INTRODUCCIÓN
El bienestar animal es un tema cada vez más importante a nivel mundial en cuanto a salud pública, opinión pública, política y economía. Desde un punto de vista ético, el bienestar animal no solo incluye el estado del cuerpo, sino también sus sentimientos. Por tanto, si el animal se siente bien, está bien. Bajo este panorama, cuando se pretende evaluar el bienestar animal, se debe tomar en cuenta los resultados de su comportamiento; de ese modo, se ha llegado a la conclusión de que los animales tienen necesidades conductuales que deben satisfacer por razones humanitarias (Hewson 2003; Keyserlingk et al. 2009; Phillips 2009; Broom, 2010). Según la Comisión Europea, en materia de bienestar animal, se parte del reconocimiento de que los animales son seres sensibles y deberían ser tratados en modo tal que no sufran innecesariamente. Las llamadas “cinco libertades” son referidas para definir lo que sería el estado ideal de los animales, a saber: libre de hambre o sed, libre de molestias, libre de dolor o enfermedad, libre de miedo o angustia y libre de expresar su comportamiento natural (Dirección General de Sanidad y Protección de los Consumidores 2007).
La percepción del consumidor de la calidad de la comida no solo está determinada por su naturaleza e inocuidad, sino también por el estado de bienestar del animal del cual se produjo (Moynagh 2000; Noordhuizen 2005; Blokhuis 2007). Mejorar el bienestar de los animales en una explotación puede incrementar la calidad del producto, disminuir las patologías y aumentar la resistencia a enfermedades, haciendo de esto un rubro importante en la inocuidad de los alimentos (Welfare Quality® 2009).
Existen empresas, en todo el mundo, sobre todo en Europa, que se mueven hacia la producción sostenible, e incluso de manera conjunta con las organizaciones que trabajan por el bienestar animal. Por ejemplo, en Italia, la Coop Italia Società Cooperativa (Cooperativa de Consumidores Italianos), asociación que maneja la más grande cadena de supermercados en Italia, desde el 2010 solo vende huevos de granjas de gallinas criadas en tierra, y tiene, como meta, abolir el hígado graso de pato o ganso (foie-gras) (D’Amico 2013).
Al considerar que los consumidores demandan cada vez más información sobre los alimentos que adquieren, los productores hoy en día deben demostrar que están, ética y socialmente, comprometidos con sus operaciones, al dar un manejo correcto a los animales, respetando e incentivando los trabajadores y protegiendo el ambiente. Como respuesta a un cliente más exigente, la Unión Europea crea el proyecto de Welfare Quality® (Welfare Quality® 2009), el cual se ha convertido en el trabajo de investigación integrado de bienestar animal más grande de Europa, pionera en este campo. Este proyecto integró, además, a cuatro instituciones en América Latina (Borell 2004; Blokhuis 2007; Huertas et al. 2010; Martínez 2010).
En las últimas dos décadas, el aumento en la tecnología ha impulsado la producción lechera, al exigir cada vez más de los animales. Considerando que los consumidores demandan más información sobre los alimentos que adquieren, los productores, hoy deben demostrar que están ética y socialmente comprometidos con sus operaciones, animales, trabajadores y el ambiente. Para proteger los animales en la industria lechera, se han creado diferentes asociaciones y proyectos, por ejemplo: National Diary Animal Well-Being Coalition y Humane Society en E.U.A. (National Dairy Animal Well-Being Initiative 2008).
El objetivo principal de este proyecto consiste en caracterizar el bienestar animal en hatos lecheros diversos de Costa Rica, asociados a una cooperativa de productores de leche, mediante la aplicación del protocolo Welfare Quality® Project y, por medio de esta metodología, determinar las fortalezas y debilidades que poseen respecto al tema.
MATERIALES Y MÉTODOS
Población
El estudio se realizó en 60 fincas asociadas a una cooperativa de productores de leche con alcance nacional. El único criterio de exclusión utilizado fue el rechazo del productor de facilitar la finca y los animales para realizar el estudio. Las fincas son especializadas en la producción de leche, con razas lecheras puras y sus cruces. En todas ellas existe ordeño mecánico, alimentación suplementada con concentrados y sales minerales, cuentan con médico veterinario y asesoramiento de la cooperativa en temas de calidad de leche. El tamaño promedio de las fincas asociadas a la cooperativa es de 60±7,7 vacas en ordeño, con niveles medios de producción de 20,9±4,6 kg/vaca/día en razas grandes, y de 15,9±3,8 kg/vaca/día en razas pequeñas, con valores intermedios en las vacas híbridas. La principal raza grande es la Holstein, mientras que en las pequeñas es la Jersey, con más del 90% de participación en cada una de sus categorías. Los días abiertos, indistintamente de la raza, están en el rango intercuartil de 85 a 115 días.
