Contexto Global
La percepción del cambio climático (CC) como uno de los problemas ambientales predominantes del siglo XXI, se ha venido reforzando en todo el mundo en los últimos años (SEMARNAT-PNUMA, 2006). Recientemente, el Panel Intergubernamental sobre Cambios Climáticos (IPCC, 2003) ha declarado que “el calentamiento climático es inequívoco”, a partir del análisis de datos de temperatura global, niveles de deshielo, cantidad de incendios, emisión de gases, elevación del nivel del mar, salinidad en las aguas, etc. En este sentido, nuevas y crecientes evidencias del efecto de las interacciones del hombre con el medio ambiente se revelan ante nosotros en forma de cambios en los patrones climáticos de la tierra, con efectos sobre los ecosistemas, la economía y la sociedad.
En forma general, el fenómeno físico del efecto invernadero, se puede explicar como al calentamiento de la Tierra debido a la energía solar incidente que atraviesa su atmósfera; ésta a su vez, devuelve parte de esta energía al espacio en forma de radiación infrarroja. Los gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera impiden que la radiación infrarroja escape directamente de la superficie terrestre al espacio, en tanto esta radiación no puede atravesar directamente el aire como la luz visible. Los principales gases de efecto invernadero son el vapor de agua, el dióxido de carbono, el ozono, el metano, el óxido nitroso, los halocarbonos y otros industriales creados por el hombre. (Honti, 2007) Estos gases representan menos del 1% de la composición de la atmósfera y desempeñan un rol fundamental al generar el efecto invernadero natural, gracias al cual existe la vida en la Tierra. El problema no reside entonces en la existencia y comportamiento de estos gases, sino en el hecho de que los principales GEI, quizá a excepción del vapor de agua, están aumentando como resultado directo de la actividad humana. El particular el aumento es notorio en las emisiones de dióxido de carbono debido a la combustión de carbón, petróleo y gas natural, el metano y el óxido nitroso como consecuencia de la agricultura esencialmente, la descomposición de la materia orgánica y el cambio en el uso de la tierra, el ozono a nivel superficial y troposfera baja (e.g.: automotores y otras fuentes), y los gases industriales de vida prolongada tales como los clorofluorocarbonos (CFC), los hidrofluorocarbonos (HFC) y los hidrocarburos perfluorados (PFC). Por ende, el efecto invernadero natural es sobrepasado por el impacto de la actividad humana.
Las emisiones de GEI producidas por el hombre ya han perturbado el balance mundial de energía en cerca de 2,5 watts por metro. Esto equivale aproximadamente a 1% de la energía solar entrante neta que dirige el sistema climático y representa la energía liberada por la combustión de 1,8 millones de toneladas de petróleo cada minuto, o dicho de otro modo, 100 veces más el ritmo mundial de consumo comercial de energía (SEMARNAT-PNUMA, 2006).
El CC abarca un gran número de factores e implicancias a analizar. El abordaje del tema conlleva el análisis desde la perspectiva de las la ciencias básicas hasta el estudio de microeconomías regionales y sus impactos. Es por ello que a continuación se esbozarán sólo los aspectos más relevantes y en forma sucinta.
2. Consecuencias del Cambio Climático
La variabilidad natural del clima hace difícil identificar por separado la influencia antropogénica en el aumento de los GEI. Sin embargo, un conjunto cada vez mayor de observaciones permite actualmente presentar un panorama más claro del calentamiento mundial. Los instrumentos de medición terrestre y los satélites desarrollados cada vez con mayor precisión, han podido comprobar que la concentración de los GEI en la atmósfera aumenta y este incremento tiene su origen en las actividades antropogénicas.
