Menos metano, mismos kilos: El potencial oculto de los cultivos de cobertura en el pastoreo invernal

La ganadería actual enfrenta el desafío dual de mantener la rentabilidad mientras reduce su huella ambiental, una ecuación que a menudo parece imposible de equilibrar. Sin embargo, un reciente estudio llevado a cabo por el INTA Pergamino, y disponible en el Repositorio Digital del INTA (https://repositorio.inta.gob.ar/xmlui/handle/20.500.12123/24397), aporta evidencia fresca sobre cómo la intensificación ecológica puede ser una aliada estratégica. La investigación, liderada por Juan Mattera y su equipo, revela que los novillos pueden mantener su ganancia de peso emitiendo significativamente menos metano cuando pastorean cultivos de cobertura en lugar de pasturas perennes durante el invierno.

El ensayo, realizado en la Estación Experimental Agropecuaria Pergamino, se centró en cubrir el clásico "bache invernal" de forraje. Para ello, los investigadores compararon dos estrategias de alimentación en condiciones reales de pastoreo: una mezcla de cultivos de cobertura compuesta por raigrás anual, vicia villosa y nabo forrajero, frente a una pastura perenne tradicional base alfalfa y festuca alta. La hipótesis buscaba llenar el vacío de información regional sobre las emisiones de gases de efecto invernadero en estos sistemas integrados bajo condiciones reales de producción.

Lo que encontraron los investigadores es una noticia alentadora para los productores que buscan eficiencia. En términos productivos, no hubo diferencias significativas: los animales en ambos grupos mantuvieron un consumo de materia seca y una ganancia diaria de peso (GDP) similares. Es decir, el cambio de dieta no penalizó los kilos producidos. Sin embargo, la diferencia ambiental fue notable: los novillos que pastorearon los cultivos de cobertura redujeron sus emisiones de metano entérico (CH4) en aproximadamente un 30%.

La explicación técnica detrás de este fenómeno radica en la calidad del forraje. Durante el invierno, la pastura perenne (alfalfa y festuca) entra en una fase de menor crecimiento y mayor senescencia, lo que incrementa la presencia de material muerto y reduce la digestibilidad. Por el contrario, el cultivo de cobertura se encontraba en crecimiento activo, ofreciendo una dieta con mayor digestibilidad y calidad química. Esta mejor calidad permite que el rumen funcione de manera más eficiente, generando menos metano por cada kilo de alimento procesado.

El estudio utilizó la técnica del gas marcador hexafluoruro de azufre (SF6) para medir las emisiones con precisión en el campo. Los resultados mostraron que la reducción de metano se dio tanto en términos absolutos como en relación con el consumo de materia seca y energía bruta. Incluso la pastura perenne, a pesar de tener más material muerto, se mantuvo dentro de los rangos de referencia internacionales, pero el desempeño del cultivo de cobertura demostró un potencial de mitigación superior en esta época del año.

Esta investigación valida que la inclusión de cultivos de servicios no solo aporta beneficios al suelo y al sistema agrícola, sino que también ofrece una herramienta concreta para reducir la intensidad de las emisiones ganaderas sin sacrificar la producción de carne.