Estrés térmico
El estrés térmico en porcino es una alteración fisiológica que se presenta cuando la temperatura ambiental, y la humedad relativa, exceden el rango óptimo o “zona de confort térmico” de estos animales, el cual oscila entre los 16°C y 22°C para adultos.
Cuando la temperatura ambiente supera este rango, el cerdo enfrenta dificultades para regular su temperatura corporal debido a sus limitaciones anatómicas y fisiológicas: las escasas glándulas sudoríparas funcionales y una gruesa capa de grasa subcutánea que dificulta el disipar el calor.
En condiciones normales, los mecanismos de termorregulación incluyen la transferencia de calor hacia la piel (vasodilatación), el aumento de la frecuencia respiratoria (jadeo) para promover la evaporación de agua a través de las vías respiratorias, la reducción de la actividad física y del consumo de alimento, y la búsqueda de zonas frescas o húmedas.
Sin embargo, a medida que la temperatura y/o la humedad ambiental aumentan, estos mecanismos se vuelven insuficientes para mantener el equilibrio térmico interno.
El exceso de calor acumulado no puede ser eliminado eficazmente y se produce un desequilibrio entre la producción de calor corporal (calor generado por el metabolismo y la actividad) y la pérdida de calor al entorno, lo que provoca el aumento de la temperatura corporal central. Si este estado se mantiene, el animal entra en una situación de estrés, caracterizada por síntomas como jadeo intenso, letargo, enrojecimiento cutáneo, disminución del apetito, cambios en el comportamiento, e incluso trastornos más graves como descoordinación, colapso o, en casos extremos, la muerte.
El estrés térmico en porcino no solo afecta a su bienestar, sino que también genera consecuencias negativas a nivel productivo (menor ganancia de peso, menor fertilidad y viabilidad de las camadas, peor calidad de la canal), inmunitario y sanitario (mayor sensibilidad a enfermedades). Por todo ello, el manejo del entorno y la adaptación de las instalaciones son fundamentales para prevenir y reducir el impacto de esta condición en explotaciones porcinas.
Mecanismos de termorregulación
1. Aumento de la frecuencia respiratoria (jadeo)
El jadeo es el principal recurso fisiológico que utilizan los cerdos para disipar calor. Al aumentar la frecuencia respiratoria, los cerdos provocan una mayor evaporación de agua desde las superficies mucosas de las vías respiratorias superiores, principalmente a nivel de la faringe y la tráquea.
Este mecanismo permite liberar una parte del calor corporal de los cerdos al ambiente gracias al proceso de evaporación, que es un fenómeno endotérmico (absorbe energía térmica). Durante episodios de calor, la frecuencia respiratoria puede multiplicarse varias veces respecto a los valores habituales, llegando en casos extremos a superar las 100 respiraciones por minuto.
Sin embargo, el jadeo tiene importantes limitaciones ya que la capacidad de evaporar agua depende mucho de la humedad ambiental: cuando es alta, la eficiencia del proceso disminuye drásticamente. El jadeo prolongado puede provocar alcalosis respiratoria (al eliminar demasiado CO₂) y deshidratar rápidamente al animal, agravando la situación. Además, es un mecanismo que implica un gran gasto energético adicional.
2. Reducción de la actividad física y del consumo del alimento
Otra respuesta característica al calor es la disminución tanto en la actividad física como en la ingesta de alimento. Al moverse menos, los cerdos limitan la generación de calor derivada de la contracción muscular y otros procesos metabólicos asociados al ejercicio.
De manera similar, al reducir la cantidad de alimento ingerido, disminuye el “calor de fermentación” producido durante la digestión, especialmente relevante con dietas ricas en fibra o proteína bruta, ya que la digestión y el metabolismo generan calor adicional como subproducto.
Esta estrategia, aunque efectiva para minimizar la producción endógena de calor, conlleva riesgos como el menor consumo energético y de nutrientes esenciales, afectando el crecimiento, la producción porcina de leche o la tasa reproductiva según la fase productiva. Si la reducción de consumo se prolonga, la recuperación productiva puede ser lenta incluso cuando disminuyen las temperaturas.
