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Forjando su futuro – El valor de una becerra saludable

Publicado: 25 de julio de 2016
Por: Soberón, F.1 y Van Amburgh, M.E.2 1Shur-Gain USA, Una empresa de Nutreco 2Cornell University
En un esfuerzo constante por mejorar la producción y eficiencia del ganado lechero, productores y veterinarios constantemente evalúan factores conocidos por su influencia en la producción como es la nutrición, la reproducción, el estrés en los animales, la salud de la ubre, la condición de las pezuñas, entre otros. La gran mayoría de los productores también reconocen la gran influencia en la producción láctea que tiene el periodo seco y una exitosa transición durante el parto. Cualquier enfermedad metabólica durante este periodo tendrá un efecto durante toda la lactancia de ese animal. Con este conocimiento es necesario preguntarse ¿Qué otras enfermedades tienen un efecto prolongado en la productividad del ganado?
Enfermedades en el ganado lechero afectan al animal en distintas formas, por lo general nos enfocamos en el órgano u órganos afectados y una vez que los signos clínicos desaparecen consideramos que el animal está curado. Pero es importante entender la interacción que la enfermedad tiene con otros aspectos importantes en la producción y desarrollo del animal. Cuando un animal está lidiando con una infección, su requerimiento energético aumenta debido a la demanda del sistema inmunológico, al mismo tiempo su ingesta de alimento disminuye por lo que normalmente entra en un estado energético negativo. El impacto que tiene este estado energético varía dependiendo de la etapa de desarrollo en la que el animal se encuentra en ese momento.
En un estudio retrospectivo que evaluó el efecto de eventos ocurridos durante los primeros meses de vida en la producción de leche durante la primera lactancia de más de 1,200 vaquillas, reveló un efecto prolongado de las infecciones respiratorias durante los dos primeros meses de vida. Becerras que recibieron al menos un tratamiento de antibióticos debido a una infección respiratoria produjeron en promedio 492 kg de leche menos que las becerras que no fueron tratadas por enfermedades respiratorias. Este mismo estudio, reveló una asociación positiva muy significante con la ganancia diaria de peso; por cada kilo adicional de ganancia diaria de peso las vaquillas produjeron 888 kg más de leche durante la primera lactancia (Soberón et al., 2013). La diferencia en el crecimiento promedio de estas becerras fue generada principalmente por cambios en el requerimiento energético de las becerras debido a las condiciones climáticas durante los primeros dos meses de vida. En un esfuerzo por separar el efecto del crecimiento con el efecto de las enfermedades respiratorias, analizamos la producción láctea de becerras que no recibieron tratamiento independientemente de las becerras que recibieron tratamiento. Cuando una becerra recibió tratamiento por enfermedades respiratorias, su crecimiento predestete está correlacionado con su producción láctea durante la primera lactancia de forma que por cada 1 kg de crecimiento extra, produjo 623 kg más de leche. Las becerras que no recibieron tratamiento por infección respiratoria por cada 1 kg de crecimiento adicional produjeron 1,407 kg más leche durante la primera lactancia.
Drackley et al. (2007), condujeron un estudio diseñado para evaluar el efecto de la alimentación predestete en la producción de leche durante la primera lactancia. Este estudio fue repetido durante dos años. El primer año, animales que recibieron una mayor cantidad de leche durante los primeros dos meses de vida produjeron 1,331 kg más leche durante la primera lactancia que aquellas becerras que fueron restringidas durante el mismo periodo. El segundo año, las becerras que recibieron más leche durante el destete solamente produjeron 342 kg más leche, la principal diferencia durante estos dos años fue la presencia de una infección de coronavirus y rotavirus durante el segundo año que afecto a la gran mayoría de las becerras. Estos resultados indican que existe una correlación entre enfermedad y crecimiento. Considerando el efecto que las infecciones tienen en el estado energético del animal hay que evaluar la información disponible con respecto a la correlación entre la crianza de becerras y la producción durante la primera lactancia. La lactancia comienza al momento del parto, pero antes de que pueda comenzar la lactancia, la glándula mamaria necesita desarrollarse. Este desarrollo comienza mucho antes del embarazo. Más que eso, el desarrollo de la glándula mamaria no es el único factor que afecta la producción láctea; en cambio, la eficiencia de la alimentación y la regulación hormonal entre otras influencias metabólicas, también afectan el potencial de producción. Así como el desarrollo de la glándula mamaria comienza en la infancia, la eficiencia alimenticia y la regulación hormonal también están siendo programadas desde etapas embrionarias. Como productores lecheros, tenemos una ventana de oportunidad para influir positivamente en el desarrollo de las becerras en estas etapas tempranas y así influir en su potencial productivo de por vida.