Los modelos climáticos predicen que la temperatura media mundial puede aumentar entre 1,4 y 5,8º C y el nivel promedio del mar, entre los 9 y 88 cm para el año 2100 (WMO, 2006), causando inundaciones en las zonas de tierras bajas así como otros daños. Esto implicaría un aumento de las precipitaciones mundiales y cambios en la frecuencia o magnitud de los eventos climáticos extremos entre otros efectos adversos. Las zonas climáticas podrían desplazarse, perturbando los bosques, desiertos, praderas y otros ecosistemas, así como las especies que en ellos habitan, algunas de las cuales podrían extinguirse. Los impactos en las precipitaciones y evaporación podrían repercutir directamente en los recursos hídricos. Todos estos fenómenos repercutirán a su vez sobre las actividades económicas, los asentamientos humanos y la salud humana (IPCC, 2007). Las poblaciones pobres y menos favorecidas son y serán las más vulnerables a las consecuencias negativas del CC.
La Figura 1y 2 muestran la proyección del cambio de precipitaciones y calentamiento global debido al CC a partir del conjunto de modelos utilizados actualmente por la comunidad científica.

Figura 1. Proyecciones sobre el cambio de patrones en las precipitaciones globales hasta el 2099 en %. Valores medios de 21 modelos, IPCC, 2001.
Figura 2. Proyecciones sobre el calentamiento de la superficie terrestre en º C hasta el 2100 según los diferentes escenarios analizados. IPCC, 2001
3. América Latina y el Caribe en el contexto global del cambio climático. Recursos, Impactos y Vulnerabilidad
América Latina y el Caribe siguen las tendencias globales de aumentos de temperaturas siendo los años más recientes, los más calurosos. (IPCC, 2003).
Respecto a la contribución de la región a las emisiones de GEI, la región en su conjunto da cuenta del 8% de las emisiones globales totales, aunque su contribución anual se incrementa año tras año (CAIT, 2009) (Figura 3), El porcentaje es relativamente bajo si se considera la población y el área geográfica que ocupa. Como puede verse en la Tabla 1, América latina es la que presenta la menor participación del sector energía en el conjunto de emisiones de GEI (IPCC, 1994); por tanto, la mayor parte de las emisiones de GEI de Latinoamérica no proviene del sector energía (quema de combustibles fósiles) sino de la deforestación y el sector agropecuario.
Las emisiones de CO2 de los países menos desarrollados representan aproximadamente el 49%1 del total mundial (Étude Carbon Budget, 2007), mientras que las del sector energético son el 47%. Es decir que la mayor contribución al efecto invernadero por emisiones de dióxido de carbono no responde a la quema de combustibles fósiles sino al conjunto de cambios en el uso del suelo, principalmente la deforestación. En lo que respecta al metano (CH4) la situación también es inversa a la del resto del mundo. Mientras el total mundial muestra que el 35 % de estas emisiones provienen del sector energía, en América Latina éstas apenas llegan al 9%. Entretanto las emisiones del sector de agricultura representan el 65%, dando cuenta de la gran participación del sector ganadero en las economías de la región. También en el caso del óxido nitroso (N2O), al igual que con los casos analizados anteriormente, la participación mayor corresponde al sector agricultura. Dentro de la región de América Latina y el Caribe, Brasil es el principal emisor de óxido nitroso, seguido de Argentina y Colombia. La mayoría de éste deriva del uso de fertilizantes concasi el 80% en los cultivos, seguido por el transporte con poco menos del 20% (SERMANAT, PNUMA, 2006).

Figura 3. Contribución de la región a la emisión de GEI. Fuente IPCC, 2001
Sin embargo la región se enfrenta al CC con recursos y características ambientales peculiares, en tanto en ella se localizan algunos de los países con mayor disponibilidad de agua dulce o mayor biodiversidad del planeta. La región está compuesta por ecosistemas naturales cuyos recursos genéticos están entre los más ricos del mundo.

La distribución regional del clima está definida por las interacciones entre la circulación atmosférica y las particularidades topográficas, los balances de radiación y los balances térmico e hídrico, los que, a su vez, dependen de un amplio rango de tipos de coberturas de suelo y vegetación de la Región.
