Alberto Gimeno, Consultor técnico de SPECIAL NUTRIENTS, INC., 2766 Douglas Road, Miami, Florida, 33133 USA. 
1.- INTRODUCCIÓN
 
 Micotoxicosis es el nombre  que se da al grupo de enfermedades y trastornos originados en el hombre y los  animales por unos metabolitos secundarios tóxicos denominados micotoxinas. Las  micotoxinas son compuestos policetónicos resultantes de las reacciones de  condensación que tienen lugar cuando en determinadas condiciones físicas,  químicas y biológicas se interrumpe la reducción de los grupos cetónicos en la  biosíntesis de los ácidos grasos realizada por los mohos. Estos ácidos grasos  son metabolitos primarios utilizados por los mohos como fuente de energía. Las  micotoxinas se suelen formar al final de la fase exponencial o al principio de  la fase estacionaria del crecimiento del moho. 
 La contaminación de los  géneros alimenticios con micotoxinas puede ser de una forma indirecta a través  de los residuos de éstas en la carne, los huevos y la leche como consecuencia  del consumo por parte del animal de alimentos compuestos contaminados, o bien  una contaminación directa de los géneros alimenticios (cereales, productos de  cereales, frutos secos, frutas, y otros) por la contaminación de éstos con  mohos toxicogénicos que podrán producir micotoxinas. 
 
 Los problemas de  micotoxicosis son provocados por un variado número de micotoxinas, como: las  aflatoxinas, ocratoxina A, zearalenona, deoxinivalenol o vomitoxina,  fumonisinas, toxina T-2, diacetoxiscirpenol, micotoxinas stachybotrys  (verrucarol, verrucarins, roridins, …. etc.), micotoxinas del Claviceps purpurea (ergotamina,  ergotoxina y ergometrina) y otras. Sin embargo trataremos solo en este artículo  de la micotoxicosis denominada   aflatoxicosis, provocada en humanos por el consumo de alimentos que no son  de origen animal y que están contaminados con aflatoxina B1.
 
