, se refinaron las ideas iniciales y se consensuó una definición en la que se destacó el criterio de “asociación deliberada” y el de “interacciones significativas ecológicas y/o económicas entre sus componentes” (Lundgren y Raintree 1982; Nair 1985).
Agroforestería es un nombre colectivo para los sistemas y tecnologías de uso de la tierra donde leñosas (árboles, arbustos, palmas, bambúes, etc.) son utilizadas deliberadamente en las mismas unidades de manejo de la tierra junto con cultivos agrícolas y/o animales, donde existen interacciones ecológicas y económicas entre los diferentes componentes, en alguna forma de arreglo espacial o secuencia temporal.
En la década de los años 80 hubo coincidencia en que la agroforestería es una modalidad de uso integrado de la tierra que busca una mayor producción, especialmente bajo condiciones de tierras marginales o de bajo nivel de insumos sobre una misma unidad de superficie, y se ejemplifican algunos casos de SAF en Mesoamérica, tales como los cafetales o cacaotales con sombra de Erythrina y Cordia, y a su vez se introduce el concepto de “prácticas agroforestales” como aspectos operativos de un SAF, por ejemplo, la poda de los árboles del sistema (Dubois 1987, Nair 1985, Von Maydel 1984).
Simultánea y coincidentemente, Somarriba (1990, 1992), hizo una análisis conceptual y estructuró la definición con requisitos o condiciones: “Agroforestería es una forma de uso de la tierra, de cultivos múltiple, en la que se cumplen algunas condiciones fundamentales: 1) Existen al menos dos componentes que interactúan biológicamente; 2) Al menos uno de los componentes es una leñosa perenne; y 3) Al menos dos especies son manejadas con fines “agrícolas” en el sentido amplio de la palabra”
Nair (1993) valida esta definición y agrega algunas condiciones: a) La agroforestería involucra normalmente dos o más especies de plantas (o plantas y animales), donde al menos una de ellas es una leñosa perenne; b) Un SAF siempre tiene dos o más salidas o productos; c) El ciclo de un SAF es siempre mayor de un año; y d) Aún el SAF más simple es más complejo, ecológica (estructural y funcionalmente) y económicamente, que un sistema de monocultivo. Esta definición, si bien aún, no es “perfecta” en todos los aspectos, fue utilizada con mucha frecuencia en las publicaciones de ICRAF y logró amplia aceptación.
Ospina (2003) recuperó más de cincuenta definiciones de Agroforestería y otros términos equivalentes; como también, presenta la evolución del término a partir de aspectos o descriptores que identificó en su investigación.
Hasta ese momento la mayoría de los estudios de agroforestería eran descriptivos desde el punto de vista biofísico, además, se aceptaba que la agroforestería era una nueva denominación para un conjunto de viejas prácticas; pero que cada vez se prestaba más atención a los aspectos socioeconómicos (Nair 1993, Mercer y Miller 1998), que han sido ampliamente discutidos por Krishnamurty y Ávila (1999), e incluyen una gran diversidad de productos tales como madera, follaje, frutos, resinas, combustible y forrajes; y numerosos servicios ambientales (climáticos, hidrológicos, edáficos, ecológicos) y humanos (éticos y estéticos).
Si se considera que un SAF es un agroecosistema, que según Hart (1985), es un ecosistema que incluye un componente productivo agrícola o pecuario (poblaciones de cultivos, animales domésticos o ambos), se puede definir un SAF como un agroecosistema con un componente arbóreo (Figura 1). Esta definición, si bien es muy simple, permite una identificación rápida para nuestro propósito.
Por otra parte, también se han manejado otras definiciones prácticas, entre ellas tenemos:
“Agroforestería es un conjunto de técnicas silviculturales aplicadas a la producción agrícola o ganadera”.
“Agroforestería es una estrategia biológica inducida que hace más sustentable los agroecosistemas”.
“Agroforestería es una combinación multidisciplinaria de diversas técnicas ecológicamente viables, que implican el manejo de árboles o arbustos, cultivos alimenticios y/o animales en forma simultánea o secuencial, garantizando a largo plazo una productividad aceptable y aplicando prácticas de manejo compatibles con las habituales de la población local”.
De todas ellas lo importante es considerar que cuando se diseñan nuevos agroecosistemas (incluidos los SAF) se deben considerar las interacciones entre los individuos y su ambiente local, los patrones espaciales y temporales de las actividades productivas, las relaciones sociales de producción y las interacciones entre las comunidades y el mundo exterior.
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Las interacciones entre componentes en los sistemas agroforestales
El funcionamiento y la capacidad de adaptación de los SAF dependen de una relación dinámica entre las especies vegetales (componente leñoso y cultivos herbáceos o leñosos), y su entorno abiótico (suelo y manejo), así como las interacciones físicas y químicas en el medioambiente (precipitación pluvial, temperatura). Son relaciones dinámicas y de naturaleza holística. Estas interacciones y procesos tienen mucha importancia para el mantenimiento a largo plazo de la sostenibilidad del sistema.
Si bien las interacciones son complejas e interrelacionadas simultáneamente, se pueden simplificar desde el punto de vista de la relación biológica entre las dos poblaciones básicas de un SAF, el componente leñoso y un cultivo; puede que se beneficien o que se dañen uno al otro; o en otros casos, que la relación sea neutra, todo esto en función de la densidad del componente arbóreo, el tipo de sombra que produce según el tipo de copa, la especie leñosa, su hábito de ramificación y el tipo de dosel, que tiene un papel fundamental en los SAF.
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Efecto del dosel en los sistemas agroforestales
El dosel (canopy en inglés) es el conjunto de copas u órganos vegetales de los árboles de un SAF que intercepta la luz o radiación fotosintéticamente activa (RFA) que pasa a través del mismo y llega a los cultivos asociados debajo del dosel y la modifica (filtra y atenúa) en cantidad y calidad. En esta intercepción, conocida como sombra, se producen efectos físicos (luz/sombra, eficiencia de absorción, modificación espectral de la luz transmitida) y también se desencadenan acciones fisiológicas, tales como: el fotocontrol de la germinación, la elongación de entrenudos, la expansión foliar y la formación del aparato fotosintético en los cultivos asociados (Figura 2).
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El dosel se caracteriza por tener una estructura y una composición florística que puede manejarse, y así, regular la cantidad de sombra en función de las necesidades del cultivo y los objetivos del productor. Para medir la densidad del dosel agroforestal se puede utilizar el Índice de Área Foliar (IAF), que representa la suma de la totalidad de las superficies de las hojas existentes en un área de suelo. El IAF es un indicador de la capacidad del dosel para interceptar la radiación solar y predecir el tipo de sombra que produce: densa, mediana o liviana.
El tipo de sombra que el dosel produce también puede expresarse en porcentaje de cobertura de las copas, en expresiones tales como 50% de sombra; aunque no necesariamente es un indicador preciso porque la sombra es un proceso dinámico que se mueve en el piso del SAF a medida que el sol hace su movimiento aparente en el horizonte.
La posición, forma y acumulación de las sombras de árboles, en distintos lugares y en distintas fechas y horas de una parcela agroforestal, se puede calcular con un software diseñado en el CATIE denominado ShadeMotion (www.shademotion.com). Para usar este programa es necesario suministrar el número de árboles, ubicación, forma, tamaño y densidad de follaje de cada uno; así como el tamaño del terreno: grado de pendiente y latitud geográfica en donde se encuentra la parcela (Quesada et ál. s/f, Somarriba 2002, 2004, 2007, 2013).
Potencialidad de los sistemas agroforestales
La agroforestería es importante para la seguridad y soberanía alimentaria porque permite producir alimentos y otros bienes y servicios en una agricultura de pequeña escala adaptada a las necesidades locales. También es un enfoque apropiado a las circunstancias y entornos socioculturales y económicos de los pequeños(as) productores. Es decir, es una oferta tecnológica adecuada a las condiciones biofísicas, socioeconómicas e histórico-culturales que determinan la estructura y el funcionamiento de la pequeña agricultura. Adicionalmente, permiten una aproximación sistémica a la realidad.
La agroforestería no solo puede ser una solución funcional local al problema alimentario y de producción de otros bienes y servicios, sino que en la práctica es una solución a los problemas de áreas degradadas por su función como regulador y protector del medioambiente (Russo 1981). Además, los SAF pueden utilizarse en múltiples situaciones de sitios, ya sea llanuras con y sin estación seca como zonas tropicales de altura con pendientes elevadas.
Aumentar la productividad supone conseguir incrementos de producción por unidad de recursos utilizados para obtener bienes y servicios (FAO 2000). Ante este desafío, Mendieta y Rocha (2007) argumentan que es necesaria una estrategia apropiada para aumentar la producción de alimentos cuando manifiestan: …incrementar la producción de alimentos proviene principalmente del aumento de la tasa de productividad de los suelos actualmente cultivados, más que de los demás recursos de la tierra en las fincas... y que los SAF: …permiten interacciones simbióticas ecológicas y económicas, entre los componentes maderables y no maderables para aumentar, sostener y diversificar la producción total de la tierra… y que: … tienen la ventaja de producir leña, frutos, forraje, y otros productos además del cultivo anual y disminuyen los riesgos de producción ante variaciones estacionales del ambiente, y en términos generales, mantienen y mejoran el suelo.
Además, cuando el componente arbóreo está compuesto por una o varias especies fijadoras de nitrógeno (AFN, leguminosas o actinorhizales), la fijación simbiótica de nitrógeno atmosférico es un valor agregado al sistema que mejora la fertilidad del suelo y disminuye el insumo de fertilizantes.
Los servicios ecosistémicos de los sistemas agroforestales
Servicios ambientales (SA) o ecosistémicos (SE), son los beneficios (en forma de bienes o servicios) que obtienen las personas de los ecosistemas, en nuestro caso los sistemas agroforestales (SAF). El concepto de SA-SE no es nuevo; ya en 1998 fueron definidos en documentos del Banco Mundial, lo que ha permitido incluirlos en mercados o formas de compensaciones.
Las diferencias entre SA o SE y bienes ambientales, fueron analizadas por Hueting et ál. (1998), quienes definieron a los SA como las posibilidades o el potencial que puede ser utilizado por los humanos para su propio bienestar, diferenciándose de un bien ambiental, que lo definen como un producto de la naturaleza directamente aprovechado por el ser humano (algunos ejemplos en el Cuadro 2).
La principal característica de los SA es que no se transforman ni se gastan en el proceso de utilización del consumidor; mientras que los bienes ambientales son utilizados como insumos en los sistemas productivos, y en este proceso, se transforman y se agotan.
