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Riesgos y vulnerabilidades del sector porcicola colombiano frente al cambio climatico

Publicado: 1 de agosto de 2017
Por: Natalia Castrillón Mejía, Administradora Ambiental – Universidad Tecnológica de Pereira. Master of Bussiness administration - MBA Asp. Esp. Manejo y Gestión del Agua. Colombia
Resumen

El sector porcicultor es un importante contribuyente del cambio climático, lo cual le atribuye un alto potencial en mitigación de las emisiones que produce gracias a la mejora de las prácticas y no aun cambio de sistema de producción; pero al mismo tiempo es un gran afectado por los efectos del mismo para lo cual se deben tener medidas para disminuir la generación de emisiones atmosféricas, y con mayor prioridad medidas para enfrentar los efectos negativos que amenazan la producción. 

Palabras Claves: porcicultura, adaptación, cambio climático y gestión del riesgo

INTRODUCCIÓN

De acuerdo al quinto informe de cambio climático presentado en 2013 por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático –IPCC, “la variación de las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) y aerosoles en la atmósfera y las variaciones de la cubierta terrestre y de la radiación solar alteran el equilibrio energético del sistema climático”. Este desequilibrio se ve reflejado en un drástico aumento de la temperatura a nivel global, causado principalmente por los GEI antropógenos, por lo cual el cambio climático se puede atribuir directa o indirectamente a la actividad humana. Si las emisiones de GEI continúan al ritmo actual o superior, se intensificaría el calentamiento global y se tendrían numerosos cambios en el sistema climático mundial durante el siglo XXI, los cuales muy probablemente superaran en magnitud a los ocurridos durante el siglo XX (IPCC 2013).

Una de las consecuencias más importantes del cambio climático, es que su efecto será mayor en aquellos países ubicados en zonas tropicales y subtropicales; debido a que su economía es más dependiente de actividades primarias como la agricultura y explotación pecuaria, y a que los niveles de pobreza e inseguridad alimentaria son elevados. En Colombia, el fenómeno del cambio climático se vio reflejado fuertemente en la ola invernal del 2010 – 2011 que afecto la producción agropecuaria, los daños para el sector, están catalogados por 759.893 millones de pesos y hay registros del DANE de disminución de la productividad para el sector pecuario especialmente en el ganado vacuno. Los departamentos más afectados a nivel nacional fueron Sucre, Magdalena, Chocó, La Guajira, Norte de Santander, Cauca, Bolívar y Córdoba y las que tienen mayor resiliencia fueron Antioquia, Atlántico, Cundinamarca, Santander y Valle del Cauca (CEPAL 2012).



CONTEXTO DEL SECTOR PORCICOLA FRENTE AL CAMBIO CLIMATICO

Participación del sector porcicultor en el cambio climático

El sector agropecuario, es el mayor usuario y administrador de los recursos naturales. Está catalogado como un sector altamente impactante del medioambiente; que puede realizar importantes aportes en la reducción de GEI; ya que se estima que el 70% del potencial de mitigación agrícola, se encuentra en los países en desarrollo (FAO 2012). De acuerdo, a la segunda comunicación nacional ante la convención marco de las naciones unidas de Colombia, las actividades agropecuarias del país, aportan el 38%; sin embargo, en conjunto con el cambio en el uso de la tierra y silvicultura (USCUSS por sus siglas en inglés) suman el 52% con respecto a las emisiones totales de GEI (94.580,11 Gg de CO2 equivalente). 


Figura 1. Participación de cada sector y emisión total de GEI año 2004
Riesgos y vulnerabilidades del sector porcicola colombiano frente al cambio climatico - Image 1
Fuente. (Benavides. et al. 2010, p 129)

El aporte de emisiones del sector ganadero tomado de un estudio de la FAO, en el que se ve reflejado que el total de las emisiones de GEI provenientes de las cadenas de suministro ganadero se estima en 7,1 gigatoneladas de CO2-eq por año para el año 2005. Este total representa el 14.5% de las emisiones inducidas por el ser humano, según estimaciones más recientes del IPCC. De las emisiones totales del sector ganadero, la explotación porcina genera 0.7 gigatoneladas de CO2-eq, equivalentes al 9% (Gerber, P.J.et al. 2013). 