 A pesar de que la mayoría  de los casos de aflatoxicosis que aquí se van a mencionar, son muy antiguos,  esto no significa que no tenga que continuar a existir una alerta, vigilancia y  máxima precaución para evitar la contaminación de los alimentos con esta y  otras micotoxinas.  
2.- AFLATOXINAS
Producidas  esencialmente   por  Aspergillus  flavus y  Aspergillus   parasiticus.  Existen  unos 18   tipos  de  aflatoxinas   de  las  cuales   la  más tóxica  es   la  aflatoxina  B1, seguida   de  la  aflatoxina M1 (derivado metabólico de la  aflatoxina B1) y la  aflatoxina G1. Otras  como,   las aflatoxinas B2, G2 y M2 (siendo   esta  última  un derivado metabólico de la aflatoxina  B2)  son   mucho  menos  tóxicas   (1). 
 Las  aflatoxinas,   pueden  encontrarse  como   contaminantes  naturales  en   alimentos  tales  como:   maíz, sorgo,  trigo,  avena, cebada,  centeno, mijo,  arroz,   subproductos  y productos a base  de los anteriores cereales,  turtós  y   harinas  de  coco,   girasol, algodón,  copra, cártamo,  sésamo, colza, soja y cacahuete, mandioca, ensilados, cacahuetes,  pistachos, granos de café crudo, avellanas, coco,  nueces, almendras, dátiles, higos, pasas, cacao, patatas  dulces, semillas  de   oleaginosas, aceites,  espaguetis,  pastas   de  semillas de albaricoque  y   melocotón,  pasta  de   almendras,   vino,  especias, salchichas, manteca de cacahuete,  frijoles, lentejas, garbanzos, judías,   plátanos  y  queso   (1-15).
 La  aflatoxinas   M1 y M2  pueden encontrarse en la  leche y sus derivados, debido a que éstas son metabolitos de las aflatoxinas B1  y B2 y se producen dentro del animal que ha ingerido alimentos contaminados con  estas últimas micotoxinas. En el caso de los animales de producción lechera,  esos metabolitos son eliminados por la leche (1, 2, 4, 5, 7, 14, 15).
 Las  aflatoxinas son inmunosupresivas y tienen una gran actividad cancerígena,  teratogénica   y  mutagénica.  El   principal  síndrome  que   producen  es  el   hepatotóxico, pudiendo  también  provocar   problemas  renales. Los  principales órganos afectados  son: el  hígado, riñón y cerebro  (1).
 3.- CASOS DE AFLATOXICOSIS
3.1.- En  1981 fue publicado un estudio clínico y patológico sobre un caso de  Aflatoxicosis que ocurrió en el oeste de la India (Estados de Rajasthan y Gujarat)  (16). El   origen  de  la intoxicación fue la ingestión de pan  que  había  sido elaborado con harina procedente  de  maíz enmohecido. El enmohecimiento de este cereal fue debido a un mal  almacenamiento con humedad elevada durante   algunas  semanas.
 Fueron  analizadas un gran numero de muestras del alimento en cuestión y se   encontraron   tres  estirpes  de  Aspergillus   flavus en el 85, 12 y 3% de las muestras, respectivamente.  Fueron encontradas las aflatoxinas B1 y G1. Las  contaminaciones  con  aflatoxina  B1 oscilaron en su mayoría entre 0,01 y 0,6  mg/Kg (10 y 600 microgramos/Kg), sin embargo hubo dos muestras que presentaron  contaminaciones de 0,9 y 1,1 mg/Kg, respectivamente.
 La  aflatoxicosis afectó a más de 200  personas en una amplia área geográfica. Estas  personas pertenecían a familias de agricultores y los efectos producidos fueron  extensivos a todas las edades en ambos sexos. La tasa de mortalidad fue significativa.  La hepatoxicosis producida se caracterizó por una fiebre alta, una rápida y  progresiva ictericia y ascitis. Idénticos síntomas de hepatoxicosis aparecieron  en perros que  vivían  con   las  familias  y   que  también  ingirieron el alimento contaminado. Las  biopsias y autopsias de hígado en personas y animales, presentaban similares características  provocadas por  la   enfermedad. El 81% de los pacientes se recuperó casi completamente  dentro de las  2-8 semanas de dejar  de comer el alimento contaminado. El 10% de  los pacientes también  hospitalizados,  murió en el hospital dentro de las primeras 6 semanas con problemas cardiorrespiratorios  y colapsos.
 Veamos  ahora dos tablas donde se indica la distribución en edad y sexo  de los   pacientes  afectados (Tabla 1) y  las características clínicas de los pacientes (Tabla 2).
 TABLA 1. DISTRIBUCIÓN EN EDAD Y SEXO DE LOS  PACIENTES AFECTADOS.
 
TABLA 2. CARACTERISTICAS CLINICAS EN LOS 200  PACIENTES.
 
3.2.- En 1974 fue estudiado en el oeste de la India un caso de  hepatoxicosis caracterizado por ictericia, ascitis e hipertensión que afectó a  unas 400 personas procedentes de familias de agricultores (17).
 Un 20% de las muertes tuvo lugar pocas semanas después del aparecimiento  de la hepatoxicosis y en la mayoría de los casos, la causa de la muerte no fue  atribuida a una infección o bien a otras razones que no fueran las de haber  consumido un maíz contaminado con aflatoxina B1 en concentraciones que  oscilaron entre 0,25 y 15,6 mg/Kg (con una media de 6 mg/Kg). El 100% de los  granos estaban contaminados con Aspergillus flavus y la contaminación  media con aflatoxina B1 que presentaba el maíz después de ser cocinado fue de  aproximadamente, 2 mg/Kg. Perros que comieron este mismo maíz, murieron pocas  semanas después de la ingestión del cereal contaminado.
 La Tabla 3, indica una correlación entre la edad, el numero de personas  afectadas y las que murieron.
TABLA 3. EDAD, NUMERO DE PERSONAS AFECTADAS Y  MUERTES EN LA   HEPATOXICOSIS DE 1974 EN LA INDIA.
 