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Gupta (1995) discutió diez mitos acerca de los SAF y resalta su rol en rehabilitación de tierras degradadas en las regiones áridas, semiáridas y en otras regiones marginales. Incluso reconoce el potencial de los SAF en la conservación de tierras y su papel en los programas de manejo de cuencas. Además, sostiene que los SAF se han basado en los sistemas de conocimiento ancestrales, con base cultural y ecológica local. Entre los mitos aplicables a la región mesoamericana están:
  • Las personas pobres tienen menos tiempo y tienen pocos árboles en sus fincas,
  • se necesitan especies de crecimiento rápido, porque no se puede esperar demasiado tiempo para obtener ingresos,
  • la agroforestería solo puede sobrevivir a través de incentivos,
  • los SAF pueden ser diseñados principalmente sobre la base de las propiedades físicas del suelo, tradiciones socio-culturales locales y valores,
  • el modelo de la revolución verde, puede ser replicados en los SAF,
  • los SAF viables deben enfocarse en especies arbóreas de uso múltiple (EAUM),
  • la agroforestería es un nuevo concepto, y por lo tanto, los agricultores(as) necesitan ser entrenados y motivados.
Si bien han pasado casi dos décadas, muchos de estos mitos siguen vigentes.
En cuanto a que los agricultores(as) necesitan ser entrenados y motivados, no necesariamente es un mito, dado que reconoce la importancia de la extensión (difusión-enseñanzaaprendizaje) de los SAF. Habría que agregar que la gente esté de acuerdo en incluir el componente arbóreo para procurar mayor estabilidad en los sistemas de producción.
En este manual se pretende hacer una imagen del estado actual de los SAF en forma detallada, dinámica y explicativa, enfatizando los roles de los diferentes componentes, tratando de incluir aspectos biofísicos, socioeconómicos y ambientales.
Los SAF en el mundo globalizado de la agricultura
La FAO (2010)2 afirma que la agricultura en los países en desarrollo debe hacerse “climáticamente inteligente” para hacer frente al doble desafío de alimentar a un planeta más caliente y más poblado. A su vez el Grupo del Banco Mundial está aportando financiamiento para fomentar un entorno que sea: a) ecológico, en el cual los recursos naturales sean objeto de una gestión y conservación sostenibles para mejorar los medios de subsistencia y garantizar la seguridad alimentaria; b) limpio, en el cual la existencia de aire, agua y suelos más limpios permita a las personas llevar vidas sanas y productivas; y c) con capacidad de adaptación, que permitan afrontar conmociones y sean menos vulnerables a los desastres naturales, las características meteorológicas volátiles y otros impactos del cambio climático, a lo que denomina “climáticamente inteligente”. Por tanto, los SAF pueden ser considerados como “agricultura inteligente” porque llenan los tres criterios básicos que la definen: 1) son ecológicos; 2) son limpios; y 3) tienen capacidad de adaptación.
Asimismo, los SAF pueden representar formas sostenibles del uso de la tierra, lo cual depende de los componentes que los constituyen y su funcionamiento en el agroecosistema según el manejo que se les dé. Tal como se ha planteado, la obtención de una variedad de productos para la satisfacción de múltiples necesidades, la reducción de riesgos por la diversidad de componentes productivos, las relativas mayor autosuficiencia y seguridad alimentaria del productor, sitúan a los SAF como sistemas de producción sostenibles en la medida que satisfagan las necesidades presentes, sin deteriorar los recursos básicos, ofreciendo, a su vez, posibilidades para las generaciones futuras (Current, 1997).
La agroforestería, no solo enfatiza la integración del componente arbóreo en las fincas, sino también en el paisaje agrícola. Dado que un paisaje se define como un mosaico de ecosistemas o hábitats, compuestos de elementos individuales tales como bosques, parcelas agrícolas o agroforestales, pastizales y corredores boscosos, caracterizados por su topografía, que a su vez influencia el flujo y distribución de energía y materiales y de los procesos bióticos (Sanderson y Harris, 2000); se reconoce que las prácticas agroforestales influencian la estructura y la composición florística de los paisajes tropicales.
Se puede decir que la agroforestería es un enfoque no solo de manejo de los recursos naturales, sino también de conservación de la biodiversidad en áreas tropicales, porque combina metas de desarrollo agrícola sostenible para los agricultores de escasos recursos, dándole mayores beneficios ambientales que los que se obtienen de los sistemas agrícolas menos diversificados (Schroth et ál. 2004). Por ejemplo, el aumento progresivo de las aves en los SAF es importante desde el punto de vista de la conservación, debido a que con una mayor complejidad estructural del sistema se favorece la llegada y el establecimiento de especies clave y se promueve la conectividad. Desde el punto de vista productivo, el incremento de las aves en SAF permite aumentar los SA relacionados con la polinización, la dispersión de semillas y el control biológico de insectos plaga. De esta manera, las aves que se recuperan en los SAF pueden contribuir a mejorar la belleza escénica y proporcionar algunos servicios de regulación importantes para el productor.
Finalmente, con la preocupación del Cambio Climático (CC) y el Calentamiento Global (CG), la comunidad internacional ha reaccionado con acciones sectoriales para mitigar estos fenómenos y adaptar los ecosistemas a las nuevas realidades. Los SAF por su capacidad de fijar dióxido de carbono atmosférico en la biomasa aérea y en los suelos son una herramienta de mitigación del CC y el CG. Por tanto, los SAF deberían ser reconocidos de una manera explícita en la legislación existente de los países mesoamericanos tendiente a la Neutralidad de Carbono y sus reducciones contabilizadas en los proyectos de Carbono Neutralidad.
Clasificación y caracterización de los sistemas agroforestales
Desde el inicio de los años 80, el Consejo Internacional de Investigaciones Agroforestales (ICRAF), se propuso desarrollar una metodología para el diagnóstico de problemas de manejo de la tierra y el diseño de los SAF (DyD). Desde entonces cientos de documentos (artículos, ponencias y manuales), en relación con la metodología DyD, han sido publicados por el ICRAF. La metodología se ha utilizado para desarrollar planes agroforestales e identificar las prioridades de investigación para una amplia gama de condiciones ecológicas y culturales en las regiones tropicales de África, América Latina y Asia (Raintree 1987).
Clasificar los sistemas agroforestales con sus variantes ambientales y de sitio ha sido una labor difícil que tomó mucho tiempo sin alcanzar consenso ni una clasificación global. En este contexto, el ICRAF realizó un inventario mundial de SAF entre 1982 y 1987, cuyos resultados dieron lugar a un esquema de clasificación que es generalmente aceptado en la actualidad (Nair 1989). Dicho inventario estuvo diseñado para recopilar, reunir, sintetizar y difundir información sobre los SAF existentes en los países en desarrollo. Este proyecto también permitió generar una lista de las principales plantas herbáceas y leñosas perennes reportadas como componentes de los sistemas existentes y sus principales usos en diferentes regiones.
Para clasificar los SAF pueden emplearse diferentes criterios según la estructura, función y arreglo de los componentes en el tiempo y el espacio. Se pueden dar un gran número de variantes. A inicios de los años 90, Nair (1993) hizo una agrupación de clasificaciones agroforestales en cuatros grupos: 1) Por su estructura; 2) Por sus funciones; 3) Ecológica; y 4) Basada en criterios socioeconómicos; aunque, han prevalecido las dos primeras.
Conocer las clasificaciones existentes permite identificar aquellos SAF más apropiados para recuperar áreas degradadas a través de su restauración. Sin embargo, cuando se usan los SAF con el fin de detener la deforestación y la recuperación de áreas de bosque degradado, los resultados pueden no ser satisfactorios sino se toman previsiones para el bienestar social de las personas involucradas.
Entre las primeras clasificaciones (Combe y Budowski 1979, Nair 1985), los SAF fueron agrupados en secuenciales, simultáneos y lineales, según la secuencialidad o simultaneidad del componente arbóreo y el cultivo, y por tipo del cultivo acompañante (anual o perenne). Entre los SAF secuenciales se encuentra la agricultura migratoria (shifting cultivation) y los sistemas Taungya (cultivos anuales intercalados en una plantación forestal). En los SAF simultáneos, se agrupan todas aquellas combinaciones en el mismo tiempo y lugar de árboles con cultivos (anuales o perennes), o con pasturas; mientras que en los lineales se agrupan las cercas vivas, los setos vivos y las cortinas rompevientos. En el Cuadro 3 se presentan algunos ejemplos de los SAF tradicionales (los SAF no tradicionales son las asociaciones innovadoras) descritos con más frecuencia en Mesoamérica.
Visto que las clasificaciones agroforestales más conocidas son jerárquicas y arbitrarias, porque el objetivo es definido por el usuario, y que existen niveles de organización por: componentes (árboles, cultivos, ganadería), arreglos temporales (secuenciales o simultáneos) y arreglos espaciales, entre otros. Al considerar que hay relación entre los conceptos de la definición y la construcción de una clasificación, es importante tener claridad sobre aspectos de manejo: silvicultura, densidades de siembra, costos de establecimiento y mantenimiento, servicios ambientales proporcionados y producción forestal asociado a los SAF, para evitar ambigüedad cuando se clasifican.
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Sistemas agroforestales secuenciales
Los SAF secuenciales ocurren en un sitio donde existe una sucesión cronológica entre un lapso de tiempo con cultivos anuales y otro con un componente forestal; es decir, que los cultivos anuales y una regeneración del bosque natural o plantaciones de árboles se suceden en el tiempo. Esta categoría incluye modalidades de agricultura migratoria con manejo de barbechos y los sistemas Taungya, donde se realizan cultivos anuales intercalados entre hileras de arbolitos en la etapa de establecimiento de una plantación forestal, hasta que el follaje de los árboles se encuentre desarrollado.
Agricultura migratoria
La agricultura migratoria también llamada itinerante, nómada o “shifting cultivation” es posiblemente el más antiguo de los sistemas agrícolas y consiste en la tala y quema de la vegetación natural con el objetivo de despejar la tierra para cultivar. Por otra parte, ha sido una fuente importante de subsistencia para poblaciones rurales en los trópicos. Su aplicación ha variado de acuerdo con el sitio y las condiciones locales, pero varias prácticas son casi universales; entre ellas, la rotación de los sitios de cultivo o milpas (rotación de árboles y cultivos agrícolas), la limpieza de terrenos mediante la quema (roza-tumba-quema en México), la exclusión de abonos químicos, el uso exclusivo de trabajo manual, la siembra a mano y cortos períodos de cultivo alternados con largos períodos de barbecho. El sistema se desarrolló en condiciones de baja densidad poblacional, orientada hacia la subsistencia, con una alta concurrencia de bosques y producción simultánea de varios cultivos con distintos plazos de cosecha. La fertilidad se restaura mediante un largo período de barbecho, y durante la primera estación de producción hace falta poco o ningún desmalezado (Wadsworth 1997). Este SAF no es una opción para recuperar áreas degradadas, y aún la FAO recomienda otras alternativas a la agricultura itinerante. Además, los barbechos de la roza, tumba y quema sirven como hábitats para la vida silvestre, como corredores entre parches de bosque y como escudos contra los efectos de borde, tales como temperaturas extremas, desecación e incendios (Ferguson y Griffith 2004).
