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Uso del glifosato

Acerca del uso del glifosato

Publicado: 14 de junio de 2010
Por: Lino Barañao, Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación y Víctor Trucco, Presidente de la Asociación Argentina Productora en Siembra Directa. XVII Congreso AAPRESID - Agosto 2009, Rosario (Argentina)
Conferencia: Impacto de la agricultura sobre el ambiente y la salud humana.  (Lino Barañao, Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, Argentina)
Responsabilidad es hacerse cargo de las consecuencias de lo que uno hace. Hasta hace poco la imagen del progreso era una topadora entrando a la selva para crear más espacio para la agricultura, o una fábrica con chimeneas echando humo.

Súbitamente, se adquirió la responsabilidad de respetar el medio ambiente para nuestra propia supervivencia. Ha cambiado mucho nuestra concepción del valor del ambiente y de las otras civilizaciones en el tiempo, para bien.

Veamos la responsabilidad del científico individual: es importante que la comunidad tome decisiones y que para ello tenga libre acceso a la información. Esto está muy bien, pera hay que definir qué es información.

Si la información es el dato aislado, la comunidad puede tomar decisiones erróneas: si compro pescaditos y les pongo agua de la canilla, se van a morir. Por lo tanto, podría concluir e informar que, como el agua de la canilla mata a los peces, el agua es letal.

Hay que hablar no sólo de información sino de conocimiento, o sea de información contextualizada. No basta con que un dato sea verdadero para comunicarlo. Una cosa es mandar un trabajo para ser analizado por los pares y otra es darlo a un medio masivo, donde los códigos y la lectura son totalmente distintos y las consecuencias en términos de formación de la opinión pública son muy diferentes.
GLIFO
El científico no puede alegar que simplemente transmite lo que observó, no puede evadir la responsabilidad de medir las consecuencias de lo que dice, más aún cuando no se cumplen los requisitos mínimos de comunicación aceptados por las normas de la comunidad científica.

Cuando uno comunica algo a la prensa se supone que lo publicó previamente en una revista con referato y esto no es un mero paso formal, ya que significa que alguien evaluó los aspectos ambientales, estableció si las consecuencias o las conclusiones se derivaban de las observaciones, si no habría problemas metodológicos. Además, suelen ser los árbitros los que lo limitan a uno, en términos de cuánto puede extrapolar las consecuencias de lo que observa.

Es el elemento de control que permite que uno tenga ciertas certezas respecto de la validez de lo que se observa. Entonces, el comunicar una observación preliminar a los medios es, desde mi punto de vista, una falta seria de ética de parte de un científico, no sólo en términos de la angustia que genera en forma indebida a la población sino también en la posibilidad de que a partir de esa información se tomen decisiones que pueden afectar seriamente el nivel de vida de la población.

La Institución tiene la responsabilidad de velar por la rigurosidad de la información que se obtiene y el modo en el que se transmite. Y en casos en que sea necesario debe ser la institución la que emite la información adecuada, teniendo en cuenta opiniones diversas y de más de un individuo. En el caso que nos atañe, faltó esa respuesta en tiempo y forma. Los científicos tienen tiempos que a veces no coinciden con las necesidades de comunicación mediática.

Los medios necesitan definiciones taxativas -es bueno, es malo, mata, no mata- y nosotros tendemos originariamente a hablar en términos de la probabilidad. No es bueno que sea el medio el que decide qué es lo que debe ser transmisible y lo que no.

En el caso del glifosato, yo solicité al CONICET que se hiciera un informe sobre los efectos reportados sobre la salud humana. Es un insumo para que luego el organismo correspondiente tome la responsabilidad de efectuar las recomendaciones, en este caso la comisión formada en el Ministerio de Salud por decisión de la Presidenta de la Nación. Esta comisión tiene que emitir la recomendación final respecto de los riesgos para la salud humana del uso del glifosato.

Es importante que las conclusiones sean expresadas en forma comprensible para el público en general y que no haya lugar a duda sobre las interpretaciones, y además sería importante que sea institucional.