3. Búsqueda de zonas frescas o húmedas
Es común observar que buscan zonas del corral en sombra, cerca de paredes frescas, a sotavento de corrientes de aire, o bien se revuelcan en el barro o en charcos de agua si disponen de ellos. El contacto directo con superficies más frías hace que su propio cuerpo facilite la pérdida de calor por conducción (del cuerpo al suelo o al agua/lodo).
En el caso del lodo o agua, además de la conducción, se añade la evaporación: el agua que queda sobre la piel y se evapora extrae calor corporal, ayudando a bajar la temperatura central del animal. Este comportamiento natural ha sido fundamental para la supervivencia del cerdo en estado salvaje, pero en sistemas intensivos donde no se ofrecen estas opciones, la eficacia de este mecanismo se ve muy reducida.
4. Vasodilatación periférica
A nivel fisiológico, otra respuesta clave es la vasodilatación de los vasos sanguíneos cutáneos. Durante situaciones de calor, el sistema nervioso autónomo activa mecanismos por los cuales los vasos sanguíneos de la piel se dilatan, facilitando un mayor flujo sanguíneo hacia la superficie corporal. Como resultado, el calor que transporta la sangre desde los órganos internos se transfiere de manera más eficiente hacia la piel, y desde allí al ambiente por convección y radiación.
Esto explica el enrojecimiento visible en piel y orejas de cerdos sometidos a calor intenso: es sangre fluida en los lechos capilares superficiales. Sin embargo, si la temperatura ambiente se acerca demasiado a la corporal, la transferencia de calor se vuelve ineficiente, y este mecanismo deja de ser suficiente por sí solo para evitar el sobrecalentamiento.
Limitaciones clave de los mecanismos en porcino
La especie porcina destaca, a diferencia de otras especies, por su escasa capacidad de sudoración. Las glándulas sudoríparas en estos animales son muy poco funcionales y su piel es gruesa, lo que prácticamente anula el mecanismo clásico de sudoración que sí poseen animales como bovinos o equinos. Además, las razas seleccionadas para producción suelen tener capas grasas subcutáneas considerables, lo que limita aún más la transferencia de calor hacia la superficie corporal.
Por estas razones, el jadeo y la búsqueda de contacto húmedo/fresco se convierten en los recursos prioritarios, aunque poco eficientes, para la disipación del calor sobre todo en condiciones ambientales desfavorables como temperaturas elevadas o humedad elevada.
Así, el colapso ocurre cuando la temperatura ambiental (y/o la humedad relativa) supera la capacidad del cerdo para disipar el exceso de calor por los mecanismos antes mencionados (jadeo, vasodilatación, etc.).
El rango de confort térmico para los cerdos varía según edad y peso, pero en adultos suele estar entre 16 °C y 22 °C. Cuando la temperatura ambiental supera 26–28 °C, ya pueden aparecer los primeros efectos del estrés por calor, y a partir de 32–34 °C (especialmente con humedades elevadas), la situación se vuelve crítica y aumenta el riesgo de colapso. El riesgo de colapso es aún mayor en animales pesados, cerdas gestantes o lactantes, y animales con poca capacidad para moverse hacia zonas frescas.
Signos iniciales y progresivos de estrés térmico1. Cambios tempranos (antes del colapso):
Aumento de la frecuencia respiratoria (jadeo evidente), disminución del consumo de pienso y agua, inquietud, postración o búsqueda de zonas frescas, húmedas o con mayor ventilación, aislamiento de otros animales y reducción de la actividad, piel húmeda a consecuencia del jadeo, posible salivación excesiva y/o enrojecimiento de la piel y orejas por vasodilatación periférica.
