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Concentración económica y sustentabilidad social

Publicado: 30 de junio de 2008
Por: Ing.agr. Daniel C. Besso. Argentina
A principios del Siglo XX para producir una tonelada de trigo, eran necesarias no menos de 200 horas de trabajo de un hombre, hoy debe estar llegando a las 3 horas y media o quizás menos.

Esta dramática reducción expulsó muchísima gente de las actividades rurales, durante la segunda mitad del siglo pasado.

Hoy vemos pueblos “fantasmas”, con sus estaciones de ferrocarril abandonadas y dos o tres casitas, un almacén, alguno que otro taller mecánico de máquinas agrícolas, que languidecen al costado del camino real que corre al costado de la vía (hoy también desactivada). La corta y trilla y el acopio a granel fueron los dos grandes avances del momento.

La gente que el agro dejó vacante a la mitad del siglo pasado, fue recibida por las grandes ciudades y absorbidas por las industrias que por aquel entonces se desarrollaron al amparo de algunas políticas proteccionistas. Si bien dio lugar a la aparición de las eufemísticamente llamadas villas de emergencia, se manifestó un desarrollo que aunque inorgánico y desordenado y proveyó una cierta prosperidad. Podríamos caracterizar esa época, como la de la siambretta y el wincofón.

Últimamente el fenómeno de expulsión de mano de obra, que en el medio rural comenzó fuertemente a fines de la primera mitad del siglo pasado; se extendió a la industria, con la robótica, la maquinaria computarizada, control numérico, etc.. Lo mismo sucedió con los empleos de carácter administrativo.

La historia nos enseña, que el uso de la tecnología nunca retrocede, podrá durante un tiempo, disminuir el ritmo de los avances, pero detenerse, jamás.

Si el desarrollo tecnológico no se ha de detener, si la destrucción de puestos de trabajo, tampoco: ¿cómo resolveremos esta verdadera entelequia? Si la gente no tendrá trabajo,¿como ganará su sustento? De última, si no posee ingresos ¿cómo va a adquirir aquellos productos que tan eficientemente es capaz de producir la industria?, que para peor en gran parte es china. La siambretta y el wincofón, fueron reemplazados por las 110 cc. y los mini componentes, aquellos se producían en nuestro país y estos otros en China.

Ante este hecho: ¿es sano entonces, darles a aquellos que no son necesarios en el esquema productivo, unos pesos, para que se vayan a casa a ver la tele y no molesten?

Y pregunto: ¿guarda esto alguna diferencia sustancial con aquel productor, o por el momento, ex productor, que alquiló su tierra a un pool y se fue al club a jugar al tute?

Recuerdo que cuando yo cursaba las materias de economía (en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires) se nos “machacaba”con una insistencia obsesiva que uno de los males de La Argentina era el minifundio, que se debía propender a la reconcentración de la propiedad de la tierra para alcanzar lo que se llamaba la unidad económica mínima.

Partiendo de allí se podrían aplicar técnicas agronómicas más modernas y aumentar así la producción. De alguna manera se nos aleccionaba para ir en pos de las “economías de escala”, era una tremenda mentira que no se podían aplicar tecnologías para transformar esas unidades familiares en rentables; si hubiese sido así, como nos adoctrinaban, los europeos y los asiáticos habrían desaparecido.

¡Éramos tan jóvenes, tan incautos!

Por supuesto que se podían transformar en rentables, pero ¿para quién?
Si a la propuesta le hubiésemos cambiado el objetivo. Si en lugar de maximizar la producción de cereales y oleaginosas, hubiéramos propendido al desarrollo económico, social y cultural de esa población..., posiblemente, de ser así, no se hubiesen poblado los cinturones urbanos de villas miserias.

Nadie en su sano juicio pone en duda que a mayor escala se logran bajar costos y aumentar las eficiencias en cualquier actividad que se trate. La pregunta que sobreviene es: ¿Qué hacemos con la gente que sobra?

