El potencial de nuestro país es observado y valorado fronteras afuera por los diferentes actores del sector. ¿Cuáles son los motivos?
En la producción porcina global existe una percepción cada vez más extendida: Argentina tiene condiciones excepcionales para transformarse en uno de los centros más competitivos del mundo.
La industria porcina significa una gran oportunidad para la Argentina en los mercados globales
Esa evaluación no surge de discursos complacientes hacia el país, sino del interés directo de productores, empresas tecnológicas y organismos internacionales que analizan con precisión dónde pueden escalar sus inversiones y cuál es el futuro de la proteína animal en los próximos años. Y el diagnóstico es consistente: cuando se observan los fundamentos productivos, sanitarios y tecnológicos, Argentina aparece como un caso singular dentro de la región y con proyección global.
Ese interés se vuelve visible en hechos concretos. En los últimos meses recibimos delegaciones de China, Países Bajos, España, Estados Unidos, Francia, Perú y Colombia, entre otros países, que buscan entender por qué el sector porcino argentino logró sostener un crecimiento tan marcado durante dos décadas aún atravesando ciclos económicos adversos. Las consultas van desde el manejo sanitario y el bienestar animal hasta el aprovechamiento energético de los efluentes o la implementación de frigoríficos orientados a mercados de exportación.
En paralelo, empresas europeas proveedoras de tecnología porcina -especialmente las holandesas y españolas- volvieron a mirar con interés a la Argentina, conscientes de que en buena parte de Europa enfrentan límites estructurales para expandirse y necesitan mercados dinámicos donde sus soluciones puedan adoptarse rápidamente.
UN COMBO VIRTUOSO
La explicación es sencilla: el modelo argentino combina recursos naturales, sanidad, eficiencia y talento humano en una escala difícil de encontrar en otros países. Contamos con granos abundantes, clima favorable y disponibilidad de agua, nuestros índices productivos igualan o superan a los de varias naciones europeas, y la ausencia de enfermedades que afectan al hemisferio norte nos coloca en una situación sanitaria privilegiada.
Además, desde sus orígenes, el sector incorporó desarrollos tecnológicos e innovación y hoy cuenta con genética de primera línea, nutrición avanzada y sistemas automatizados que permiten monitorear tos, fiebre, celo y consumo individual mediante sensores y plataformas digitales comparables con las de los países más avanzados.
A ello se suma un capital humano reconocido regionalmente. Veterinarios, nutricionistas, genetistas y especialistas en gestión porcina trabajan tanto en Argentina como en otros países latinoamericanos, y son parte de un ecosistema profesional que se formó en universidades con fuerte presencia de programas específicos para esta actividad.
FORTALEZA INSTITUCIONAL
También llama la atención de quienes nos visitan la organización institucional del sector. La Federación Porcina Argentina articula a productores y cámaras comerciales, facilita espacios de intercambio técnico y promueve la transparencia del mercado. En muchos países de la región no existe un nivel de organización similar, y los visitantes destacan la calidad y disponibilidad de información productiva y sanitaria, así como la transparencia del precio, algo poco frecuente en otros mercados.
Por estas razones, Argentina aparece en el radar de gran parte de los actores internacionales. Países que ya no pueden expandir su producción buscan socios aquí y las empresas tecnológicas consideran a nuestro mercado como destino prioritario, a la vez que los especialistas internacionales destacan que Argentina tiene “todos los fundamentals correctos”: granos, agua, clima, sanidad, tecnología y profesionales capacitados. Incluso el consumo interno, que pasó de 3 a 18 kilos anuales por habitante en apenas dos décadas, demuestra que el mercado local también tiene espacio para seguir creciendo.
Finalmente, la llegada de un gobierno con vocación de favorecer las inversiones extranjeras incrementa aún más el interés.
TAREAS PENDIENTES
Sin embargo, para que ese potencial se convierta en resultados concretos es necesario ordenar algunas cuestiones normativas que afectan la competitividad. No hablamos de subsidios ni de tratamientos diferenciales, sino de corregir distorsiones puntuales que frenan el desarrollo. Una de ellas es el esquema de IVA aplicado al sector, una estructura histórica que genera inequidades y que debería resolverse en el marco de la reforma fiscal anunciada.
La otra es la situación de la ractopamina, un promotor de crecimiento: el marco legal vigente, aunque no habilite su uso efectivo, genera dudas en los países importadores y complica el acceso a mercados de alta exigencia. Su derogación permitiría despejar incertidumbres y consolidar la imagen sanitaria que tantos reconocimientos nos ha dado.
La Argentina necesita sectores con capacidad real de generar empleo, arraigo territorial y exportaciones. La producción porcina es uno de ellos. Tenemos los recursos, la tecnología, el know-how y el interés internacional. Lo que falta es eliminar trabas innecesarias y brindar previsibilidad. Si damos ese paso, el aporte del sector al desarrollo económico del país será significativo. El mundo ya identificó esta oportunidad con claridad. Ahora es momento de que la aprovechemos plenamente desde casa.