Figura 2. Estimaciones Globales de las emisiones por especies. Fuente. (Gerber, P.J.et al. 2013, p 20).

Figura 3. Intensidad de Emisiones por Producto. Fuente. (Gerber, P.J.et al. 2013, p 20).

Las emisiones de acuerdo a la cadena productiva están dadas por: producción de piensos que contribuye con el 48% de las emisiones; cerca del 17% de las emisiones son producto de la fertilización (que emite N2O) con fertilizantes inorgánicos y estiércol.

El almacenamiento y elaboración del estiércol es la segunda fuente más importante de emisiones, y representa el 27,4% de estas; la mayor parte de las emisiones relacionadas con el estiércol se produce en forma de CH4 (19,2%, debido predominantemente a los sistemas de almacenamiento anaerobio en climas cálidos); el transporte contribuyen moderadamente a la producción total de gases (5,7%) y el consumo de energía en la granja no representa más que el 3,5% de las emisiones (Gerber, P.J.et al. 2013). 


Figura 4. Emisiones globales de las cadenas de suministro de cerdos, por categoría de emisiones. Fuente. (Gerber, P.J.et al. 2013, p 21).
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Vulnerabilidas el Sector Porcicola ante fenómenos del Cambio Climatico

Los efectos del calentamiento global no serán adversos en todo el mundo. Thornton et al. (2007) Pronóstico un ligero aumento en la temperatura media local de 1-3°C que beneficiara la productividad de los cultivos para las latitudes medias y altas pero que afectara a otras latitudes. 

Por otra parte, el informe del IPCC estima con un nivel de confianza superior a 90% que habrá mayor frecuencia en las olas de calor y fuertes precipitaciones, y un nivel de confianza mayor al 66%, que habrá un aumento de la sequía, los ciclones tropicales y las mareas altas extremas. La magnitud de los eventos puede variar, dependiendo de las zonas geográficas del mundo. Gustavo Wilches 1989, introduce el término vulnerabilidad global, como la incapacidad que una comunidad o sociedad tiene para absorber los efectos de un determinado cambio en su medio ambiente, así como de auto ajustarse, es decir que en procesos de recuperación y autoajuste es necesario una concepción integral de aspectos físicos, sociales, económicos, ambientales, políticos e institucionales, por lo que la vulnerabilidad se convierte en un sistema dinámico en el que interactúan múltiples factores para su estudio y gestión. 

Los efectos del cambio climático sobre la salud de los animales de granja no se han estudiado a profundidad. Sin embargo, se puede suponer que, como en el caso de los humanos, el cambio climático, en particular, el calentamiento global, es probable que afecte en gran medida la salud de los animales de granja, tanto directa como indirectamente. Los efectos directos incluyen enfermedades y muertes relacionadas con la temperatura, y la morbilidad de los animales durante los fenómenos meteorológicos extremos. Los impactos indirectos siguen caminos más intrincados e incluyen los derivados de la tentativa de los animales para adaptarse a las condiciones térmicas o de la influencia del clima sobre las poblaciones microbianas, la distribución de las enfermedades transmitidas por vectores, la resistencia del huésped a los agentes infecciosos, la posible escasez de agua y/o alimentos (Nardone, et al., 2010), otro impacto indirecto que no es tenido en cuenta por muchos de los autores sobre cambio climático, son los desastres naturales a los cuales se deben enfrentar con mayor frecuencia los productores, y aunque no representan una amenaza directa para los animales, ya que estos se encuentran en confinamiento, si es una amenaza para el sector debido a que se afecta la producción de alimentos, las vías de acceso que pueden provocar retrasos en la llegada de los animales y el suministro de concentrado, comercialización de los cerdos, aumento de los fletes de transporte, daño de infraestructura susceptible como techos de corrales, lechos de secado de porcinaza, composteras de mortalidad entre otras . 

