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Fertilización de soja en el Centro Oeste de Entre Ríos

Publicado: 27 de noviembre de 2021
Por: Juan Manuel Pautasso (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria - INTA; Agencia de Extensión Rural INTA Diamante; y Facultad de Cierncas Agrarias, Univ. Nacional de Entre Rios); Ricardo Melchiori (Departamento Gestión Ambiental y Recursos Naturales , INTA) y Pedro Anibal Barbagelata (Departamento Gestión Ambiental y Recursos Naturales INTA y FCA UNER). Argentina
Resumen

La soja es el principal cultivo en Entre Ríos, ocupando en los últimos 15 años una superficie que osciló entre un millón y un millón trescientas mil hectáreas, lo que representa alrededor del 70 % de la superficie agrícola dedicada a este cultivo. Si bien la fertilización en el cultivo ha crecido en los últimos años, la proporción de la superficie fertilizada sigue siendo menor que en los cultivos de trigo y maíz. Este trabajo, resume información sobre el manejo de la fertilidad de los suelos y el uso de los fertilizantes en el cultivo de soja en Entre Ríos. Los ensayos fueron realizados en los departamentos Paraná, Diamante, Victoria y Nogoyá durante los últimos 7 ciclos agrícolas.

¿Cuál es el punto de partida?
Primero debemos preguntarnos ¿cuál es la fertilidad del suelo? y ¿podrá abastecer adecuadamente al cultivo con los nutrientes necesarios? Para responder esto, debemos realizar una evaluación de la fertilidad de nuestro lote, generar un buen diagnóstico y finalmente determinar la necesidad de fertilización del cultivo de soja.
El análisis de suelos es la herramienta básica que utilizamos para evaluar la fertilidad y junto a los conocimientos agronómicos podemos realizar un correcto diagnóstico, base para un manejo racional de la fertilización. El análisis de suelos “servirá” como herramienta si la muestra extraída del lote es representativa (la “garantía” para que esto suceda depende en gran parte de realizar al menos 20 “piques” por muestra) y se obtuvo de los primeros 20 cm de profundidad.
En los últimos ciclos agrícolas se hace mención a la respuesta de otros nutrientes además del fósforo (P); tales como azufre (S), potasio (K) y zinc (Zn).
Propuesta de fertilización con P
Sin considerar el nitrógeno (N), que el cultivo de soja obtiene mayoritariamente por el proceso de fijación biológica, el P es el principal nutriente que limita la productividad del cultivo en nuestra zona.
En la Tabla 1 se resumen algunas características de los ensayos que se realizaron en los últimos ciclos agrícolas para evaluar el impacto de la fertilización con P en el cultivo de soja. Todos los ensayos se diseñaron en bloques completos al azar (BCA) con tres repeticiones, en campos de productores, la dosis de P en los tratamientos fertilizados fue de 20 kg ha-1, ubicados en superficie. En promedio el rendimiento se incrementó en un 9%.
Tabla 1. Detalle general de los ensayos para evaluar la respuesta al agregado de P.
Tabla 1. Detalle general de los ensayos para evaluar la respuesta al agregado de P.
La respuesta a la fertilización fosfatada es dependiente de la disponibilidad del P del suelo. En la Figura 1 se modeliza la respuesta al agregado de P, donde hay respuesta positiva hasta un valor de 14,8 ppm de P Bray I. Este valor es levemente inferior al informado por Gutierrez Boem y Salvagiotti (2014).
La ecuación de la Figura 1 podría usarse cada año para calcular la factibilidad económica de la fertilización en función de los precios de la soja y del fertilizante. Por ejemplo, con los precios actuales la fertilización con 100 kg de súper fosfato triple de calcio (SFT) es “amortizada” por el cultivo de soja cuando el nivel de P Bray I del suelo se encuentra entre 9,5 y 10,5 ppm, pero hay que tener en cuenta que puede haber otros criterios al fertilizar con P, como es el de mantener los niveles del mismo en nuestros lotes.
En cinco de los ensayos (los realizados en 2014/15 y 2015/16) se agregó un tratamiento con igual dosis de P, pero ubicado en línea (Figura 2). El resultado de la comparación entre ambas ubicaciones (línea o superficie) no difieren entre sí en su efecto sobre el rendimiento (el valor p del contraste entre ambas ubicaciones del fertilizante fue 0,54).
Respuesta al agregado de 20 kg de P por hectárea en función del P Bray I del suelo (0-20 cm).
Respuesta al agregado de 20 kg de P por hectárea en función del P Bray I del suelo (0-20 cm).
Figura 1: Figura 2: Rendimiento de soja en función de la ubicación del fertilizante (20 kg de P por hectárea).
Figura 1: Figura 2: Rendimiento de soja en función de la ubicación del fertilizante (20 kg de P por hectárea).

