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Argentina - AACREA: Que viene después de las inundaciones

Publicado: 15 de mayo de 2007
Fuente: AACREA, Juan Manuel Repetto / Prensa
La Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola - AACREA emitió un Comunicado de Prensa titulado "Qué viene después de las inundaciones" donde se explaya sobre las pérdidas productivas y los problemas que provocaron las lluvias y cuya solución demandará mucho tiempo.

Las extraordinarias lluvias que provocaron pérdidas importantes en la producción agropecuaria en diferentes regiones del país, tienen su correlato en otras cuestiones a la hora de evaluar su verdadero impacto.

Para muchos productores la situación es crítica: debieron cerrar sus tambos, perdieron grandes superficies de pasturas y cultivos agrícolas, debieron llevar la hacienda a campos con instalaciones inadecuadas y se preparan para un invierno difícil, con déficits significativos de forraje. En otros casos, debieron postergar la cosecha hasta contar con piso para entrar con las máquinas, con caídas en los rendimientos, o comenzaron a trillar los granos con altos niveles de humedad, pagando mayores costos por el acondicionamiento.

Estos son sólo algunos de los problemas. Lo cierto es que, una vez que el clima se normalice, los productores retomarán su actividad con dificultades, estarán obligados a hacer nuevas inversiones y necesitarán varias campañas para volver a producir con el ritmo anterior.

Además, existen otros problemas que también tardarán un largo tiempo en solucionarse. Estas cuestiones se relacionan con el desempleo, con la fuerte caída de la actividad económica y con el gran deterioro de la infraestructura zonal, entre otros aspectos.

En muchas localidades de las zonas anegadas, la falta de trabajo volvió a convertirse en un fantasma temido por empresarios y empleados rurales, entre los que figuran tamberos medieros, tractoristas y transportistas. Lo cierto es que, hasta hace apenas hace dos meses, en muchas comunidades del país se pasó de una situación de pleno empleo a una gran cantidad de personas que no tienen trabajo, al menos mientras dure el efecto del fenómeno meteorológico.

Al mismo tiempo, la caída de producción produjo una fuerte retracción económica. "El tambero que tiene parte de su campo anegado y otra parte con pasturas destruidas por el sobrepastoreo, produce 800 litros de leche por día en vez de los 2000 normales. Con ese ingreso reducido, además, debe hacer frente a mayores costos de alimentación", afirmó Ricardo Gallo, vocal de la región Santa Fe Centro de AACREA.

Mientras tanto, la infraestructura zonal quedó muy deteriorada por el avance del agua. La inundación se llevó varios puentes, que no han sido reparados rápidamente por las autoridades nacionales o provinciales. Las rutas asfaltadas quedaron onduladas y con baches por el paso de camiones de 30.000 kg sobre suelo húmedo y, en algunos lugares, los vehículos tienen que avanzar a paso de hombre. Hasta las vías de los ferrocarriles, famosas por ser tradicionalmente inalcanzables por el agua, esta vez fueron afectadas.


Futuro comprometido

Los hermanos Ricardo Alberto y Juan Manuel Bressi, miembros del CREA Centro Oeste Santafesino, son parte de una familia con tres generaciones de tamberos, que administran unas 800 hectáreas en el centro de la provincia de Santa Fe, donde poseen dos tambos (que incluyen recría de vaquillonas) y una superficie dedicada a la agricultura. En las últimas campañas, obtuvieron los más altos resultados productivos y económicos del CREA y de la zona, pero su futuro está comprometido.

El 23 de marzo empezó a llover fuerte en la zona. En sólo cuatro días, cayeron 400 mm sobre su campo, equivalentes al 50% de la media anual, y no paró. Desde diciembre de 2006 hasta fines de abril llovió más de 1200 mm. Es decir, en cuatro meses llovió el equivalente a las precipitaciones que deberían producirse en un año y medio.

"Tengo 83 años y nunca vi una inundación como esta", aseguró Manuel Bressi, el padre de Juan Manuel. "En el tambo de López tenemos partes con un metro y medio de agua. Hay 130 hectáreas anegadas y perdimos el 100% de las pasturas", lamentó su hijo. "Tuvimos que trasladar la hacienda a otro tambo, en Santa Clara, pero con las próximas pariciones vamos a tener un total de 430 vacas, con un infraestructura que no nos permitiría superar las 200", advirtió. "Antes producíamos 24,5 litros de leche por vaca y por día. En plena inundación, bajamos a 10", lamentó.

Los Bressi están sembrando más pasturas en el tambo de Santa Clara, para aumentar la oferta forrajera en el invierno. También secaron algunas vacas por anticipado y modificaron las dietas. Sin embargo, sus reservas de alimentos podrían durar hasta junio. De ahí en más, tendría que vender las vacas o trasladarlas. En el campo inundado haría falta esperar un año, si el agua bajara, para implantar nuevas pasturas y volver con las vacas de tambo.