El sector vial es uno de los sectores que tiene más relevancia para la porcicultura, y a su vez es uno de los más vulnerables frente a los fenómenos del cambio climático, este sector es unos de los que menos presupuesto tienen para la mitigación del riesgo; de las inversiones anuales el 91% se destinan a la atención y rehabilitación y solo un 9 % a la prevención (Invias 2009), lo cual significa que si no existe un cambio de estrategia para mejorar el mantenimiento preventivo y correctivo, las perdidas en futuros fenómenos climáticos fuertes serán mayores a las ya registradas. De acuerdo a la base de datos de DesInventar los departamentos que reportan un mayor número de registros con afectación vial son: Antioquia, Valle del Cauca, Tolima, Boyacá, Santander y Cauca, los cuales agrupan un poco más del 50% del total de los eventos, cuya afectación en la red vial está asociada principalmente a fenómenos como deslizamientos (54%), inundaciones (30%) y avenidas torrenciales, el fenómeno de la Niña 2010-2011, afecto más de 1.600 kilómetros de infraestructura vial, equivalente al 9,7 % de la red primaria, de igual manera se vieron impactados 90 puentes de la red nacional, lo que demandó la atención de 500 emergencias y la rehabilitación de más de 53 tramos viales nacionales (La Red et al. 2011). 


ESTRATEGIAS PARA ENFRENTAR EL CAMBIO CLIMATICO APLICADAS AL SECTOR PORCICOLA

A nivel mundial, se está comenzando a tomar medidas que permitan enfrentar los efectos del cambio climático, entre ellas se encuentran estrategias de mitigación y adaptación. La mitigación, se ve representada por las medidas que se efectúan buscando evitar el aumento del cambio climático, la implementación de una política de mitigación se ha intentado a partir de tratados o leyes que buscan la reducción de los GEI antrópicos emitidos a la atmósfera; mientras que la adaptación son las medidas que los diferentes países, han venido adoptando para reforzar la capacidad de sus territorios y convivir con los efectos del cambio climático. Ambos mecanismos se encuentran interrelacionados y tienen la misma jerarquía; sin embargo, se debe evaluar qué tipo de medidas y enfoque debe priorizar cada territorio, ya que de acuerdo a los tratados internacionales la mayor responsabilidad de reducir las emisiones (mitigación), la tienen los países desarrollados. Pero los países en vía de desarrollo, principalmente los del trópico como Colombia, son los más vulnerables y deben aplicar principalmente medidas de adaptación. 

Según el Programa de Las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD 2010, el cambio climático, obliga a concebir el desarrollo de manera diferente, ya que para reducir riesgos, es necesario hacer cambios profundos y sistémicos que promuevan estilos de vida y consumo más sostenibles; estos cambios están dados por dos lineamientos: 1. economía baja en carbono (mitigación); 2. y un desarrollo más resiliente, resistente y con capacidad de adaptarse a los impactos y las oportunidades del cambio climático, lo que implica una relación más armónica entre las actividades humanas y el territorio (adaptación). 

Aunque pareciera que ambas estrategias distan entre sí, son varios los criterios que las ponen a trabajar conjuntamente, ya que muchas prácticas útiles de adaptación, están asociadas a buenas prácticas de desarrollo sostenible catalogadas como mecanismo de mitigación. 

Colombia tiene una baja participación en la contribución de GEI a nivel mundial, y como consecuencia su responsabilidad frente a la política de mitigación es baja, comparada con países desarrollados, ya que tan solo aporta el 0.37% de las Emisiones Globales (IDEAM 2010); por lo tanto una política nacional de mitigación no es prioritaria; esto quiere decir que los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL), y demás estrategias de mitigación, deben ser tenidas en cuenta para aportar en la reducción de las emisiones de GEI, y además verse como una oportunidad para ingresar a los mercados de los bonos de carbono; sin olvidar que los grandes esfuerzos para Colombia deben invertirse principalmente en políticas de adaptación. 


