En los sistemas de alambrado eléctrico, muchas veces se atribuye la baja tensión en los hilos a fallas en el electrificador o problemas de puesta a tierra. Pero hay una causa silenciosa y recurrente que suele pasarse por alto: la suma de errores en las conexiones a lo largo del sistema.
Cada mala unión, cada terminal mal apretado, cada contacto oxidado o alambre sin el calibre adecuado no solo pierde energía: la roba. Y aunque cada punto defectuoso pueda parecer menor, el efecto acumulativo es contundente. La suma de pequeñas fallas resta eficiencia, resta voltaje y, en definitiva, resta funcionalidad al sistema.
Este fenómeno es más común de lo que parece. Un alambre mal empalmado en lo que parecía un sistema bien instalado, comienza a mostrar fallas: pulsos débiles y animales que aprenden a desafiar la barrera eléctrica.
Por eso, la revisión detallada de cada conexión es parte esencial del diseño del alambrado y de su mantenimiento. No es exagerado decir que la calidad de las uniones define la eficiencia del sistema.
Invertir tiempo en hacer bien cada conexión no es un detalle menor, es una decisión técnica que impacta en todo el sistema.
Insisto en que no hay secretos: hay técnica, criterio y atención al detalle. Porque cada suma de errores resta, pero cada buena conexión suma voltaje, seguridad y resultados.
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