Un análisis que revisa casi cuatro décadas de innovación en enzimas para alimentación de monogástricos e invita a ampliar la mirada sobre su aplicación más allá de los enfoques tradicionales.
Desde su aparición en 1984, cuando se emplearon enzimas para mejorar la digestibilidad de dietas basadas en cebada en Finlandia, el uso de enzimas en nutrición animal ha evolucionado hasta convertirse en una industria global de miles de millones de dólares. Inicialmente centradas en carbohidrasas que reducían la viscosidad y facilitaban la utilización de granos con altos niveles de fibra, estas tecnologías han ampliado su alcance para incluir xilanasa, fitasa y otros agentes que mejoran eficiencia y salud intestinal.
El artículo “Enzymes through the ages: rethinking their use in animal nutrition” publicado por AB Vista sostiene que, aunque la adopción de enzimas ha generado beneficios sustanciales en eficiencia de la dieta, sostenibilidad ambiental y productividad animal, el campo todavía está limitado por visiones reduccionistas que priorizan resultados simples como la liberación de fósforo o la reducción de viscosidad, dejando de lado efectos metabólicos y biológicos más complejos.
Un recorrido histórico con un giro
Las enzimas no amilolíticas (NSPases), especialmente β-glucanasas, jugaron un papel clave al comenzar a descomponer polisacáridos no amiláceos en dietas de aves y cerdos, facilitando la inclusión de ingredientes fibrosos en las raciones. Simultáneamente, la introducción de fitasas en los años 90 respondió a presiones regulatorias vinculadas con la contaminación por fósforo, convirtiéndolas en una herramienta esencial para cumplir estándares ambientales al liberar fósforo ligado al fitato que de otra forma no estaría disponible para el animal.
Más allá de la disponibilidad de fósforo: nuevas oportunidades metabólicas
Una de las críticas centrales del artículo a la práctica actual es la utilización de fitasas hasta niveles intermedios de degradación de fitato (de IP6 a IP3), dejando sin explorar los beneficios de una degradación completa hasta inositol libre. La evidencia emergente sugiere que este compuesto puede influir en funciones biológicas clave —como la eficiencia de uso de aminoácidos, la síntesis muscular, la capacidad antioxidante y la oxigenación sanguínea— con posibles implicancias en retos productivos como ascitis o miopatías en aves de crecimiento rápido.
Para nutricionistas y productores, esto significa que la aplicación estratégica de fitasas puede ir más allá del cumplimiento de normativas o la reducción de costos de fósforo: podría convertirse en una palanca para mejorar parámetros productivos ligados al metabolismo y bienestar animal. Este enfoque podría ser particularmente relevante en sistemas de alta exigencia, como la avicultura intensiva, donde limitaciones fisiológicas pueden afectar desempeño y calidad de carne.
Revalorizando las NSPases: microbioma e interacción funcional
El artículo también subraya que las enzimas carbohidrasas no deben considerarse meramente como herramientas para disminuir la viscosidad intestinal o romper paredes celulares. Su acción sobre oligosacáridos específicos puede generar efectos prebióticos o “stimbioticos” que modulan la fermentación microbiana y la respuesta inflamatoria del huésped, con potenciales beneficios sobre la salud intestinal y el aprovechamiento energético de la dieta.
Esta perspectiva sugiere que entender la estructura y tipo de oligosacáridos liberados —ya sean xilanas, mananos o glucanos— y su impacto sobre la microbiota podría abrir nuevas estrategias de formulación dirigidas a la salud digestiva y eficiencia de nutrientes.
Desafío al pensamiento convencional
Un punto de debate planteado por Bedford es la percepción de que las enzimas son commodities homogéneas. En realidad, propiedades como la estabilidad térmica, la persistencia en distintos segmentos del tracto gastrointestinal y la afinidad por sustratos específicos pueden variar ampliamente entre enzimas, con implicancias directas sobre dónde actúan y qué beneficios ofrecen.
Este argumento invita a los nutricionistas a evaluar con mayor rigor las características intrínsecas de cada enzima y su comportamiento en la mezcla de alimentos, en lugar de tomar decisiones basadas únicamente en comparaciones de precios o etiquetas.
Conclusión: hacia un uso más inteligente de las enzimas
La reflexión central del artículo es que las fitasas y carbohidrasas no han agotado su potencial. Una visión más amplia, que incluya efectos metabólicos profundos, interacción con la microbiota y roles más allá del simple aporte de nutrientes, puede transformar su aplicación en nutrición animal. Esta transición del uso tradicional hacia un enfoque integrador y basado en funciones biológicas podría mejorar no solo la eficiencia productiva, sino también la salud animal y la sostenibilidad de los sistemas de producción.