Siguiendo el orden de responsabilidades, a partir de estas recomendaciones del Ministerio de Salud, serán las autoridades competentes, tanto la Secretaria de Agricultura como el Senasa y demás, las que dirán si es necesario o no efectuar algún tipo de modificación a la reglamentación que existe. Esta información, hoy, es imperiosamente necesaria porque hay una cantidad de proyectos de distintos diputados e intendentes para suprimir lisa y llanamente el uso del glifosato.

Toda tecnología tiene consecuencias negativas potenciales, como la electricidad y el automóvil, y sin embargo a nadie se le ocurre o no aparecen artículos en los medios pidiendo la abolición del automóvil o del servicio eléctrico. Y eso ¿por qué? Porque hasta el último ciudadano ve un beneficio en esa tecnología, sabe que necesita la electricidad. Entonces parece lógico asumir el costo de que, cada tanto, alguien se electrocute por una mala praxis. Quien conduce un automóvil, tiene un beneficio y asume un riesgo concreto, que lo pisen o que pueda chocar.

Ése es un problema con la agricultura y con la tecnología asociada. El ciudadano común piensa que él no tiene ningún beneficio y que está asumiendo riesgos, por mínimos que sean: "¿Por qué tengo que asumir ese riesgo si el beneficio es de otro?". Ahí hay un problema de falta de comunicación porque lo que no se ha discutido es cómo beneficia a todos y a cada uno de nosotros la tecnificación del agro y cuáles son las alternativas.

La ética se refiere al comportamiento y, en particular, a la toma de decisiones. Uno juzga éticamente una opción respecto de otra, nada es intrínsecamente bueno ni malo, sino más o menos conveniente para determinado fin.

Entonces, no podemos descontextualizar ninguna práctica si no comparamos con las alternativas o con la ausencia de ellas.

Esto es importante porque está apareciendo (y es preocupante) un discurso que ya no es ecologista sino anti-tecnológico y anti-científico, porque no se está pidiendo una tecnología que supere los obstáculos o que corrija las consecuencias o que beneficie al medio ambiente a partir de nuevos desarrollos; se está cuestionando el uso, lisa y llanamente, de la tecnología.

Hay quienes dicen en forma alarmante que "hay que hacer solamente agricultura orgánica" y al público en general eso le parece lógico. Se piensa que se puede hacer agricultura orgánica y que podemos seguir viviendo sin ninguna consecuencia en nuestros ingresos y nivel de vida.

Este contexto hay que introducirlo también en la comunicación. Es muy importante que se conozcan los mecanismos de control que tienen las empresas antes de lanzar un producto al mercado, los estudios que están haciendo las Universidades para medir las consecuencias de estas prácticas, el rol del Estado como financiador exclusivo de este tipo de proyectos.

Eso está faltando, el ciudadano común piensa que la producción de soja y el uso de agroquímicos beneficia a un pequeño grupo que se está enriqueciendo en forma indebida mientras ellos están siendo intoxicados por esta práctica. Esa situación de no beneficio se ve agravada porque esta producción de alimento no se distribuye adecuadamente.

Un ciudadano que vive en el borde de un campo y no tiene una dieta adecuada, lo único que percibe es la posibilidad de ser contaminado con un agroquímico, no el beneficio de que se produzca más, en forma más eficiente, porque él no come más adecuadamente.

Si tuviéramos en el país un sistema que garantizara una dieta correcta para toda la población y eso fuera producto de una agricultura intensiva y tecnificada, tal vez el análisis de valor que se hace de esta práctica fuera distinto en la población, pero acá se contrasta un sector altamente tecnificado, con una rentabilidad importante, con pueblos originarios desprotegidos, totalmente desconectados de cualquier beneficio de esta práctica.

Planteado en esos términos, estamos frente a una situación difícil de ganar mediáticamente. Entonces, hay una tarea muy importante de comunicación -y acá el rol de los comunicadores sociales es fundamental- porque el científico no está preparado para articular un discurso que sea comprendido rápidamente en esos términos.