2. Signos de agravamiento por estrés térmico:
Respiración rápida y superficial (a veces > 100 respiraciones/minuto), letargo o debilidad exagerada, temblores musculares o incoordinación de movimientos, tendencia a tumbarse lateralmente y estirar las extremidades (para aumentar la superficie de disipación de calor) y/o aumento de la temperatura corporal (a menudo > 40 °C)
3. Colapso y fallo sistémico:
Los efectos del estrés térmico elevado y permanente en el tiempo se traduce en animales postrados, incapaces de levantarse, convulsiones o desorientación, cianosis de las mucosas (signo de hipoxia), pulso débil o irregular, dificultad para respirar y/o muerte súbita debida a fallo multiorgánico, hipertermia severa o insuficiencia cardíaca.
El colapso por estrés térmico es una emergencia veterinaria. Si no se actúa rápidamente para reducir la temperatura corporal del animal y mejorar el ambiente, la mortalidad puede ser alta. Además, incluso si sobreviven, el daño orgánico (especialmente renal y cardíaco) y las pérdidas de productividad suelen ser muy graves.
Condiciones de estrés por calor según la etapa productiva
Por otro lado, el impacto del estrés térmico es diferente según su etapa productiva, debido a su fisiología, metabolismo y requerimientos particulares en cada fase:
1. Lechones lactantes
Los lechones muy jóvenes son más vulnerables al frío que al calor, pero durante olas de calor prolongadas pueden sufrir deshidratación rápidamente debido a su alta proporción de agua corporal y limitada capacidad de termorregulación.
Tienden a perder peso, letargo y se produce un aumento en la mortalidad especialmente si la cerda reduce la producción de leche por estar afectada por el calor. Además, si la cerda reduce el tiempo de amamantamiento o sufre baja producción láctea, los lechones pueden presentar hipoglucemia y peor crecimiento.
Son sumamente sensibles al calor, especialmente en el último tercio de gestación. El estrés térmico reduce la ingesta de alimento, lo que puede provocar menor desarrollo fetal (lechones de bajo peso al nacer), mayor mortalidad embrionaria y abortos y cuadros de parto prematuro o dificultades reproductivas. A largo plazo tal vez haya menor número de lechones destetados y peor rendimiento reproductivo en ciclos siguientes.
3. Cerdas lactantes
Las condiciones de altas temperaturas reduce marcadamente el consumo voluntario de pienso, lo que desencadena una menor producción láctea, pérdida de peso corporal, mayor riesgo de fallo reproductivo post-destete y afectación al crecimiento y supervivencia de los lechones.
Por otro lado, el síndrome de “cerda postrada por calor” puede observarse, donde literalmente la cerda no come ni amamanta correctamente por agotamiento térmico.
4. Animales en transición y cebo
Los cerdos de engorde son animales de rápido crecimiento, con metabolismos elevados y, por tanto, alta producción endógena de calor. Los efectos del calor pueden provocar disminución significativa del consumo de pienso (en algunos casos hasta 30% menos), peor conversión alimenticia y menor tasa de crecimiento, aumento de la morbilidad (más problemas digestivos, respiratorios, etc.), mayor riesgo de mortalidad en animales pesados o con alta densidad y pérdida de calidad de la canal (mayor espesor de grasa, menor magro).
En fases de cebo avanzado el riesgo de “golpe de calor” o muerte súbita es mayor por su volumen corporal y menor capacidad de disipar calor.
5. Machos reproductores
El calor deteriora la calidad seminal (baja movilidad y viabilidad espermática, teratozoospermia), lo que reduce la fertilidad. Los efectos pueden aparecer semanas después de la ola de calor debido al ciclo de producción espermática.
Impacto del estrés por calor
1. Repercusiones Económicas en explotaciones de porcino
- Disminución de la productividad: La reducción del consumo de pienso y poca ganancia media diaria conllevan a altos índices de conversión, retrasando la salida a matadero y aumentando los costos de producción por kilo producido.
- Aumento de la mortalidad: Especialmente en cerdas lactantes y animales en cebo pesado por golpe de calor. Cada animal perdido supone una pérdida directa.