En contraste, durante el año 1975 los análisis efectuados en muestras de  maíz procedentes de estas áreas, presentaron valores de contaminación con aflatoxina  B1 de 0,1 mg/Kg y el porcentaje de granos contaminados con Aspergillus  flavus fue del 36%. No se registraron casos de hepatoxicosis durante ese  año.
3.3.- En  1971 se publicó un estudio en el que se relacionaba  la   incidencia  de hepatomas  en varias tribus de Uganda, con el porcentaje  de  alimentos  contaminados   con  aflatoxina  B1, y que eran consumidos por aquellas tribus  (18).
 Se encontró que para porcentajes de alimentos contaminados comprendidos  entre 11 y  44% según la tribu, la  incidencia de hepatomas variaba entre 1,4 y 15   casos/100.000/año. La tribu que consumía el mayor porcentaje de alimentos  contaminados tenía más  incidencia   de  hepatomas. La  contaminación media encontrada  en las muestras de alimento que fueron  analizadas, fue  superior  a   1  mg/Kg  (aflatoxinas   totales/Kg).
3.4.- Se  realizó un sumario en el que se reflejaban los estudios  efectuados   relacionando  la  ingesta   diaria de aflatoxinas en Tailandia y África, con la incidencia de cáncer  de  hígado (19).
 A continuación vamos a  exponer la tabla  con  el   resultado  de  este   estudio.
 
 TABLA  4. INGESTA DIARIA DE AFLATOXINAS  Y SU  RELACIÓN CON LA   INCIDENCIA DE CÁNCER DE HÍGADO EN TAILANDIA Y ÁFRICA.
 
R = 0,9683 (P menor  que 0,01)
 Los datos obtenidos  muestran un alto coeficiente de correlación significativamente positivo, entre  las dos magnitudes estudiadas.
 
 3.5.- Un caso de muerte ocurrido en África y con  semejantes características clínicas a los casos ocurridos en la India, fue relacionado con  el consumo de Mandioca cocinada que estaba contaminada con aflatoxina B1 en una  concentración de 1,7 mg/Kg (20).
 
 3.6.- Dos niños Senegaleses tuvieron problemas de  hepatitis crónica al consumir durante 10 meses harina de cacahuete que estaba  contaminada con aflatoxina B1 en concentraciones que oscilaban entre 0,1 y 1  mg/Kg (21).
 
 3.7.- Arroz cocinado al vapor que estaba contaminado con  aflatoxina B1 en una concentración de 6 mg/Kg, provocó en humanos una  encefalopatía aguda y degeneración grasa del hígado, posteriormente el número  de muertes fue significativo (19).
 
 3.8.- Unas 20 personas de origen Indiano que  consumieron un suplemento de harina de cacahuete que estaba contaminada con 0,3  mg de aflatoxina B1/Kg, sufrieron una típica cirrosis infantil. En contraste no  fueron detectados casos de cirrosis cuando el consumo de suplemento de harina  de cacahuete estaba contaminado con aflatoxina B1 en una concentración media de  0,015 mg/Kg (19).
 
 3.9.- Graves problemas de hepatotoxicosis (cirrosis,  hepatitis, carcinoma hepatocelular) en Zambia, llevaron al estudio analítico de  200 muestras de alimentos que eran consumidos por las personas de 5 aldeas. El  estudio fue efectuado durante las últimas estaciones secas de los años 1975 a 1977 y en unas 6  muestras la contaminación con aflatoxina B1 fue muy elevada, del orden de 144  mg/Kg (22).
 
