Nutrición rentable

Los escenarios del mundo cambian y la producción porcina tiene que adaptarse a esos cambios, no solo a las exigencias del consumidor, sino también a lograr eficiencia y mantener o mejorar los márgenes de retorno.

Este desafío exige adecuarse a los cambios genéticos, los cuales son dinámicos y se evidencian con una mayor velocidad de crecimiento y mejoras en la conversión alimenticia. Tener una mirada aguda sobre los costos de producción, explorar nuevas tecnologías y lograr la máxima expresión genética con la menor inversión, son acciones necesarias para una producción eficiente.

La nutrición, como es sabido, representa gran parte del costo de producción y no está exenta de una constante revisión, siendo un factor de gran importancia para lograr la mayor expresión genética al menor costo. Debido al contexto mundial actual de importante suba de precios de las materias primas, es conveniente desarrollar programas nutricionales de precisión, donde se suministre la cantidad exacta de nutrientes que el animal necesita para lograr su máximo crecimiento, sin excesos ni déficit de estos. Esta relación entre los requerimientos nutricionales del animal y el nivel de nutrientes que aporta la dieta es importante, pensando en cerdos en engorde, ya que si suministramos una dieta con déficit de nutrientes no lograremos el crecimiento esperado, y en caso contrario de suministrar más nutrientes de lo que el animal necesita, se produce un exceso de aportes que el cerdo no lo aprovecha, y el resultado es una dieta de elevado costo, con un impacto negativo en el retorno económico.

Un programa nutricional que permita el máximo retorno deberá basarse en lograr un equilibrio en la microbiota intestinal, y que los cerdos aprovechen al máximo las materias primas presentes en el alimento, principalmente la energía que poseen éstas, ya que es el costo más elevado de una dieta. Los alimentos tienen una fracción indigestible, parte de ésta contiene aminoácidos, almidón y grasa retenidos por los polisacáridos no amiláceos (PNAs), que los animales no pueden utilizarlos completamente debido a su limitada digestibilidad, ya que los cerdos no producen enzimas para degradar estos PNAs. Esta fracción “no digerible” es una cantidad considerable de energía no utilizada de la dieta. Por ello es necesario adicionar enzimas exógenas para degradar los PNAs y que se liberen los nutrientes retenidos, aprovechando al máximo la energía del alimento.

Algo similar ocurre con el fósforo (P) unido a moléculas de fitato en los granos de cereal, este P no está disponible para el cerdo, ya que éste posee reducidas cantidades de enzimas digestivas para liberarlo. La inclusión de enzima fitasa a la dieta permite liberar el P de la molécula de fitato y que el animal lo utilice para el crecimiento y funciones fisiológicas.

La variabilidad de las materias primas es una realidad a la que nos enfrentamos frecuentemente. A modo de ejemplo, una fuente de soja que no posea el porcentaje de proteína esperado tendrá un impacto negativo en la ganancia diaria de peso; la inclusión de enzimas específicas para este sustrato aumentará la digestibilidad de los aminoácidos presentes, minimizando el impacto negativo sobre la ganancia diaria de peso.

La utilización de diferentes aditivos, la combinación de ellos buscando sinergias y también su dosis de inclusión en el alimento, permiten optimizar el aprovechamiento de los nutrientes, logrando el equilibrio perfecto entre el máximo crecimiento y la menor inversión. Esto se logra aprovechando el valor energético de los ingredientes del alimento, aumentando la digestibilidad de los nutrientes, obteniendo mayores desempeños a igual costo, y en otros casos manteniendo el desempeño de los animales, disminuyendo la inclusión de materias primas de mayor precio como son las fuentes de soja, aceite, etc, con un menor costo por kilo del alimento. En ambos casos hay una mejora en el retorno económico.