La Unión Europea y el "rizado del rizo" en falso

Lo exponía en una conferencia on – line, que dicté la semana pasada para una universidad latinoamericana: la sociedad de la Unión Europea (U.E. – 27), cada vez más urbanita y más alejada, física y anímicamente, del medio rural está, lamentable y mayoritariamente, en contra de la producción pecuaria en general y de la producción pecaria intensiva, en particular.

Y así, en estos últimos 10 – 15 años, nuestra sociedad se está especializando, desde la carencia real de conocimientos zootécnicos sólidos (en toda la extensión de la palabra), en “rizar el rizo” en falso, en muchos aspectos que atañen a la producción animal, y especialmente, insisto, a la producción animal intensiva.

Y exponía un ejemplo (de los muchos que habría podido exponer) refiriendo, en esta oportunidad, el hecho de que actualmente nos encontramos, en la U.E. – 27, con una serie de corrientes sociales de corte animalista y proteccionista, que medran en la ignorancia y que aún no se han enterado (probablemente porque nunca asistieron a mis clases en la Universidad Politécnica de Madrid) que una vaca sujeta a un modelo extensivo es mucho más contaminante, por unidad de producto generado, que una vaca vinculada a un modelo intensivo de producción (dónde, para empezar, se optimiza la ingesta y también la atención a sus realidades anatómicas, fisiológicas y psíquicas).

Además, en todo modelo intensivo, obviamente bien manejado, se controla mucho y bien, la generación de subproductos y de residuos (cosa que no puede suceder en el caso de la vaca en extensivo). Ello permite, en los modelos intensivos, una gestión de estos subproductos y residuos altamente eficiente y eficaz.

Consecuentemente la vaca inmersa en un modelo intensivo (insisto: técnicamente bien gestionado) es mucho más amigable, para el medioambiente, que la vaca extensiva y, además, se puede lograr mejor la consecución, a lo largo del ciclo productivo de la mencionada vaca en intensivo, de una situación de bienestar animal más apropiada y duradera.

Y, obviamente, la bioseguridad y la sostenibilidad (ligada, en gran medida a una economía circular) son más fáciles de lograr (siempre que no haya fallos en el modelo) en los sistemas de producción intensiva.

Exactamente lo mismo acontece si comparamos, por ejemplo, la producción del cerdo Ibérico en modelos extensivos (incluyendo la montanera) con la producción del cerdo de capa blanca sujeta a modelos intensivos.

El paradigma de lo hasta aquí referenciado lo constituyen las modernas granjas avícolas dónde tiene lugar el cebo intensivo del pollo de aptitud carne. En ellas la base animal, altamente eficiente y eficaz, puede mostrar de una forma integral (técnica y económica), todo su potencial genético; generando, paralelamente, un mínimo de subproductos y de residuos, en un marco pecuario que se caracteriza por su sostenibilidad y dónde la bioseguridad, salvo errores, humanos o técnicos, está garantizada.

Pero, como dice aquel viejo adagio: “más vale caer en gracia que ser gracioso”.

Y es muy evidente, al menos esto me parece a mí, que a la gran mayoría de la sociedad de nuestra Unión Europea, gracias a la enorme actividad sesgada y muy poco objetiva, desplegada en los medios por animalistas y proteccionistas (dónde son “verdaderos maestros”), la ganadería extensiva le ha acabado “cayendo en gracia”, en detrimento de la ganadería intensiva.

Creo que en LATAM, donde la situación todavía no es, ni mucho menos tan extrema como en la Unión Europea, deberían controlar, con urgencia y con eficiencia y eficacia, las presiones sesgadas generadas por las acciones interesadas de los colectivos mencionados (interesadas emocional, política y económicamente, no se olvide), para no caer en las complejas situaciones sociales en las que nuestra actividad pecuaria se encuentra en la U.E. – 27.

Igual lo que he expuesto, en la presente nota, es “predicar en el desierto”, pero ya llevo tiempo descubriendo que tengo una cierta “vocación misionera”; cosas de la edad, sin duda alguna.