La situación es difícil. Ellos aseguran que para estabilizar la explotación necesitan entre cuatro o cinco años, y advierten que los costos para instalar un establecimiento lechero son muy altos: "Hacer una hectárea de soja cuesta 500 pesos, mientras que una de tambo significa 3000 pesos de gastos". Son inversiones importantes que, además, en el caso de los Bressi, involucran el empleo de 13 personas que atienden las tareas diarias en el tambo.


Problemas comunes


En la zona central de Santa Fe, la preocupación por las lluvias es una constante. Los problemas son similares: anegamiento tranqueras adentro, inconvenientes con la infraestructura -como el caso de los caminos, que se han convertido en ríos, y los canales desbordados- y falta de apoyo por parte de las autoridades para superar la situación.

"La mayor parte del agua se generó muy rápido y no pudo drenar. Los caminos de tierra se borraron, las rutas quedaron cortadas y estuvimos casi incomunicados", apuntó Rodolfo Zechner, del CREA San Martín de las Escobas-Colonia Belgrano, que desarrolla un sistema de producción orgánica, con ganadería de carne y leche, además de agricultura.

Con las lluvias, el campo de Zechner quedó dividido en dos. Sobre una superficie de 2000 hectáreas, más de 1000 quedaron bajo el agua. Perdió 400 de las 800 hectáreas que tenía destinadas a praderas y debió dejar sin cumplir contratos ya cerrados con la Unión Europea para la exportación de sorgo.

Esto lo obligó a reubicar unas 1500 cabezas y, si bien la pérdida por mortandad fue mínima, bajó la calidad del forraje y se produjeron caídas muy significativas en la producción. "Perdimos 1000 rollos (con un valor de 100 pesos cada uno) y dos bolsas con granos que quedaron bajo el agua", aseguró.

En el tambo, quedaron estabuladas 180 vacas sobre un total de 300 en ordeñe. "Tuvimos que secar 40, con problemas de mastitis y de pietín, y se consumieron las reservas que teníamos para el invierno", dijo Zechner que, no obstante, sigue produciendo.

"Las inundaciones afectaron incluso a las vías de ferrocarril", advirtió Ricardo Gallo, quien, además, demanda por parte de las autoridades, inversiones en obras de infraestructura y no sólo "golpes de efecto, como el anuncio del tren bala que prevén construir entre Buenos Aires y Rosario".

"Hoy tenemos las napas a flor de tierra. En la zona, que pertenece a una cuenca de 200.000 hectáreas en el centro oeste santafesino, la producción en los tambos bajó casi un 40%, se perdió el 80% de las pasturas y el 30% de los cultivos", sintetizó.

En las últimas semanas, para atender un pedido de los demás integrantes del CREA y de la región, Gallo recorrió más de 7000 hectáreas en busca de tierras para trasladar la hacienda. Pero no fue fácil: "Encontramos campos ganaderos pero con infraestructura insuficiente, destruida por el desaliento de los productores. Ni siquiera quedan empleados rurales que sepan de ganadería".

"Nos queda mantener el rodeo con rollo y grano, y enfrentar el aumento en los costos. Además, tendremos que bajar la carga y la hacienda y tratar de salvar el capital. No obstante, recomponer esta situación nos va a llevar, al menos, dos o tres años", lamentó Gallo.


El litoral bajo el agua

La provincia de Entre Ríos fue otra de las regiones muy afectadas por el agua. En la zona de Gualeguay, por ejemplo, llovieron 500 mm en apenas dos días. "Está inundada toda la superficie del Delta y las cuencas de los ríos y arroyos, y esto afecta básicamente a la ganadería. En las partes altas hay más pérdidas de producción por el exceso de lluvias que por anegamiento. En los campos bajos, en cambio, las pérdidas son totales", explicó Rolf Müller, coordinador de la zona Litoral Sur de AACREA.

"Además, durante abril y parte de mayo siguió lloviendo, con lo cual las cosechas siguen atrasadas y, si no mejora el tiempo, las mermas en la producción van a ser muy importantes en todas las actividades", afirmó.

La crecida del Paraná, que venía complicando a los productores con anterioridad, intensificó el efecto de las lluvias sobre los campos linderos a los ríos. Pero la situación es aún más grave en las islas, que en los últimos años experimentaron un fuerte crecimiento de la actividad ganadera y, en muchos casos, aún no cuentan con infraestructura de transporte suficiente frente a las 900.000 cabezas que tuvieron que llevar a tierra firme en los momentos pico de lluvias.