Se presentan tres sistemas de producción principales: estabulado, semi-estabulado y de pastoreo continuo; sin embargo, algunas fincas aplican un sistema mixto que se denomina “de sesteo”, que consiste en utilizar pastoreo, pero poner a resguardo a los animales en las horas más calurosas del día (entre 10,00 a.m. y 2,00 -3,00 p.m.), ya sea en un establo o en una zona boscosa. El tamaño de muestra se calculó para comprobar una calificación promedio de cumplimiento de 55%, a partir de un total de 1500 fincas, con una desviación estándar esperada de 20, un error de 5 y un nivel de confianza del 95%. Las fincas se seleccionaron en forma aleatoria y por afijación proporcional según la división geográfica y administrativa que posee la cooperativa: Zona Central (38% de las fincas), Zona Norte (45%) y Pacífico (17%).
Instrumento de medición del bienestar animal
Se utilizó el protocolo del Welfare Quality® Project 2009 para ganado lechero adulto en las 60 fincas. La cantidad de animales adultos evaluados en cada finca se decidió a partir de lo establecido por el protocolo de Welfare Quality® Project (2009).
Puesto que no existe un método para evaluar los animales de reemplazo en fincas lecheras, en 47 de las fincas evaluadas se utilizó el protocolo para terneros de carne del Welfare Quality® Project (2009) . Con esta herramienta se evaluaron, de acuerdo con las indicaciones del protocolo, todos los animales entre tres y seis meses de edad (Cuadro 1).
Se visitó las fincas una sola vez para realizar la observaciones visuales en cuanto al comportamiento y salud de los animales. La evaluación se realizó en los animales adultos después del ordeño de la mañana y, seguidamente, en los terneros. Posteriormente, se entrevistó a los encargados de la finca para obtener datos sobre el manejo y salud de los animales. Se utilizó el método de evaluación especificado en los protocolos de Welfare Quality® Project (2009).
Las puntuaciones finales se obtuvieron mediante los métodos y fórmulas propuestas por el protocolo del proyecto de Welfare Quality® Project (2009), específicas y diferentes para cada rubro. Al final, las calificaciones por ítem se suman y, con base en el total, se otorga la calificación: Excelente (≥80%), Bueno (55-79), Aceptable (20-54) y No clasificado (<20).
Análisis de datos
Los datos obtenidos de la inspección visual, además de la entrevista a los productores, se analizaron por medio de estadística descriptiva: 1) se determinó la frecuencia absoluta y relativa de fincas que resultaron ubicadas dentro de cada una de las categorías establecidas por el protocolo del proyecto de Welfare Quality® (2009); 2) se calcularon medidas de tendencia central (promedio, moda y mediana) y de dispersión (desviación estándar) para las puntuaciones obtenidas, tanto en forma general como por cada libertad y criterio; 3) mediante un análisis de correlación de Pearson se determinó las relaciones existentes entre los criterios de evaluación. Para esto se utilizó el programa InfoStat/S 2013®.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Resultados generales
Las fincas se ubicaron en tres sistemas comúnmente utilizados: estabulado (8,3%), semi-estabulado (10,0%) y de pastoreo (81,7%); sin embargo, 17 (34,7%) de las 49 fincas en pastoreo aplican un sistema que se denominó “sesteo”, que consiste en poner a resguardo a los animales en las horas más calurosas del día (entre 10,00 a.m. y 2,00 -3,00 p.m.), ya sea en un establo o en una zona boscosa. La mayoría de las fincas (91,7% para adultas y 70,5% para terneras) permitía que los animales estuvieran en pastoreo en algún momento del día.
Por su parte, en el caso de las terneras de reemplazo, únicamente el 23,4% de las fincas utiliza el pastoreo, mientras que el 46,8% y 29,5% alojan las terneras en sistemas semi-estabulado y estabulado, respectivamente.
Según el protocolo, ninguna finca logró la calificación de excelente; la mayoría se encontraban en la categoría de ‘bueno’ (55,0%) seguido por ‘aceptable’ (36,7%), mientras que el 8,3% se encasilló como ‘no clasificado’.
Respecto a la evaluación específica de las libertades, las de “alojamiento” y “comportamiento”, obtuvieron calificaciones promedio de ‘buenas’ mientras que las de “salud” y “alimentación” fueron ’aceptables’ (Cuadro 2).