Estrategias de adaptación en el sector porcicola en Colombia

Los fenómenos climáticos como la niña y el niño cada vez son más recurrentes e intensos y representan mayores impactos para la sociedad, como prueba de lo anterior se tiene el fenómeno de “La Niña” 2010-2011 ha sido el evento de carácter hidrometeorológico que ha generado mayores pérdidas en la historia del país después del terremoto del Eje Cafetero (1.999). De acuerdo con el Fondo Adaptación, se generaron impactos en el 96% de los municipios, dejando a 4 millones de personas afectadas, destruyendo 1.880 kilómetros de vías, 1.112 instituciones educativas, más de 300 instituciones prestadoras de salud, 493 sistemas de acueducto y alcantarillado y más de 100 mil viviendas (conpes 3776. 2013).

Según el IDEAM 2010, el fenómeno de la niña de este mismo año a diciembre había registrado lluvias que en promedio superaban el 150% de la media de los departamentos de la costa caribe, centro y occidente del país, y el 100% del promedio en los departamentos de la Costa Pacífica. Esto generó un aumento del nivel de los ríos Magdalena, Cauca, Sinú y San Jorge en cuyas cuencas se presentaron inundaciones generalizadas, siendo especialmente crítica la situación en la zona del Canal del Dique donde en varios puntos se superaron las cotas de inundación, presentándose rupturas de consideración (IDEAM 2010). 
Estos eventos generaron afectación en tierras de uso agropecuario, sistemas de acueductos, viviendas e infraestructura en general, así como la propagación de enfermedades generando emergencia sanitaria (Conpes 3776. 2013). 
Debido a lo anterior el gobierno nacional se vio en la obligación de desarrollar los Decretos 4579, 4580 y 4819 de 2010 el Gobierno Nacional declaró la Situación de Desastre Nacional y el Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica, reconociendo que los impactos relacionados no podían ser superados mediante el ejercicio de facultades ordinarias, y con el ultimo se creó el Fondo Nacional de Adaptación.

Con base en lo anterior se creó el plan nacional de adaptación frente al cambio climático, que hace parte del Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014 “Prosperidad para todos”, y dentro del cual se ha planteado los siguientes lineamientos: 

1. Fortalecer la gestión de la investigación y la transferencia del conocimiento.
2. Fortalecer la gestión del riesgo.
3. Mejorar el uso del territorio como estrategia para disminuir la vulnerabilidad.
4. Reducción de los impactos ambientales, económicos y sociales.
5. Mejorar la capacidad de adaptación de las comunidades más vulnerables.
6. Diseñar e implementar un arreglo institucional adecuado para la adaptación.
7. Valorar y proteger la base productiva a partir de los bienes y servicios de la biodiversidad
8. Fortalecer la gestión de cooperación y recursos para la adaptación

Dentro de los anteriores lineamientos, se resalta la gestión del riesgo; debido a que es la principal herramienta y proceso social, cuyo fin es la prevención y adecuada preparación y respuesta ante situación de desastres; conjuntamente buscan aminorar los peligros y generar seguridad territorial, permitiendo que las comunidades y los ecosistemas, puedan absorber con un mínimo traumatismo los efectos del cambio climático.

Una de las herramientas más importantes de la gestión del riesgo, es la ecuación con la cual se evalúa, que tan expuesta está una determinada comunidad a cualquier riesgo. Dicha ecuación está basada en 3 factores: 

Amenaza + Vulnerabilidad = Riesgo

Amenaza, es la presencia de un fenómeno climático, que puede causar daños de cualquier índole a una comunidad o ecosistema; Vulnerabilidad es la incapacidad de resistencia frente a un fenómeno amenazante; y la sumatoria de ambas, generan el Riesgo al que se está expuesto. La Vulnerabilidad frente al cambio climático, puede incrementarse por efecto de factores de estrés, como los son: la pobreza, los fenómenos climáticos extremos, la desigualdad en el acceso a los recursos, la inseguridad alimentaria o los conflictos internos de los países.