 3.10.- En el Zaire fue encontrada una significativa  incidencia de contaminación con aflatoxinas en alimentos consumidos por  personas de aquel país. Así pues, fueron encontradas concentraciones de  contaminación con aflatoxina B1 que oscilaban entre 0,016 y 88 mg/Kg en  alimentos tales como, cacahuetes, mandioca, maíz y arroz. En otros alimentos  como, patatas dulces, plátanos y sorgo germinado, las contaminaciones con  aflatoxina B1 oscilaron entre 0,03 y 17 mg/Kg. Todo esto fue relacionado con la  alta incidencia de carcinomas hepatocelulares que existieron en aquel país y en  especial en el hombre con edades comprendidas entre los 30 y 40 años (13).
 
 3.11.- Un caso más reciente de aflatoxicosis  que ocurrió en 2004 en  zonas rurales de  Kenia afecto a unas 317 personas y hubo unas 125 muertes, todo ello como  consecuencia del consumo de maíz y productos de maíz contaminados con  aflatoxinas. En los distritos más afectados fueron recogidas unas 350 muestras  de alimentos y los análisis de esas muestras revelaron que un 35% estaban  contaminadas con niveles de aflatoxina superiores a 0,1 mg/Kg y un 7% tenía  aflatoxina en concentraciones superiores a 1 mg/Kg. El distrito de Makueni ya  presentó numerosos casos de aflatoxicosis con una contaminación media del orden  de 0,053 mg/Kg. En el distrito de Thika donde se presentaron muy pocos casos de  aflatoxicosis, la contaminación media fue de 0,0752 microgramos/Kg. La  legislación sobre aflatoxinas en Kenia, indicaba que la concentración máxima  permitida era de 0,020 mg/Kg (27).
 
 3.12.- Se presume la posibilidad de existir  una interacción sinérgica entre la exposición a la aflatoxina B1 y la hepatitis  vírica B en lo que respecta a la hepatocarcinogénesis (28).
 
 3.13.- En Egipto la prevalencia de la  hepatitis vírica C es significativa y se presume que la exposición a las  aflatoxinas, en particular, a la aflatoxina B1, agrava substancialmente los  problemas de hígado provocados por este tipo de hepatitis. Fueron analizadas  muestras de los siguientes alimentos, maíz, trigo, cacahuetes, altramuces  “termis”, arroz blanco, guisantes “lobiya”, habas y arroz entero. Se encontró  que la prevalencia de la aflatoxina B1 fue de un 64,7%; 53%; 53%; 47%; 47%;  41%; 29,4% y 29,4%, respectivamente (29). 
 
 4.- SINDROME DE REYE
 
 Veamos  ahora el posible papel etiológico de la aflatoxina B1 en el síndrome de  Reye.
 En 1939  se  describió por primera  vez, una asociación  anatomopatológica  de un   edema  agudo  cerebral   con  una  degeneración   grasa  del  hígado   en  niños  (23). Sin   embargo en 1963, Reye y colaboradores describieron un cuadro clínico de  causa desconocida  y  que fue observado en 21 niños internados  en  un   hospital  Australiano  (24). En  el   articulo  se  habla   de  los  signos   clínicos  y  anatomopatológicos  que motivaron   la  aparición  de   aquella  enfermedad  como   una  entidad  claramente   definida y que  estaba  formada   por  una  encefalopatía aguda y degeneración grasa del  hígado. 
 La  enfermedad era precedida por una ligera  infección de las vías respiratorias   superiores y los signos   clínicos  comprendían, fiebre, vómitos,  convulsiones,  alteraciones del  ritmo   respiratorio,  del  tono muscular   y  de  los   reflejos,  en  la   mayor  parte  de   los  casos  todo   ello  finalizaba  con  la  muerte. Durante  el   proceso  de  la   enfermedad,  aparecían  alteraciones de las enzimas hepáticas con un aumento de la transaminasa  glutámico-oxalacetica, aumento de amoniaco en  sangre, factores de coagulación   anómalos, aumento de   nitrógeno  ureico  en   sangre  e  hipoglucemia.
 La etiología de este  síndrome permanece aun poco clara, se han atribuido a ella, algunos agentes  etiológicos como toxinas, fármacos (uso de salicilatos), virus, sin embargo no  hay  nada   seguro  que  aclare   la  relación  causa-efecto.
 