Solo dos de las fincas evaluadas aplicaban algún tipo de analgésico o anestésico a la hora de descornar, lo cual impidió que la puntuación, en el rubro “ausencia de enfermedad”, fuera mayor a 55 (mediana = 50), que es requisito para tener una puntación final de ‘Excelente’. Asimismo, en más de la mitad de las fincas había insuficiente cantidad de bebederos o presentaban una inadecuada condición de higiene, dando como resultado una moda de 32 puntos. Esto afecta, de forma relevante, el punto de “buena alimentación”, condujo a una puntuación menor de 55 (Cuadro 3).
Por otra parte, más de la mitad de las fincas se encuentra en clasificación ‘Buena’. Esto se debe, principalmente, a la poca cantidad de fincas completamente estabuladas que participaron en el estudio (8,2%) y a la alta cantidad que lo hacen en pastoreo con o sin sesteo. El pastoreo ofrece a los animales espacio, un ambiente natural con una superficie suave, absorbente y limpia, que se encuentra en constante recambio y que estimula que los animales hagan más ejercicio. Todas estas características disminuyen el estrés, el hacinamiento, las agresiones entre los animales, las heridas por decúbito y golpe, las infecciones y las claudicaciones, sin mencionar que favorecen el comportamiento normal de los bovinos. Por lo cual, este ambiente no solo favorece el rubro de “alojamiento”, sino también los de “comportamiento” y “salud”. Otro punto, que favoreció las puntuaciones de las fincas, fue el hecho de la inexistencia, en las fincas visitadas, de sistemas de estabulación con la vaca en un puesto fijo mediante sujeción (tie stall) el día completo. Aunque había fincas que sí amarraban los animales una parte del día, ninguna lo hacía por más de 18 horas, por lo cual, en este criterio todas las fincas obtuvieron una nota de 100 (Cuadro 3).
Libertades individuales
Cuando se analizó el rubro de “alimentación”, el problema principal se encontró en las fuentes de agua. A pesar de esto, para esta categoría, la calificaciones fueron ‘buenas’ o ‘aceptables’; así, más de la mitad de las fincas obtuvieron una calificación de ‘buena’ (mediana = 62,3). Se ha reportado que la cantidad y condición de calidad del agua pueden repercutir negativamente, tanto en la producción de leche (afecta el volumen de producción), como &en la salud del animal, por la posible transmisión de enfermedades (Callejo 2009; Looper Walder 2013).
Cabe mencionar que la ausencia de protocolos de higiene, en general, y de fuentes y depósitos de agua en particular, puede favorecer la presencia de agua estancada que, a largo plazo, representan, no solo un factor de riesgo para la salud del animal, sino también un peligro de salud pública (OPS 2013).
Por otra parte, los problemas encontrados, respecto al “alojamiento”, fueron en los establos, especialmente por camas muy duras o muy cortas que repercutían en la manera en que los animales se echaban, afectando de forma directa la calificación en el ‘confort en el descanso’, llevando a puntuaciones mínimas promedio de 35 (Cuadro 3) . Por otra parte, aunque las instalaciones estabuladas manejaban mejores echaderos que las semi-estabuladas –en general-, estas últimas, al no ser utilizadas todo el día por el animal, no afectaron gravemente su bienestar (Cuadro 3).
Al analizar el “estado de salud”, se pudo determinar que este criterio corresponde a uno con puntuaciones más bajas (Cuadro 3). El aspecto que presentó más fallas es el de “ausencia de dolor inducido por procedimientos de manejo”, en el que se observó una ausencia de medicamentos analgésicos o anestésicos, para procedimientos dolorosos como el descorne. Por otra parte, la falta de intervención veterinaria denota un valor negativo respecto a la aparición de enfermedades dentro del hato (promedio = 53,6), predominando los problemas reproductivos y los de tipo digestivos/nutricionales.
Por último, en el criterio de “ausencia de lesiones”, las calificaciones fueron buenas o satisfactorias (P25= 63). Solo se observaron lesiones por decúbito en las fincas estabuladas (8,3%). Este resultado puede explicar el gran uso de sistemas de pastoreos o semi-intensivos en el país.
Adicionalmente, las condiciones de manejo de los sistemas productivos influyó, de manera relevante, en los comportamientos sociales (Cuadro 3). Al ser la mayoría de fincas de pastoreo, favorece un ambiente menos estresante para los bovinos y, por ende, disminuye las agresiones entre ellos. Al respecto, se ha encontrado una relación significativa entre la cantidad de comportamientos agonistas y la cantidad de espacio por animal (Mülleder et al. 2007). Este resultado es positivo a los ojos del consumidor que prefiere animales no estabulados, y es un factor a favor en la mercadotecnia de los productos lácteos (Rushen et al. 2008).