- Menor prolificidad y fertilidad: el calor en las cerdas gestantes y los verracos hace que presenten menor tasa de fecundación, mayor número de repeticiones y partos con menos lechones, lo que implica pérdida de partos y necesidad de cubrir con más dosis seminales.
- Peor calidad de canal: El animal en estrés térmico tiende a acumular más grasa y menos magro, recibiendo menor precio en el matadero o penalizaciones.
- Costos de manejo y prevención: La necesidad de invertir en sistemas de ventilación, refrigeración, nebulización, aislantes, etc., así como en mano de obra adicional en los períodos críticos.
- Picos de bajas y gastos veterinarios: Mayor necesidad de atención sanitaria por complicaciones asociadas (problemas digestivos, infecciones secundarias, abortos, etc.).
Se estima que, en explotaciones no preparadas, las pérdidas por estrés térmico pueden representar del 10% al 20% de la rentabilidad anual en zonas cálidas.
2. Repercusiones en el Rendimiento Productivo
- Retraso del crecimiento: La ganancia media diaria puede caer más del 20-30%, alargándose el ciclo productivo.
- Baja eficiencia alimenticia: Los animales comen menos pero siguen gastando energía en termorregulación, por lo que aprovechan peor el pienso.
- Descenso de la producción láctea: Repercute directamente en la viabilidad y el crecimiento de los lechones.
- Menor tasa de destete y aumento de bajas: Afecta a la reposición y sostenibilidad del ciclo productivo.
- Decremento en la fertilidad y calidad seminal: Impacto directo en la velocidad de rotación de ciclos y en la programación de lotes
3. Repercusiones en Bienestar Animal y Sanidad
- Sufrimiento animal: El jadeo excesivo, la postración y los episodios de golpe de calor son incompatibles con la salud de los cerdos. Los animales pueden experimentar dolor, ansiedad y poca capacidad de recuperarse.
- Mayor susceptibilidad a enfermedades: El calor prolongado deprime el sistema inmune, eleva el riesgo de infecciones, lesiones por pelea (al competir por los pocos lugares frescos), dermatitis y cuadros digestivos.
- Alteraciones en el comportamiento: Se observa irritabilidad, peleas, reducción de la socialización y trastornos del sueño.
- Deterioro de la imagen de la explotación: Las bajas y episodios de malestar pueden llevar a sanciones, pérdida de certificaciones de bienestar y peor valoración en auditorías.
Causas del estrés por calor en cerdos
1. Causas ambientales y de temperatura global
- Incremento de temperaturas ambientales: Olas de calor, meses de verano cálidos prolongados o episodios de temperaturas extremas inesperadas.
- Alta humedad relativa: Limita la capacidad de los cerdos para disipar calor a través de la evaporación.
- Clima global cambiante: El cambio climático está incrementando la frecuencia e intensidad de olas de calor en muchas regiones productoras de porcino.
- Radiación solar directa: Explotaciones con cubiertas mal aisladas o animales expuestos parcialmente al sol.
- Viento y ausencia de circulación de aire: Un ambiente sin ventilación limita el enfriamiento natural por convección.
- Falta de lluvias o episodios de sequía: Pueden empeorar el microclima de las instalaciones (más polvo, menos humedad para enfriar, menor disponibilidad de agua para los animales y para los sistemas de enfriamiento).
2. Causas de manejo y diseño de la explotación de porcino
- Alta densidad animal: El exceso de animales por corral o nave aumenta la temperatura interna y dificulta la dispersión del calor, elevando el “microclima” por encima del ambiente exterior.
- Falta o mal dimensionamiento de sistemas de ventilación: Instalaciones sin suficiente ventilación natural o artificial aumentan el riesgo de estrés térmico.
- Mala gestión del agua: Acceso limitado o fallos en el suministro de agua fría y potable, lo que impide el enfriamiento por ingestión y deshidrata a los animales.
- Diseño inadecuado de las instalaciones: Techos bajos, ausencia de aislamiento, materiales que acumulan calor, deficiente orientación de las naves o falta de zonas frescas/húmedas.