El estudio de los efectos de la alimentación líquida durante los primeros 60 días ha revelado un crecimiento alométrico del hígado y de la glándula mamaria, pero especialmente del parénquima mamario. Al tiempo del destete, el peso del parénquima mamario de las becerras que recibieron más leche durante los primeros dos meses de vida fue 6 veces mayor que el parénquima de las becerras que estuvieron restringidas en el consumo de leche. Esto indica un efecto directo del consumo de nutrientes en la proliferación de las células del parénquima mamario en los primeros meses de vida. Este crecimiento adicional solo es relevante si viene acompañado de un incremento en la producción láctea en el futuro. Por lo tanto, se realizó un meta-análisis de todos los estudios disponibles donde se evaluaron los efectos de la nutrición durante los primeros meses de vida y su efecto en la producción durante la primera lactancia. El meta-análisis resultó en una estimación de que las becerras que consumen más nutrientes durante los primeros meses de vida producen 435 kg más leche durante su primera lactancia. Cuando se incluyó la ganancia de peso promedio en el análisis, por cada 1 kg de ganancia diaria de peso adicional, las becerras produjeron 1,540.7 kg más de leche durante la primera lactancia (Soberón y Van Amburgh, 2013). Los efectos de la nutrición temprana en el desarrollo no son únicos del ganado lechero. El efecto de la nutrición temprana ha sido descrito en abejas, humanos, perros, ovinos y porcinos entre otras especies. En porcinos, Bartol et al. (2008) describieron el sistema lactócrino, el cual refiere al transporte de ingredientes biológicamente activos presentes en el calostro de la cerda a los lechones recién nacidos. La teoría del sistema lactócrino, fue ligada a los efectos de la relaxina presente en la leche de la cerda con el desarrollo del útero en el lechón (Bartol et al., 2008) así como al mejor desarrollo gastrointestinal (Thivend et al., 1980), síntesis de proteína en el yeyuno (Burin et al., 1992; 1995), y a la síntesis de músculo esquelético (Burin et al., 1995).
En bovinos, el calostro ha sido tradicionalmente dado al becerro para la transferencia de inmunoglobulinas para ayudar a su inmaduro sistema inmunitario. Sin embargo, los beneficios de la alimentación con calostro a las becerras superan lo que se puede atribuir exclusivamente a la transferencia de inmunoglobulinas. Los efectos positivos a largo plazo incluyen, mayor ganancia diaria de peso a los 180 días (Robison et al., 1988), aumentó de la producción de leche y la producción de grasa durante la primera lactancia (DeNise et al., 1989; Faber et al.,2005), reducción en el tiempo al primer parto (Waltner-Toews et al., 1986), aumento en la ganancia de peso diaria predestete (Osorio y Drackley, 2005; Soberón y Van Amburgh, 2011), aumento en la eficacia de la alimentación (Jones et al., 2004) y aumento en el consumo de alimento postdestete (Soberón y Van Amburgh, 2011). Por ejemplo, Faber et al., (2005) utilizaron ganado Suizo, ofrecieron diferentes niveles de calostro durante los primeros días de vida, después del destete, todas las becerras fueron tratadas de la misma forma. Aunque las becerras que recibieron más calostro tuvieron una mayor ganancia de peso diario antes del destete, al tiempo del parto no había diferencias en el peso entre los tratamientos. Las vacas que recibieron más calostro al nacer tuvieron un incremento de 12% en la supervivencia hasta el final de la segunda lactancia y también produjeron 1,027 kg más leche durante 2 lactancias. Estos efectos a largo plazo probablemente no están relacionados con el sistema inmunológico sino para el conjunto de otros factores de crecimiento y hormonas se presentan en grandes concentraciones en el calostro bovino, como son IGF-I, IGF-II, lactoferrina, prolactina, insulina, leptina, relaxina, TGF α y TGF β. Actualmente, investigadores están tratando de identificar el efecto de algunos de esos otros factores en el desarrollo de la cría.
