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Principios para el manejo de situaciones con suelos salinos y alcalinos

Publicado: 9 de enero de 2007
Por: Dr. Sergio Montico. Cátedra de Manejo de Tierras. Facultad de Ciencias Agrarias. UNR
Los suelos afectados por problemas de salinidad/alcalinidad y deficiente drenaje, en general, en la región, se encuentran en los sectores del paisaje de relieve deprimido (pie de loma y bajo) pertenecientes a las áreas de subsidencia, frecuentemente, en la desembocadura de las cuencas.

Están íntimamente asociados a las características del paisaje, y su distribución espacial copia principalmente dos rasgos de alta impronta, el relieve y la dinámica hídrica superficial y subterránea. Habitualmente representados por asociaciones y complejos reciben aportes de manera más o menos organizada de agua y sedimentos desde sectores más elevados, y en la mayoría de las situaciones, de agua subterránea bajo la forma de ascenso de la napa freática.

Existe una creciente y sostenida intención de incorporar parte de estos ambientes a la producción agrícola, casi exclusivamente sojera, como la de aumentar su productividad forrajera a través de la implementación de prácticas tecnológicas orientadas a optimizar sus condiciones naturales, conduciéndolas a niveles más rentables compatibles con una ganadería también más exigente.

Brevemente, es posible mencionar que la condición de estos suelos posee dos orígenes, uno primario, relacionado con la temperización química de minerales, los que por hidrólisis, hidratación, oxidación y descarbonatación dan como resultado Na+ K+ Ca++ Mg++ Cl- SO4-- HCO3- y H2CO3, y otro secundario, vinculado a la actividad de las napas que aportan sales solubles. Esta última es la responsable de reubicar sales por migración ascendente, condicionada por su salinidad y profundidad crítica, dos factores de extrema influencia. Precisamente la dinámica está relacionada con la estación climática y el balance hídrico areal, y la velocidad del flujo de la napa con la anisotropía y granulometría del perfil, la mineralización de la solución, la profundidad y la regulación oscilatoria.

Para categorizarlos se recurre a la clasificación americana de suelos, Soil Taxonomy, que adopta el valor de 2 dS/m como límite para determinar el carácter salino a nivel de gran grupo y subgrupo, mientras que el Laboratorio de Salinidad de los EE.UU. ha establecido el límite de 4 dS/m.

Así, en base a la CEs el United States Salinity Laboratory de Riverside, se establecen los grados de salinidad (Tabla 1)

Tabla 1: Grados de Salinidad

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Nota: La CEs refleja la concentración de sales solubles en la disolución: 1 mmhos/cm = 1 dS/m

También, utilizando la conductividad eléctrica y el porcentaje de sodio intercambiable del complejo de cambio se los clasifica en salinos, salinos-alcalinos y alcalinos (Tabla 2 y Figura 1)

Tabla 2: Clasificación de suelo en función de la conductividades eléctrica y porcentaje de sodio intercambiable

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Figura 1: Tipos de suelo: sales y sodio

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Desde el punto de visa físico-mecánico y también hídrico es posible sintetizar la naturaleza de estos suelos, a riesgo de resultar simplista, en una relación de fuerzas electroquímicas. Así, de la interacción de las fuerzas de repulsión electrostáticas vs. las de cohesión gobernada por los cationes surge el estado de mayor o menor expansión o compresión de la ya conocida doble capa difusa alrededor de las arcillas, dando como resultado la dispersión (Na+ > K+ > Mg++ > Ca++) o floculación respectivamente.

La floculación es un cementante natural con partículas de limo y arena, que aumenta la estabilidad estructural.

Las arcillas sódicas cuando se hidrolizan en presencia de CO2 se transforman en coloides inestables que complican aún más la dinámica edáfica y solamente en presencia de materiales importados al suelo ricos en Ca++ se alcanza la neutralización a partir de la reconstrucción de las arcillas cálcicas y la disminución del pH.

Manejar un suelo con alta carga salina y/o alcalina aspirando al objetivo de optimizar sus condiciones para incrementar la productividad, requiere de la definición de dos premisas:
  • De un enfoque amplio y concreto sobre la situación que se actúa.
  • Del reconocimiento de los reales pilares que sostienen la expresión de este tipo de ambiente.
Es entonces en términos de ambiente que deben concebirse estas unidades de paisaje cuando se propone una estrategia de intervención.

Ambientes con una particular inercia, es decir, con una resistencia al disturbio, a un agente causal de alteraciones estructurales y funcionales, en estos casos, a los eventos tecnológicos a implementarse en la búsqueda de una mejora productiva.

Las tecnologías se convierten en inhibidoras o catalizadoras de los procesos que controlan las respuestas inerciales de los ambientes. Por tal razón un plan de manejo debe concentrarse en el planteo de estrategias de shock (alta magnitud de intervención) o ajustes (corrección moderada de desfasajes) que controlen los factores o componentes que definitivamente cumplen ese rol. La selección de una u otra dependerá fundamentalmente de las características de la condición natural y del espectro de recursos disponibles (Diagrama 1).

