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¿Por qué la hormonas no son usadas en la alimentación del pollo de engorde?

Publicado: 10 de marzo de 1999
Por: Antônio Mário Penz Junior, Eng. Agrônomo, PhD en Nutrición Animal, Profesor Titular del Departamento de Zootecnia da UFRGS.
Desde que la producción intensiva de aves tuvo su inicio, aún en la década de los sesenta, los empresarios y los técnicos de sector han convivido con la evaluación, generalmente de laicos, de que estas aves para ser producidas necesitan añadir hormonas en sus raciones. En realidad, cuando se trata de manifestaciones individuales y de personas de poca representatividad pública, las consecuencias son irrelevantes. Sin embargo, muchas consideraciones han sido hechas por médicos, nutricionistas y representantes de entidades protectoras del bienestar de la sociedad y que repercuten más significativamente. Esta constatación es absurda y en algunas circunstancias ha comprometido el sector que está obligado a justificarse cuando en realidad no hay ninguna razón para ello, ya que la avicultura brasileña no usa hormonas para tener el desempeño de sus aves favorecido
Este fantástico progreso en el desempeño de las aves no está absolutamente sustentado en la perspectiva milagrosa de que un determinado producto (hormona), cuando se añade a la alimentación de esos animales, pueda promover un rápido crecimiento. Este progreso está basado fundamentalmente en una intensa actividad de investigación en las áreas de genética, nutrición, sanidad y en el entendimiento de las relaciones de estos conocimientos a través del manejo de la producción de estos animales. Las aves son los animales domésticos que tienen el mayor número de investigadores trabajando para conocerlas mejor y producirlas mejor .
Incluso es significativo el número de informaciones que se han obtenido de estos estudios y que se aplican en la producción de otros animales domésticos y también para mejorar el bienestar de los seres humanos.  Ya a finales de la década de los setenta los investigadores, a partir de los datos de desempeño observados en el pasado cercano, podían prever que los pollos cada año necesitarían un día menos para alcanzar el mismo peso obtenido el año anterior.  Esta estimación se viene confirmando y todo indica que al menos hasta el fin de siglo estos valores seguirán siendo observados. Una vez más insisto en el cuestionamiento de que todo este avance tecnológico NO puede estar basado en la mayor o menor cantidad de hormona que las aves puedan recibir diariamente. O que dependen de la adición de hormonas para expresar su potencial genético.
Intentando justificar el absurdo desearía inicialmente sostener mi argumentación por el lado legal del uso de hormonas o de sustancias citadas como químicamente semejantes a las hormonas. En Brasil, el empleo de estas sustancias está prohibido. De esta forma, no existe la posibilidad de libre comercio de las mismas en nuestro país.  Siendo así, el primer impasse que la industria avícola tendría que superar sería el contrabando continuo y sistemático de productos que tengan hormonas en sus composiciones. Por el tamaño de la industria avícola brasileña y por el volumen de ración producido para pollos de corte en Brasil (cerca de 8 millones de toneladas de ración / año) este comercio sería imposible de mantener sin que ocurra ninguna denuncia clara, objetiva y no simples especulaciones livianas del empleo sistemático de los mismos.
Por supuesto, alguien más interesado en llevar la discusión adelante podría afirmar que no toda la industria avícola podría valerse de este expediente. Esto sería otro absurdo pues la mayoría de las empresas avícolas brasileñas tienen sus resultados de producción evaluados y comparados formal o informalmente.  ¿Cómo podría una determinada empresa satisfacerse con peores resultados sistemáticos sin intentar identificar lo que las demás estarían haciendo para tener mejores desempeños de sus pollos? El grado de relación de los técnicos y empresarios de la avicultura brasileña, a través de órganos de clase y de sociedad científica es tan intenso que este "secreto de Estado" será imposible de ser mantenido por las empresas conocedoras de esta tecnología ilegal.
Sin embargo, aún en el campo de la especulación sería imposible el desconocimiento de cualquier beneficio de las hormonas pues la literatura técnica disponible es universal y de libre acceso a cualquier técnico que tenga curiosidad o interés en consultarla.  Y aquí está el punto más importante. La mayoría de la información disponible en la literatura internacional indica resultados controvertidos de cualquier hormona en el beneficio del desempeño de los pollos de engorde. En los últimos años se han estudiado drogas llamadas beta-adrenérgicas, también llamadas sustancias similares a hormonas, en la alimentación de los animales domésticos.  Estas drogas teóricamente permiten la reducción de la concentración de grasa a aumentar la concentración de proteína en las carcasas de pollos de corte. Sin embargo, resultados recientes han demostrado que en pollos de corte los beneficios son extremadamente controvertidos, donde la mayoría de las veces estas sustancias no han promovido ningún beneficio cuando se utilizan de la forma recomendada. Insisto en decir que este tipo de información no es privada. Se encuentra perfectamente divulgada en la literatura científica internacional y, por consiguiente, disponible a cualquier individuo que esté interesado en tener información sobre el asunto.  