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Sistemas Taungya (ST)
El ST es un método de reforestación que permite la combinación temporal de una plantación forestal en su fase de establecimiento con la producción de cultivos de ciclo corto, como maíz y fríjol u hortícolas. Bajo ciertas condiciones el ST funciona mejor que la reforestación pura, dado que hay un uso intermedio de la tierra en agricultura, que sino se diese podrían proliferar malezas que compiten con la plantación (Combe 1985). La palabra birmana taungya significa literalmente “terreno de ladera” (Birmania, hoy Myanmar, de donde el sistema emigró en 1870). En la India esa misma práctica se llamó “kumri”. En Java, el ST se usó para plantar 40 000 ha de Tectona grandis a finales del 1800; en 1920 había 190 000 ha, en 1952, 312 000 ha y actualmente exceden 700 000 ha (Krishnapillay, 2000).
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El rendimiento de los cultivos anuales con las combinaciones taungya suelen ser menores que en los cultivos puros, pero producen ingresos que cubren los costos de plantación y pueden ser considerados un valor agregado a la reforestación que de otro modo no se obtendría. Para tener éxito, el ST debe ser aplicado en sitios donde hay necesidad de terrenos y los suelos son adecuados para producir cultivos alimenticios con rendimientos temporales razonables, sin causar un deterioro excesivo del suelo. Las especies arbóreas en demanda son de adaptabilidad comprobada y existe una población campesina con personal local entrenado para operar el sistema (Wadsworth 1997).
El ST ha sido de mucho éxito como forma de establecer plantaciones forestales en diferentes condiciones. En las zonas secas de Myanmar, con 450 a 1 100 mm de precipitación anual, se establecieron bosques comunales durante 2-3 años usando sistemas taungya con el objetivo de producir madera para pulpa y proporcionar leña a partir de: Acacia spp., Albizia lebbek, Senna siamea, D.sissoo, M. azedarach, Prosopis spp. y eucaliptos.
Un ejemplo son las plantaciones de Gmelina arborea en Jari en el sur de Brasil, establecidas mediante el sistema taungya donde se ha cosechado arroz y frijoles durante dos años en plantaciones de: Cunninghamia lanceolata; arroz, algodón y maíz con Eucalyptus.
Además, entre los beneficios ecosistémicos que los ST brindan, cabe mencionar que como herramienta de restauración permiten combinar las acciones de reforestación con la actividad agrícola, durante las primeras etapas de establecimiento de los árboles, lo que representa un beneficio económico y social; a la vez que se impide el establecimiento de malezas que compitan con los árboles y aportan materia orgánica al suelo de los rastrojos de los cultivos.
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Sistemas agroforestales simultáneos
Los SAF simultáneos ocurren en un sitio donde existe una combinación simultánea y continua de un componente agrícola con un componente forestal, ya sea de árboles maderables, frutales, de uso múltiple, o de servicio. Estos SAF incluyen todo tipo de asociaciones de árboles con cultivos anuales o perennes, huertos caseros mixtos, agrobosques y sistemas silvopastoriles.
Árboles con cultivos anuales
  • Cultivo en callejones (Alley Cropping)
El cultivo en callejones es un SAF simultáneo de árboles con cultivos anuales, que consiste en hileras de árboles, generalmente distanciados de 4 a 6 metros entre hileras x 2 metros entre árboles, intercalados con cultivos anuales entre hileras de plantación (Figura 7). Los árboles se podan antes de la siembra y las ramas se dejan en los callejones con el fin de incorporar materia orgánica al suelo y suprimir malezas.
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Aspectos de manejo
En los cultivos en callejones las hileras de árboles pueden tener un distanciamiento de 4 a 6 metros entre hileras y 1 a 3 metros entre árboles, de manera que se pueda hacer varios surcos de siembra del cultivo temporal. La poda se realiza antes de la siembra del cultivo y se fraccionan las ramas con hojas que se dejan sobre el suelo para que se descompongan e incorporen al mismo para posterior utilización por el cultivo. Debe tenerse en cuenta dejar pasar unas 10-12 semanas desde la poda hasta la siembra para permitir la mineralización del nitrógeno contenido en la biomasa de las ramas y así permitir que esté disponible para el cultivo. 
En este SAF es muy conveniente que los árboles sean de especies fijadoras de nitrógeno (Fabaceae como Erythrina spp., Gliricidia sepium y, Leucaena leucaena), principalmente en suelos de baja fertilidad, donde el contenido de nitrógeno (N) es bajo. La intención principal del cultivo en callejones es el reciclaje de nutrimentos mantener o incrementar el rendimiento de cultivos a través del mejoramiento del suelo, el control de las malezas y ayuda al control de la erosión.
Recordar que los mecanismos principales de ganancia de N en el suelo son: a) N aportado con las lluvias; b) N, proveniente de la fijación no simbiótica; c) N proveniente de la fijación simbiótica; d) N aportado por los fertilizantes y abonos orgánicos; y e) N proveniente del proceso de mineralización a partir de restos frescos (vegetales y animales), en este caso la poda de ramas en el SAF. Por todo lo anterior, este es un sistema de producción que se adapta bien a los suelos de baja fertilidad en áreas degradadas y a zonas secas y semiáridas, dado que favorece la restauración de la fertilidad y las condiciones físicas del suelo. Adicionalmente, los productores pueden obtener de los árboles otros productos como postes, leña, forraje, abono verde y fijación de nitrógeno atmosférico. Este último tiene importancia actual porque la acción de disminuir la fertilización nitrogenada, es una forma de reducir las emisiones de óxido nitroso a la atmósfera, de manera que se considera una forma de mitigar el cambio climático. En áreas con pendientes pronunciadas las hileras de árboles pueden establecerse en curvas de nivel como barrera viva para la conservación del agua y disminución de la erosión. Además, son una forma de conservar el suelo que no requiere de estructuras físicas de conservación.
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  • Cultivos al amparo de cortinas forestales
En esta categoría se incluye toda forma de monocultivo o policultivo agrícola de ciclo corto como: maíz, frijol, cebolla, apio, lechuga, tomate, cilantro, y otras especies hortícolas, en asociación con árboles en forma de cortinas rompevientos en zonas ventosas, cercas vivas multiestratificadas o hileras de árboles en curvas de nivel en áreas de laderas. Todas estas alternativas que integran los cultivos agrícolas con la plantación de árboles, son una forma de conservación y restauración de áreas degradadas, que contribuyen a conservar la biodiversidad y los recursos hídricos. Los cultivos bajo cubierta, cortinas forestales, plantaciones mixtas, bosques de frutales y los SAF sucesionales son algunos de estos ejemplos.
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Árboles con cultivos perennes
La asociación simultánea de árboles y cultivos perennes es una práctica frecuente en Mesoamérica. Los ejemplos más destacados son los cultivos de café y cacao bajo sombra. Los efectos benéficos de los árboles de sombra, particularmente Fabaceae en cafetales, fueron reconocidos y descritos a principios del siglo pasado (Cook 1901). El cacao, a diferencia del cafeto, se adapta a sitios fértiles de bajura (de 0 a 700 msnm); mientras que el café es un cultivo de zonas altas. Estos SAF con árboles para sombra son una alternativa más sostenible que los monocultivos perennes, porque dan valor agregado en términos de diversificar la producción, brindar hábitat para mayor biodiversidad, favorecer la conservación del suelo y servir de protección de los recursos hídricos. Todos estos elementos son importantes cuando se contempla la recuperación de áreas degradas.
  • Cafetales y cacaotales bajos sombra
Estos SAF combinan en forma simultánea árboles con cultivos perennes, tales como Coffea arabica, Theobroma cacao; como también es el caso de Camellia sinensis, Elettaria cardamomum, entre otros. En ellos el cultivo está intercalado con los árboles que contribuye con servicios ambientales, productos adicionales, mejoramiento del suelo, microclima propicio para el cultivo, y sirve de tutor o soporte para cultivos de enredadera como Piper nigrum o Vanilla planifolia.
Los árboles pueden ser maderables, frutales o de uso múltiple. Las especies para sombra más utilizadas han sido Inga edulis, I. vera, Gliricidia sepium; Erythrina poeppigiana, E. fusca, Grevillea robusta y Leucaena leucocephala, entre otras. Entre las las especies forestales que mejor se adaptan se encuentran Cordia alliodora, Cedrela odorata, Swietenia macrophyla, Dalbergia retusa, Tabebuia donnell-smithii y Schizolobium parahybum; y más recientemente, se ha introducido Eucalyptus spp., Alnus acuminata, Terminalia amazonia y Gmelina arbórea, entre otras. También, ha sido común plantar frutales, principalmente Citrus spp., Persea americana, Macadamia spp., Psidium guajava y también sombra temporal de musáceas.
El café con sombra es quizás el cultivo más antiguo e importante, pues se estima que abarca más de un millón setecientas mil hectáreas en Mesoamérica, incluyendo República Dominicana, de las cuales más de 80% son SAF y la mayor parte es cultivado por agricultores/as en pequeña escala, en fincas no mayores de 5 ha (Anta Fonseca 2007, OIC 2013).
En los SAF de café con sombra es importante la diversidad estructural, que se aplica a la arquitectura del cafetal y a la disposición espacial de la vegetación no cafetalera (árboles de sombra, maderables, frutales leñosos, herbáceas como Musa spp., etc.) y las diversas capas o estratos en el SAF; y también la diversidad florística, que se refiere a la mezcla de especies o diversidad de los árboles de sombra.
Aspectos de manejo
En los SAF de árboles con cultivos perennes la distancia y entre hileras puede variar entre 6 a 12 metros, y de 6 a 8 metros, entre árboles con densidades de 100 a 280-300 árboles por hectárea. Cuando se realiza poda, puede ser anual o bianual en función de la especie y de su capacidad de tolerar podas. Las ramas se dejan sobre el suelo para su mineralización. En el caso de Erythrina poeppigiana, como sombra en cafetales, el aporte de biomasa proveniente de las podas puede alcanzar de 8 a 12 toneladas de materia seca al año, equivalentes a 170-230 kg Nha/año (Russo y Budowski 1986). 
En Colombia, el Centro Nacional de Investigaciones de Café (Cenicafé) ha realizado una extensa investigación sobre sombra en cafetales, en aspectos tales como: densidades de plantación de los árboles de sombra, regulación del sombrío y tipos de poda. Estos estudios concluyeron que los cafetales cultivados bajo excesivo sombrío no responden a la aplicación de fertilizantes, y sugieren que la respuesta a la fertilización e incrementos en la producción se pueden favorecer con un manejo de la sombra, a través de la poda de los árboles que permitan la circulación del aire y una mayor penetración de la luz (Farfán 2014, Mestre y Ospina 1994, Farfán y Baute 2010).
El componente arbóreo reduce la temperatura ambiental y la del suelo, se reduce la evaporación en la superficie y se incrementa la humedad relativa del ambiente. Bajo sombrío la temperatura nocturna del cafetal es más alta, y en el día es menor que en cafetales a plena exposición solar; de manera que se regula la intensidad lumínica y la temperatura foliar, creándose condiciones apropiadas para la fotosíntesis y crecimiento del cafeto (Rena y Maestri 1987).