- Ausencia de sistemas de enfriamiento: No implementar o sobredimensionar sistemas como ventiladores, nebulizadores, placas refrescantes, etc.
- Falta de limpieza o acumulación de purines: El alto contenido de amoníaco y la descomposición generan mayor temperatura y humedad, creando un microclima más hostil.
- Horarios de manejo inadecuados: Manipulación, vacunas o traslados en las horas más calurosas del día estresan más a los animales.
- Alimentación en horas de más calor: Dar alimento en el momento del día más cálido (en vez de en la madrugada o el anochecer), eleva la producción interna de calor por la digestión.
- No adaptación genética: Uso de razas con poca tolerancia al calor (razas de capa blanca y crecimiento rápido son más susceptibles).
- Estrés añadido por otros factores: Enfermedades, peleas, ruidos fuertes o transportes durante periodos de calor.

Soluciones para evitar el estrés
1. Mejorar el ambiente de las naves
- Ventilación: Instalar o redimensionar sistemas de ventilación mecánica (extractores, ventiladores de gran caudal, túneles de viento). También, asegurarse de que el aire circule y que no queden zonas muertas sin movimiento de aire en los corrales es importante además de considerar ventilación cruzada en naves donde sea posible.
- Refrigeración: Instalar sistemas de nebulización o aspersión (agua micronizada que reduce la temperatura ambiente de la nave sin empapar al animal). Otros medios para disminuir la producción de calor son las placas refrescantes o bebederos con agua fresca para contacto directo o evitar el exceso de humedad ambiental (> 80%), que puede empeorar la sensación térmica y el riesgo sanitario. Así, priorizar sistemas de nebulización en combinación con ventilación consigue un efecto mayor.
- Aislamiento y sombra: mejorar el aislamiento en cubiertas y paredes (paneles aislantes, pinturas reflectantes) e instalar soluciones de sombreado en áreas exteriores, si existen (plantas, lonas, sombreaderos).
2. Manejo adaptado para combatir el estrés por calor
- Agua: garantizar acceso irrestricto a agua fría y limpia para mantener la hidratación. Revisar caudal de bebederos y puntos de suministro y comprobar varias veces al día que no haya averías ni atascos.
- Alimentación: ofrecer la mayor parte del pienso en las horas más frescas del día (madrugada y anochecer), adaptar las fórmulas (más energía a través de grasas, menos fibra y proteínas brutas para reducir la producción de calor metabólico) y utilizar aditivos para mejorar la palatabilidad y consumo, y electrolitos si es necesario.
- Uso de Rehidratantes Isotónicos: es esencial para los animales restablecer el equilibrio osmótico, por lo que es necesario aportarles sales minerales por vía oral en periodos de calor y/o fatiga. Para ello, AMBiotec, cuenta con el producto Bilantul Rehidra, que aporta energía y sales minerales para ayudar a los animales a recuperar sus niveles de electrolitos y mejorar su estado de salud evitando la deshidratación y por ende, problemas severos de salud.
- Reducción de densidad animal: disminuir la carga por corral en épocas de calor extremo si la granja lo permite y separar animales débiles, gestantes a término o cerdas lactantes a zonas más frescas y con bajo estrés social.
- Planificación de trabajo: realizar manejos (veterinaria, traslados, inseminaciones) en la madrugada o al anochecer y evitar procedimientos estresantes en las horas centrales del día.
3. Prevención general y estrategias a medio-largo plazo
- Modificación de instalaciones: rediseñar naves de obra nueva teniendo en cuenta la ventilación natural, la orientación de los edificios y el aislamiento térmico y considerar sistemas de producción semi-extensivos con zonas de sombra y acceso a agua segura en regiones muy calurosas.
- Genética y adaptación: en programas de selección genética, favorecer líneas con mayor tolerancia al calor (razas adaptadas, menor capa de grasa, pigmentación) y realizar cruzamientos que favorezcan estos caracteres en zonas especialmente cálidas.