En los tambos, el exceso de precipitaciones generó una baja de producción del 20 al 50%, según zonas (con lo cual hubo que secar vacas de manera anticipada) y se perdió un porcentaje similar de praderas.

La soja fue el cultivo más afectado, principalmente en la calidad del grano. "Tenemos entre el 10 y el 40% de los granos dañados y atrasos en la cosecha de maíz, con lotes con granos brotados. En los cultivos de sorgo se repite este problema, con un 50-60% de brotado, con lo cual la mercadería no es recibida por los acopiadores", señaló.

Asimismo, el técnico subrayó qué los agricultores no cuentan con caminos en buenas condiciones para sacar los granos y que, en algunos casos, hubo que cosechar la soja con alta humedad y guardarla temporariamente en bolsas, para luego volver a sacarla para su secado.

Son decisiones que generan sobrecostos y riesgos adicionales y que se suman a otros, como los huellones que produce una cosechadora cuando entra a un potrero con humedad. "Después de hacer siembra directa durante varios años, vamos a tener que volver a trabajar algunos lotes con discos para emparejarlos", lamentó. Y destacó que, desde el punto de vista institucional, se podría alentar la puesta en marcha de desgravaciones impositivas y créditos con tasas adecuadas y con años de gracia que permitan retornar a los niveles productivos históricos.


Códigos rotos

Según Juan Pablo Duvillard, miembro del CREA Victoria, el agua también barrió con los códigos, con compromisos verbales que funcionaron durante mucho tiempo pero que se perdieron con el caos de las inundaciones.

El proceso de agriculturización que vivió la zona, sumado a la falta de incentivos de la ganadería, lo llevó a optar por sembrar más granos y desplazar la hacienda hacia campos bajos e islas.

"Sabía que el negocio de la isla es de alto riesgo, pero este caso fue excepcional. Sólo en un día, el Paraná llego a crecer 70 centímetros como consecuencia de las lluvias. Y sacar los animales no fue fácil", recordó.

En total, Duvillard perdió 240 novillos. "En una isla cercana al puente que une Rosario con Victoria perdimos 100 novillos. En otra teníamos un turno para sacar los animales. La barcaza llegó a buscarlos y realizó un viaje con 40. Pero nunca volvió y nos hizo perder otros 127", explicó.

También se rompieron los códigos con los contratistas. "La persona que cosechaba en mi campo desde hace años nunca apareció", criticó. "En la zona, se estuvo trillando soja con un 21% de humedad y semipodrida. Esto va a generar una descuento de alrededor de 50% en el precio en algunos casos", advirtió.

Mientras tanto, vendió los todos los animales ya engordados y mandó los restantes a un feed lot. "No estoy reponiendo nada", aseguró Duvillard, quien avizora un futuro "muy complicado".


Dificultades en el centro

"En Córdoba, la recolección de los cultivos se complicó significativamente por las lluvias. Se priorizó la cosecha de soja, que avanzó hasta un 70% a fines de abril", dijo Carlos Peñafort, coordinador de la región Centro de AACREA. Los problemas más graves persisten en el sudeste de la provincia, en un área que comprende las localidades de Rufino, Laboulaye, Cañada Seca y General Villegas entre otras, donde hay campos inundados y la red vial llegó a estar colapsada.

Santiago Gallo, asesor del CREA Cañada Seca, señaló que, desde enero, llovió alrededor de 600 mm. "Los campos quedaron anegados y se produjo un atraso de un mes y medio en la cosecha respecto del año pasado", apuntó.

El técnico explicó que los lotes altos se trillaron con cosechadoras con orugas o con ruedas duales y maquinas livianas. A fines de abril se había cosechado el 60% de la soja y el 30% del maíz, mientras en la campaña anterior al 1º de mayo tenían todos los granos recolectados. En tanto, continúan los problemas de piso, incluso en los campos altos, porque las napas están a 40 cm y persisten los problemas de caminos.

Pierre Courreges, miembro del CREA General Villegas, logró cosechar sus granos pese a las condiciones de alta humedad al momento de trilla. No obstante, sufrió mermas en los rindes -"Comenzamos con 50 qq/ha de soja y terminamos el mismo lote con 42 qq/ha"- y pagó mayores costos de acondicionamiento por alto contenido de humedad.

"Empezamos con 19% de humedad con tal de cosechar. Preferimos hacerlo de todas maneras y pagamos más por acondicionamiento", indicó.

"Algunos caminos rurales tienen un mantenimiento deficitario y se han cortado. Mi establecimiento está a 15 kilómetros de la ruta 10 y a otros tantos de Villegas, pero otros que están más lejos tuvieron que atravesar mi campo rumbo a un feed lot con camión jaula, porque no tenían otra opción", contó.
Fuente
AACREA, Juan Manuel Repetto / Prensa
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