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Programas de diagnóstico y monitorización para vacas en transición

Publicado: 13 de enero de 2014
Por: Stephen LeBlanc. Universidad de Guelph
Objetivos de los programas de monitorización
Las acciones proactivas, las observaciones, o los análisis de rutina tienen la intención de proporcionar de forma precisa y eficiente la detección temprana de problemas, para dar una oportunidad a la investigación y la intervención para limitar las consecuencias y los costes de los problemas de salud y el rendimiento o bienestar reducido de los animales. Hay dos razones principales para el seguimiento de las vacas en transición en general, y la realización de tests metabólicos en particular. Los objetivos se superponen, pero son diferentes y deben estar claros a la hora de embarcarse en un programa. Los objetivos son: a nivel grupal o de rebaño  monitorizar el éxito del manejo actual con el objetivo de la detección temprana de los problemas o desviaciones del programa de manejo; y a nivel individual identificar las vacas con altos riesgos de enfermedad con el objetivo de intervenir para prevenir o mitigar la enfermedad clínica.

Métodos de monitorización
Los principios y prácticas de los programas de cribado para las vacas abiertas están bien descritos (Guterbock, 2004).
Registro de enfermedades clínicas – Un punto de partida para la evaluación de la salud en el periparto es tener un registro preciso de las incidencias específicas en la granja de las enfermedades clínicas de importancia para el rebaño. Esto normalmente incluye el número de vacas que han sufrido distocia, RP (retención placentaria), hipocalcemia, metritis, y DA (desplazamiento del abomaso), o que murieron o fueron sacrificadas en la lactación temprana, dividido entre el número de vacas que parieron en un periodo de tiempo determinado. La incidencia mensual, o en otro periodo de tiempo, de mamitis clínicas y cojeras también es útil, aunque complicada por el largo periodo de tiempo en riesgo (toda la extensión de la lactación) y la posibilidad de que varias incidencias se den en la misma vaca, ya que pueden no ser eventos independientes. Para todas las enfermedades, es importante que las definiciones de los casos sean claras, mutuamente excluyentes, y registradas consistentemente. Los registros deberían permitir la medición de la incidencia de
las eventualidades de interés, y no la tasa de tratamiento (por ejemplo, si algunos casos de RP no se tratan, el evento de la enfermedad debería ser registrado igualmente; por el contrario, si una enfermedad se trata durante 3 días, debería registrarse como 1 ocurrencia de la enfermedad, en vez de 3 eventos de tratamiento). Se sugiere investigar el patrón de los animales afectados y los factores de riesgo de las enfermedades si la incidencia bruta de los siguientes riesgos se sobrepasa: distocia > 20%; RP > 10%; hipocalcemia > 2%; metritis > 10%; DA > 5%. No obstante, el tamaño del rebaño, la demografía y el manejo influyen en la incidencia esperada, por lo que las referencias de los objetivos específicos del rebaño y el historial reciente son más útiles que los hitos generales. Además, el seguimiento de las tasas de enfermedades clínicas es necesariamente restrospectivo y, como mucho, permite reaccionar ante los problemas en vez de generar alertas tempranas. Por último, la enfermedad clínica suele ser sólo la punta del iceberg respecto a los problemas de salud y, por tanto, estos registros subestiman la prevalencia de las condiciones sanitarias que potencialmente pueden limitar el rendimiento. Por ejemplo, la incidencia de cetosis clínica suele estar entre el 5 y el 10% (Kelton et al 1998; Zwald et al, 2004); pero, si se mide sistemáticamente, la incidencia de cetosis subclínica en las 3 primeras semanas de lactación es del 40%, aproximadamente (Duffield et al 1998). Las tendencias en la prevalencia de sacrificio durante la lactación temprana también pueden proporcionar un elemento adicional de información a nivel de rebaño (Nordlund and Cook, 2004).
Medición de la ingesta de alimento – Una ingesta de alimento adecuada por parte de todo el ganado en el periparto es crucial para la salud y la producción. Por tanto, es conveniente medir la ingesta de materia seca (IMS) de las vacas en los periodos preparto y postparto temprano. Aunque sólo se pueda medir la ingesta media del grupo en las condiciones de estabulación libre, aún puede ser una información útil. Por ejemplo, si hay < 2% de comida restante antes de la primera comida del día siguiente, entonces, es posible que no todos los animales reciban una alimentación ad libitum. La evaluación de la ingesta de alimento individual y la falta de competencia por el acceso a la comida son ventajas del alojamiento en estabulación fija.
