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Argentina - Reclaman marco legal para semillas nativas y criollas

Publicado: 24 de junio de 2013
Fuente: Juan Manuel Repetto, Prensa Facultad de Agronomía -UBA
La Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Agronomía de la UBA advirtió que estas variedades no están adecuadamente contempladas en la actual Ley ni en el debate sobre una nueva legislación, y son consideradas fundamentales para campesinos, pequeños agricultores y el desarrollo autónomo del país. 
La Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria (CaLiSA) de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) reclamó el inicio de un nuevo debate sobre la Ley de Semillas, que contemple a los materiales criollos y nativos y los proteja como patrimonio genético y cultural de  la Argentina, al considerar que el marco legal en discusión ignora el proceso de selección realizado por los pueblos indígenas, las comunidades campesinas y los pequeños agricultores.
"Consideramos que es necesario desarrollar alternativas que fomenten el rescate, la conservación, el uso, el mejoramiento, la multiplicación y el intercambio de semillas nativas y criollas en contextos locales y comunitarios, fundamentales para la vida de los agricultores familiares y campesinos", sostuvo Carlos Carballo, coordinador de la CaLiSA, y añadió que la legislación de otros países, como Brasil, podría constituir una buena referencia.
Carballo explicó que la Ley de Semillas (Nº 20247/73) está vigente desde 1973, con el objetivo de proteger las variedades vegetales, generar un marco para la comercialización y asegurar la calidad de las semillas. Y advirtió que si bien su posible modificación generó un debate inédito sobre un tema estructural para el agro y el desarrollo nacional, esa discusión giró en torno del uso propio (que permite al productor volver a sembrar sus granos cosechados en la campaña siguiente), y no tuvo en cuenta las diferencias entre las semillas criollas y nativas (en manos de los agricultores) respecto de las mejoradas (transgénicas, hibridas u otras variedades protegidas por derechos de obtentor).
"Consideramos importante poner en discusión a las semillas criollas y nativas como patrimonio genético y cultural, y su rol en la construcción de la soberanía alimentaria", sostuvo Pablo Aristide, integrante del equipo de la CaLiSa que analizó la legislación junto a docentes y colaboradores de la FAUBA como Ana Broccoli, Felipe Boucau, Francisco Pescio y Pablo Rush, referentes de otros organismos y organizaciones sociales. "Proponemos debatir acerca de las semillas que tenemos, queremos y necesitamos para un desarrollo nacional sustentable", agregó.
Por su parte, Carballo apuntó: "Queremos involucrarnos en el debate acerca del rol de las semillas desde lo económico, social, cultural y político, teniendo en cuenta que, a diferencia de lo que comienza a suceder con el agua, la tierra y los desmontes, las problemáticas vinculadas con las semillas muchas veces no son visibles para el conjunto de la sociedad y son relegadas a unos pocos especialistas".
El coordinador de la Cátedra Libre también consideró que existen otras iniciativas desarrolladas en la FUBA, en Ferias de Intercambio de Semillas y en distintas redes y organizaciones sociales que deberían estar integradas y sostenidas por políticas públicas de largo plazo, debido a la importancia estratégica de estas variedades.
"El proceso de selección realizado en las comunidades donde se siembran les permitió aumentar la tolerancia o resistencia a plagas y enfermedades, con una mejor respuesta a eventos climáticos y diferentes suelos. Garantizan rendimientos adecuados y estables, con una mínima o nula incorporación de fertilizantes y plaguicidas, porque son sistemas de producción diversificados", afirmó.
En las últimas décadas, el proceso de agriculturización que se registró en la Argentina, y que derivó en el crecimiento exponencial de la soja, también implicó una gran pérdida de biodiversidad, que incluye a las semillas nativas y criollas: "Fueron reemplazadas por variedades homogéneas, como las comerciales, que se implantan a gran escala. Ello también supone una pérdida de autonomía de los agricultores (cuya capacidad de negociación con los demás integrantes de la cadena agroalimentaria es cada vez menor) y del país, cada vez más dependiente de insumos externos críticos para la producción de alimentos ", concluyó.
Fuente
Juan Manuel Repetto, Prensa Facultad de Agronomía -UBA
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Cristiano Casini
25 de junio de 2013

Considero su comentario muy acertado. En la actualidad muy poca gente se da cuenta de la importancia que tiene la semilla y la genética incorporada a la misma. Esto debería tener una prioridad nacional por que la genética incorporada a la semilla y a la producción agropecuaria tiene una relevancia extraordinaria, ya que de la tierra y la producción que de ella proviene, saldrán todos los insumos básicos para la subsistencia humana: alimentos, combustibles, fármacos, plásticos, etc. La semilla y la genética es estratégico que estén protegidas por el Estado y desde luego avaladas por la Ley de Semillas. A esto hay que agregarle los bancos de germoplasma, el fomento de los mismos, incorporando a las especies nativas como patrimonio nacional. Estoy totalmente de acuerdo que hay que establecer un debate al respecto, para que este aspecto que estamos comentando esté específicamente incorporado a la nueva Ley de Semillas que se está debatiendo.