Como ejercicio o tarea para el hogar, sin ánimo de poner nervioso a nadie, tomemos el ejemplar de esta revista o el del mes de setiembre y hagamos el listado de anunciantes (son los que sustentan esta publicación, medio de comunicación para el desarrollo social de toda una comunidad). Imaginemos que la concentración económica en el medio rural continúa a este ritmo. Los grandes pooles hacen sus compras en forma directa, sin pasar por los distribuidores autorizados, hasta la maquinaria o los camiones los compran como flotilleros. Para atender un feedlot de 10000 cabezas hace falta 1 veterinario igual que solo para 1000. Las vacunas inyectables, fármacos, etc. se comprarán a grandes mayoristas, cuando no al laboratorio directamente. Los pequeños molinos de alimentos balanceados locales, correrán, de ser así, la misma suerte o simplemente se convertirán en fazoneros.

Un amigo de 9 de julio, Juan Carlos Lorenzo (Cereales 9 de julio S.A.), me contaba la vez pasada, que en un viaje que hizo a los EEUU, en un vuelo nocturno sobre la zona agrícola de Illinois, se veía como estaba tachonado de las lucecitas de las chacras (farmers). Acá, en nuestro país, aun en la zona que hoy se denomina núcleo, se ven grandes áreas oscuras al volarlas durante la noche.

No creo estar contando nada nuevo, vemos escuelitas rurales cerradas, por todos lados y no es por falta de maestros sino de alumnos.

No todas las lucecitas que desaparecieron son de gente que se vino a Trenque Lauquen. Los que se fueron a alguna gran ciudad, ya no serán consumidores potenciales de las alpargatas “la yerra”, no serán consumidores de telefonía e Internet de la Cooperativa, no renovarán muebles en la fábrica Dyprom y no irán a comprar a la Ferretería Argentina ni cueritos para las canillas (los nombres que elegí son absolutamente al azar y a modo de ejemplo, pido disculpas a todos los que no salieron sorteados, quizás en el próximo número, sigan participando).

Más allá de toda broma, me da la sensación que es para preocuparse.

No pequemos de inocentes, no pensemos que a nosotros no nos va a tocar, quizás no, pero sí a algún pariente o amigo. Más allá de esto, en que se han de ocupar nuestros hijos y nuestros nietos. ¿Porqué, desde el vamos, los condenaremos a emigrar, de pueblo, de comunidad y talvez de país, obligados por circunstancias adversas que nosotros debimos advertir a tiempo, que se estaban gestando?

Las concentraciones de poder económico son indeseables para cualquier democracia, así lo advirtió, por ejemplo, el congreso norteamericano, creando la ley antitrust.

Cuando a fines de la década del 20 del siglo pasado, el grupo Rockefeller al controlar los ferrocarriles que unían Chicago con el Este, impuso precios abusivos a los fletes de la carne enfriada desde esa ciudad hacia Nueva York, Boston, Washington, etc.; de a poco fue asfixiando a los frigoríficos, hasta que obligados tuvieron que vender al grupo sus activos. Una vez en poder de los frigoríficos y de los fletes, la carne en el Este tenía el precio que a “Don Roque” se le ocurría. Fue entonces que el congreso hizo lo que en estos pagos el nuestro, no es capaz de hacer: “ponerle el cascabel al gato”.

Cuando las cosas ocurren de a poco, un cachito todos los días, no nos damos cuenta. Finalmente es tarde. Es el ejemplo de la rana sumergida en el agua fría a la cual se la va calentando muy paulatinamente, termina cocinada; en cambio si la arrojamos en agua caliente “de una” salta y escapa.

Me hago tantas preguntas porque todo esto, solo me parece, no estoy seguro de nada, más aún cuando hoy en día vemos una prosperidad relativa en todo el interior, comparada con la quietud económica de una década atrás, pero no se me escapan estos “pequeños detalles”.