Producción de leche – Se espera que la producción de leche aumente rápidamente durante la lactación temprana, y una subida constante debería resultar de una buena salud e ingesta de alimento. Por tanto, la medición diaria automatizada de la producción de leche en las primeras semanas de lactación es prometedora como medio para identificar vacas con problemas de salud clínicos o subclínicos. La variabilidad de la producción lechera diaria es alta, especialmente durante la lactación temprana, y está influida por muchos factores aparte de la salud (por ejemplo, el tiempo, los cambios en la dieta, el desplazamiento del ganado a nuevos grupos, etc.). No obstante, el descenso en la producción de leche normalmente precede a una enfermedad clínica, y la producción diaria junto a la monitorización de las actividades puede ser útil para el cribado de las vacas para una detección temprana de las enfermedades (Edwards and Tozer, 2004). Las tendencias de la proyección de la producción de la lactación temprana proporcionan información a nivel de rebaño del éxito de la transición hacia la lactación (Nordlund and Cook, 2004). Las nuevas herramientas para comparar la producción esperada y la producción real en la lactación temprana (Transition Cow Index; Nordlund, 2006)  también pueden ayudar a cuantificar el impacto de la salud y el manejo subóptimos durante el periparto.
Evaluación de la Condición Corporal – La evaluación de la condición corporal proporciona una estimación rápida, simple, y bastante precisa del engrasamiento corporal (Edmonson et al 1989; Ferguson et al, 1994). Refleja el historial nutricional, metabólico y, en cierto modo, de salud, de una vaca en las semanas precedentes. Mientras que las vacas que paren en una condición corporal grasa, o que incluso pierden 1 punto o más de PCC (puntuación de la condición corporal) durante la lactación temprana, a menudo se reportan como en mayor riesgo de obtener resultados adversos; la PCC sola (aparte de las extremas; es decir, > 4 ó < 2.5 en el parto) no es una herramienta sensible o específica para la predicción de enfermedades o rendimiento reproductivo. Investigaciones recientes sugieren que la PCC objetivo en el parto debería ser más baja (≤ 3.0) de lo que antes se abogaba para optimizar la salud y la producción (Garnsworthy, 2008).
Cribado de vacas para enfermedades uterinas
La fisiopatología (Sheldon, 2008), los criterios de diagnóstico y el tratamiento de la metritis se han revisado en otro escrito (LeBlanc, 2008). En pocas palabras, la metritis puede identificarse prácticamente basándose en al menos 2 de los siguientes signos: flujos fétidos, fiebre y signos de enfermedad sistémica (apatía, inapetencia, o una reducción en la producción de leche). El control diario de la temperatura rectal durante 7-10 días después del parto puede mejorar las tasas de diagnóstico de metritis y, si esta práctica se implementa, no debería ser la única base para el tratamiento con antibióticos. El cribado sistemático de rutina de las vacas abiertas puede ser útil para aumentar la detección temprana de los problemas de salud, sobre todo en rebaños grandes, pero probablemente es más útil si el entrenamiento y la experiencia del personal y las instalaciones permiten la evaluación de la actitud, el apetito, el estado de cetosis (una o dos veces a la semana), la rumia y los desplazamientos del abomaso de las vacas El diagnóstico preciso del flujo vaginal purulento (endometritis clínica) exige la evaluación del flujo en la vagina después de un mínimo de 3 semanas después del parto (LeBlanc et al, 2002), que puede hacerse con un vaginoscopio, manualmente con un guante limpio, o un dispositivo Metricheck (Pleticha et al, 2009). La endometritis subclínica es común y tiene efectos sustanciales en el rendimiento reproductivo (Gilbert et al, 2005). La endometritis subclínica se diagnostica por citología endometrial conseguida por vía transcervical, ya sea por lavado uterino o por raspado (Barlund et al 2008). Ninguna de las técnicas es lo suficientemente rápida o práctica para su uso generalizado en la práctica clínica, aunque se han explorado los test rápidos a pie de vaca.