La Región se destaca por sus recursos naturales entre los cuales se destacan los siguientes:
• En América Latina y el Caribe se concentran las reservas de tierras cultivables más grandes del mundo (The Economist, 2010), equivalentes a casi un 30% de su territorio. En 1998 los pastizales cubrían cerca del 80% de las tierras potencialmente agrícolas de la Región, y del 20% cultivado muy poco correspondía a cultivos permanentes. De un total de 1,900 millones de hectáreas de suelos degradados en el planeta, la región ocupa el tercer lugar, después de Asia y África, con aproximadamente el 16%. El impacto es relativamente mayor en Mesoamérica que en Sudamérica.
• En el año 2000 Latinoamérica tenía el 25% de las áreas boscosas del mundo. La proporción de áreas boscosas en la región es mucho mayor que el promedio mundial: un 47% del territorio regional está cubierto de bosques, mientras que en el mundo la proporción es del 30%.
• Un 92% del bosque regional se encuentra en Sudamérica, principalmente en Brasil y Perú, que están entre los diez países del mundo que concentran las dos terceras partes de los bosques mundiales. Poco más del 1% del área bajo bosques en América Latina y el Caribe corresponde a plantaciones, de ellas casi la mitad en Brasil.
• La biomasa leñosa de América Latina y el Caribe es la más alta del mundo, superando en 17% el promedio mundial de 109 toneladas por hectárea. El 43% del total mundial se encuentra en Sudamérica, fundamentalmente en Brasil, donde está el 27 por ciento de ese total.
• En Brasil, Colombia, Ecuador, México, Perú y Venezuela se han identificado 190,000 de las 300,000 plantas vasculares conocidas en todo el planeta lo cual significa un tercio del total mundial tan sólo en Brasil y Colombia. Estos seis países son parte del grupo de naciones que a escala mundial se han identificado como de megadiversidad biológica (SEMARNAT, PNUMA, 2006). En su conjunto, estas naciones albergan entre un 60 y un 70% de todas las formas de vida del planeta.
• Estimaciones actuales indican que América Latina y el Caribe recibe un promedio de 1,556 milímetros de precipitación anual, considerablemente mayor que cualquier otra región del mundo. Los recursos hídricos renovables internos como flujo anual de aguas superficiales y la recarga de aguas subterráneas, alcanzan un total de 13,4 kilómetros cúbicos al año, la tercera parte de los recursos mundiales. Por habitante, ello representa 27,673 metros cúbicos, casi cuatro veces el promedio mundial.
Sin embargo la acción del CC, el impacto en el clima y su variabilidad natural junto con la derivada de la acción antropogénica permite predecir a partir de modelos de simulación, que el incremento en la intensidad y frecuencia de huracanes, los cambios en los patrones de precipitaciones, el aumento de los niveles de las riberas en Argentina y Brasil y la reducción de los glaciares en la Patagonia y Los Andes, son fenómenos que ya están en marcha debido al calentamiento global. El CC es y será cada vez en mayor medida, un problema a considerar en las condiciones de habitabilidad, salud, recursos y por ende en las proyecciones del desarrollo sostenible de nuestros países.
Particularmente:
• La región se caracteriza por su heterogeneidad, dada por su ubicación geográfica y geomorfología, conteniendo desde desiertos áridos hasta bosques tropicales húmedos. La extensa región central de América Latina está, mayormente caracterizada por condiciones tropicales húmedas; áreas importantes son propensas a sequías, inundaciones y heladas. La circulación atmosférica y las corrientes oceánicas son factores causales de la existencia de extensos desiertos en el norte de México, Perú, Bolivia y Argentina.
• Los bosques de América Latina y el Caribe, que ocupan aproximadamente el 22% del área de esta Subregión, y que representan alrededor del 27% de la cobertura boscosa global, tienen una fuerte influencia sobre el clima local y regional y juegan un papel relevante en el balance global del carbono.
• Los estudios de vulnerabilidad indican que los ecosistemas boscosos de muchos países podrían ser afectados por los cambios climáticos proyectados (México, países del Istmo Centroamericano, Venezuela, Brasil y Bolivia). La deforestación de la selva del Amazonas probablemente impactaría negativamente en el reciclado de la precipitación a través de la evapotranspiración, de modo que las lluvias podrían reducirse marcadamente, dando origen a importantes pérdidas de escurrimiento en áreas dentro y fuera de la cuenca.