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Las condiciones de sombra óptimas (para el caso colombiano) se pueden obtener con diferentes copas de árboles, por ejemplo, solo con Inga edulis o con un dosel estratificado de Erythrina poeppigiana y Cordia alliodora (SAF común en otros países mesoamericanos). Para obtener el patrón de sombra deseado se puede recurrir a la poda. Algunas especies, como Erythrina poeppigiana, se pueden podar de dos a tres veces por año, mientras que Inga edulis solo se poda una vez. La selección de la especie por la forma de su copa, la densidad del follaje y fenología, entre otras; y su manejo (espaciamiento inicial, arreglo de plantación y raleos) son aspectos trascendentales para mantener la sombra en cultivos perennes como el café, dentro de niveles aceptables (Beer et ál. 2003). Además de árboles maderables o de servicio, puede haber palmas como Bactris gasipaes, Cocus nucifera y Elaeis guineensis. Otros cultivos perennes como Hevea brasiliensis; o frutales como Citrus spp., Artocarpus communis, Mangifera indica o Anarcardium occidentale.
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En algunos casos se utiliza sombra temporal de Musa spp. y se establece un SAF de cafébanano-árboles o cacao-plátano-árboles. Además de Musa spp., otros cultivos de sombra temporal que pueden ser usados en SAF de café y cacao, son: Ricinus comunis, Manihot esculenta, Cajanus cajan y Carica papaya.
En el caso de los cacaotales, la sombra debe mantenerse baja y abierta para que su manejo sea sencillo y no se den condiciones excesivas que propicien humedad favorable para el desarrollo de enfermedades. La sombra disminuye la actividad metabólica de la planta y con esto el consumo de nutrimentos; por lo que existe una relación inversa entre la producción de cacaotales sin sombra y la longevidad de los árboles (Somarriba 1988, 1994, 2013). Somarriba (2013) también reseñó una tipología de doseles en cacao, que va desde el cultivo de cacao sin sombra, hasta los agrobosques de cacao, que es extensible a SAF con café.
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Un indicador valioso en los SAF es el Índice de Área Foliar (IAF-LAI, por su sigla en inglés) que se define como la relación existente entre el área foliar del dosel y el área ocupada por el SAF. El IAF es una variable útil para modelar muchos procesos fisiológicos, como la evapotranspiración, la capacidad fotosintética o la captura de carbono. El IAF está asociado con los principales factores de producción vegetal, como la fotosíntesis neta (FN), la eficiencia en el uso del agua, la eficiencia en el uso del nitrógeno y la regulación de la temperatura y la humedad relativa dentro del dosel (Barrios y Cobo 2004). A medida que aumenta el IAF, aumenta la FN, pero cuando es mayor de tres, la FN se estabiliza. Los bosques naturales primarios tienen valores de IAF entre seis y siete (Vásquez et ál. 2014).
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Este índice, junto con el tamaño del árbol y la forma de la copa, son los más importantes elementos para el estudio de los bosques y plantaciones forestales (Shively et ál. 2004, Nascimento et ál. 2007). Según Zhang et ál. (2005) las especies forestales adaptadas a condiciones de altura tienen mayor capacidad fotosintética y mayores contenidos de carbono y nitrógeno que las plantas de selvas y sabanas tropicales.
Además, entre los servicios ecosistémicos que brindan los SAF de cafetales y cacaotales, cabe mencionar sus aportes a la conservación de la biodiversidad, el mantenimiento de la fertilidad del suelo y su papel como sumideros de dióxido carbono atmosférico que contribuye a la mitigación del cambio climático.
En cuanto a biodiversidad, en ambos casos, proveen hábitats para avifauna e insectos y favorecen el control biológico, dado que el incremento en la diversidad de aves e insectos permite aumentar los servicios relacionados con la polinización, la dispersión de semillas y el control biológico de insectos plaga.
Cuando la mayoría de las especies del dosel de sombra son nativas, como Inga spp., sus frutos son consumidos por una gran variedad de fauna nativa, mientras que las maderables, como Cordia alliodora proveen madera de buena calidad en poco tiempo. Por otra parte, la función de los cafetales y los cacaotales con sombra es análoga a la de un bosque, aunque su estructura y composición florística sean diferentes. Como herramienta de restauración, permiten combinar los servicios de los árboles y los cultivos perennes en el mejoramiento del suelo con el aporte de materia orgánica de la poda de ramas y el mantillo de los árboles y el cultivo del sistema (Läderach et ál. 2013).
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  • Agrobosques
El concepto de agrobosques, a pesar de ser sistemas tradicionales, han sido incorporado más recientemente a las definiciones y clasificaciones de SAF. Los agrobosques son áreas con predominio de árboles y arbustos, o comunidades que se asemejan a bosques, donde existen parcelas o claros con prácticas agrícolas junto con estructuras típicas de los bosques naturales por su composición florística y su estratificación mútiple. Un ejemplo es el llamado sistema agroforestal Quesungual (SAQ), o Kuxur Rum, modalidad agroforestal que fue practicada ancestralmente por las culturas mayas y todavía se realiza en algunas regiones. Se reporta la práctica de este sistema en países como Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua (CATIE/CESTA 2006). Básicamente consiste en podar árboles seleccionados en un área de bosque natural (generalmente secundario) hasta la mitad del tronco, sin dañar las raíces, y sembrar maíz en los claros o abras con mayor radiación solar. Cabe señalar que en el caso de Honduras, después del huracán Mitch, en las zonas donde se practicaba el SAQ, no se observaron daños tan intensos.
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Recientemente se realizaron estudios en el sudeste de Honduras, en siete comunidades de la región de San Lucas (entre 13°41’ y 13°42’ lat. N y 86° 55’ y 83°56’ long. O), sobre el potencial del SAQ en tierras de ladera con pendientes mayores al 12% (aproximadamente 80% de la superficie del país); donde se han practicado sistemas agrícolas migratorios de tala y quema, y se concluyó que el SAQ reduce la vulnerabilidad al cambio climático de pequeños agricultores de subsistencia, y que tiene gran potencial para mejorar los medios de vida y ayudar a la adaptación al cambio climático en laderas tropicales. Se trata de una buena opción para mitigar gases de efecto invernadero, y a su vez, desempeña otros servicios para un mejor aprovechamiento agroganadero sostenible (Mendoza et ál. 2014a, 2014b). Otros ejemplos son los agrobosques de cacao en el área de la cuenca binacional del río Sixaola entre Costa Rica y Panamá (Figura 26).
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Sistemas lineales o en alineación
Los sistemas lineales o en alineación son plantaciones de árboles en hileras de uno, dos o más filas, tales como cercas vivas, setos vivos, barreras vivas, líneas de árboles y arbustos (maderables, frutales, de uso múltiple) y cortinas rompevientos, generalmente asociadas a un cultivo agrícola o pastizales. Son útiles especialmente en fincas pequeñas porque ofrecen muchas oportunidades para la producción de bienes y servicios de interés para el productor. Es una de las tecnologías agroforestales comúnmente más promovidas en los programas de extensión y desarrollo forestal y agroforestal en Mesoamérica (Current et ál. 1995, Somarriba 1998).
Cercas vivas
Una cerca viva se compone de postes vivos en una hilera de árboles o arbustos que delimitan una propiedad o puede dividirla o parcelarla internamente. En función de la especie utilizada puede producir leña, madera, forraje, flores para miel, frutos, postes, entre otros. Son muy frecuentes en los países de Mesoamérica y una de sus funciones más importante es la delimitación de fincas.
Preparación de postes para cerca: la mayoría de los árboles de cercas vivas en Costa Rica se propagan mediante la plantación de estacas grandes (de 1,5 a 2,5 m de longitud y 4-12 cm de diámetro en la base, dependiendo de la finalidad de la cerca y las preferencias de los agricultores. Las estacas se obtienen de las ramas que crecen en los postes de las cercas vivas que se podan después de uno o dos años de crecimiento. El número de brotes por cada árbol establecido en una cerca viva varía según la edad, el vigor y el período transcurrido desde la última poda. Un poste puede producir de 2 a 8 estacas grandes cada dos años.
Las especies arbóreas más empleadas son Mangifera indica, Bursera simarouba, Spondias spp., Gliricidia sepium y Ficus isophlebia, Gliricidia sepium, Ficus isophlebia, Pochote quinata; Bursera simarouba, Delonix regia, Mangifera indica, Spondias spp., y Simaruba glauca (aceituno), son otras especies utilizadas.
Preparación de postes para cerca
La mayoría de los árboles de cercas vivas en Costa Rica se propagan mediante la plantación de estacas grandes (de 1,5 a 2,5 m de longitud y 4-12 cm de diámetro en la base, dependiendo de la finalidad de la cerca y las preferencias de los agricultores.
Las estacas se obtienen de las ramas que crecen en los postes de las cercas vivas luego de su poda y de uno o dos años de crecimiento. El número de brotes por cada árbol establecido en una cerca viva varía según la edad, el vigor y el período transcurrido, desde la última poda. Un poste puede producir de 2 a 8 estacas grandes cada dos años. 
  • Tipos de cercas vivas
Las CV pueden ser: a) Simples: con una sola especie, presentan un solo estrato arbustivo; o b) Complejas: con varias especies, presentan dos o más estratos de vegetación diferenciables, han demostrado ser una herramienta de conservación de la biodiversidad (Harvey 2010).
También pueden agruparse en función de su objetivo secundario en: a) Forrajeras: cuando la producción de hojas, ramas y flores son usadas para la alimentación animal, en este caso se utilizan especies leñosas forrajeras como: madero Gliricidia sepium o Erythrina spp., entre otras. Se las mantiene a una altura baja de 2 a 4 metros con podas frecuentes (cada tres a cuatro meses); b) Producción de leña: cuando las ramas y troncos son usadas como combustibles por especies de alto poder calorífico como: Inga spp., Gliricidia sepium, Pentaclethra macroloba, entre otras; se las mantiene de 5 a 7 metros y con raleos periódicos de 3 a 7 años; c) Maderables: cuando junto a los postes vivos de la cerca se planta una hilera árboles maderables, a los que no se les fija grapas con alambre de púas. Pueden usarse especies heliófitas durables como: Gmelina arborea, Tectona grandis, Vochysia guatemalensis, Cedrela spp. y Cordia alliodora, entre otras. El raleo y aprovechamiento final de la madera se realizan según las recomendaciones para la especie utilizada; y d) Multipropósito: cuando están conformadas por especies leñosas de uso múltiple (Ospina 2003, Somarriba 1990, 1992, 2013, Somarriba et ál. 2012, 2013).
Es deseable que las especies reúnan características que favorezcan su establecimiento, mantenimiento y utilización posterior. Asimismo que sean compatibles con los cultivos con los que van a ser asociadas, así como facilidades de manejo periódico. En los casos donde las cercas vivas se usen como tapavientos, es necesario buscar especies arbóreas y arbustivas que se complementen en su estructura para formar una barrera más efectiva.
Budowski (1981) comparó las ventajas y desventajas entre cercas vivas y cercas con postes muertos de madera (Cuadro 4).
Características deseables en las especies para utilizar en cercas vivas
  • Crecimiento rápido.