¿Respuesta a otros nutrientes?
Azufre:
Se realizaron ensayos de fertilización con este nutriente durante más de un ciclo agrícola, tal como se detalla en la Tabla 2. De igual manera que para los ensayos de P, el diseño fue en BCA con tres repeticiones. El incremento de rendimiento por el agregado de S fue del 3% (74 kg ha-1), pero en ninguno de los sitios la respuesta fue significativa.
El principal obstáculo para el manejo de este nutriente, es no contar con un indicador de suelos “confiable” para estimar su disponibilidad (Gutierrez Boem y Salvagiotti; 2014), pero en general, se puede encontrar en la bibliografía respuesta al agregado de S en suelos con bajos contenidos de materia orgánica (Echeverría et al., 2014). Una alternativa consiste en aplicar una dosis de mantenimiento de 10 a 15 kg ha-1 de S.
Además, en la Tabla 2 se detalla, a modo ilustrativo, el contenido de S del suelo, medido como sulfatos a 0-20 cm para cada ensayo.
Tabla 2. Detalle general de los ensayos para evaluar la respuesta al agregado de S.
Tabla 2. Detalle general de los ensayos para evaluar la respuesta al agregado de S.
A partir de un análisis integral de todos los resultados a través de la metodología de análisis de ensayos multiambientales (ciclos agrícolas y lugares diferentes) se pudo observar que no hay respuesta al agregado de S, pero si al agregado de P (Figura 3). El efecto significativo de “Tratamiento” se debe al “Testigo”. Al contrastar los tratamientos P y PS el p-valor es de 0,47.
Figura 3: Rendimientos obtenidos en función de los tratamientos (Testigo: sin agregado de fertilizantes; P con el agregado de 20 kg de P ha-1 y PS con el agregado de 20 kg de P ha-1 más 10 kg de S ha-1). Medias con una letra común no son significativamente diferentes (p > 0,05).
Figura 3: Rendimientos obtenidos en función de los tratamientos (Testigo: sin agregado de fertilizantes; P con el agregado de 20 kg de P ha-1 y PS con el agregado de 20 kg de P ha-1 más 10 kg de S ha-1). Medias con una letra común no son significativamente diferentes (p > 0,05).
Potasio:
En general, los suelos de la región están medianamente bien provistos de este elemento. El K intercambiable es el indicador de disponibilidad del nutriente más comúnmente utilizado (desde ahora, K disponible). Últimamente se exploran áreas de deficiencia, aunque solo existen antecedentes en Uruguay, donde han determinado un umbral de K disponible para varios cultivos, de 0,34 cmol ha-1, equivalentes a 133 ppm (Barbazán et al., 2015).
Durante el último ciclo agrícola se realizaron 5 ensayos de fertilización potásica (Tabla 3). Los ensayos fueron en BCA con tres repeticiones para cada tratamiento. Para el conjunto de los datos (a partir del contraste entre los tratamientos sin K frente a los que tenían K agregado) el efecto de la fertilización con este nutriente no fue significativo (p= 0,44).
Los tratamientos testigos consistieron en parcelas fertilizadas con P (20 kg ha-1) y S (10 kg ha-1), mientras que las fertilizadas con K además de la fertilización del tratamiento testigo, recibieron K agregado como cloruro de potasio a razón de 100 kg ha-1.
Tabla 3. Detalle general de los ensayos para evaluar respuesta al agregado de K.
Tabla 3. Detalle general de los ensayos para evaluar respuesta al agregado de K.
La falta de respuesta al agregado de K se debe, probablemente, a que los valores de K disponible son relativamente altos.
Zinc:
Este elemento se considera un micro nutriente, es decir, que las plantas lo necesitan en pequeñas cantidades. También para el Zn se usan índices de disponibilidad a partir del análisis de muestras de suelo.
Recientemente, se definieron rangos Zn-DTPA (Zn extraído con ácido dietilen triamino penta acético) con diferente probabilidad de respuesta a la fertilización para el cultivo de maíz, con valores de alrededor de 1 ppm (Sainz Rozas, 2018), pero no hay información regional de respuestas a este nutriente para el cultivo de soja.
En diversos ciclos agrícolas (Tabla 4) se realizaron 9 experimentos a campo con diseños en BCA y tres repeticiones con el agregado de Zn. Los tratamientos testigos recibieron P (20 kg ha-1) y S (10 kg ha-1), mientras que las fertilizadas con Zn además de la fertilización del tratamiento testigo recibieron 1 kg de Zn por hectárea a la siembra. En el análisis conjunto, el efecto del agregado de Zn no fue significativo (p= 0,93).
Tabla 4. Detalle general de los ensayos
Tabla 4. Detalle general de los ensayos
 
