Un estudio realizado por investigadores del INTA y de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) confirmó que el centeno, utilizado como cultivo de servicio, puede reducir hasta un 75 % la erosión hídrica y un 88 % la erosión eólica en ambientes semiáridos, incluso en terrenos con pendiente.
La experiencia se desarrolló entre 2021 y 2023 en un establecimiento cercano a Villa Mercedes, bajo siembra directa y con soja como cultivo antecesor. Se evaluaron parcelas con y sin cultivos de servicio, midiendo el impacto de las lluvias y el viento en la pérdida de suelo.
“Los resultados muestran que los cultivos de servicio son una herramienta eficaz para complementar la siembra directa y controlar la erosión en ambientes semiáridos”, destacó Pablo Peralta, becario doctoral Conicet-INTA.
Por su parte, Juan Cruz Colazo, investigador del INTA San Luis, explicó que la cobertura alcanzó valores superiores al umbral recomendado para evitar erosión (62,5 % en 2021 y 78 % en 2023), y que el centeno aportó biomasa suficiente para proteger el suelo. “Además de reducir la erosión, actúa como trampa de sedimentos y ancla el rastrojo, independientemente de la pendiente del terreno”, señaló.
Además, el centeno mostró una notable capacidad de adaptación a las condiciones semiáridas de San Luis. La especie logró generar niveles de cobertura y biomasa que superaron el umbral recomendado para proteger el suelo: 3200 kilos de materia seca por hectárea en 2021 y 946 kilos en 2023. “Una siembra temprana permite acumular mayor biomasa aérea y radicular, lo que se traduce en una mejor protección frente a los procesos erosivos”, explicó Peralta.
El manejo del momento de secado es otro aspecto clave. De acuerdo con la experiencia local, la fecha óptima se ubica entre septiembre y octubre, antes de que el centeno entre en estado de encañazón. Este manejo evita un consumo excesivo de agua en el perfil y asegura una buena disponibilidad para el cultivo sucesor. Los especialistas recomiendan monitorear el contenido hídrico en el primer metro de suelo y no superar un costo de 30 milímetros respecto de un lote sin cobertura.
Si bien en este estudio no se observaron mejoras significativas en la infiltración de agua, los cultivos de servicio cumplieron un rol decisivo en la protección física del suelo. Actuaron como trampa de sedimentos, fijaron el rastrojo y redujeron el impacto de la escorrentía. De este modo, los investigadores resaltan que los cultivos de servicios son una herramienta complementaria de la siembra directa, capaces de aportar sustentabilidad y estabilidad a los sistemas productivos en ambientes desafiantes como los del semiárido sanluiseño.
En cuanto a costos, el especialista indicó que, si bien el beneficio económico directo es difícil de medir, los especialistas remarcan que se trata de una inversión a mediano y largo plazo para mejorar la calidad del suelo y la estabilidad de los rendimientos.
El trabajo confirma que la inclusión de cultivos de servicio, en especial el centeno, constituye una estrategia tecnológica clave para lograr sistemas más sostenibles y resilientes frente a procesos erosivos en regiones semiáridas.