 La  primera   relación  de  la   aflatoxina  B1 con  el   síndrome  de  Reye,   empezó  en el  norte de Tailandia cuando fue encontrada  aflatoxina B1, en los tejidos de 22 de   23  casos  autopsiados de niños que presentaron este  síndrome. Las concentraciones  de  Aflatoxina   B1  más elevadas fueron  encontradas en el hígado (25).
 Casos  idénticos donde se sospechó de la asociación de la aflatoxina  B1 con el   síndrome  de Reye, fueron  encontrados en Nueva Zelanda, Checoslovaquia, Estados Unidos, Inglaterra,  Escocia y África del Sur. En todos estos casos se aisló Aflatoxina B1 de  los  tejidos, esencialmente del hígado,  en las muestras obtenidas de autopsias  (25)
 En el  hospital infantil del centro médico de la Universidad de  Misisipí se presentaron  siete  casos de síndrome de Reye en los que se aisló  aflatoxina B1 en el hígado  de  todos   ellos  y  en la sangre de dos de ellos durante la fase  aguda de la enfermedad (25).
 Una situación idéntica al síndrome de Reye ya fue provocada en monos a  los que se les administró dosis variables de aflatoxina B1 (26).
 
 La fuente de aflatoxina B1 en los casos de síndrome de Reye no fue  investigada, sin embargo, si fue relacionada con las incidencias de  contaminación con aflatoxina B1 encontradas en alimentos consumidos por los  niños, tales como, nueces, cereales (arroz en especial), cacahuetes y manteca  de cacahuete.
 Aunque la situación patológica de este síndrome está ampliamente  difundida, la mayor  incidencia de  perturbaciones clínicas con alteración del  tejido hepático, a nivel infantil, se   verifica en los países tropicales cuyas condiciones de humedad y  temperatura favorecen el desarrollo de los mohos en los alimentos y la  producción de micotoxinas.
 
 5-  TOXICIDAD DE LAS AFLATOXINAS
 
 5.1.- Tal como hemos referido al principio, las  aflatoxinas son cancerígenas, teratogénicas y mutagénicas, hepatotóxicas e  inmunosupresivas, afectando al hígado riñón y cerebro.
 La aflatoxina M1 y la aflatoxina B1 tienen una TD50  (dosis de micotoxina con la cual el 50% de los individuos pueden desarrollar  tumores malignos) de 10,38 y 1,15 microgramos/Kg p.c. (peso corporal)/día, respectivamente,  lo que hace suponer que la aflatoxina M1 es aproximadamente  nueve veces menos carcinogénica que la  aflatoxina B1. La TDI  (ingesta de micotoxina diaria que puede ser tolerada) para la aflatoxina B1  esta comprendida entre 0,11 y 0,19 ng (nanogramos)/Kg p.c/día, con un factor de  seguridad de 5000 y un nivel de riesgo de 1/100000. Los valores de NOAEL (nivel  de micotoxina con el que no se observan factores adversos) para la aflatoxina  M1 y la aflatoxina B1 son, < 2,5 y 0,75 microgramos/Kg p.c./día,  respectivamente (30, 31, 32). Si dividimos el valor de TD50 correspondiente a  la aflatoxina M1 por el factor de seguridad 5000, podríamos atribuir  hipotéticamente un valor de TDI para la aflatoxina M1 de 2 ng/Kg p.c./día, lo  que representa, aproximadamente, diez veces más de tolerancia que la aflatoxina  B1 comparado con el mayor valor de TDI para la aflatoxina B1 (33).
 