Quiero creer que somos un poco más perceptivos que la rana…. ¿O no?
Autores:
Daniel Carlos Besso
CADIA - Centro Argentino de Ingenieros Agrónomos
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Tomás Loewy
Universidad Nacional del Sur
14 de febrero de 2018
Daniel, gracias por tu aporte a plantear el problema. Daré mi visión para empezar a solucionarlo. Desde los años 70 la concentración económica fue política "de estado", pero decidido en el poder económico transnacional. Las Pymes agrarias no fueron la excepción, si bien el éxodo rural ya venia de antes. Revertir eso implica políticas (de Estado) de ordenamiento territorial (objetivo) y de multifuncionalidad agrícola ( modo). Si a las pymes agrarias la transformamos en unidades agrosociales, su escala no seria limitante. Todo lo contrario porque una escala pequeña o mediana (equidad) mas la multifuncionalidad (bienes privados más bienes públicos) y Buenas prácticas agrícolas, configuran un sistema sustentable y resiliente. Sería rentable, además, porque la sociedad (a través del estado) estaría premiando el mantenimiento del paisaje, los recursos, el ambiente y la gente en el interior (hay muchas formas de hacerlo, pero les dejo un link si me lo acepta): http://www.proyectodepais.com.ar/2015/10/28/buenas-practicas-agricolas-con-desarrollo-local-para-el-so-bonaerense/%20. Caso contrario entren a la pagina proyectodepais.com.ar y veran el libro. La política hoy se llama sustentabilidad sino no sera política. Invito al foro "sistemas de producción y competencias agronómicas" que trata de eso y de una puesta en valor del concepto largamente bastardeado hasta el presente. Perdón por la demora en participar...
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Daniel Carlos Besso
CADIA - Centro Argentino de Ingenieros Agrónomos
29 de abril de 2016
Luis Castellán: tu comentario enriquece el artículo original, enormemente. La desaparición de la ganadería en la pampa húmeda, es una manifestación más de esta cuestión. Para hacer BIEN la agricultura basada en VERDADERAMENTE BUENAS PRÁCTICAS DE MANEJO, es indispensable la rotación con pasturas y ganadería, que recompongan fertilidad y disminuya la población de plagas residentes. CLARO ESTÁ, QUE LAS MEDIDAS AGRONÓMICAS CORRECTAS DE MANEJO que disminuyen la necesidad del uso de agroquímicos, ES GRATIS. No viene en bidones de 25 lts ni en bolsas, no son comercializables ni representan interés comercial. SUCEDE QUE LOS COLEGAS, SON QUIENES DEBIESEN DEFENDER A CAPA Y ESPADA, LAS MEDIDAS DE MANEJO, PUES SON ELLOS MISMOS EL PRODUCTO A USAR Y PAGAR POR EL. Pero parece que no se percatan de ello. Demás está decir, que la ganadería demanda GENTE. Eso per se, hubiese disminuido el despoblamiento rural y consecuentemente el éxodo a las periferia urbanas. Las políticas agropecuarias, no se deben escindir de las políticas sociales y económicas. PARECE QUE ESTAMOS HABLANDO CON LA PARED.
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Daniel Carlos Besso
CADIA - Centro Argentino de Ingenieros Agrónomos
9 de agosto de 2008
Adelante Luis y todos los foristas que tengan algo para decir sobre este particular. El poner luz sobre estas cuestiones, da lugar a que los temas técnicos en los que intervenimos, tengan un sentido. Atrévanse, son momentos de cambios de paradigmas. Las nuevas generaciones tienen que conocer a tiempo que es lo que hicimos bien para copiarlo y que es lo que hicimos mal, para no repetirlo. Reconozco que como profesionales, en general, dejamos muchos espacios para que gente sin conocimientos y solo con coraje y ambición como herramientas intelectuales, dispusiera como se ha de manejar una maquinaria tan compleja y delicada como un país. Con el terrible agravante que las piezas que se rompen o destruyen por el mal manejo, son personas de carne y hueso, con esperanzas y con sueños. Como en cualquier ecosistema, el nicho ecológico que deja vacante una especie, es inevitablemente ocupado por otra. Ing.agr. Daniel C. Besso
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Daniel Carlos Besso
CADIA - Centro Argentino de Ingenieros Agrónomos
2 de julio de 2008
