BIenestar Animal: Solicitar, Sí; Remunerar, No

En el ámbito de la Unión Europea (U.E. – 27), el EUROBARÓMETRO es una herramienta, fundamentada en la realización de encuestas, que se creó en el año 2007, y cuya confección y realización depende del Parlamento Europeo. Su financiación recae en la Comisión Europea.

La finalidad de estas encuestas, que suelen realizarse dos veces al año, es la de permitir conocer, a partir de las respuestas aportadas por una muestra significativa de la ciudadanía de la Unión, que son estudiadas y debatidas en el Parlamento Europeo, cuáles deben ser las prioridades en el ámbito de la actuación de las instituciones comunitarias.

Es decir, las mencionadas encuestas constituyen un elemento clave a la hora de diseñar las estrategias en el seno de la U.E. – 27.

En este marco, en una encuesta especial del EUROBARÓMETRO destinada a conocer el posicionamiento de la ciudadanía sobre el tema del Bienestar Animal ha resultado que, en el caso de España, que el 91 por 100 de los ciudadanos encuestados en nuestro país considera que es importante o muy importante proteger a los animales, que conforman la base animal de las granjas (vacas, cerdos, aves, etc.). El fin de esta protección es garantizar, a estas bases animales, una vida digna.

En este sentido, un 97 por 100 de los encuestados pone el acento en garantizar que los animales ubicados en las granjas dispongan de alimentos suficientes y de un entorno que les permita satisfacer sus necesidades básicas.

Paralelamente, un 80 por 100 de los encuestados piensa que debe mejorarse el nivel del bienestar animal en las granjas y un 87 por 100 cree que debe mejorarse el nivel del bienestar animal en los mataderos, aumentado los controles oficiales y recurriendo a la utilización de cámaras de video.

Resulta evidente que estos datos reflejan bien las opiniones de nuestra sociedad civil acerca de aspectos clave de la ganadería de renta. No obstante, creo sería fundamental, a la hora de valorar estos porcentajes y de establecer estrategias, conocer cuál era el nivel medio de conocimientos técnicos que tenían los encuestados sobre las cuestiones analizadas.

Sobre ello, por desgracia, no dispongo de datos. Pero, cuando un 68 por 100 es de la opinión de que los estándares y normas vigentes en la Unión Europea deberían aplicarse también a los alimentos importados, ya me surgen dudas sobre su nivel real de conocimientos acerca de las cuestiones encuestadas.

Pero, en cualquier caso, lo que sí es especialmente importante resaltar, por su impacto directo sobre la rentabilidad de las granjas, dado que el conseguir una mejora significativa en los actuales niveles de bienestar animal requiere inversiones, es que un 48 por 100 de los encuestados no estaba dispuesto a pagar más por ello.

Es decir, que casi la mitad de los encuestados, solicitar, pedir o demandar a nuestros ganaderos, un esfuerzo adicional, SI; remunerar esta mejora, NO. Si quiere nuestra sociedad más bienestar, pero muchos ciudadanos no quieren asumir lo que cuesta el conseguir esta mejora deseada.

Ello me lleva a pensar que es imprescindible hacer, con urgencia, un enorme esfuerzo global para llevar a la sociedad el conocimiento de que en la ganadería (al igual que en la agricultura) las mejoras y los avances, no son gratuitos.

Y, lo más importante: los mismos, a quién finalmente benefician, porque tienen un efecto boomerang, ya sea en el ámbito técnico, antropológico, emocional o ético, es a la propia sociedad.

Para ello se podría empezar, por ejemplo, modificando adecuadamente lo que se puede leer en algunos libros de tercero de primaria, cuando se hace referencia a la ganadería intensiva: “genera el 14,5 por 100 de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), contribuye a la deforestación y los excrementos de los animales se filtran en el terreno y lo envenenan”.

A continuación se le pregunta al escolar (que tiene unos 8 /9 años) si cree que reduciendo el consumo de carne y apoyando a la ganadería agroecológica se puede solucionar este problema.

Sembrando estos vientos, se recogen las correspondientes tempestades, que hoy nos azotan.

¡Qué sabio es el refranero popular!