• Los pastizales cubren alrededor de un tercio de la superficie de América Latina y el Caribe. La productividad y las especies que componen los pastizales están directamente relacionadas con condiciones altamente variables en cantidad y distribución estacional de la precipitación. Los pastizales de regiones templadas son altamente vulnerables a la sequía.
• Las cadenas y las mesetas montañosas juegan un papel importante en la definición del clima, ciclo hidrológico y biodiversidad en América Latina. Ellas son las fuentes de ríos caudalosos (e.g. los ríos tributarios de las cuencas del Amazonas y del Orinoco), que representan focos importantes de la diversificación y el endemismo biológicos y son altamente susceptibles a los fenómenos extremos.
• En América Latina, la criósfera está representada por glaciares en los Andes altos y por tres campos de hielo importantes en el sur del continente americano. El calentamiento en las regiones de las altas cumbres podría conducir a la desaparición de importantes superficies de nieve y hielo.
• La distribución del agua dulce dentro y entre los países es altamente variable. Los sistemas de agua dulce (ríos, lagos, reservorios y humedales) y sus ecosistemas son potencialmente sensibles al cambio climático, y vulnerables a las fluctuaciones de corto tiempo del clima, tales como aquellas asociadas con el Fenómeno El Niño.
• Los estudios de vulnerabilidad ante el aumento del nivel del mar han sugerido que los países del Istmo Centroamericano, Venezuela y Uruguay podrían sufrir impactos adversos que conducirían a pérdidas de tierras costeras y biodiversidad, intrusión de agua salada y daños en las infraestructuras costeras. Los impactos serían probablemente múltiples y complejos, con implicaciones económicas importantes.
• En lo que a la agricultura respecta, los modelos proyectados para América Latina y el Caribe indican una disminución de los rendimientos de varios cultivos, como cebada, viñedos, maíz, papas, soja y trigo.
• Por otra parte, el calentamiento global incrementaría los impactos negativos de las enfermedades y pestes en animales y plantas, con efectos negativos adicionales sobre la producción. La distribución geográfica de enfermedades transmitidas por vectores como dengue o Chagas y de enfermedades infecciosas como el cólera, podrían expandirse hacia el sur y hacia alturas mayores si la temperatura y la precipitación aumentaran, efectos hoy previsibles del cambio climático.
• Finalmente y de importancia muy destacable, Latinoamérica forma una región rica en agua. Con sólo un 15% del territorio y un 8,4% de la población mundial, recibe el 29% de la precipitación y tiene una tercera parte de los recursos hídricos renovables del mundo. Sin embargo, existen marcadas diferencias en la dotación de agua y su disponibilidad a lo largo del territorio regional. Tres de sus principales zonas hidrográficas –las cuencas del Golfo de México, el Atlántico sur brasileño y Paraná, Uruguay, La Plata–, concentran un 40% de la población regional en un 25% del territorio, con sólo un 10% de los recursos hídricos totales. Muchas áreas en Meso-América, los Andes, el noreste brasileño y el Caribe, sufren carencia recurrente o crónica de agua. La historia muestra además que existe un notable vínculo entre los recursos hídricos y el desarrollo económico. El sector agrícola por ejemplo, es uno de los mayores demandantes de agua a nivel mundial (Figura 4)
Sólo una porción de agua dulce se encuentra disponible y de esa cantidad el 70% se utiliza en la producción de alimentos. También vale la pena destacar la importancia de las tierras irrigadas que en países en desarrollo representa casi 1/5 del total de la tierra arable y en ellas se desarrollan 2/5 de todos los cultivos y casi 3/5 de los cereales (INTA).