- Monitoreo y alerta: instalar sensores de temperatura y humedad en las naves para anticipar situaciones de riesgo y capacitar al personal de granja en el reconocimiento rápido de signos precoces de estrés térmico.
- Planes de contingencia: tener protocolos escritos de actuación ante episodios de olas de calor o fallo eléctrico (generadores, sistemas de refrigeración de emergencia, etc.).
4. Bienestar y enriquecimiento ambiental frente al estrés térmico en los cerdos
Proporcionar zonas húmedas o superficies frescas, si la normativa y las condiciones zoosanitarias lo permiten y mantener suelos limpios y que no acumulen demasiada materia orgánica (purines), lo que empeora la disipación de calor.
Conclusión
La información proporcionada evidencia que el estrés térmico representa un desafío multifacético para la producción porcina. Anatómica y fisiológicamente, el cerdo presenta limitaciones para la termorregulación, lo que lo hace susceptible a experimentar estrés cuando la temperatura ambiental excede su zona de confort.
La respuesta fisiológica del animal, centrada en el jadeo y la vasodilatación, se torna ineficaz en condiciones de alta temperatura y humedad, pudiendo desembocar en un colapso.
Las consecuencias del estrés por calor son significativas, abarcando desde pérdidas productivas (disminución del crecimiento, calidad de la canal y fertilidad) hasta un deterioro del bienestar animal y un aumento de la susceptibilidad a enfermedades. El impacto económico es considerable, estimándose pérdidas de hasta el 20% de la rentabilidad anual en explotaciones no preparadas.
La prevención y mitigación del estrés térmico requieren un enfoque integral. Esto implica optimizar el ambiente de las naves mediante ventilación, refrigeración y aislamiento, así como implementar prácticas de manejo adaptadas, como la modificación de la alimentación, el uso de Bilantul Rehidra y la reducción de la densidad animal.
A largo plazo, se debe considerar la adaptación genética y la modificación de las instalaciones para favorecer la termorregulación.
En definitiva, un manejo proactivo y una inversión en medidas preventivas son cruciales para minimizar el impacto del estrés térmico y garantizar la rentabilidad y el bienestar en las explotaciones porcinas españolas.
Preguntas frecuentes (FAQ)
¿Qué es el estrés térmico en porcino y cómo afecta a los cerdos?
El estrés térmico en porcino se refiere a la condición en la que los cerdos experimentan dificultades para regular su temperatura corporal debido a altas temperaturas ambientales. Este fenómeno, conocido como estrés por calor, afecta principalmente a las cerdas gestantes y a los cerdos de engorde, ya que estos animales son especialmente sensibles al calor. Cuando las temperaturas alcanzan niveles elevados, la capacidad de los cerdos para disipar el calor se ve comprometida, lo que puede resultar en un aumento de la temperatura corporal y provocar una serie de efectos negativos en su salud y bienestar.
¿Cuáles son los síntomas del estrés por calor en los cerdos?
Los síntomas del estrés por calor en los cerdos incluyen aumento de la respiración, jadeo, disminución del consumo de alimento, letargia, deshidratación y cambios en el comportamiento. Las cerdas afectadas pueden mostrar una menor producción de leche y, en casos severos, pueden experimentar abortos o partos prematuros. Es crucial identificar estos síntomas a tiempo para mitigar los efectos del estrés térmico y garantizar la salud de los cerdos.
¿Cómo se puede mitigar el estrés térmico en las cerdas?
El manejo adecuado durante los meses de verano es esencial para mitigar el estrés térmico en cerdas. Las estrategias incluyen proporcionar sombra, ventilación adecuada y acceso constante a agua fresca para asegurar una correcta hidratación con Bilantul Rehidra. Implementar sistemas de refrigeración, como ventiladores o nebulizadores, puede ayudar a reducir la temperatura ambiental. Además, ajustar la dieta para aumentar la ingesta de alimentos ricos en agua puede también ser efectivo.