Ing. Agr. (PhD) Cristiano Casini
Coordinador Área Estratégica Agroindustria
INTA
Profesor Asociado
Maestría en Tecnología de Semillas
Escuela de Posgrado
Facultada de Ciencias Agropecuarias
Universidad Nacional de Córdoba
Argentina

Albeiro Artunduaga Vargas
11 de septiembre de 2013
ES EVIDENTE QUE LA LEY 970 EN COLOMBIA VA EN CONTRA DE NUESTRA BIODIVERSIDAD, DE NUESTRO FUTURO, DE NUESTRO PASADO, INCLUSO DE NUESTRO ARRAIGO POR LO PROPIO. AFECTANDO NUESTRA CULTURA BASADA EN UNA AGRICULTURA MILENARIA.
Richard Guzmán Flórez
2 de septiembre de 2013
PROPONGO. NO SERIA INTERESANTE QUE EL TITULO DE ESTE FORO FUERA"AMERICA LATINA RECLAMA MARCO LEGAL PARA SEMILLAS NATIVAS Y CRIOLLAS". PUES PARECE QUE EL PROBLEMA ES GENERAL Y LA GRANDES EMPRESAS SE QUIEREN QUEDAR CON LA "CIMIENTE QUE ALIMENTO NUESTROS PUEBLOS DESDE TIEMPOS INMEMORABLES.
Claudia Paredes
2 de septiembre de 2013
Estimados: considero acertadísima la oportunidad para permitirnos y obligarnos a discutir la importancia de los materiales nativos y criollos y la necesidad de incorporarlos con el status que se merecen en la discusion de la nueva ley de semillas en Argentina. Sin embargo, a pesar de ser profundamente conocido el rol de las comunidades nativas en su conservación y salvaguarda, no debemos dejar de pensar en un proceso más sistemático de protección, en cuyo caso se hace necesario aunar a la tarea de las comunidades el trabajo de selección y conservación de los ingenieros agronomos. Sistematizar esta tarea resulta imprescindible ya que las pequeñas comunidades no escapan a las variables del mercado, y en muchos casos urgidos por la necesidad de comercializar sus producciones y ante la ausencia de un acompañamiento técnico se ha realizado un proceso de selección negativo, como por ejemplo vender la mejor producción y guardar como semilla el descarte de lo producido (caso de papas andinas en Jujuy). Por ello resulta imprescindible el aporte técnico para este proceso de conservación aunado a la realidad de las pequeñas comunidades nativas. Ing. Agr. Claudia Paredes Cát. mejoramiento Genético Vegetal Fac. Cs. Agrarias. Universidad Nacional de Jujuy
Miriam Cartes Ratti
1 de septiembre de 2013
Tienen toda la razón; Son muchos los países que están rechazando a viva fuerza la "certificación " de semillas propias de las etnias originarias, las cuales han sido seleccionadas y mejoradas por sus generaciones desde siempre. Pareciera que en CHILE, mi país, las transnacionales, están logrando adueñarse de lo que no les pertenece, ya que las autoridades no demuestran defender con la necesaria firmeza, los intereses de los campesinos y en este caso, de la sociedad en general.
Richard Guzmán Flórez
30 de agosto de 2013
No discuto. Ruego que en Colombia se reclame lo mismo. Y caray si hay mucha tela que cortar en un pais tan rico en diversidad, no solo de productos alimenticios sino tambien benéficos para la salud y /o el Medio Ambiente tropical de nuestra nación.
Richard Guzmán Flórez
30 de agosto de 2013
Señores; no hay peor tarea que la que no se hace. En Colombia y mas precisamente los cultivadores de arroz del Tolima, están en la disyuntiva de sembrar semillas "certificadas" o seguir sembrando sus semillas recogidas de los mejores lotes propios. La primera la tienen que comprar a altos precios. De quienes son estas semillas? Porqué; si tredicionalmente venían sembrando sus propias semillas e iban mejorando calidad (o es que el IR22 les parece malo?)ahora tienen que sacar billete largo para poder sembrar?. Apuremosle a denunciar las semillas nativas y no dejar que laboratorios foráneos se roben los germoplasmas y en el futuro tengamos que comprar lo que es propio. Espero no equivocarme, pero asi veo la cosa.
Carlos R. Tamara Gomez
29 de agosto de 2013
Según sabemos el maíz provendría del Teocintle una especie de bejuco, de mazorca muy pequeña, a partir del cual la sabiduría indígena que llegó a ser luego ancestral,derivó lo que luego fue toda una revolución alimentaria para ellos y, muchísimo más tarde, para el mundo. Cosa similar, quizás a mayor escala, ocurrió con la papa y sus múltiples variedades que invadieron los palacios gourmet de Europa. ¿Cuánto pagó Europa, potencia colonial de entonces, por tales descubrimientos y desarrollos biotecnológicos? Diríamos que no pagaron si no que cobraron, aniquilando cuanto más pudieron las culturas que le dieron origen, dando por supuesto que por ser indígenas, no representaban la Civilización. ¡Ni siquiera tenían alma, cuando el alma valía bastante! Hoy en día se pretende un asalto similar, quizás más cínico, pues las ciencias sociales bastante que han avanzado como para dilucidar cuando una "civilización" le roba a unos "indios" Pero el salto que pretende esa supuesta civilización todavía no se ha demostrado que no es un salto al vacío. Perder las semillas ancestrales significa que siglos de adaptación pasen desapercibidos cuando, ¿no se sabe? si esa información allí contenida nos sea útil, geoestratégicamente útil, ante los retos climáticos y alimentarios del porvenir. ¿Por qué esta inquietud no asoma jamás al discurso de las transnacionales y su cohorte de aúlicos del atraco seminal, ¡eh? ¿Cómo fue que se adaptó a Europa, por ejemplo? Es que si nos quedamos sin semillas tendremos que comprarles una y otra vez en un mercado gigantesco y oneroso en combustible. Pasamos a estar hipotecados cuando es una riqueza que nos pertenece a todos pero que ellas usufructúan a su amaño, ilegalmente, pues ¿de dónde proviene su poder?
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