Los resultados reportados por el mismo proyecto de Welfare Quality® (2012) en diversos países de Europa (Austria, Bélgica, Dinamarca, etc.) muestran ser muy similares a los obtenidos en este estudio; así, por ejemplo, no se encontró fincas ‘excelentes’, la minoría eran ‘no clasificadas’ y la mayoría se encontraban en las categorías de ‘aceptable’ y ‘bueno’. Se describe que ninguna granja se podía considerar excelente pues había una gran incidencia de claudicaciones, heridas y enfermedad.
Se muestra, entonces, que los resultados obtenidos son alentadores para el país, lo cual puede deberse, principalmente, al hecho de que en Costa Rica las condiciones tienden a ser más de pastoreo, contrario a Europa, en donde el método de manejo utilizado es principalmente estabulado. Esta situación brinda una serie de ventajas en cuanto a comportamiento, alojamiento y salud; como por ejemplo, menos problemas de heridas y de claudicaciones, algo que los autores de otros artículos mencionaron como un gran problema en las fincas que evaluaron.
Análisis por zonas geográfico-administrativas
El análisis general de las calificaciones obtenidas por las fincas, las ubicadas en la Zona Central obtuvieron las mejores calificaciones, pero con resultados muy similares en la Zona Norte, con diferencias muy marcadas respecto a la Zona Pacífica, en donde hubo la mitad de fincas calificadas como buenas y el doble como aceptables, respecto a las dos primeras. El porcentaje calificado como ‘no clasificado’ fue similar entre las zonas (Cuadro 4).
Este resultado está altamente influenciado por el hecho de ser sistemas principalmente estabulados. También, porque son zonas con alta tradición ganadera de lechería especializada en donde las instalaciones, la alimentación y el manejo ha evolucionado hacia sistemas en que las vacas estén en las mejores condiciones para obtener los mejores rendimientos técnicos, que sin duda se logran con animales más sanos.
Análisis según tipos de manejo
Como se puede observar en la Figura 1 y el Cuadro 5, las puntuaciones de las libertades tendieron a ser menores en los sistemas estabulados, en comparación con los otros sistemas de manejo, a excepción de la ‘libertad de alimentación’, que era mucho más alta que los otros, llegando a ser entre 25,7 (p=0,06) y 41,0 (p= 0,04) puntos, mayor que el semiestabulado y el sesteo, respectivamente. Sin embargo, el estabulado presentó la menor calificación en el aspecto de ‘alojamiento’, siendo significativamente menos que los otros tres sistemas evaluados (p= 0,04).
La alimentación en el sistema estabulado es mejor porque controla la provisión, tanto en calidad como en cantidad de comida pero, sobretodo de agua (porque llevar bebederos amplios a cada potrero es complicado) es mucho más fácil que en animales en pastoreo. Mientras que, como se indicó, el pastoreo es el alojamiento más natural y confortable para los animales: comer, beber, dormir, caminar y estar de pie, en una superficie de hormigón, daña severamente el confort de los animales (Callejo 2009), por ello, el alojamiento tenía mejores puntuaciones en los sistemas de pastoreos.
Hubo una importante y significativa correlación positiva (r= 0,58, p= 0,03) entre buena alimentación y estado emocional positivo. Esto, debido a que la disponibilidad de comida afecta directamente el comportamiento de los animales, haciendo que pasen más tiempo pastoreando y menos echados (Pérez-Ramírez et al. 2009). Cuando el hato se encontraba con una mala condición corporal era común que, en el pastoreo, los animales (en parte por el mal estado del pasto en sí) comieran rápidamente, tomando pequeños bocados sin descansar por un largo periodo; lo cual, desde el punto de vista del evaluador, son animales “angustiados”, lo que afectaba el rubro de ‘estado emocional positivo’.
Las puntuaciones del sistema semi-estabulado siempre están en un punto intermedio de las otras calificaciones pero sin diferencias significativas; esto, probablemente, porque el grupo de estabulado y semi-estabulado son los más pequeños, lo que compromete la prueba de estadística. Se puede pensar que, en condiciones adecuadas de manejo, el sistema semi-estabulado es uno de los sistemas mejor balanceados y, si es correctamente manejado, podría ser el sistema con el mejor bienestar para los animales. Un estudio futuro, de tipo longitudinal, con más unidades muestrales (fincas), sería necesario para valorar mejor cuán balanceado y funcional es el semi -estabulado respecto al bienestar animal y el rendimiento bioeconómico, en comparación con los sistemas estabulados que, cada vez, son más frecuentes; y, con el de pastoreo rotacional que es el tradicional y más extendido y usado en Costa Rica.