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Agua, a no perder ni una gota

Publicado: 24 de julio de 2007
Por: AAPRESID
Técnicas de manejo: la conservación de un recurso clave

El agua es un bien cada vez más preciado. Y quienes están involucrados en la transformación del agua en alimentos tienen que hacer esa tarea responsablemente.
Muchas veces, escuchamos que la producción agropecuaria se nutre principalmente de las precipitaciones, lo que en sistemas de secano tiene lógica. Sin embargo, esto no implica que necesariamente se la esté utilizando eficientemente.

Por el contrario, muchos esquemas agrícolas de la pampa húmeda basan sus esquemas en secuencias anuales de cultivos estivales. Lo cual no parecería ser una manera eficiente de aprovechar el agua:“consumir entre 500 y 600 mm con un cultivo agrícola cuando llueven en promedio 1000”, destacaron los referentes del agro pampeano.

Y el razonamiento es válido también para esquemas mixtos, ya que “se necesitan 500 a 700 litros de agua para producir 1 kg de heno de alfalfa o de grano de maíz, y entre 10 y 12 kg de materia seca ingerida por el animal para transformarlo en 1 kg de peso vivo de un animal de recría y engorde”, destacó Telmo Trossero, referente ganadero de AAPRESID.
En este sentido, el ajuste del sistema de producción con su intensidad y diversidad de rotación son temas prioritarios.

La intensidad hace referencia al número de cultivos por unidad de tiempo. En tanto que la diversidad tiene que ver con la cantidad de cultivos diferentes que intervienen en la secuencia.

Por ejemplo, una secuencia trigo/ soja - maíz - soja de primera realiza cuatro cultivos en tres años, siendo menos intensa que otra trigo/ soja - maíz, con tres cultivos cada dos años. Incluso, en esquemas mixtos es importante el doble rol que cumplen los verdeos al ocupar ventanas de tiempo entre cultivos agrícolas o entre éstos y una pastura perenne (ver abajo “Vivencias”).

También es importante considerar el momento del año en que cada cultivo realiza el consumo del agua, lo cual deberá ajustarse a la oferta hídrica y al manejo que pueda lograrse vía una captura eficiente del agua caída, con minimización de pérdidas y maximización del almacenamiento y uso productivo.

Pero vayamos por partes.“La infiltración es un proceso complejo que depende de la condición estructural de los primeros centímetros del suelo, del contenido de humedad, de la rugosidad y cobertura de la superficie del suelo, factores que regulan los tiempos de permanencia del agua de lluvia donde cae”, afirmó Rodolfo Gil, especialista de INTA Castelar.

En consecuencia, es importante que la superficie del suelo esté tapizada por una cubierta vegetal viva o por rastrojos, de manera que la energía descargada por la gota de lluvia evite hacerlo directamente sobre el suelo.

Por otro lado, la presencia de rastrojo en superficie dificulta el escurrimiento del agua, dando más tiempo para que infiltre. Pero hay un factor adicional que incide en la infiltración y por ende en la cosecha del agua, y es la humedad previa existente en el suelo, factor que en buena medida está en manos del productor.

“Si bien es cierto que uno no decide cuando llueve, es conveniente tener un tapiz verde creciendo y consumiendo agua, antes que tener un suelo saturado que impida la infiltración”, comentó Daniel Peruzzi, técnico de AAPRESID, a cargo de una línea de ensayos para ajustar la rotación a la oferta ambiental.
Obviamente, la estrategia será diferente según la zona o las características del año. Por ejemplo, en regiones secas –en las que el agua alcanza apenas para un cultivo– pensar en cultivos de cobertura puede ser muy riesgoso.

En estas situaciones, tener un período de barbecho limpio, con el uso de herbicidas residuales, parece una decisión acertada.

En cambio, en ambientes más húmedos existen experiencias de productores que utilizan cultivos de cobertura, por lo general invernales, para transformar milímetros excedentes en materia seca, con los beneficios que ello conlleva.

Los cultivos de cobertura son especies que se siembran en una “ventana” de tiempo que va entre la cosecha de un cultivo y la siembra del siguiente, pero que no se cosechan.

El objetivo buscado es incrementar el aporte de material orgánico al suelo, mejorar la estructuración por tener raíces vivas la mayor parte del año, y tener alta actividad biológica en el suelo, asociado a la presencia de raíces.
En la región pampera núcleo, las experiencias con cultivos de cobertura generalmente se realizaron con cultivos invernales, de manera de cubrir el “bache temporal”entre la cosecha de un cultivo estival y la siembra del siguiente. Por ejemplo, en Ea .San Nicolás, ubicada en Uranga, a pocos kilómetros de Rosario, hace 12 años que se vienen realizando cultivos de cobertura en rotaciones agrícolas, con buenos resultados.

Inicialmente, el miedo de incluir estos cultivos invernales era “el de consumir el agua acumulada, comprometiendo el éxito del cultivo siguiente”, aclara cada vez que se lo consulta Jorge Staffolani, responsable de la producción.

La experiencia obtenida les permite saber que, en esos ambientes, el cultivo de cobertura deseca los primeros 40 centímetros de suelo.Pero luego son recargados con las lluvias primaverales. La clave pasa por saber “cuándo cortar el crecimiento del cultivo de cobertura para permitir la recarga del perfil”, agregó.

Finalmente, la nutrición y fertilización de la rotación es un tema clave en la eficiencia de uso del agua. Similares rotaciones con diferente criterio de manejo de la fertilización pueden arrojar eficiencias muy distintas en la producción de grano o forrajes por milímetro de agua utilizada.
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Juan  M Cisneros
Juan M Cisneros
21 de marzo de 2008
me gustaria saber como se puede resevrar en los agostaderos donde nace poco zacate natural sin maquinaria
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