 6.- LA LEGISLACION EN LA UNION EUROPEA
6.1.- La Unión Europea (UE) tiene legislación (34) para  estas micotoxinas en géneros alimenticios para consumo humano y actualmente los  niveles máximos admisibles están establecidos en 0,05 microgramos/Kg (0,05 ppb)  para AFM1 en leche (leche cruda, leche para la fabricación de productos lácteos  y leche tratada térmicamente) y varían entre 2 a 8 microgramos/Kg para AFB1  y de 4 a  15 microgramos/Kg para AFB1+AFB2+AFG1+AFG2, dependiendo de los diferentes  géneros alimenticios (cacahuetes, frutos de cáscara, frutos secos y productos  derivados de su transformación, cereales y productos derivados de su transformación)  tanto si son utilizados para consumo humano directo o como para  ingredientes de los productos alimenticios.  La legislación también incluye en estos géneros alimenticios, aquellos que son  sometidos a procesos de selección o bien a otros tratamientos físicos antes del  consumo humano directo o como ingredientes de productos alimenticios y tiene en  cuenta que esos procesos pueden reducir la concentración original de AFB1. Se  especifica también que esas concentraciones máximas admisibles se refieren a la  parte comestible, excluyendo pues la cáscara en los géneros alimenticios que la  tienen.
 La legislación de la UE  también establece niveles máximos permitidos de, 5 microgramos/Kg para AFB1 y  de 10 microgramos/Kg para AFB1 + AFB2+ AFG1 + AFG2, en algunas especias. En el  caso de alimentos infantiles y alimentos elaborados a base de cereales para  lactantes y niños de corta edad y alimentos dietéticos destinados a usos  médicos especiales dirigidos específicamente a los lactantes, la concentración  máxima permitida de AFB1 es de 0,10 microgramos/Kg. En el caso de preparados  para lactantes, preparados de continuación (incluidas la leche para lactantes y  la leche de continuación), y alimentos dietéticos destinados a usos médicos  especiales dirigidos específicamente a los lactantes, la concentración máxima  permitida de AFM1 es de 0,025 microgramos/Kg (35).
 Para tener una amplia y actualizada información al  respecto de la legislación sobre micotoxinas a nivel mundial, recomiendo  dirigirse a la URL  indicada en la referencia (36).  
7.-  COMENTARIOS  Si consideramos la concentración máxima más baja de  aflatoxina B1 (2 microgramos/Kg)   permitida por la UE  en géneros alimenticios tales como cereales y ciertos frutos secos y tenemos en  cuenta el valor anterior de TDI de 0,19 ng/Kg p.c./día, un joven de 50 Kg de peso corporal podría  ingerir 9,5 ng AFB1/día, por lo tanto la ingesta máxima diaria de alimento  uniformemente contaminado con 2 microgramos de AFB1/Kg no podría ser superior a  5 g,  aproximadamente. Sin embargo debemos considerar que estamos ha calcular todo  esto con un valor de TDI que es aproximadamente, 4000 veces inferior al valor  de NOAEL (33).  
 Existe un principo llamado ALARA (As Low As Reasonable  Achievable) , es decir, que el nivel máximo de micotoxina debe ser tan bajo  como sea razonablemente posible ya que  para ese tipo de carcinógenos, no hay una  dosis máxima por debajo de la cual no se produzcan tumores malignos, por lo que  que el nivel de exposición debería ser de 0 para tener un riesgo nulo a padecer  cáncer de hígado que pueda ser provocado por las aflatoxinas en general (37, 38).  Con este principio y con los calculos anteriores a partir de una TDI muy  rigurosa para la aflatoxina B1, como ya fue indicada, podríamos pensar que las  concentraciones máximas de aflatoxina B1 o de la suma de las aflatoxinas  B1,B2,G1 y G2 permitidas por la UE  y por otros paises deberian ser aun más bajas y quízas lo sean en un futuro.  Sin embargo, elaborar una legislación no es nada facil ya que existen una serie  de factores que tienen una gran influencia en la elaboración de la misma, a  saber (39): 
 1.- Disponibilidad  de datos toxicológicos.
 2.- Disponibilidad  de datos respecto a la incidencia de micotoxinas en varios alimentos.