Ante todo agradezco el interés de los foristas. Este artículo lo escribí para una revista de circulación local de Trenque Lauquen Prov. de Buenos Aires , República Argentina. Es una descripción de lo que fue y como llegamos a nuestros días con el medio rural como lo conocemos hoy. No recuerdo como llegó a Engormix, no tengo problema alguno de que se propague por el medio que sea. Talvez de todo el articulejo, se podría extractar algo que a mi juicio es importante: ¿que hacemos con la gente?. Parte de la o las respuestas posibles están sin duda entre los foristas de Engormix y todos los profesionales técnicos o no, que confluyen en las actividades agropecuarias. De esta comunidad deben salir las propuestas para dar solución, aunque sea de a poco, a los dramas sociales que se desatarán en el futuro. Reitero que no fue escrito para este medio, pero bienvenido sea si sirve como disparador, para que los profesionales de las distintas áreas dirijan su pensamiento sobre este tema, estén o no de acuerdo con este artículo y sus conceptos de las diferencias y las discusiones, nace la luz. Ing.agr. Daniel C. Besso
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Luis Castellan
3 de mayo de 2016
Daniel, la verdad es que tu comentario genera en mi sensaciones encontradas: por un lado la enorme satisfacción de encontrarme con un colega que en su escala de valores tiene los valores éticos por delante de los económicos. Esto no es anormal (menos mal) pero hay que reconocer que tampoco es comun. En general, los profesionales salen de la universidad con un cúmulo de información, con muy buena "formación técnica", pero con carencia total de "formación ética" para el ejercicio de la profesión. Probablemente esta sea una debilidad del sistema educativo que da orígen a tantas deformaciones que vemos en la sociedad. Los profesionales toman la profesión como una herramienta para hacer plata (dicho groseramente), en lugar de considerar que el conocimiernto debe contribuir a mejorar la calidad de vida de la sociedad toda, que es quien sostiene con mucho esfuerzo la universidad donde se formaron.
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Luis Castellan
29 de abril de 2016
En un momento pensé escribir un artículo sobre el tema pero creo que es mejor seguir aportando al foro. Por mas que alguno no esté de acuerdo el artículo describe la realidad. En nuestra latinoamérica la realidad es que el éxodo rural es constante desde hace muchos años, con características particulares según el país o la región, pero el proceso es el mismo: los campesinos abandonan la zona rural para ir a engrosar los cinturones de pobreza de los pueblos o ciudades. En el norte argentino todavía queda algo de gente en el campo pero el éxodo hacia las ciudades no cesa. Por un lado las luces y la comodidad de la ciudad encandilan y atraen especialmente a los jóvenes sacándolos del campo. Por otro lado son fuertemente empujados y presionados por un modelo, que más que productivo es social, económico y cultural, que es el modelo de los AGRONEGOCIOS. Este modelo, surgió como continuidad de la “revolución verde” y podría decirse que su característica distintiva es la producción de cultivos industriales (agro combustibles) en mega escala y su herramienta principal es la biotecnología (OGM en paquetes tecnológicos). Este modelo avanza impulsado por las mayores transnacionales del mundo y lamentablemente es favorecido en diferentes países, por gobiernos de diferente origen ideológico (progresistas y liberales), que increíblemente y por encima de sus discursos, coinciden en aceptarlo, establecerlo y difundirlo, con leyes y medidas de gobierno, con la teoría de que es necesario producir cada vez más, para exportar más y generar mayor ingreso (modelo agroexportador). En este contexto, no es necesario que haya gente en el campo. Es más, la gente viviendo en el campo “molesta a los que trabajan”. Se necesita grandes superficies “limpias” (sin monte ni gente) para que los cada vez más grandes equipos puedan operar libremente, sin preocuparse por la contaminación del agua, el aire o las personas. Está claro: lo que importa es la producción. ¿Y la producción de alimentos? Como la mayor parte de la población se concentra en las ciudades, los alimentos básicamente son procesados, distribuidos y comercializados también por transnacionales de este rubro. Para corroborarlo basta leer la letra chica de un paquete de galletitas. Este modelo es apoyado también por un sector social minoritario al que económicamente le va muy bien con él; desconocido por otro sector social, los consumidores de las grandes ciudades, al que no le va tan bien pero su desconocimiento es funcional al modelo; y es sufrido por un gran sector social al que le va muy mal: los expulsados del modelo. Los expulsados del campo.