Consideraciones finales
En el área de influencia del INTA EEA Paraná, el cultivo de soja presenta respuestas al agregado de P cuando el nivel de P Bray I del suelo tiene niveles inferiores a 14,8 ppm.
La respuesta a S es relativamente baja y no se posee un método de diagnóstico confiable.
Con respecto al K, en los sitios estudiados no se encontró respuesta positiva al agregado de este nutriente. Los niveles de K disponible de los sitios evaluados son los esperables para la región.
A pesar de haber realizado los ensayos de respuesta a Zn en suelos con baja disponibilidad de este nutriente, la soja no registró un efecto positivo al agregado del mismo.
Agradecimientos
A los productores que generosamente colaboran con sus campos y su tiempo para realizar estos ensayos: Andrés Rattero, Alfredo y Francisco Gutiérrez, Mauricio y Andrés Olivero, Oscar Larracoechea, Germán Bierig, Abel Lauck y Elbio Fischer. Y a las empresas que apoyan el trabajo de la AER Diamante.
Los ensayos se realizaron con recursos INTA (Proyecto Estructural Desarrollo y aplicación de tecnologías de mecanización, precisión y digitalización de la Agricultura) y extra INTA (Fundación ArgenInta)
  • BARBAZÁN M.,  CONTI  M.  y F.  GARCÍA 2015.  Potasio .  En Echeverría H. y F García (Eds). Fertilidad de suelos y fertilización de cultivos. Capítulo 9. Ediciones INTA. Bs. As. Argentina. p. 265-285.
  • ECHEVERRÍA H., REUSSI CALVO N. y A. PAGANI 2014. Azufre.. En: H. Echeverría y F. García (Eds). Fertilidad de suelos y fertilización de cultivos. Ediciones INTA. Buenos Aires. Argentina. pp. 287-315
  • GUTÉRREZ BOEM F. y F. SALVAGIOTTI 2014. Soja. En: H. Echeverría y F. García (Eds). Fertilidad de suelos y fertilización de cultivos. Ediciones INTA. Buenos Aires. Argentina. pp. 479-508.
  • SAINZ ROZAS H. 2018. El zinc: un micronutriente limitante para el maíz. https://inta.gob.ar/documentos/el-zinc-un-micronutriente-limitante-para-el-maiz [Verificación: mes y año]
Temas relacionados:
Autores:
Juan Manuel Pautasso
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria - INTA
Ricardo Melchiori
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria - INTA
Pedro Anibal Barbagelata
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria - INTA
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Juan Manuel Pautasso
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria - INTA
20 de diciembre de 2021
Buenas, gracias Carlos por pedir esa aclaración... en la zona de estudio los suelos tienen un rango de pH entre 5,5 y 7... puntualmente hay suelos con pH por encima de 7 pero son "raros" de encontrar. Para este rango de suelos el indicador de disponibilidad P Bray I funciona aceptablemente bien como predictor de respuesta.
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El Caburé Biológicos en el Agro
29 de junio de 2022
Estamos trabajando en ER y vemos muy buena respuesta a nuestro fertilizante con P + S. Siempre llevando el pH a 6.5 para tener la mayor disponibilidad más allá de lo que digan Bray o Olsen.
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Corsa Carlos
17 de diciembre de 2021
Y el PH del suelo no tiene nada que ver ? Porque el rango de pH óptimo para la disponibilidad máxima del fósforo es de 6.0-7.0. y yo no veo en la publicacion que se haya tomado en cuenta este importantisimo factor.
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