  • Propagación vegetativa.
  • Fijación de nitrógeno del suelo.
  • Alta producción de biomasa, leña y postes.
  • Tolerantes a podas severas y moderadas.
  • Alta capacidad de rebrote postpoda.
  • Compatibilidad con cultivos y/o pastos.
  • Uso múltiple y alto valor.
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Setos vivos
Un seto vivo es una plantación lineal de arbustos o árboles en una o más hileras, establecidos a distancias cortas (30-50 cm) de manera que al crecer sus ramas y hojas se cierran y forman una cerca o barrera. Generalmente se disponen en los límites de una parcela o son linderos de una propiedad. No requieren de fijación de alambre al poste y la principal diferencia con una cerca viva es la distancia entre postes y la no fijación de alambre. Se incluyen entre los SAF cuando están asociados a parcelas de cultivos agrícolas (Figura 30).
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Cortinas rompevientos
Una cortina rompevientos (también llamada protectora o forestal, windbreaks en inglés, brise vents en francés) es una plantación forestal, que forma una barrera, para mitigar los efectos negativos de los vientos3 y regular las condiciones de microclima. Consiste en hileras múltiples de árboles establecidas en forma perpendicular a la dirección de los vientos dominantes. Se incluyen en los SAF cuando están asociadas a un sistema de producción agrícola o pecuario. Los árboles se disponen en hileras a distanciamientos y configuraciones predeterminadas en función del tipo y grado que se desee. La protección depende de la altura de las especies que la componen y de la permeabilidad de su dosel. Se acepta en general que una cortina rompevientos brinda servicios y beneficios en los establecimientos agropecuarios. Además, una cortina bien manejada produce también madera.
El diseño de las cortinas está dado por su ubicación dentro de los predios, la orientación, la distancia entre cortinas y la distancia entre plantas. Para obtener el máximo provecho de las cortinas, se debe identificar, antes de establecerla, el sector que se desea proteger y planificar la disposición y la longitud que tendrá la cortina.Varios aspectos deben considerarse para el diseño de una cortina, entre ellos se destacan: a) Orientación; b) Distanciamiento entre árboles y entre hileras de árboles; c) Densidad; y d) Altura de los árboles. La altura de los árboles de la cortina es el factor más importante por considerar en su diseño, dado que determina el área que protege. La distancia máxima de protección de una cortina varía entre 15 y 20 veces la altura de los árboles. Es decir, si una cortina tiene 10 m de altura, protegerá hasta una distancia de 150-200 m.
Una cortina puede ser: a) simple: cuando está formada de dos hileras de árboles plantados a 3 x 3 m, en sistema cruzado o trabado; o b) compuesta: cuando están constituidas por tres o más hileras en forma de tres estratos –alto, medio y bajo– con árboles de diferente magnitud o porte, plantados generalmente a una distancia de 3 x 3 m; la primera hilera (estrato alto) queda hacia el cultivo; en la segunda hilera van especies de porte medio (estrato medio), con árboles de altura media; y la última hilera (estrato bajo) queda al exterior de la parcela de cultivo, especies de porte arbustivo. Por ejemplo, en León, Nicaragua, se usan cortinas de tres estratos y cinco líneas de Eucalyptus camaldulensis, Leucaena leucocephala y Tecoma stans para proteger el suelo durante la época seca en plantaciones de Gossypium hirsutum (Mendieta y Rocha 2007). En Costa Rica, son conocidos los casos de cortinas de Cupressus lusitánica, proveniente de México, en zonas de altura del Valle Central en las provincias de Heredia y Cartago.
Mendieta y Rocha (2007) resumen el efecto del viento excesivo sobre los cultivos en la Figura 31. Enfatizan que entre las características sobresalientes de las cortinas rompevientos, junto con las cercas vivas, demarcan parcelas de cultivos anuales o perennes, o sirven como límite de fincas; controlan la contaminación sólidos transportados por el viento; tienen efectos positivos en los rendimientos de los cultivos, debido a la reducción de la pérdida de humedad del suelo y mejoras en las condiciones del sitio; generan productos adicionales para la venta y el consumo (postes, leña, frutos, follaje, goma, madera); protegen contra el deterioro de edificaciones e infraestructura (partículas de materia y suelo transportadas por el viento); y en la salud humana, reducen la incidencia de enfermedades bronquiales. Asimismo, sirven como barrera para detener la erosión; disminuir la pérdida de humedad del suelo y generar ingresos económicos por la producción de madera cada cierto período de tiempo.
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La altura de la barrera constituye una unidad práctica de medida aplicada a la distancia donde el terreno queda protegido. Así la distancia de protección es de 10, 15 o hasta 20 veces la altura. FAO (1961) reporta que los porcentajes de reducción de la velocidad del viento son de 60 a 80% en la parte más cercana a esta, y de 20% a distancias 20 veces su altura; La reducción máxima de la velocidad del viento se obtiene en el área de protección equivalente a cuatro veces la altura de la cortina.
Algunas consideraciones sobre el diseño de cortinas rompevientos (Golberg et ál. 2003) son: 1) la extensión horizontal de la protección es generalmente proporcional a la altura de la cortina; 2) las máximas reducciones del viento están relacionadas con la porosidad (Ø). La porosidad constituye el descriptor más conocido de la estructura interna de las cortinas y se define como: la relación existente entre el área perforada (los claros de la barrera que permiten el paso del viento) y el área total. Desde el punto de vista de la porosidad las cortinas se pueden dividir en impermeables, aquellas cuya Ø está en un rango de 0-25% y permeables, cuando Ø va del 45 al 55%. Para obtener reducciones significativas de la velocidad del viento (del orden del 10-30%) y proteger largas distancias, son menos efectivas las barreras de baja porosidad (impermeables o muy densas) que las más porosas (Heisler y Dewalle 1988); 3) barreras naturales de un ancho menor o igual a su altura (H) producen mayor reducción del viento y un área de protección más grande respecto de las muy anchas en relación con su H; 4) la eficiencia de la barrera está en relación con el ángulo de incidencia del viento, el desvío de la dirección del viento respecto con la perpendicular origina una combinación de respuestas; 5) la zona protegida por una barrera de porosidad del 15 al 35% y una incidencia del viento perpendicular a esta puede estimarse que alcanza 10 veces la altura de la cortina.
Manejo de la Cortina: a) después de establecida es necesario hacer replante de pérdidas que se hayan observado durante el primer mes, es preferible el 100% de sobrevivencia para que no haya huecos a lo largo de la cortina; b) la plantación debe estar libre de malezas, lo que se logra con dos o tres chapias a lo ancho de la franja o bien realizando una ronda de un metro de ancho a cada árbol, durante los tres primeros años de edad; c) mantener una línea cortafuego para prevenir la ocurrencia de incendios; d) en las cortinas rompevientos no es importante hacer podas, a menos que haya árboles maderables de alto valor económico o frutales; e) no se deben hacer raleos o cortes selectivos para que la cortina no pierda su función protectora, a menos que se trate de una cortina muy densa; f) cuando se corta una hilera de árboles conviene seleccionar los mejores rebrotes; g) si se hace aprovechamiento forestal, realizar un plan de corta y manejo de los rebrotes, haciendo las talas por hilera en forma alternada y dando el tiempo suficiente al crecimiento de los rebrotes.
Características básicas de una cortina rompevientos
Las cortinas deben reunir las siguientes características, con el objeto de lograr una buena reducción de la velocidad del viento:
  • Permeabilidad
  • Perfil
  • Ancho
  • Altura
  • Orientación
  • Longitud y continuidad
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Atributos y características deseables de los sistemas agroforestales
Existen atributos y características deseables de los sistemas agroforestales en diferentes aspectos:
a) En cuanto a la selección de la especie leñosa, tener en cuenta que sea de fácil establecimiento y de crecimiento rápido.
b) En lo referente a la arquitectura, fenología y compatibilidad de la especie leñosa con los cultivos asociados, es deseable que hagan poca competencia por agua y nutrientes; que tengan una copa abierta y angosta con hojas pequeñas; que tengan un sistema radicular fuerte y en lo posible profundo; sin efectos alelopáticos; con ramas y tallos no quebradizos y que no hospeden plagas ni enfermedades.
c) En lo relativo al manejo y la fisiología del componente leñoso, es deseable que: toleren exposición plena al sol; tengan autopoda de ramas; toleren podas frecuentes; rebroten fácilmente; sean fáciles de manejar (sin espinas ni látex urticante); y que en lo posible fijen nitrógeno.
d) En cuanto a funciones ecológicas, son atributos deseables que tengan biodiversidad funcional y fomenten el control biológico; provean hábitats para avifauna y otros animales no dañinos; fomenten la conservación y fertilidad del suelo; y mantengan el follaje en la estación seca.
El CATIE (2001) resumió en tres grupos los atributos que los agricultores(as) esperan de un SAF: a) productividad; b) sostenibilidad; y c) adoptabilidad. En el Cuadro 6 se resumen dichos atributos y sus características.
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Importancia de las buenas prácticas agrícolas en los sistemas agroforestales
Las buenas prácticas agrícolas (BPA) consisten en la aplicación del conocimiento disponible a la utilización sostenible de los recursos naturales básicos para la producción, en forma benévola, de productos agrícolas alimenticios y no alimenticios, inocuos y saludables, a la vez que se procura la viabilidad ambiental, económica y la estabilidad social (FAO).4 Las BPA fueron presentadas por primera vez en 2003 al Comité de Agricultura (COAG) de la FAO. Por lo tanto, las BPA comprometen a los agricultores a hacer las cosas bien y a dar garantías de ello.
Si bien, las BPA tuvieron como fin obtener alimentos y productos agrícolas alimenticios y no alimenticios inocuos y saludables, ahora adquieren un valor agregado cuando se asocian a cultivos realizados en un SAF como medio para reducir las emisiones de los sistemas de producción.
Las BPA no son obligatorias, pero son necesarias para exigencias de los compradores y consumidores. Cuando se practican, brindan muchas ventajas para todas las personas y factores que forman parte de la agrocadena: el productor, el comprador, el consumidor, el ambiente y la economía.
Para implementar las BPA se debe considerar el manejo adecuado de diferentes elementos del sistema productivo de acuerdo con sus componentes y a las condiciones biofísicas locales, tales como: suelo, clima, vegetación, altitud, topografía, ubicación, entre otros.
Suelo: de acuerdo con los tipos de suelo dependerá la herramienta y las prácticas que se utilicen, el objetivo debe ser mantener y proteger el suelo vivo con materia orgánica adecuada y microorganismos benéficos, entre otras prácticas:
  • No se debe pulverizar utilizando en forma permanente herramientas que destruyan la estructura del suelo, por ejemplo con motocultivadores.
  • Se deben utilizar herramientas de bajo impacto en el terreno. Como por ejemplo, el uso de cincel o rastras que no profundizan el suelo ni revierten el pan de tierra (como sí lo hace el arado de reja y vertedera).
  • Dejar el suelo en barbecho (arar el suelo después de la cosecha) para oxigenar la tierra y controlar la erosión.