Una de las metodologías para valorar la vulnerabilidad total, es estudiar y calificar las características sociales, físicas y económicas; y con esto clasificar el nivel socioeconómico en que se encuentra una comunidad. El sector agropecuario en Colombia, se ve muy afectado cuando se realiza este tipo de análisis; y al parecer ha sido un sector económico olvidado, al cual las políticas públicas parecen no llegar. La brecha social entre campo y ciudad, crece cada día más, la pobreza en el sector rural, es del 47% frente al 28% del área urbana; el 85% de la población campesina, registra bajo logro educativo; el analfabetismo alcanzaba el 26% y el 93% no tiene empleo formal (DANE, 2012). Para el sector porcicola la situación no es más alentadora en el censo del 2008, elaborado por la Asociación Colombiana de Porcicultores, se evidencia que el 91% de los predios (que poseen 26.11% de las hembras) corresponden a productores tradicionales, muchos de los cuales tienen inadecuados manejos sanitarios y técnicos de las granjas (Castellanos., J. G; etal. 2011).


Tabla 1. Número de predios dedicados a la porcicultura, de acuerdo al tamaño de explotación y el número de hembras para el año 2008. Fuente. (Castellanos. et al 2011 p 84).
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Con los datos anteriores, se ve reflejada una problemática social importante en el ámbito rural del país; que es preocupante, porque es allí donde se encuentran los actores clave en la conservación y sostenibilidad de los cultivos y la provisión de alimentos. En efecto los niveles de pobreza en que se encuentran sumergidos estos productores, les hace muy difícil tener acceso a mecanismos de desarrollo con los que pudieran minimizar los riesgos asociados a cambios climáticos, como las sequias, inundaciones, tormentas o variaciones extremas de temperaturas, entre otros fenómenos. El hecho de no poder prepararse ante estos cambios, tiene el potencial de perturbar la vida de las personas, originando grandes pérdidas económicas, de bienes y oportunidades y amenazando la seguridad alimentaria de la sociedad colombiana en general.

Es bien conocido que en Colombia, la pobreza del sector rural se ha intensificado en el tiempo, debido a diversos problemas tales como: (1) concentración de tierras, donde una mala distribución ha dejado en manos del campesinado las tierras de menor calidad ; (2) falta de asistencia técnica; (3) dificultades de acceso a tecnologías y educación;(4) desplazamientos forzados de comunidades rurales durante más de 50 años por el conflicto armado;(5) carencia de participación en el poder político y en la toma de decisiones; y (6) la dificultad de obtener créditos financieros, con el agravante que los pocos que se ofrecen poseen unas condiciones de pago difíciles de cumplir por el pequeño y mediano productor.

Para lograr una política de adaptación al cambio climático en el país, y para el sector porcicola colombiano; es necesario identificar los riesgos provocados por este fenómeno; la mayor parte de la población se encuentra en las partes altas de las cordilleras donde se prevén problemas de escasez hídrica e inestabilidad de los suelos, y en las costas, donde el aumento del nivel del mar y las inundaciones están afectando los asentamientos humanos y las actividades económicas más importantes; actualmente el fondo nacional de adaptación posee fondos para el 2014 por 9.3 billones de pesos de los cuales 2,607 serán destinados a la mitigación del riesgo y como actividad significativa se financiaran las inclusión del componente de gestión del riesgo para los Planes de Manejo y Ordenamiento de Cuencas Hidrográficas – POMCA que deben estar realizando actualmente las autoridades ambientales regionales CARs. Adicional a los riesgos generales para todos los sectores del país ya presentados; existen otros riesgos específicos para el sector porcicola, como son la variación de la productividad vegetal, ya que la mayoría de los cultivos se verán afectados si la temperatura se incrementa en más de 3oC; las especies que no se adapten al cambio climático, serán más susceptibles a plagas, enfermedades, condiciones de escases o abundancia de agua y transformaciones de los ecosistema (UNODC 2008). 