Diagrama 1: Catalizadores o inhibidores de procesos: propuestas tecnológicas

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Respecto a los soporte del ambiente, sin duda la relación temporoespacial de los siguientes cuatro ejes determina su comportamiento inercial, ellos son: dinámica hídrica, materia orgánica edáfica, vegetación y la concentración de sales y sodio en el suelo (Diagrama 2).

Diagrama 2: Comportamiento inercial del ambiente

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Sólo por ejemplo, es válido mencionar la vinculación entre el pH y la CIC según la proporción del aporte realizado por la fracción orgánica o mineral; la distribución espacial dentro del perfil de las sales solubles; la relación entre potencial agua y los potenciales osmóticos y gravitacional; y la composición botánica de los grupos funcionales, abundancia y cobertura de las especies que integran el tapiz florístico.

La secuencia operativa para definir las actividades a seguir se representa en el Diagrama 3.

Diagrama 3: Secuencia operativa para definir las actividades a seguir

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Asumido el enfoque, conocidos los ejes de acción y establecido la articulación de tareas, se impone un relevamiento de las limitantes edáficas a la productividad de la situación, con el fin de disponer de elementos para identificar diferentes ambientes y con ello distintas estrategias de manejo.

Las limitantes más frecuentes son:
Condición físico-mecánica
  1. elevada proporción de partículas dispersas
  2. compactaciones (costras, pisos, pisoteo y amasado)
  3. baja estabilidad estructural
  4. baja permeabilidad
  5. poca aireación
  6. límites abruptos
  7. restringida oportunidad de laboreo
  8. condiciones adversas para el crecimiento radical
Condición físico-química
  1. pH alcalino
  2. Salinidad y sodicidad
Condición química
  1. baja solubilidad de P, Ca, Fe, Mn, micronutrientes
Condición biológica
  1. alteraciones en la degradación de MO y en la actividad microbiana
Presentan marcado anisotropismo físico, físico-químico y biológico
Alteración en la captación y almacenaje de agua
Potencial hídrico desequilibrado: Pmátrico + Pgravitacional + Ppresión + Posmótico
Dificultades en la germinación y crecimiento de las plántulas
Las pautas de manejo deberán estar orientadas a la intervención en las características de los diferentes ambientes o unidades hidrotopoedáficas y florísticas (UHTEF), convenientemente georreferenciadas, centradas principalmente en la dinámica hídrica superficial y subterránea, datos analíticos edáficos y caracteres de la vegetación.

En las UHTEF podrán ser aplicadas según el criterio adoptado una o más prácticas tecnológicas, tales como:
a. Implementación del drenaje superficial o subterráneo
b. Fisuración vertical en profundidad
c. Aplicación de correctores químicos o enmiendas orgánicas
d. Utilización de mulch artificial en peladares, también “cicatrización”
e. Preservación del tapiz natural
f. Implantación de pasturas de reemplazo o revegetación
g. Uso de la fertilización como dinamizador de la fitomasa: macro micronutrientes
h. Rotación de la UHTEF con cultivos tolerantes
i. Coordinación del pastoreo
Cada una de estas prácticas deberá analizarse según las premisas antes mencionadas, y considerar que las intervenciones tecnológicas influirán sólo en un escaso espesor del perfil, de acuerdo al tipo de intervención. Principalmente es la primera interfase física sobre la que resulta factible actuar con mayor éxito. Son estratos de pocos centímetros donde se producirán los cambios -shock o ajustes-, y es precisamente el reaseguro de la modificación futura del suelo a fuerza del mejoramiento de una delgada capa edáfica.

Es posible entonces, producir pequeños grandes ascensos de calidad sin contravenir en demasía la esperada inercia ambiental, consolidando nuevos arreglos en las estructuras HTEF.

Para conocer la medida del cambio debe recurrirse a indicadores o verificadores de éxito que muestren las diferencias con plan/antes plan. Algunos de ellos se sugieren a continuación:
* Profundidad de la napa
* Tenores de salinidad y sodicidad
* Condición físicoquímica
* Estabilidad estuctural
* Calidad de la nutrición edáfica
* Distribución estacional de la biomasa
* Productividad primaria aérea de las especies forrajeras dominantes
* Broza: calidad y espesor
* Variables estructurales de las especies (cobertura y altura)
* Índices de diversidad, equitatividad y predominio de especies
* Modelos de crecimiento de las especies
* Carga animal
* Productividad del sistema
Es importante tener en cuenta que si los ambientes son diferentes, las estrategias también lo serán, los límites de los alambrados no deben ser también los de la concepción de los planes de manejo de situaciones tan complejas e inerciales.
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Autores:
Sergio Montico
Universidad Nacional de Rosario - UNR
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