  • Rastrear y nivelar el terreno y formar camas o surcos para un buen sistema de riego y drenaje para evitar encharcamientos e inundaciones.
  • Tener en cuenta las características físico-químicas y orgánicas que tiene el suelo.
La producción se divide en cuatro fases
  1. Selección del lote de siembra y de la semilla.
  2. El manejo del suelo y su fertilidad.
  3. El manejo y la aplicación segura de plaguicidas.
  4. El diagnóstico y el manejo de las enfermedades. 
  • Analizar los problemas que el suelo puede presentar, como por ejemplo: Físicos: suelos muy arcillosos o arenosos; Químicos: suelo con alta salinidad, acidez o alcalinidad; y Biológicos: suelos con escaso porcentaje de materia orgánica, o presencia de patógenos. Para ello, se debe elaborar un plan de mejoras y de corrección.
Drenaje y erosión: los suelos con drenaje adecuado evitarán la creación de microclimas que promuevan la presencia de patógenos en los cultivos. Por lo que se recomienda:
  • Controlar las pendientes del terreno y los canales de riego y drenaje existentes, si los hubiese, para evitar posibles fuentes de erosión, tanto hídricas (por escorrentías) como eólicas (cárcavas).
  • Para evitar la erosión, el terreno debe estar, en la medida de lo posible, cubierto con cultivo o con restos vegetales, intercalando vegetales, implantando árboles y arbustos como cortinas y trata que el suelo no quede “desnudo” para evitar la erosión.
  • La erosión es un fenómeno irreversible que “se lleva” el suelo, pierde calidad, dificulta y encarece las cosechas.
Además, las BPA se enmarcan en los 16 principios generales de la Carta de la Tierra, promovida en el entorno de las Naciones Unidas y de sus organizaciones a partir del año 2000 (La Carta de la Tierra 2000), porque aprovechan los conocimientos regionales, locales y ancestrales; respetan la naturaleza y la preservación de los recursos naturales; limitan el acceso y utilización de elementos contaminantes; utilización responsable de productos fitosanitarios (biológicos y químicos); y regulación de problemas sanitarios mediante manejo integrado de plagas que incluyan factores naturales de control (enemigos naturales, rotaciones y asociaciones de cultivos).
El séptimo principio general dice: ...Adoptar patrones de producción, consumo y reproducción que salvaguarden las capacidades regenerativas de la Tierra, los derechos humanos y el bienestar comunitario.
Mientras que los principios de detalle son:
a. Reducir, reutilizar y reciclar los materiales usados en los sistemas de producción y consumo. Asegurar que los desechos residuales puedan ser asimilados por los sistemas ecológicos.
b. Actuar con moderación y eficiencia al utilizar energía y tratar de depender cada vez más los recursos de energía renovables, como la solar y eólica.
c. Promover el desarrollo, la adopción y la transferencia equitativa de tecnologías ambientalmente sanas.
d. Internalizar los costos ambientales y sociales totales de los bienes y servicios en su precio de venta y posibilitar que los consumidores puedan identificar los productos que cumplen con las más altas normas sociales y ambientales.
e. Asegurar el acceso universal al cuidado de la salud que fomente la salud reproductiva y la reproducción responsable.
f. Adoptar formas de vida que pongan énfasis en la calidad de vida y en la suficiencia material en un mundo finito.
Por último, para trabajar utilizando las BPA en los SAF se debe tener en cuenta entre otras, las siguientes actividades:
  • Selección de sitio seguro para la producción.
  • Utilizar semillas con identidad y de calidad.
  • Preparación conveniente del terreno.
  • Manejo de plagas y enfermedades en forma responsable.
  • Riego con agua segura y su utilización racional.
  • Cosechar respetando normas higiénicas.
  • Acondicionamiento y transporte adecuado e higiénico de los productos.
Potencial mitigador de distintas BPA
Más del 18% de las emisiones de GEI son atribuibles a la deforestación, los cambios de uso del suelo, los incendios forestales y el empleo de políticas y técnicas agrícolas inadecuadas. De manera que, fomentar políticas agrícolas y forestales que contemplen prácticas que promuevan el carácter de sumidero de carbono como los SAF, tiene potencial de mitigación del CC. Este potencial de mitigación de los SAF se potencializa cuando se utilizan las BPA. Smith et ál. (2008) hacen un resumen de las acciones o medidas propuestas para mitigar las emisiones de GEI (Cuadro 7).
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Sugerencias o posibles acciones relacionadas con las BPA y la reducción de emisiones
  • Identificar las prácticas agrícolas que reducen la emisión de gases con efecto invernadero.
  • Diseñar instrumentos de política agrícola y de incentivos destinados a apoyar los cambios necesarios para lograr reducción de emisiones.
  • Evaluación de los costos de implementación y de análisis de las barreras e incentivos para su implantación.
  • El secuestro de carbono, por parte de los suelos agrícolas, es un factor esencial a tener en cuenta en el diseño de futuras estrategias.
  • Tan importante como la mitigación, es la adaptación, es decir, el desarrollo de medidas con el objetivo de reducir el impacto que sobre las producciones pueda tener el CC.
  • Algunos modelos de producción como la agricultura orgánica o la agricultura de bajos insumos, con la utilización de variedades locales bien adaptadas y con técnicas tradicionales mucho menos dependientes de productos químicos de síntesis, deben ser evaluados como alternativas reales de la agricultura para la mitigación del cambio climático.
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Almacenamiento de carbono en la biomasa en sistemas agroforestales
El almacenamiento o secuestro de carbono en la biomasa (aérea y subterránea) de los SAF es uno de los principales servicios ecosistémicos por su importancia para la mitigación del cambio climático, particularmente en los SAF con cultivos perennes como café y cacao.
En el caso del cacao, el Programa Centroamericano del Cacao (PCC) del CATIE realizó estudios en cinco países centroamericanos y determinó el carbono total almacenado (en la biomasa aérea y el suelo) en el SAF de cacao, de 23-24 años de edad promedio (Somarriba et ál. 2013; Figura 34). En la biomasa aérea se almacenan entre 33,5 y 72,5 tC/ha, con un promedio 49,2 tC/ha; con tasas de acumulación anual entre 1,9 y 3,7 tC/ha/año (equivalentes a una tasa de fijación de dióxido de carbono entre 7,0 a 13,6 t CO2 /ha/año). La mayor acumulación de carbono ocurre durante los primeros 10 años de edad del cacaotal.
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Almacenamiento de carbono orgánico en el suelo (COS) en sistemas agroforestales
Los SAF acumulan carbono orgánico en el suelo (COS) en cantidades relativamente altas debido a la deposición continua de residuos de las plantas; aunque existe mucha variabilidad en las cantidades almacenadas y en la tasas de acumulación anual reportadas, básicamente por la diferencia de especies, el tipo de componente (árboles, arbustos, cultivos perennes o anuales), las densidades de plantación, las prácticas de manejo, la variabilidad climática y el tipo de suelo (Montagnini 2012a, 2012b). Sin embargo, el grado en que el C es retenido en el suelo depende del tamaño de sus agregados.
En un estudio comparativo de dos SAF de cacao con sombra y un bosque natural adyacente en Oxisoles amarillo-rojizos en Bahía, Brasil, realizado por Gama-Rodrigues et ál. (2010), se observó que el 72% del COS se encontraba en macroagregados (> 250 micrómetros), 20% en microagregados (250-53 micrómetros) y el 8% en fracciones de tamaño limo-arcillosos (<53 micrómetros). Teniendo en cuenta que en los SAF de cacao, las perturbaciones del suelo son mínimas, este estudio menciona la importancia que tienen estos sistemas en la mitigación de gases de efecto invernadero (GEI), a través de la acumulación y retención de grandes cantidades de carbono orgánico en los suelos y sugiere el beneficio potencial de este servicio ambiental a los agricultores de cacao en todo el mundo.
Casanova et ál. (2011) revisaron el papel de los SAF en la captura de carbono en el trópico mexicano y afirman que son una estrategia productiva y amigable con el ambiente. Asimismo resaltan la importancia de los SAF en el ciclo global de carbono y concluyen que son una alternativa sostenible para mitigar el calentamiento global en las zonas tropicales. En otro estudio del SAF en comunidades indígenas de Chiapas se encontró que la materia orgánica del suelo (MOS) fue el mayor reservorio de carbono en todos los sistemas estudiados, incluyendo la milpa, con un promedio de 103,4 ±15,0 tC/ha para los cuatro sistemas; equivalente al 73,2% del C total (Roncal et ál. 2008).
  • Los SAF aumentan las reservas de carbono en el suelo (“C stocks”).
  • Los SAF con cultivos perennes acumulan más carbono que los SAF con cultivos anuales.
  • El carbono estable del suelo representa un reservorio a largo plazo.
Montagnini (2012)
También en la región de Huatusco, Veracruz, México, se evaluaron los reservorios de carbono en biomasa vegetal y la materia orgánica edáfica existentes en SAF de café-plátano, café-macadamia, café-Acrocarpus fraxinifolius, café-ganado ovino y café-Inga spuria, y como referencia de una condición no agroforestal se incluyeron un bosque primario y un potrero con pradera natural. Para el caso del COS (de 0 a 30 cm), el tratamiento de café sombreado con A. fraxinifolius presentó el mayor contenido con 172 tC/ha (Espinoza et ál. 2012).
Murray et al. (2014) analizaron la dinámica del contenido de materia orgánica (MO) de un suelo, bajo un SAF y los cambios ocurridos en las propiedades físicas en la Llanura Costera Norte del estado de Nayarit, México; los resultados más sobresalientes fueron: a los ocho años de implantado el SAF se observó un aumento de la materia orgánica edáfica (de 0,51 a 3,86%), una disminución en la densidad aparente (Da, de 1,40 a 1,19 g/cm3 ), un aumento en la porosidad total (Pt, de 45,1 a 58,2%) y en la porosidad de aireación (Pa, de 20,8 a 22,20% y en la capacidad de campo (CC, de 24,3 a 36,0%). Como consecuencia, hubo una mejora en la estructura; un incremento del movimiento del agua y del aire en el suelo y también un aumento en el almacenamiento de carbono orgánico del suelo.
En resumen, diversos autores reportan valores de acumulación de COS en SAF con cultivos perennes y anuales que varían entre 50 y 180 tC/ha.
Restauración de áreas degradadas con sistemas agroforestales
La Organización Internacional de las Maderas Tropicales (OIMT) y la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (UICN) fueron de las primeras organizaciones conservacionistas en promover la restauración de áreas degradadas como un instrumento de conservación para complementar los métodos de protección de bosques. La UICN contribuye a la restauración productiva de dichas áreas degradadas mediante la realización de estudios sobre diferentes técnicas de restauración de ecosistemas; la capacitación; el monitoreo de la regeneración natural en áreas con diferente historia de uso productivo; la participación de estudiantes, pasantes y voluntarios en actividades de restauración ambiental; y el asesoramiento a otras organizaciones. En este contexto, el aprovechamiento, la conservación y la restauración pueden ser estrategias complementarias de manejo y los SAF son una herramienta de restauración de áreas degradadas (OIMT-UICN 2005, Ugalde et ál. 2014).