Los organismos internacionales tienen como práctica que la información original, los datos técnicos, sean previamente elaborados por especialistas en comunicación antes de ser liberados a los medio de opinión pública.

Tenemos que construir una articulación entre el sector científico-tecnológico, el sector privado, articulado adecuadamente con los comunicadores y hacia los medios.

De lo contrario, del lado estatal estaríamos incumpliendo con nuestro deber de funcionario público, porque en realidad la función esencial que tiene particularmente el Ministerio es brindar esa información y asegurarse que dicha información es la adecuada.

De nada sirve obtener información y simplemente velar porque se publique en los medios internacionales. La principal responsabilidad es para con la Sociedad, que financia nuestra actividad.

Nuestra principal responsabilidad es brindarle a esa Sociedad Información deseable y contextualizada, para que pueda tomar decisiones informada.

Sugiero que se elabore un documento que resuma lo que se ha discutido acá, para demostrar que el sector privado está comprometido y asume esa responsabilidad, y que no está ausente de la preocupación de las consecuencias de éstas.


Para Darse cuenta, p
or Víctor Trucco (Presidente de la Asociación Argentina Productora en Siembra Directa, AAPRESID)
Que tenemos que asumir la responsabilidad de lo que hacemos, tanto los científicos como los productores.

Que el mundo ha cambiado y que debemos aprender de los errores del pasado. Ya no es necesario destruir arando para cultivar, ni el humo de las industrias significa progreso.

Que los productores tenemos la responsabilidad de "producir sustentablemente", es decir, tener en cuenta que en el futuro las próximas generaciones necesitarán que los recursos naturales se mantengan productivos.

Que los científicos tienen la responsabilidad de informar para que la comunidad, en este caso los productores agropecuarios, tomen las mejores decisiones posibles, para producir cada día más -para un mundo creciente- y cada día mejor, -para preservar los recursos naturales-.

Que hay que tener en cuenta que si la información es un dato aislado, pueden tomarse decisiones erróneas. Por lo tanto, el científico tiene la responsabilidad de brindar información adecuada al contexto. Es decir, tener en cuenta las consecuencias prácticas de la aplicación de su información, el costo-beneficio de las acciones que se desprenden de sus conclusiones.

Que no sólo hay que hablar de información sino de conocimiento (información contextualizada) para que no se malinterprete la información y ésta pueda ser aprovechada positivamente.

Que el científico tiene la responsabilidad -antes de difundir sus resultados a los medios- de que sus trabajos sean analizados por sus pares, para comprobar si sus conclusiones se desprenden de sus resultados, si sus experimentos han sido apropiadamente realizados y también si son relevantes.

Que  comunicar una observación preliminar a los medios constituye una falta seria de ética de parte del científico, no sólo en términos de la angustia que genera en forma indebida sino también en la posibilidad de que a partir de esa información se tomen decisiones que pueden afectar seriamente el nivel de vida de la población.

Que los medios necesitan titulares para vender y tienden a transformar la información en definiciones taxativas. La ciencia habla en términos de probabilidad y de resultados en condiciones determinadas, que no se pueden generalizar ligeramente.

Que la información del Dr. Carrasco respecto al  "glifosato" es intencionalmente sacada de contexto y generalizada en función de posiciones ideológicas que adivinan e incriminan a los hechos, propósitos capitalistas, intenciones de empresas multinacionales, resultado de fuerzas del mercado o ideas liberales, que nada tienen que ver con las condiciones reales en que se emplea el glifosato en la agricultura.

Que el glifosato se ha transformado en un mito que encarna a nivel local la representación del odio a la concepción del mundo capitalista. Dado que no se percibe el beneficio de su empleo, alienta una resistencia irracional a su utilización, sin tener en cuenta el perjuicio que su prohibición acarrearía.

