Como suele ser frecuente, al menos en España, cuando coyunturalmente un tema técnico (insisto, técnico), más o menos complejo, adquiere protagonismo (como es ahora el caso, por desgracia, de la Peste Porcina Africana, PPA, y Cataluña), un número significativo de oportunistas (muchos de ellos auto – considerándose “especialistas”, salen a la palestra buscando, no pocas veces de manera retribuida, un protagonismo y un “momento efímero de gloria”, en los medios y ante la opinión pública.
Ello conduce, al menos en mi opinión, a que se digan y escriban un gran número de tonterías y de sandeces, desenfocando el tema, creando toda un compleja “tela de araña informativa”, basada, en gran medida en consideraciones y opiniones, algunas, incluso, procediendo de la clase política, sin bases técnicas ni científicas, a partir de un masivo “corta y pega”, que confunden a la sociedad; es decir, al consumidor.
Y en este contexto, que, por sus posibles repercusiones económicas, es propenso a las especulaciones, es sumamente importante permaneceré en el terreno de la objetividad, basado en las informaciones técnicas contrastadas disponibles.
La enfermedad de la Peste Porcina Africana (PPA) está generada por un virus de ADN, que afecta a animales de la familia suidae, siendo, insisto, un tema técnicamente enormemente complejo; tan complejo que, por ejemplo, al día de hoy no se dispone de una vacuna o tratamiento, que suponga realmente una barrera para su expansión (es verdad que se ha intentado actuar con vacunas de subunidades o vectorizadas y con virus inactivados o proteínas recombinantes y la verdad es que su efectividad, en la práctica, ha sido nula, aunque se están probando prototipos vacunales en Asia con resultados que, en principio, parecen ser prometedores).
Afortunadamente, no es una enfermedad zoonótica (las células humanas carecen de receptores donde este patógeno pueda “engancharse”).
Para empezar a tratar técnicamente el tema que aquí nos ocupa, es preceptivo saber con qué variante genética del virus se están enfrentando nuestros técnicos (al parecer, de acuerdo con las informaciones, hoy disponibles, se trata de un virus «muy similar» al del grupo genético 1 que circuló en Georgia en el año 2007).
Deben tenerse en cuenta que actualmente los virus circulantes de la PPA en los Estados miembros (EE.MM.) de la Unión Europea (U.E. – 27) pertenecen a los grupos genéticos 2-28, y no al nuevo grupo 29, del que forma parte el virus causante del foco detectado en Cataluña.
Una vez se disponga de los análisis completos y de las correspondientes comparaciones, cabrá la posibilidad de poder saber el origen del problema.
Por otra parte, se trata de una enfermedad altamente contagiosa existiendo varias formas de transmisión lo que agrava su complejidad.
En primer lugar, está el contacto directo que se genera cuando animales sanos entran en contacto con animales infectados, a través de fluidos corporales como la sangre, la saliva, la orina y/o las heces.
También se puede transmitir indirectamente a través de productos o de material contaminados (téngase en cuenta que al tratarse de un virus de genoma DNA es muy resistente al medioambiente y puede permanecer activo largo tiempo en productos contaminados, en el instrumental empleado para tratar a los animales, e incluso, en la ropa de las personas involucradas).
A título informativo debe tenerse en cuenta que el virus puede estar activo más de 100 días en carne fresca, unos 1000 días en carne congelada, varios meses en embutidos ahumados o curados, etc. etc.
También están los vectores biológicos de transmisión destacando aquí las garrapatas del género Ornithodoros, que constituyen reservorios del virus.
Y, a partir de aquí, confiemos en que, como ya lo exponía la semana pasada, las medidas que se están tomando (incluyendo el sacrificio de 30.000 animales sanos) sirvan para que no se extienda este foco de PPA.
Confío en que, a través de los párrafos que anteceden, haya podido aportar un poco de objetividad a este tema de la PPA en Cataluña. Al menos, esta ha sido mi intención.