Fuente:Nathalia María del Pilar Correa, MV, MSc, DSc. Dirección de I&D Biotecno
Introducción
La producción porcina moderna enfrenta desafíos significativos relacionados con enfermedades infecciosas, estrés ambiental y la creciente preocupación por la resistencia a los antibióticos. En este contexto, la inmunomodulación emerge como una estrategia clave para fortalecer el sistema inmunológico de los cerdos, mejorar su salud y optimizar la productividad.
¿Qué es la inmunomodulación?
La inmunomodulación hace referencia a la administración de sustancias capaces de modificar, regular o potenciar la respuesta inmunitaria del animal, con el objetivo de optimizar su capacidad para prevenir, controlar o eliminar infecciones, así como para responder de manera más eficaz a la vacunación. Estos compuestos, denominados inmunomoduladores, pueden ser de origen natural (como extractos vegetales, polisacáridos o compuestos microbianos) o sintético, y su acción puede dirigirse a distintos componentes del sistema inmune, tanto innato como adaptativo (Fraile-Sauce, 2021).
Aplicaciones prácticas en la producción porcina
Mejora de la respuesta vacunal: La administración estratégica de inmunomoduladores puede optimizar la eficacia de las vacunas al potenciar la activación del sistema inmunológico. Esto resulta particularmente beneficioso en lechones, cuyo sistema inmune aún está en desarrollo, y en contextos donde la respuesta vacunal es limitada o subóptima debido a factores como la interferencia de anticuerpos maternales o el estrés posdestete (Gallois & Oswald, 2009).
Reducción del uso de antibióticos: El fortalecimiento de la inmunidad innata y adaptativa mediante inmunomoduladores contribuye a una menor incidencia de enfermedades, disminuyendo así la necesidad de tratamientos antimicrobianos. Esta estrategia se alinea con los objetivos de reducción del uso de antibióticos en la producción animal sin comprometer la salud ni el rendimiento productivo de los cerdos (Gallois & Oswald, 2009).
Mitigación del estrés y mejora del bienestar animal: Eventos estresantes como el destete, el transporte, los cambios ambientales o la mezcla de camadas pueden suprimir la función inmune, predisponiendo a los animales a enfermedades. La suplementación con inmunomoduladores ayuda a contrarrestar estos efectos negativos, promoviendo una mayor estabilidad inmunológica, mejor salud general y mayor bienestar animal (Pejsak, 2023).
Tipos de inmunomoduladores
Pronutrientes: Son compuestos de origen natural que actúan sobre las células del sistema inmunitario, estimulando su actividad sin provocar efectos secundarios adversos. Su uso ha demostrado mejoras en la inmunidad específica, incluyendo aumentos en los niveles de inmunoglobulinas en cerdos de engorde, lo cual sugiere un fortalecimiento general de las defensas (Technonews, 2019).
Extractos de algas: Determinados polisacáridos sulfatados extraídos de algas marinas, como Ulva armoricana, han mostrado un efecto inmunoestimulante en cerdas gestantes. Su suplementación mejora la calidad inmunológica del calostro y la leche, favoreciendo una mejor transferencia de inmunidad pasiva a los lechones (Bussy et al., 2021).
Productos fitogénicos: Se trata de extractos vegetales con propiedades inmunoestimulantes y antiinflamatorias. Estos compuestos naturales no solo fortalecen el sistema inmune, sino que también favorecen la salud intestinal, lo que se traduce en un mejor estado sanitario y productivo general del cerdo (Barba, 2022).
Consideraciones para su implementación
Evaluación individualizada: La elección del inmunomodulador debe basarse en un análisis específico de las condiciones sanitarias, productivas y epidemiológicas de cada explotación. Factores como el estatus inmunológico del hato, el historial de enfermedades, la edad de los animales y el entorno ambiental influyen en la efectividad del producto. Una evaluación técnica previa permite seleccionar el inmunomodulador más adecuado y definir el momento óptimo de su aplicación.
Integración con otras prácticas: La inmunomodulación no debe considerarse una estrategia aislada, sino que debe incorporarse dentro de un programa integral de salud porcina. Su efectividad se potencia cuando se combina con una nutrición balanceada, programas vacunales bien estructurados, manejo sanitario riguroso y estrictas medidas de bioseguridad. Este enfoque integral favorece un estado inmunológico más robusto y una mayor resiliencia frente a patógenos.
Monitoreo y ajuste: La respuesta inmunitaria puede variar entre individuos y a lo largo del ciclo productivo. Por ello, es indispensable implementar un sistema de monitoreo que permita evaluar la eficacia del inmunomodulador mediante indicadores clínicos, productivos e inmunológicos (por ejemplo, niveles de inmunoglobulinas o tasas de morbilidad). Con base en estos datos, deben realizarse ajustes continuos en la formulación, dosificación o duración del tratamiento.
Conclusión
La inmunomodulación se consolida como una estrategia innovadora y sostenible en la producción porcina, con potencial para fortalecer el sistema inmunológico, mejorar la eficacia vacunal, mitigar los efectos del estrés, y reducir la dependencia de antibióticos sin comprometer el bienestar animal ni la productividad. Su uso, respaldado por evidencia científica, debe integrarse dentro de un enfoque sanitario integral que contemple nutrición, bioseguridad y manejo individualizado. Implementada de manera adecuada y ajustada a las particularidades de cada sistema de producción, la inmunomodulación no solo mejora la salud animal, sino que también aporta valor a una producción más eficiente, ética y alineada con los principios de One Health.
Gallois M, Oswald IP. ¿Les additifs immunomodulateurs dans l’alimentation du porcelet sont-ils une alternative aux antimicrobiens facteurs de croissance? In: Journées Recherche Porcine [Internet]. 2009; 41:147–154. https://journees-recherche-porcine.ifip.asso.fr/texte/2009/147-154.pdf