Los SAF podrían detener la degradación forestal, evitar la deforestación generada para establecer sistemas productivos y promover la recuperación de áreas degradadas porque mejoran la fertilidad de los suelos, aumentan la resiliencia al cambio climático y brindan fuentes alternativas de ingresos a los campesinos, incluyendo esquemas similares a los de pagos por servicios ambientales. Sin embargo, los SAF requieren de una inyección inicial de capital, lo cual es un factor limitante en las condiciones actuales de los pobladores meta. En este sentido, los mercados de carbono podrían brindar fuentes de financiamiento para tales prácticas, pero la experiencia en mercados de carbono con pequeños propietarios y campesinos ha demostrado que los costos de transacción podrían ser demasiado altos sin esquemas adecuados de agregación o agrupación (Tobón 2013).
Los árboles:
  • mejoran el suelo,
  • favorecen el microclima,
  • aportan biodiversidad,
  • fijan carbono en la biomasa,
  • almacenan carbono en el suelo.
Además, los SAF generan un conjunto de bienes y servicios ecosistémicos mayores que los ecosistemas degradados y al mismo tiempo, tienen potencial de generar recursos por la venta de estos servicios, por su potencial para mitigación y adaptación del cambio climático, porque los árboles mejoran el suelo, favorecen el microclima, aportan a la biodiversidad y son sumideros de carbono en la biomasa y el suelo (Sengupta et ál. 2005).
Diversos autores recomiendan los SAF para la recuperación de áreas degradadas, entre las que se encuentran pasturas abandonadas, antiguos cultivos agrícolas, bordes de arroyos deforestados, áreas deforestadas y bosques degradados por tala selectiva.
Ventajas comparativas de los SAF
Muchas son las ventajas de los SAF que se reportan en la literatura a nivel mundial en comparación con otros sistemas de producción agrícola o forestal basados en monocultivos. Entre las principales, la Comisión Agroforestal Nacional de Costa Rica, en Una Propuesta de Acciones para la Consolidación de la Agroforestería en Costa Rica (Sequeira et ál. 1997), destacó las siguientes:
a) Ecológicas:
  • Captura de CO2
  • Protección de los bosques existentes
  • Conservación de la biodiversidad
  • Conservación de las aguas
  • Conservación del suelo
  • Mejoramiento del suelo
  • Reciclaje de nutrimentos
  • Bombeo de nutrimentos
  • Fijación de nitrógeno
  • Mejoramiento del microclima
  • Aprovechamiento óptimo del espacio físico
  • Disminución de plagas y enfermedades
  • Control de malezas
b) Económicas:
  • Diversificación de la producción
  • Contribución a la seguridad alimentaria
  • Mayores posibilidades de oferta y comercialización de productos alternativos
  • Ingresos adicionales por otros productos (maderables y no maderables)
  • Menor dependencia de insumos externos
  • Mayor producción por unidad de área
  • Sostenibilidad de los componentes agrícola y forestal
  • Servicios del árbol a los cultivos asociados (protección, sombra, sostén, etc.)
  • Simplificación de labores silviculturales
c) Sociales:
  • Existencia de una cultura agroforestal
  • Se promueve el rescate del saber popular
  • Se facilita la introducción y adopción de los SAF
  • Se potencia el intercambio de experiencias e información
  • Se favorece los procesos participativos
  • Utilización de mano de obra familiar y local
  • Mayor estabilidad socioeconómica
Además, si se compara la línea base de un área degradada con un proyecto con SAF, se pueden observar beneficios económicos como aumento en productividad, ingresos adicionales por venta de madera, refuerzo de la institucionalidad, mejoramiento en la calidad de vida y estímulo al desarrollo de nuevos sistemas productivos. Todo esto en adición a los beneficios ambientales, que incluyen: control de erosión, fijación de CO2 , aumento de la biodiversidad, generación de hábitat para especies nativas, regulación hídrica, recuperación de suelos y mejoramiento del paisaje.
Todo esto lleva a considerar indicadores en aspectos socioeconómicos tales como:
a) El valor y porcentaje de la contribución del sector agroforestal al Producto Interno Bruto (PIB),
b) el valor de los productos y servicios ambientales de producción AF en los mercados nacionales, de exportación e informales (inclusive las actividades de subsistencia),
c) el número de personas que dependen del SAF para su sustento,
d) los programas de formación, capacitación, extensión y desarrollo de mano de obra para los trabajadores/as agroforestales, y
e) la existencia y aplicación de medidas para garantizar la salud y seguridad de los/las trabajadores/as agroforestales.
A nivel comunitario se debería tomar como indicadores:
a) La superficie de SAF del que dependen las comunidades para su subsistencia y para sus costumbres y estilos de vida tradicionales,
b) el número y extensión de áreas agroforestales disponibles para investigación, educación y recreación,
c) los aspectos culturales, relacionados con los derechos y participación de las comunidades locales y los pueblos originarios.
Sostenibilidad de los SAF
De acuerdo con lo considerado, la sostenibilidad de los SAF se fundamenta en el equilibrio de lo ecológico, lo económico y lo social, tradicionalmente representados en el triángulo clásico de la sostenibilidad derivado del Informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Comisión Brundtland): Nuestro Futuro Común. En lo ecológico, porque la interacción sinergética entre los diversos componentes del sistema permite que este funcione como un todo armonioso en el espacio y el tiempo, conservando así los recursos naturales del sitio (suelo, agua, aire, biodiversidad). En lo económico, debido a la diversificación del sistema y una mayor eficiencia en el uso de los recursos por unidad de área permite optimizar (en vez de maximizar) la producción según el principio de rendimiento sostenido. En lo social, la seguridad alimentaria, el empleo y los ingresos adicionales que genera el sistema contribuyen a estabilizar la economía familiar, y por ende, promover el desarrollo integral de las comunidades rurales.
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La sostenibilidad en la agricultura se puede analizar o plantear en cinco niveles o escalas (Paniagua y Moyano 1998) y esto es aplicable a los SAF:
  1. A nivel de la finca donde en una escala microeconómica, se decide la adopción de un SAF, la rotación de cultivos, las inversiones, entre otros,
  2. a nivel de la comunidad local, constituida por agricultores/as relacionados entre sí por proximidad geográfica y vínculos culturales y sociales,
  3. a nivel del paisaje, donde se manifiestan efectos tales como la degradación y deterioro paisajísticos, la intensidad de los procesos erosivos, la pérdida de identidad de regiones naturales, etc.,
  4. a nivel nacional o regional, donde se manifiestan, a nivel macroeconómico, problemas debidos a la presión ambiental (contaminación de agua, suelo y aire) o el incremento de los costos sociales ocasionados por la producción agrícola y la generación de excedentes (impuestos, subvenciones), y
  5. a nivel internacional o global, donde se expresan los problemas del cambio climático, la deforestación y desertificación, el agotamiento de recursos, entre otros.
Consideraciones generales sobre los sistemas agroforestales
Los sistemas agroforestales son una opción viable para reducir la degradación de tierras y generar ingresos a la familia rural. Sin embargo, debido a la estructura de costos y al período de retorno, se debería considerar la asistencia técnica y financiera (pago de servicios ambientales) para que la adopción y empoderamiento de estos sistemas sea exitoso a largo plazo.
Los agricultores(as) mesoamericanos están familiarizados con un conjunto de SAF tradicionales, entre los cuales destacan café con sombra, cacao con sombra, sistemas silvopastoriles (SSP) y árboles en hilera.
Las diferentes modalidades de los SAF permiten la diversificación de la agricultura familiar, la venta de excedentes de producción y el uso eficiente de los recursos naturales de la finca (agua, tierra, biodiversidad, energía); factores que están ligados al grado de desarrollo de la economía campesina y que permitiría esquemas productivos, alimentarios y nutritivos más integrales.
Debido a las similitudes que hay en su estructura, en los flujos de energía y ciclos de nutrientes con los ecosistemas de bosques naturales, se considera que los SAF son una alternativa de uso ecológicamente sustentable para zonas climáticas donde la vegetación natural es un bosque (Ewel 1986).
En el caso de Guatemala, existe un Programa de Incentivos Forestales para Poseedores de Pequeñas Extensiones de Tierra de Vocación Forestal o Agroforestal (Pinpep) que es un instrumento para fortalecer la productividad campesina rural, al promover la incorporación de los SAF como agroecosistemas productivos que contribuyan a mejorar la dieta de las familias rurales y como alternativa para la recuperación de cobertura forestal, generación de ingreso y también como un medio para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Los SAF brindan perspectivas para los agricultores/as en sus propias tierras y también para otros usuarios institucionales a nivel regional o territorial en la planificación y el manejo de sistemas de uso sostenible del suelo para los ecosistemas frágiles del trópico húmedo y con estación seca.
Los SAF, ya sean tradicionales o innovativos, permiten elaborar estrategias para el mantenimiento de la productividad con base en la regulación de la recirculación de nutrientes a través de la elección de las especies, las densidades de plantación, y la ordenación de la sombra del dosel sobre los cultivos por medio de las podas. Todo esto hace posible maximizar el ingreso y minimizar la pérdida de nutrientes del suelo.
Si bien, siempre se destacan las ventajas del componente arbóreo (árboles, arbustos, palmas y bambúes) en los SAF, también puede haber efectos negativos sobre los cultivos y el suelo cuando la densidad de plantación y el sombreo son excesivos y cuando la elección de las especies no es la más apropiada.
Hay modalidades de SAF ancestrales (Quesungual o Kuxum-Rum) que son muy apropiadas para zonas tropicales con estación seca y para la recuperación de áreas degradadas.
Las SAF son una forma de restauración productiva de áreas degradadas porque mejoran la fertilidad de los suelos, aumentan la resiliencia al cambio climático y brindar fuentes alternativas de ingresos a la población local.
Los SAF brindan beneficios económicos y sociales muy diversos, que van desde valores económicos fácilmente cuantificables a servicios y contribuciones al ambiente y las personas que son menos tangibles.
Los SAF constituyen actividades elegibles para el mecanismo REDD+ (Reducción de Emisiones por la Deforestación y Degradación de los Bosques) porque reducen el riesgo de deforestación, pueden aumentar las reservas de carbono y ofrecen beneficios sociales y ambientales reconocidos dentro del mecanismo REDD+ (Co-beneficios).
Los SAF se insertan dentro del concepto del mecanismo de Acción de Mitigación Nacionalmente Apropiada (NAMA, por sus sigla en inglés) que se basa en una combinación de incentivos públicos y de mercado para la ejecución de medidas para la mitigación de GEI. Un ejemplo es el NAMA para el sector cafetalero de Costa Rica, que constituye una amplia plataforma de coordinación y participación del sector junto con entidades gubernamentales, no gubernamentales y de la cooperación internacional, que abarca un área de más de 90 000 hectáreas y 50 000 productores, para la mejora de la competitividad (ahorro en costos y diversificación del sistema agroforestal del cafetal), y busca, a la vez, la diferenciación del sector manteniendo su acceso a mercados y aportando a una economía baja en emisiones.