Otro factor complicado dentro de este tema es que además de los resultados que son tremendamente contradictorios, los niveles que estos productos, si fueran utilizados y eventualmente poder dar una respuesta, harían que sus costos de aplicación sean completamente inviables. Una vez más, aunque la industria avícola fuera en su totalidad inescrupulosa y que colectivamente no tuviera ninguna sensibilidad con el bienestar del ser humano, tampoco aprovecha esta alternativa pues comprobadamente tiene resultados contradictorios y es completamente impracticable desde el punto de vista económico .
Otro aspecto importante y que no puede ser ignorado es que un número significativo de empresas avícolas brasileñas exportan pollos de engorde a varios países del mundo. A propósito, nuestro país está entre los tres mayores exportadores. Como la industria brasileña podría correr más este riesgo de tener su producto condenado por la presencia de alguna sustancia que viniera a comprometer la calidad del producto exportado?  Por otra parte, la cautela de la industria brasileña es muy grande y varias sustancias químicas, además de hormonas, no aceptadas internacionalmente, no son usadas incluso en las raciones de pollos que serán consumidas en Brasil para evitar cualquier riesgo de contaminación cruzada.
Entonces, ¿la pregunta que queda es por qué las aves producidas por la industria avícola brasileña son tan precoces y tan diferentes de aquellas producidas de forma extensiva, o en fondo de quinta (gallinas caipira) o de traspatio? Por supuesto, la primera razón ya ha sido abordada y está sustentada en una investigación extremadamente progresista orientada al aprendizaje de los fundamentos básicos del desarrollo de esta especie y también con la aplicación práctica de estos conocimientos a nivel de granja.  Los pollos de engorde producidos por la industria avícola, aunque de la misma especie de aquellos producidos extensivamente, proceden de linajes comerciales que vienen siendo genéticamente desarrollados a lo largo de los años exactamente para ser más precoces y producir carcasas de mejor calidad.  Una indagación frecuente es aquella por la que las carcazas de los pollos de engorde producidos por la industria avícola son a menudo menos amarillas, más pálidas, y tener una grasa menos consistente que la de las aves producidas en el fondo de quintal o traspatio.  La respuesta para esto es muy simple y, una vez más nada tiene que ver con el empleo de hormonas. La pigmentación de los pollos ha sido menos intensa por el uso de alimentos alternativos que no disponen de pigmentos en sus composiciones y que terminan siendo absorbidas por las aves como aquellas que tienen en el maíz, alfalfa, etc.
Sin embargo, hacer un pollo más pigmentado es muy fácil. Sin embargo, la coloración amarilla en nada altera la calidad nutricional de la carcasa. Esta característica es puramente estética y hay países como México y Argentina que prefieren carcasas más pigmentadas que aquellas producidas en Brasil y en algunos países europeos.  Cabe resaltar que Japón, actualmente es el mercado importador más exigente, también requiere pollos con carcasas poco pigmentadas. Sin embargo, para hacer que las aves queden mejor pigmentadas y sin ningún beneficio en la calidad de la carcasa, cuesta caro y no está relacionado con el tipo de linaje usado.  Si las gallinas caipira (termino utilizado en Brasil para señalar aquellas que se crian sueltas en los jardines y parques) se producían sin alimentos ricos en estos pigmentos seguramente tendrían sus carcasas menos amarillas. Es importante que se diga que el color de la carcasa no debe considerarse como sinónimo de buena salud del animal sacrificado.
La grasa también es un problema bastante discutido y los genetistas y los nutricionistas han trabajado intensamente para reducir la concentración en la carcasa. Los avances han sido marcadamente importantes. Sin embargo, la diferencia de la grasa de las gallinas caipira/traspatio y de los pollos de engorde de linajes comerciales se basa en dos aspectos esenciales. Inicialmente las gallinas caipira son abatidas más viejas y la relación de agua:grasa en la carcasa es menor. En otras palabras, las aves más viejas tienen, proporcionalmente, menos agua en la carcasa y más grasa y los pigmentos se fijan fundamentalmente en el tejido adiposo. Así, la grasa de estas aves es más amarilla y más firme. Los pollos de engorde de linajes comerciales son abatidos más precozmente donde la relación agua:grasa es mayor y, proporcionalmente, tienen más agua en la carcasa. Esto da a la grasa de la carcasa una apariencia menos firme y, eventualmente menos amarilla si pocos pigmentos participaron en la composición de la ración.
De esta forma, es importante resaltar que toda acusación individual o colectiva con relación a la calidad de la carcaza de pollos de corte debe ser reevaluada pues ha sido hecha de forma liviana y por regla general sin fundamento. Confundir la hormona con nutrientes, vitaminas, minerales, aminoácidos, etc. ha sido muy común. Estas olas pueden perjudicar a un sector de los más desarrollados en nuestro país y que ha generado empleo, alimento y riqueza y que no puede quedarse con la imagen de que está produciendo, de forma irresponsable, alimento para los brasileños e individuos de otros países.
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Antônio Mário Penz Junior
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