Figura 4. Extracción y consumo de agua por sector productivo. Fuente http://www.unep.org/dewa/vitalwater/article43.html
El CC plantea además otro desafío. La tasa de crecimiento poblacional, la disponibilidad de tierras cultivables, el cambio de uso de tierras en adición al calentamiento global y las emisiones que afectan la calidad de aire y agua, conducen además a un problema derivado de destacada importancia: la producción de alimentos. Según la FAO (2002) la población mundial será de al menos 7.8 billones en el 2030, con un aumento de al menos 100 millones en América Latina mientras que el área cultivable debería incrementarse en 200-300 millones de hectáreas en las próximas décadas para satisfacer la demanda de alimentos, a tasa fija actual de producción e incremento poblacional (INTA, 2010). A su vez, el consumo de agua solamente para el sector agrícola demandará 6900 billones de m3/año (CEPAL, 2010). Esto lleva a la actividad agropecuaria a replantearse la posición actual con el fin de lograr un delicado equilibrio entre medio ambiente y producción
4. Algunas Consideraciones Finales
En la región de América Latina y el Caribe, los países posiblemente más vulnerables al CC son aquéllos que tienen costas. Además, la dependencia de varios países de esa subregión a las actividades agrícolas y la energía hidráulica, hace que estas variaciones causen serias afectaciones, particularmente debido a las sequías, aunque también deben tomarse en consideración las inundaciones derivadas del aumento en las precipitaciones. El impacto se extiende también a la posibilidad de enfermedades infecciosas derivadas de la variabilidad en la disponibilidad del agua en la Región.
En general en toda la región, los recursos naturales, de gran importancia económica y social, aumentarían su vulnerabilidad debido al impacto de eventos climáticos extremos, especialmente el aumento del nivel del mar. Los recursos bióticos marinos podrían también ser afectados, lo cual representará una disminución considerable del suministro de alimentos para la población. Este hecho sería mucho más severo en una situación en la que se reduce la producción agrícola debido a alteraciones en los regímenes de precipitaciones y a otras condiciones climáticas adversas. La infraestructura aumentaría su vulnerabilidad como resultado del aumento del nivel del mar; por lo tanto, una mayor cantidad de habitantes estaría en peligro de inundaciones por la trasgresión del mar, lo que, al mismo tiempo, podría estimular el éxodo de sus habitantes hacia áreas con mejores condiciones de vida. Este proceso migratorio podría aumentar la vulnerabilidad de las regiones receptoras, haciendo los impactos más notables. Ésta situación requiere de acciones tempranas de adaptación y mitigación al cambio climático, tanto desde el punto de vista de la toma de conciencia, como respecto de nuevas formas y alternativas viables de manejo de recursos que consideren el equilibrio permanente entre usos y consecuencias de los recursos naturales. En este sentido, la región aún está intentando conducir de forma objetiva las valoraciones sobre la vulnerabilidad de sus recursos, aprendiendo las técnicas disponibles y fomentando el desarrollo de esquemas más apropiados, dada la riqueza en sus recursos naturales. Una vez que se emprendan valoraciones satisfactorias, es posible confeccionar medidas eficaces de adaptación, con transferencia de tecnología y puestos de ejecución los proyectos correspondientes que preserven la situación hasta ahora privilegiada de la zona, con vistas a mantener impactos bajos a la vez que un desarrollo sostenible y sustentable en el tiempo.
5. Referencias
- Climate Indicator Tool (CAIT), 2009.
- Cambio Climático: una perspective Regional, 2010, Cepal.
- Drought Monitoring and Early Warning: Concepts, Progress and Future Challenges. 2006. WMO No. 1006.
- El Cambio Climático en América Latina y el Caribe, 2006, Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARTA), Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA): SEMARNAT-PNUMA.
- Organisme international Global carbon project, 2007,Etude Carbon budget.
- Honti, G., 2007; América Latina ante el Cambio Climático.
- El Mundo Agropecuario hacia el 2030, 2010, INTA.
- IPCC Technical Guidelines for Assessing Climate Change Impacts and Adaptations with a Summary for Policy Makers and a Technical Summary. 1994
- IPCC Third Assessment Report, Climate Change 2001.
- IPCC, 2007,Climate Change: The Physical Science Basis.
- The Economist, 2010: http://www.economist.com/theworldin/2010
- World Agriculture to 2015/2030, Summary Report, FAO, 2002.