Que en el caso del glifosato, el Ministro de Ciencia y Técnica solicitó un informe al Conicet sobre los efectos reportados sobre la salud humana. Este estudio reveló que no existe, en la bibliografía científica internacional, información que demuestre efectos nocivos para la salud humana. Igualmente, aconseja realizar estudios dado que es un producto muy usado en el país y es aconsejable tener más información para prevenir, si fuera el caso.

Que en el caso del glifosato la responsabilidad de su empleo seguro tiene que ver con la función de las instituciones del Estado. Por una parte el SENASA, dependiente del Ministerio de Agricultura, que autoriza su empleo luego de examinar la información al respecto; por otra parte el Ministerio de Salud, en el caso de que se determine algún caso. En este asunto, ambas instituciones han autorizado y no han registrado casos clínicos comprobados, descartando accidentes o intentos de suicidio.

Que toda tecnología tiene consecuencias negativas potenciales. Pero hasta el último ciudadano ve un beneficio en las tecnologías.

Que en el caso de la agricultura y la tecnología asociada, el ciudadano común piensa que él no tiene ningún beneficio y que están asumiendo riesgos por mínimos que sean. "¿Por qué tengo que asumir ese riesgo si el beneficio es de otro?".

Que hay un problema de falta de comunicación, porque no se ha informado cómo la tecnificación del agro beneficia a todos y a cada uno de nosotros, y cuáles son las alternativas.

Que no podemos considerar si un insumo agrícola como el glifosato es "bueno o es malo", si no consideramos el servicio que presta y las consecuencias que produce.

Que el glifosato hace posible la siembra directa, la cual termina con las labranzas que, como está demostrado, es la practica responsable de la degradación de los suelos. Y también, como está demostrado, no afecta la salud de las personas cuando se usa en forma apropiada.

Que lo preocupante es que está apareciendo un discurso que ya no es ecologista  sino anti-tecnológico y anticientífico, porque no se está pidiendo una tecnología que supere los obstáculos, que corrija las consecuencias o que beneficie al medio ambiente a partir de nuevos desarrollos. Por el contrario, se está cuestionando el uso, lisa y llanamente, de la tecnología.

Que se proponen soluciones sin tener en cuenta las consecuencias, como es el caso de la "agricultura orgánica". Esto sería volver a la productividad previa a la agricultura moderna, cuando la población era la quinta parte de la actual.

Que antes de poner un nuevo agroquímico al mercado, las empresas deben presentar pruebas de que se ha comprobado, más allá del efecto específico del producto, que el mismo tiene bajo impacto ambiental y no afecta la salud cuando su uso es apropiado.

Que el ciudadano común no percibe que la producción de soja y el uso de agroquímicos lo beneficia. Sin embargo, tiene que conocer que la producción genera trabajo, no sólo directo sino en proveedores de maquinarias e insumos, transportes y servicios relacionados (talleres, gomerías, parrillas, etc.), que genera divisas fundamentales para la economía del país.

Que la soja es la principal fuente de proteína vegetal, la cual es transformada en proteína animal (carne porcina y aviar, leche, huevos, etc.) y que el ser humano tiene que incorporar. De la proteína de soja no depende sólo la alimentación de los argentinos, sino de gran parte de la población mundial. Argentina es el principal exportador mundial.

Que resulta paradójico que, siendo Argentina el principal exportador mundial, una parte importante de la población no tenga una dieta adecuada. Pero ése no es un problema de la producción sino de la Argentina y su organización política-económica.

Que la soja no es el problema sino parte de la solución.

Que los científicos deben contribuir, con su información, al progreso de la sociedad y tienen el deber de que su información sea correctamente interpretada y aplicada. Tienen que tener cuidado de no emplear su prestigio, forzando interpretaciones de sus resultados que no pueda defender ante sus pares, como es el caso.

Información publicada en el sitio www.darsecuenta.org.ar y que es parte del XVII Congreso Aapresid - Agosto 2009, Rosario Conferencia: Impacto de la agricultura sobre el ambiente y la salud humana.
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