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Peter Johann Tibet
26 de abril de 2016
¿Se dan cuenta hoy que la supuesta prosperidad es el perfecto engaño para llevar adelante el verdadero fin: LA DESTRUCCIÓN? Nos ponen billetes de dinero, ilegítimos impresos y sostenidos por las vacías promesas de que se puede "comprar" la salud, la naturaleza y la felicidad, en la frente para que abandonamos nuestra libertad (de la tierra) y entramos "voluntariamente" en la esclavitud del sistema. Los burros comen pasto, pero ¿los hombres comen dinero? Hasta el día de hoy falta el invento del "hombre transgénico" que come una ensalada mixta de billetes de dólares, pesos, euros y rublos. Hasta ahí entonces los alimentos con venenos nos harán mal y los naturales nos mantendrán saludable. El "progreso" re-definimos como: es cada vez MÁS innecesario consultar a un doctor. Y que los doctores serán MÁS pagados lo menos enfermo son sus clientes. La nueva prosperidad se llama: SALUD.
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Luis Castellan
8 de agosto de 2008
Me parece interesante el artículo, pero más importante aún el hecho de tocar el tema y someterlo a discusión pública, ya que en torno al mismo existen grandes y diversos intereses, un desconocimiento supino en los centros poblacionales como también desconocimiento y desinterés en los medios de comunicación, razones por las que la gran mayoría de la gente habla de lo mismo, opina sin conocer acabadamente la cuestión, para terminar discutiendo sólo aspectos parciales de un gran problema, que lamentablemente no se toca. Creo que el artículo entra en el problema, que para mi, es el modelo de los agronegocios. No voy a hablar más sobre esto, ya que si me autorizan voy a publicar un artículo referido al tema, con el objeto de continuar la discusión. Me parece muy bueno también, que colegas y personas interesadas nos animemos a tocar el tema.
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Esteban A. Kasic
2 de julio de 2008
Respecto al tema planteado por el colega Daniel C. Besso, me parece por demás interesante y también sería interesante que el Sr. Jorge Cernadas, que intervino en primer término, aportara al debate desde sus conocimientos, ya que con el graznido no alcanza para descubrir el nido. Y entrando en el meollo, como decía un amigo, creo que cabría hacerse algunas preguntas al respecto: ¿lo que ocurre es acaso obra de la casualidad? ¿es producto de una serie de errores? ¿alguien tiene la culpa? ¿no se dieron cuenta que iba a ocurrir? Por ahora dejo estos pocos interrogantes planteados y solo me adelanto a decir que no creo en las casualidades en esto no hay errores o al menos no los hay en cuanto a los efectos analizados creo que efectivamente hay culpables y que no solo que se dieron cuenta que iba a ocurrir sino que fue provocado. Quiero aclarar, además, que si algo agradezco de esta democracia es que me animo a decir lo que pienso sin miedo a ser perseguido.
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Oscar Eduardo Maroelli
2 de julio de 2008
El artículo me resulta de un extraordinario sentido común y realismo. Felizmente todavía existen colegas que pueden llegar llegar a plantear este tipo de interrogantes conectando lo estrictamente productivo con los aspectos económicos-sociales para darle, posibilidades a la gente, vida a las regiones y finalmente sustentabilidad al Planeta. Excelente tu simpleza para plantear la problemática y simpática la mención de los ejemplos. Ing. Agr. Oscar Maroelli
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