 3.- Homogeneidad  de la micotoxina en la masa alimentar.
 4.- Disponibilidad  de métodos analíticos para el control.
 5.- Legislación en  otros países con los que hay contactos comerciales.
 6.- La necesidad  en algunos países de ser abastecidos suficientemente en cuanto a alimentos. 
 La situación es aun mas dificil visto que los problemas de  micotoxicosis en humanos vienen influenciados por una serie de factores tales  como: La  biodisponibilidad y toxicidad de la micotoxina. Los sinergismos entre ellas. La  cantidad de micotoxina ingerida diariamente en función de la concentración de  micotoxina y de la cantidad de alimento ingerido. La continuidad o  intermitencia de ingestión del alimento contaminado. El peso del individuo y el  estado fisiológico y de salud de éste y la edad del individuo. 
 Así pues, los niños y los jóvenes son más susceptibles a la toxicidad de  las micotoxinas debido a una mayor variación del metabolismo basal, ellos  pueden no tener suficientes mecanismos bioquímicos para la detoxificación. En  los niños el cerebro continúa su desarrollo durante muchos años después del  nacimiento y esto puede causar una mayor susceptibilidad a las micotoxinas que  afecten al sistema nervioso central (30).  
 La conjugación de todos los factores mencionados anteriormente y que  tienen influencia sobre la toxicidad de las micotoxinas hace que el análisis de  riesgo respecto a los problemas de salud en humanos (hepatotóxicos,  nefrotóxicos, neurotóxicos, gastroentéricos, cancerígenos e inmunosupresivos)  que pueden ser causados por la ingestión de esos metabolitos tóxicos, sea  complejo y la mayor parte de las veces difícil de entender y correlacionar (33).  Por otro lado, la situación es aun más complicada ya que en la interpretación  de los datos epidemiológicos que pueden estar relacionados con una micotoxina,  debemos también tener en cuenta la posible influencia de otros factores de  riesgo como, el estado nutricional del individuo, las infecciones endémicas y  la ingestión de otras substancias tóxicas (metales pesados,  dioxinas, enterobactérias …etc.) (30). 
 Es cierto que en los países tropicales o/y países subdesarrollados, la  exposición a las aflatoxinas o/y otras micotoxinas es más frecuente, sea por  las condiciones climáticas (humedad y temperaturas altas) que facilitan el  desarrollo de mohos toxicogénicos y la formación de micotoxinas, sea por faltas  de higiene, cuidado y prevención en la elaboración y conservación de los  alimentos o bien sea por otras razones. Sin embargo, existen estudios  estadísticos (40) que revelan que, aproximadamente unos 4,5 billones de  personas que viven en países desarrollados están considerablemente expuestas de  una forma crónica y descontrolada a las aflatoxinas. Esta exposición y sus  efectos tóxicos afecta negativamente a la inmunidad y a la nutrición, todo ello  combinado con los efectos negativos en cuanto a la salud, incluida la infección  HIV (Human Imunodeficiency Virus). 
 Si bien no se pueden dejar de tener en cuenta los problemas de  micotoxicosis causados en humanos por otras micotoxinas, como al principio  mencionamos. Las aflatoxinas continúan a liderar toda esta gran problemática  inherente a la toxicidad de esos metabolitos. 
 No pretendemos con este artículo  provocar situaciones  de alarma al respecto y simplemente queremos comunicar una situación del tema en cuestión. El  consumo variado de géneros alimenticios reduce los riesgos de micotoxicosis, sin embargo  hay países y mismo ciertas poblaciones dentro de un mismo país que por deficiencias económicas no  se pueden valer de esta variedad en sus hábitos alimentares. Es por ese motivo  que los esfuerzos y ayudas  económicas para conseguir mejores y más seguros métodos de prevención, detoxificación e  inactivación a la vez que la rigurosidad en la exigencia de calidad en los alimentos  compuestos para  animales y en los géneros alimenticios para los humanos deben ser cada vez mayores.  
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