Con manejo apropiado y administración de suficiente calostro y alimento líquido, el potencial de producción de una vaquilla puede aumentar entre 1,360 a 1,800 kg de leche por lactancia. Sin embargo, para cosechar adecuadamente estos beneficios, las vaquillas deben de ser alimentadas apropiadamente durante todo su desarrollo. Cuando una becerra recibe de 8 a 12 litros de leche o sustituto de leche por día, el proceso de destete requiere más atención. Es posible desarrollar el rumen de estos animales jóvenes y garantizar una adecuada transición pero es muy recomendable utilizar un método de destete progresivo de por lo menos 2 semanas (Khan et al., 2007; Miller-Cushon et al., 2013). Una vez que las becerras son destetadas, es importante proporcionar una nutrición que le permita a al becerra mantener la síntesis de proteínas. En un estudio diseñado para evaluar la interacción entre la nutrición predestete y los niveles de proteína en la dieta postdestete, Moallem et al (2010) observaron que los avances logrados a través de una nutrición adecuada durante el predestete podrían perderse si no ofrecían niveles adecuados de proteína hasta la pubertad. En este estudio, las vaquillas a las que les ofrecieron leche entera durante el predestete, produjeron más leche que las vaquillas alimentadas con un substituto de leche bajo en proteínas; Sin embargo, las becerras que fueron suplementadas con un 2% adicional de proteína entre 150 a 350 días de vida, produjeron 2 kg/d más de leche que las vaquillas que habían sido alimentadas con la misma leche entera, pero no fueron suplementadas durante la pubertad con niveles adecuados de proteína. Este estudio apoya la teoría de que las ganancias sólo puede lograrse en ciertas etapas del desarrollo, pero estas ganancias pueden perderse más adelante debido a inadecuadas condiciones ambientales incluyendo nutrición. Becerras criadas bajo este sistema de manejo alcanzarán la altura y peso adecuados para una más temprana inseminación. Es importante reconocer que el momento apropiado para inseminar a una vaca lechera por primera vez es cuando alcanza el 55% de su peso corporal maduro y esto no está directamente correlacionado con su edad. La edad óptima al primer parto para Fresiana-Holstein criadas bajo este programa es de entre 21 y 23 meses; las razas más pequeñas pueden parir exitosamente a los 19 meses.
En conclusión, las primeras horas y semanas de vida de una becerra son cruciales para poder influenciar su potencial productivo de por vida. El calostro es una fuente importante de inmunoglobulinas que les proporciona a las becerras con mucha inmunidad pasiva, la cual es necesaria, pero más allá de eso, el calostro contiene muchos factores de crecimiento que tienen el potencial de influir en el potencial productivo del animal durante toda su vida. El consumo de nutrientes contenidos en la leche o el sustituto lácteo tiene una influencia positiva sobre el potencial productivo del ganado lechero. Enfermedades infecciosas durante este periodo afectan el balance energético del animal y por lo tanto tienen un efecto negativo permanente en la producción láctea futura. No hay mecanismos compensatorios para estos efectos; “Si la ventana de oportunidad se pierde, se han perdido las posibilidades para optimizar su producción”.
En resumen, cuando nace una becerra, hay que asegurarse que reciba suficiente calostro de buena calidad; (cantidades recomendadas son 4 litros durante las primeras dos hora de vida y 2 litros 12 horas después). Continúe ofreciendo suficiente leche o sustituto de leche de buena calidad para promover como mínimo una ganancia promedio de peso diario de 0.8 kg/d durante los primeros 60 días de vida. Mantenga a las becerras en un lugar bien entilado para evitar infecciones respiratorias y en un lugar limpio y seco para disminuir las infecciones gastrointestinales. Por último, proporcione una nutrición balanceada que le permita a las becerras alcanzar el 55% del su peso maduro a los 12 meses de edad con una condición corporal de 3.0 (en escala de 1 a 5). Insemine a las becerras cuando alcancen el peso y estatura correcta (80% de la altura del ganado adulto) la meta es parir entre 21 y 23 meses pesando entre 82 y 85% de su peso maduro con una condición corporal máxima de 3.5.
 
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Autores:
Fernando Soberon
Nutreco
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Ismael escamilla
Técnica Mineral Pecuaria
18 de octubre de 2020
Excelente ponencia dr Soberón, muy bien fundamentada, estoy de acuerdo con sus sugerencias, principalmente por donde comienza hablando de la alimentación de las vacas secas y durante la transición me parece fundamental para tener buenos resultados con las becerras que nacen de esas vacas y que no deberían enfermarse durante la lactancia, de nuevo lo felicito por su excelente artículo, un saludo afectuoso de ismael Escamilla.
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