Según un artículo publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en 2010; se concluye que en Colombia existen pocos estudios de riesgos, y los que existen son muy recientes; la mayoría de estos estudios están enfocados en identificar las amenazas, dejando excluida la vulnerabilidad, información fundamental para conocer la capacidad de respuesta de las comunidades; quienes de acuerdo con el experto en prevención de desastres Wilches Chaux, se debe ver la gestión del riesgo como el conjunto de saberes, voluntades, capacidades y recursos físicos, económicos, tecnológicos, éticos, espirituales y de todo tipo, con que cuenta la cultura, al igual que el conjunto de actividades que despliega una sociedad con el fin de fortalecer la capacidad de las comunidades y de los ecosistemas que conforman su territorio, para convivir sin traumatismos destructores con las dinámicas provenientes del exterior o de su propio interior; al igual que para evitar o controlar la generación de procesos que puedan afectar la calidad de vida de las ecosistemas y comunidades. La gestión del riesgo, en consecuencia, debe reconocerse, reclamarse y ejercerse como un derecho humano, pero además, como el pre-requisito para que los demás derechos empezando por el derecho a la vida puedan ejercerse (Wilches 2008).


Estrategias de mitigación en el sector porcicultor en Colombia

Dentro del marco de las políticas mundiales sobre el cambio climático, se encuentran las estrategias de desarrollo en emisiones de carbono; que contemplan acciones voluntarias (NAMAs por sus siglas en ingles), encaminadas a incentivar a los países en desarrollo, a implementar mecanismos de reducción de GEI. Desde el sector agropecuario se han planteado estrategias enfocadas en aumentar la eficiencia en el consumo de los recursos entre ellos agua, energía, insumos, y en el adecuado manejo de los subproductos, como el estiércol en explotaciones intensivas, como es el caso de la porcicultura, lo cual permite menores emisiones de GEI por unidad de producto; estas estrategias traen implícito reducción de costos y en muchos de los casos incentivos económicos. 



REFLEXIONES FINALES 

El cambio climático está afectando la dinámica del clima global y se ha convertido en una amenaza para todos los sectores económicos de cualquier parte del mundo; con especial énfasis en los países tropicales. 

Los expertos han estudiado el fenómeno del cambio climático; y han encontrado 2 vías fundamentales para enfrentarlo, la mitigación y adaptación; la primera enfocada en lograr una economía baja en carbono; y la segunda busca preparar a la población mundial a enfrentar los impactos que se vienen presentando.

El sector porcicultor es un contribuyente del calentamiento global. Se puede concluir que el sector tiene un alto potencial de mitigación de las emisiones que produce gracias a la mejora de las prácticas y no aun cambio de sistema de producción; pero al mismo tiempo es un gran afectado por los efectos del mismo para lo cual se deben tener medidas para disminuir la generación de emisiones atmosféricas, pero también medidas para enfrentar los efectos negativos que se provocan con dicho fenómeno climático. 

Colombia solo aporta el 0.37% de las emisiones globales; por lo tanto no es relevante disminuir el aporte de emisiones; no obstante, los efectos del cambio climático han golpeado al país a través de los años, demostrando su vulnerabilidad; siendo el sector rural y su sistema productivo uno de los más afectado, debido a altos niveles de pobreza en que está inmerso. Estas evidencias, llevan a destacar la necesidad del país, de implementar estrategias de adaptación y disminución de la vulnerabilidad frente a los impactos del fenómeno climático. 

La estrategia de adaptación nacional, posee varios lineamientos, entre los que se destaca la gestión del riesgo, pues esta herramienta tiene como objetivo principal, brindar a las comunidades niveles de resiliencia elevados para afrontar los riesgos del cambio climático; y además permitir a las comunidades proteger su vida e integridad. 

El país posee una amplia documentación de políticas y planes de adaptación, que cumplen con los estándares mundiales; sin embargo, los niveles de pobreza y las cifras de los desastres, dejan ver una reducida efectividad en su divulgación y aplicación. Es importante revisar en que forma los planes de adaptación están siendo llevados a las comunidades, cuales son los mecanismos de divulgación y que tan efectivos han sido, ya que la reducción de riesgos de desastres debe desarrollarse e implementarse a niveles nacionales, regionales, y principalmente locales. 



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Natalia Castrillon M
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