Ahora que se presentan los hechos en forma contundente, por vez primera para muchos, la problemática del cambio climático, empieza a dilucidarse y por supuesto sobrarán las hipótesis sobre sus posibles causas. Como la situación del Casanare, nos ha impactado de manera importante. Es la noticia del día, en televisión, radio y por supuesto prensa. Es una noticia de alto impacto.
La muerte de 20.000 animales, que pienso deberá ser mucho mas a los de este guarismo, amerita por solo este aspecto a que el pasado domingo, todos los diarios de cobertura nacional y los locales, hicieron sus aportes en la magnitud de los daños y sus posibles causas. Las conjeturas son varias. Pero dejando a un lado todo lo que se especula, el hecho es que debemos reconocer nuestra miopía, en el manejo de los recursos naturales, y como estos no son una fuente infinita e inagotable, es apenas lógico, que el desastre se manifieste de una manera sorprendente. Como es posible que aun no hayamos caído en cuenta, que 6000 millones de personas que habitamos en este planeta, no causaríamos una gran debacle, cuando por siglos hemos explotado los recursos naturales sin ninguna contemplación y sin siquiera un leve remedo de sostenibilidad.
Numeremos entre los miles de casos los siguientes en el contexto regional, pues como la situación ha sido de tipo pandémico, lo multiplicaremos por cada una de las regiones de nuestro país. Sera lógico, que el rio Cauca, sea la fuente de vertimiento de la gran mayoría de las poblaciones del departamento, Podrán las ciudades y poblaciones del departamento contar con el agua de consumo, si en las cuencas la deforestación y el déficit de bosque es galopante. Podrán las laderas que drenan al Pacifico o al rio Cauca, obrar como reguladora de agua, cuando el déficit de cobertura vegetales llega a cifras de 400.000 hectáreas. en déficit de bosque. De esta forma es prácticamente imposible, que en los inviernos nos se causen los desastres por avalanchas, inundaciones y cerramiento de vías. La erosión, el sobrepastoreo, la ganadería ocupando área de vocación agrícola, la salinización de los suelos, el déficit de agua para los cultivos, la disminución de los niveles de los embalses por sequía, que nos anuncian como producto de la Niña, son situaciones que nos llevan a pesar, que no hemos cumplido con el deber sagrado de conservar la Pacha Mama. Mientras tanto, sobran los planes de manejo de zonas, los estudios se desvirtúan, y la comunidad campesina, continúa sometida al abandono y al olvido.
El café, que era de los mejores cultivos para los campesinos de las cuencas, se pierden en el olvido y el desconocimiento de sus necesidades de crédito y asistencia técnica, mientras las ciudades, crecen a ritmos insostenibles debido a la alta migración, haciendo prácticamente imposible, el poder brindarles unas condiciones de vida digna, con educación, salud, vivienda y trabajo.
El proceso de paz, que Colombia espera y anhela, podrá tener una gran injerencia el desarrollo agrícola del país, pues en forma desafortunada, el sector campesino ha sido marginado de los factores de desarrollo, como vías adecuadas, crédito, asistencia técnica y mercadeo oportuno y bien remunerado.