Metabolitos para medir el estado de energía en las vacas en transición
Las concentraciones circulantes de NEFA (ácidos grasos no esterificados) y β-hidroxibutirato (BHB) miden aspectos del éxito de la adaptación al balance energético negativo. La concentración de NEFA refleja la magnitud de la movilización de la grasa de almacenamiento y replica la IMS (Adewuyi et al, 2005), mientras que el BHB refleja la integridad de la oxidación de la grasa en el hígado. Los cuerpos cetónicos (BHB, acetona y acetoacetato) son los metabolitos intermedios en la oxidación de ácidos grasos, y resultan específicamente de la oxidación incompleta de ácidos grasos. Como el suministro de NEFA en el hígado supera la capacidad del hígado para oxidar completamente los ácidos grasos para suministrar energía, la cantidad de cetonas producidas aumenta. Los cuerpos cetónicos pueden usarse por los músculos como fuente de combustible alternativa a la glucosa, reservando la glucosa para la producción de leche (Herdt, 2000a). No obstante, la producción de cetonas no libera tanta energía neta como la oxidación completa de ácidos grasos. Además, se piensa que las concentraciones crecientes de cetonas suprimen la ingesta de alimento (Allen et al 2009).
La glucosa es el principal combustible metabólico, y es completamente necesario para el funcionamiento de los órganos vitales, el crecimiento fetal, y la producción de leche. En las vacas lecheras, la demanda masiva de energía para sostener la producción de leche se satisface en gran medida por la gluconeogénesis. Las concentraciones de glucosa están bajo controles homeostáticos ajustados.
Por lo tanto, aunque la glucosa tiene un papel central en el metabolismo, es un parámetro pobre para monitorizar o investigar los problemas del rebaño (Herdt, 2000).
NEFA – En un gran estudio de campo multi-región, se asociaron NEFA ≥ 0,3 mmol/l a una mayor incidencia de RP (Chapinal et al 2011). Del mismo modo, como los NEFA en la semana previa al parto subieron en 0,1 mmol/l, las probabilidades de RP aumentaron un 5% (Quiroz-Rocha et al, 2009). Las vacas con NEFA ≥ 0,3 (0,2 en una región de estudio) mmol/l en la semana previa al parto tenían más probabilidades desarrollar metritis (OR = 1,8) (Chapinal et al 2011). Grandes estudios de campo similares (Ospina et al 2010a, b) confirman que NEFA > 0,3 mmol/l entre la primera y segunda semanas anteriores al parto están asociados con un riesgo elevado de RP, metritis, o desplazamiento del abomaso (DA), disminución en la producción de leche (1,6 kg/día (Chapinal et al , 2012) o 683 kg en lactación normalizada de 305 días) y aumento del tiempo entre partos. Del mismo modo, en las 2 semanas siguientes al parto, se asociaron NEFA > 0,6 mmol/l con un mayor riesgo de metritis o DA, y se asociaron NEFA > 0,7 mmol/l con un mayor tiempo entre partos y con 650 kg de leche menos en las vacas multíparas (Ospina et al., 2010a, b). Dubuc et al. (2010) encontraron que NEFA ≥ 0,6 mmol/l en la semana previa al parto estaban asociados con mayores probabilidades de metritis (OR = 1,6), pero no con el flujo vaginal purulento (FVP) o la endometritis.
Hubo una disminución sustancial y dependiente de las dosis de la proliferación de células mononucleares sanguíneas y su producción de IFNg in vitro, así como una reducción de la actividad oxidativa explosiva de los neutrófilos con la adición de NEFA, para imitar los niveles de la primera semana después del parto (Ster et al, 2012). Los efectos sobre los monocitos se presentaron con dosis tan bajas como 0,013 mmol/l de NEFA y comenzaron en 0.5 mmol/l para la oxidación explosiva por los neutrófilos.
Cetosis – Las vacas con niveles de BHB en leche > 100 μmol/l en la primera semana después del parto fueron 1,5 veces más propensas a estar anovulares a las 9 semanas después del parto (Walsh et al., 2007a). Las vacas que sufrieron cetosis en las primeras dos semanas de lactación, tuvieron una menor probabilidad de preñez en la primera inseminación. Además, las vacas que sufrieron cetosis en una o ambas de las dos primeras semanas posteriores al parto, tuvieron una menor tasa de preñez hasta los 140 días en leche (DEL). El intervalo medio hasta la preñez fue de aproximadamente 108 días para las vacas sin cetosis, fue significativamente mayor (124 días) en las vacas con cetosis en la primera o segunda semana postparto, y tendía a ser más largo aún (130 días) en las vacas que sufrieron cetosis subclínica en las dos primeras semanas de lactación (Walsh et al., 2007b). La cetosis subclínica (de BHB > 1,2 a 1,4 mmol/l) en la primera o segunda semana después del parto estaba asociada a un riesgo tres veces mayor de metritis (Duffield et al., 2009). La producción lechera en el primer test se redujo en 1.9 kg/d cuando el BHB fue > 1,4 mmol/l en la semana 1 y en 3,3 kg/d cuando el BHB fue > 2,0 mmol/l en la semana 2. Las vacas con niveles deBHB en suero > 1,8 mmol/l en la semana 1 tuvieron una proyección de la producción > 300 kg más baja durante toda la lactación. Una prevalencia del rebaño de > 15 % de las vacas con NEFA preparto > 0. 3 mmol/l, NEFA postparto > 0,7 mmol/l, o BHB > 1,15 mmol/l se asocia con un incremento de los riesgos de DA o cetosis clínica, tasas de preñez más bajas, y reducción de la producción media de leche en el
rebaño (Ospina et al., 2010c).