Los pueblos y comunidades indígenas son dueños o administradores de una superficie considerable de los bosques existentes en la región mesoamericana; en consecuencia, están relacionados con las prácticas agroforestales que comprenden cultivos de subsistencia como maíz, frijol, plátano, banano y cacao, manejado mediante conceptos de bajo impacto y combinados en sistemas agroforestales; donde los cultivos múltiples se mezclan con árboles maderables, con cultivos permanentes como el cacao, ofrecen una visión diferente sobre lo que deben ser los sistemas agroforestales y el manejo ancestral del bosque natural ya que desarrollan una producción sostenible en la cual nunca se deja el suelo descubierto.
En un breve resumen de lo anterior, México está a la vanguardia de la forestería comunitaria y está entre los países con mayor extensión en manos de comunidades en el mundo (aproximadamente 70% de los bosques); Guatemala, tiene experiencias y logros en la gestión forestal comunitaria, con más de 20% de los bosques manejados de forma comunal o municipal (380 000 ha manejadas de forma sostenible por concesiones comunitarias en el Petén); en Panamá, el 54% de los bosques y el carbono se encuentran en territorios indígenas y los pueblos indígenas organizados bajo la Coordinadora Nacional de los Pueblos Indígenas de Panamá (COONAPIP); Nicaragua tiene planteamiento interesantes en las Regiones Autónomas (21 territorios titulados con más de 3.6 millones de hectáreas, que son más del 62% de los bosques en Regiones Autónomas de la Costa Caribe Norte y Sur (RACCN y RACCS) en Honduras, más de 400 000 ha están en manos de comunidades a partir de la Ley Forestal de 2007, hay titulación de siete territorios y 760 000 ha en la Mosquitía; mientras que en Costa Rica, los pueblos indígenas, que constituyen el 2% de la población con 12% de los bosques en el país, tienen Asociaciones de Desarrollo Indígena (ADI) y a partir de estos derechos se estableció el Pago de Servicios Ambientales (PSA) en territorios indígenas con institucionalidad consolidada por el Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (Fonafifo).
Finalmente, los SAF son una alternativa posible de recibir pago por los servicios ambientales que producen; lo cual requiere que quien trabaja la tierra introduzca tantos árboles como su actividad se lo permita. En el caso de los cultivos mixtos que involucran árboles maderables se comprometerá a aumentar y/o reordenar el número de árboles y disminuir impacto del cultivo sobre suelos y aguas y que su actividad sea coincidente con la capacidad de uso del suelo; además que podrían constituir una oportunidad para el fortalecimiento de los procesos de conservación, aprovechamiento sustentable y reducción de la pobreza en la región mesoamericana.
Anexo 1
Costos de sistemas agroforestales en Mesoamérica. Resumido y adaptado de Gómez y Reiche (1996) y Gómez (2004)
Todo proyecto agroforestal tienen actividades de costo (egresos de efectivo a lo largo de un período de tiempo) y actividades de beneficio (ingresos futuros de efectivo). Los costos tienen importancia para la toma de decisiones del establecimiento del SAF y son relevantes tanto para inversionistas, a los que ayuda en la toma de decisiones de inversión y aportan elementos para determinar si la inversión es factible y rentable, como para los analistas y consultores, a los que les permite realizar estudios de costos de los SAF para diversos fines.
Existen categorías de costos (variables y fijos, en efectivo y no efectivo) y estructuras de costos por actividades. Los costos variables (CV) son aquellos que cambian con el nivel de producción, mientras que los costos fijos (CF) son los que no cambian con la cantidad o el volumen que se produce. Ejemplos de CV son: mano de obra, arbolitos, semillas, fertilizantes, herbicidas, combustible, etc. y de CF: la depreciación de un equipo, el salario de una persona, costos administrativos, etc.
Los CV más los CF forman el Costo Total (CT)
CT = CV + CF
Si CV= $800 y CF= $200; CT = $1 000
Costo medio y costo marginal
Costo Medio (CM) = Costo total/cantidad producida
Ejemplo: si el CT es $17 500 y se producen 50 000 arbolitos;
=> CM = $17 500/50 000 arbolitos = $0,35/arbolito
Los factores que determinan variaciones en los costos son múltiples:
  • Ubicación del SAF
  • Mano de obra (variaciones salariales por país)
  • Especies utilizadas
  • Densidad de plantación
  • Tipo de cultivo
  • Escala de plantación
  • Sistema de plantación
  • Tecnología (materiales y equipos)
  • Cargas sociales
  • Inflación
Gómez y Reiche (1996) basados en diferentes estudios hechos en Costa Rica y América Central, determinaron los costos de establecimiento del componente forestal para varios tipos de SAF, los cuales, con valores actuales, oscilarían entre $0,25 y $0,70/árbol. Señalan que existen diferencias importantes en los costos hasta el año 3, asociados con las características propias de cada sistema (densidad, especies, manejo, etc.) y recomiendan actualizar los costos de acuerdo con los índices de precios y las tasas de cambio o inflación.
En Mesomérica se experimentan variaciones en los costos de SAF entre $1 350 y $3 500/ ha, en función del tipo de cultivo (anual o perenne) y del componente arbóreo. La etapa de establecimiento de los árboles constituye uno de los mayores esfuerzos. Las principales variaciones se experimentan en los costos de mano de obra ($/jornal), diferentes en cada país.
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Conclusiones sobre costos de SAF en Mesoamérica
  1. Los costos de establecimiento de SAF en Mesoamérica varían entre $1 350 y $3 500/ha (en los primeros tres a cinco años).
  2. En términos nominales, los costos experimentan una tendencia creciente en todos los países.
  3. Los costos de la mano de obra incrementan a tasas menores que la inflación.
  4. Los costos de materiales y servicios en cambio, se incrementan a tasas superiores a la inflación.
  5. Hay una variabilidad importante en los costos, debidas a diversos factores: región, especie, espaciamiento, escala de producción, sistemas de plantación, sistemas de manejo, tecnología, vegetación antes de plantar y otros.
  6. La información sobre costos ha sido útil para la determinación de sistemas de Pago de servicios ambientales.
Ejemplos de estructura de costos en SAF
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Los beneficios económicos de los SAF se pueden calcular directamente como un factor cuantitativo de sus resultados (productos agrícolas y maderables más servicios) proporcionados, multiplicando cada uno de ellos por un valor apropiado y sumándolos después. Una variable difícil de estimar es el valor de los productos forestales usados para la subsistencia o de aquellos bienes o servicios que no son objeto de compraventa en los mercados. Para estimar el valor de los productos obtenidos se pueden utilizar los precios del mercado. Los beneficios sociales de los SAF son mucho más difíciles de medir porque tanto, la cantidad como su valor, tienen un proceso de cuantificación complejo. En este caso se suelen utilizar mediciones indirectas para hacer un seguimiento de las tendencias a lo largo del tiempo.
Anexo 2
Indicadores de análisis económico frecuentemente utilizados en SAF
La relación beneficio/costo (B/C), que refleja el beneficio neto que el productor obtiene por cada unidad monetaria invertida.
Para calcular la relación B/C se utiliza la fórmula:
B/C = ΣBn (1+i)n / ΣCn (1+i)n
Donde ΣBn es la sumatoria de los ingresos o actividades de beneficio durante los n años del proyecto, ΣCn es la sumatoria de egresos o actividades de costo, i es la tasa de interés usada y n el número de años o ciclo de aprovechamiento.
Este indicador se utiliza para saber cuál es el peso relativo de los beneficios de una actividad productiva, con respecto a sus costos. Aunque para la toma de decisiones no es un indicador apropiado, porque puede inducir a errores, especialmente cuando no se tiene claro la magnitud de comparación de la inversión de los beneficios.
La tasa interna de retorno (TIR), que se usa para establecer el porcentaje de ganancia que obtiene el productor según la inversión hecha. La TIR es la tasa de descuento en la cual la sumatoria de los ingresos actualizados y la sumatoria de los egresos actualizados se igualan, es decir que:
ΣBn (1+TIR)n = ΣCn (1+TIR)n
Para calcular la TIR se utiliza la siguiente fórmula práctica:
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Por último, el valor actual neto (VAN) que establece la cantidad de dinero ganado en términos reales.
VAN = Σ(Bn - Cn) / (1+i)n
Donde Σ(Bn - Cn) es la sumatoria de la diferencia entre los ingresos o actividades de beneficio (Bn) y los egresos o actividades de costo (Cn), i es la tasa de interés usada y n el número de años o ciclo de aprovechamiento.
Este indicador se usa cuando se analizan diferentes opciones productivas que podrían ser mutuamente excluyentes. El requisito sine qua non es que tenga signo positivo. Cuando un VAN es positivo la alternativa es financieramente viable.
También se calcula el costo de oportunidad del cultivo por el posible cambio de uso de la tierra de monocultivo a SAF, tomando como base la renta del ingreso neto del cultivo considerado, según la siguiente fórmula:
Costo de oportunidad del cultivo = (PTA x VPM año 2009) – (CP)
Donde: PTA = producción total promedio anual (t//ha/año); VPM = venta a precios de mercado; CP = costos de producción (gastos en insumos y mano de obra)
El cálculo de los ingresos por el SAF (cultivo en callejones) se hace al considerar que el aprovechamiento total se realiza hasta despés de un año:
Ingresos por el SAF = (VAN al i% / No. total de años)
Donde: VAN = valor actual neto de los beneficios y costos del sistema; i% = tasa de interés anual (según país); No. total de años = número de años de aprovechamiento total del sistema.
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Ricardo Russo
Raúl Botero Botero
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Ricardo Russo
11 de febrero de 2021
Hola Gustavo, para la parte de pastos y forrajes de clima frío te recomiendo ver https://repositorio.sena.edu.co/bitstream/handle/11404/446/vol3_pastos_clima_frio_op.pdf;jsessionid=4F71AF17302CA65217E990C4C2698441?sequence=12 Me gustaría conocer los rangos climáticos de temperatura, país y altitud que te interesan. Un cordial saludo, Ricardo Russo - ricardo26@hotmail.com
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eiver ojeda
8 de septiembre de 2022
interesantísimo articulo, quisiera establecer algunas experiencias así en mi pais Bolivia, en bosque seco. Muchas felicidades!!
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Cesar Augusto Diaz Castillo
23 de marzo de 2022
Una ilustración técnica muy importante, en la medida de lo posible ojala hubiera temas importantes como la siembra y cosecha de agua en zonas altoandinas soy de Perú. Gracias y felicitaciones al responsable de este articulo técnico muy valioso.
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Roberto Jorge Rabello
27 de mayo de 2021
Gracias! Un estudio muy valioso. Muy adaptable, por ejemplo, al norte argenatino
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Gustavo Castiblanco
9 de febrero de 2021
Muy importante ésta expreriencia, que posibilidad hay para conocer un trabajo agroforestal en clima frío. Gracias
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Fernando Quesada
14 de noviembre de 2020
Excelente, muchas gracias.
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