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La Cetosis en vacas lecheras

Publicado: 4 de febrero de 2021
Por: Andrés Zhao
La Cetosis en vacas lecheras - Image 1
INTRODUCCIÓN
Al inicio de la lactación las vacas lecheras transitan por una fase que se caracteriza por un balance negativo de energía. La razón de dicho desbalance deriva de que la salida de energía para la producción de leche supera la que el animal pudiera recuperar con la ingesta de alimento. Las reservas corporales en forma de grasa son entonces movilizadas, pudiendo repercutir en condiciones como hígado graso y cetosis (subclínica). Este artículo detalla por tanto cuál es el rol exacto de la colina y la forma en la que ésta debe ser administrada.
LA CETOSIS Y LA COLINA
La cetosis en un desorden de tipo metabólico que se caracteriza por elevadas concentraciones de cuerpos cetónicos en la sangre, la orina y la leche. La enfermedad ocurre principalmente en la lactancia temprana, cuando las reservas corporales son utilizadas para mantener la lactación. Este desorden metabólico tiene dos presentaciones, la subclínica y la clínica, ocasionalmente con signos nerviosos. La cetosis subclínica por su parte se registra a nivel de hato y se asocia con una menor producción de leche, un elevado contenido de grasa en la misma (en lo relativo al contenido de proteína), con la caída en la eficiencia reproductiva y un claro aumento en las probabilidades de descarte de animales del hato. Las vacas con cetosis subclínica presentan mayor probabilidad de sufrir cetosis clínica e incluso de desplazamiento de abomaso.
Al inicio de la lactación las vacas están sujetas a un incremento en la movilización de las reservas de grasa corporal, con lo que se relaciona la presencia de cetosis. A esta grasa corporal se le llama también tejido adiposo, donde dicha grasa está presente en forma de triglicéridos (glicerol con tres ácidos grasos). Estos triglicéridos son liberados del tejido adiposo hacia la sangre en la forma de ácidos grasos libres (también llamados no esterificados o NEFAs) para alcanzar el hígado, donde puden ser oxidados y obtenerse energía (resultando en altos niveles de cetonas), o bien nuevamente movilizados en la forma de VLDL (lipoproteínas de muy baja densidad). Sin embargo, la tasa de absorción de grasa por el hígado puede ser mayor que la oxidación, o que su movilización, resultando así en el síndrome de hígado graso. La colina es un componente de la fosfatidilcolina, la cual es necesaria para la síntesis de VLDL, por lo que la colina juega un rol muy importante e incluso crucial para la movilización de la grasa. La figura 1 muestra las diversas rutas para la metabolización de la grasa en la vaca lechera.
INCIDENCIA Y COSTO DE LA CETOSIS
La incidencia de la cetosis ha sido evaluada en diversos estudios y en diferentes partes del mundo. En un estudio reciente realizado en Nueva Zelanda se concluyó que la prevalencia de cetosis subclínica era en promedio Sitio Argentino de Producción Animal 1 de 4 del 14.3%, pero se reportaron casos de hasta el 60%. En encuesta realizada en diez naciones europeas, se mostró también que la incidencia de cetosis subclínica era en promedio del 21% y en un rango de entre el 11 y el 36.6%. Estudios en Sudamérica muestran una prevalencia del 43%, pero existen reportes de hasta el 56%. El cuadro 1 muestra una síntesis de los diversos estudios sobre la prevalencia de cetosis subclínica. 
La cetosis puede derivar en altos costos para la producción lechera. Los costos de la cetosis están asociados a una menor producción de leche y a un mayor riesgo de sufrir diversas enfermedades. Así, los costos directos incluyen el tiempo invertido por el veterinario y el dueño de la explotación, los medicamentos, la leche de descarte, un pico de producción más bajo y otros costos. Los costos indirectos por su parte, incluyen el riesgo de padecer otras enfermedades, el aumento en el intervalo entre partos, una tasa mayor de vacas de desecho, un mayor número de servicios por concepción y un mayor riesgo de muertes. Por cada vaca afectada el costo de la cetosis subclínica se ha calculado en $955 (735 euros) (Esslemont, 2012). Así pues, en una granja con prevalencia de cetosis subclínica de entre el 20% y el 30%, ésta repercute en un costo que va de entre $190 y $286 por vaca promedio del hato. Para una granja con 100 vacas el total de costos asciende entonces hasta los $29.000 por año. 
PROTECCIÓN EN RUMEN Y DISPONIBILIDAD INTESTINAL
La Colina es considerada como un nutriente no esencial en rumiantes, lo que quiere decir que la vaca es capaz por ella misma de producirla. Sin embargo hay indicadores que muestran que la cantidad producida de colina es limitada, por lo que agregar una cantidad extra en la ración es una buena estrategia para optimizar la salud del hato.
La colina añadida debe estar disponible a nivel intestinal y considerar con ello que la colina sin protección será degradada a nivel ruminal, perdiendo su efecto. Para evitar la degradación en el rumen, existen varios productos protegidos, y donde la colina está resguardada de la acción ruminal. Esta capa protectora es generalmente una matriz de ácidos grasos que evitan que los microbios ruminales la utilicen y debe ser fragmentada una vez está llegando al tracto digestivo, por acción de las enzimas sobre los ácidos grasos, liberando la colina y lográndose así su posterior absorción.
Cuadro 1: Síntesis de los estudios sobre la prevalencia de cetosis subclínica.
La Cetosis en vacas lecheras - Image 2
Ahora bien, con la protección en rumen como tal, esto no significa que el producto será efectivo, ya que algunos produc- tos pueden haber sido sobreprotegidos, haciendo que la colina no esté disponible a nivel intestinal. Por otro lado otros productos pueden estar sub-protegidos, lo que significa que la capa protectora no es capaz de garantizar la supervivencia de la colina a nivel ruminal y consecuentemente la colina es parcial o totalmente degradada antes de llegar al intestino. Pruebas de campo tanto in vitro como in vivo demuestran dicha “sobreprotección” o en su caso “subprotección” en algunos productos. En estas pruebas la protección en rumen se mide en el llamado “método in situ” y con una incubadora Daisy. Las muestras del producto son introducidas en la incubadora y después de doce horas se mide hasta en cuanto la colina permaneció estable a su paso por el rumen. Seguido a esto los productos son introducidos al intestino delgado de una vaca canulada en el duodeno, colectándose las heces. Este es el método de la bolsa móvil de nylon, que es un método bien reconocido como medio para determinar la digestibilidad intestinal de los productos. Luego entonces, la cantidad de colina disponible para el animal será el resultado de la cantidad de colina estable en el rumen, multiplicado por el porcentaje de digestibilidad de ésta a nivel intestinal. Los resultados de la estabilidad en rumen como de la colina disponible en el intestino se muestran en la Gráfica 1.
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Andrés Zhao
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