En un gran estudio de campo en Nueva York (778 vacas en 38 rebaños), Cheong et al. (2011) reportaron que la cetosis clínica registrada por los productores (incidencia = 5%) era un factor de riesgo para la endometritis subclínica (OR = 3,8), especialmente en vacas multíparas. Sin embargo, en un estudio todavía mayor, Chapinal et al. (2011) no encontraron ninguna asociación entre la cetosis clínica reportada por los productores o el BHB en suero medido sistemáticamente en la semana 1 postparto y la metritis. En un estudio con 1295 vacas, Dubuc et al. (2010) encontraron que la cetosis (BHB > 1,1 mmol/l) en la semana 1 postparto era un factor de riesgo para la endometritis (OR = 1,4), pero no para el FVP o la metritis. El BHB en plasma fue más alto en el parto que la metritis desarrollada, y parecido a Dubuc et al (2010), más alto en la semana 1 después del parto en las vacas que después sufrieron endometritis (Galvao et al., 2010). Asimismo, las vacas con metritis o endometritis tuvieron un BHB más alto desde la primera hasta la cuarta semana después del parto, aunque no hay ninguna asociación del BHB con la capacidad destructiva de los neutrófilos (Hammon et al, 2006).
La valoración in vitro del BHB no afecta a la proliferación de células mononucleares sanguíneas o su producción de IFNg , o a la actividad oxidativa explosiva de los neutrófilos (Ster et al 2012). Por tanto, el efecto de las cetonas per se en la función inmunológica es, como mucho, inconsistente. No está claro si la asociación del mecanismo del hígado graso/cetosis con la disminución de la función neutrófila es directa (y si lo es, si es en el PMN (polimorfonuclear) maduro en circulación, o en los NEFA, cetonas u otros signos o metabolitos que afectan al PMN en la médula ósea), o por efectos en las células mononucleares responsables de la presentación de antígenos y la estimulación/señalización por quimioquinas de los neutrófilos (Zerbe et al., 2000).
Hipocalcemia – Esencialmente todas las vacas experimentan algún grado de hipocalcemia en el parto y durante 1-3 días después. Hay datos contradictorios sobre los umbrales de concentraciones de calcio circulante que pueden estar asociadas a resultados indeseados.
Recientemente, hemos demostrado que las concentraciones de calcio en suero de aproximadamente < 2,2 mmol/l en la semana posterior al parto, a pesar de estar dentro del rango de las vacas sanas, estaban asociadas con el aumento de las probabilidades del desplazamiento del abomaso, una producción de leche de aproximadamente 3 kg/d menos en la lactación temprana, y unas probabilidades ligeramente más bajas de preñez en la primera inseminación (Chapinal et al., 2011; Chapinal et al., 2012).
En estudios de campo grandes, no se ha encontrado asociación alguna entre la fiebre de leche y la metritis, el FVP, o la endometritis (Dubuc et al., 2010; Cheong et al, 2011). Chapinal et al. (2011) tampoco encontraron relación alguna entre el calcio en suero medido en la semana 1 (pero antes del diagnóstico de la enfermedad) y las probabilidades de metritis. De igual modo, en las vacas en pastoreo, Burke et al. (2010) tampoco encontraron asociaciones entre el calcio en plasma durante el periparto y la endometritis en la semana 6; pero sí que descubrieron que el magnesio en plasma era significativamente más bajo (a las 2 y 4 semanas postparto) en vacas con endometritis. No obstante, Martinez et al. (2012) estudiaron 110 vacas en un rebaño de Florida, EEUU. Las vacas con Ca < 2,14 mmol/l por lo menos una vez entre 0 y 3 DEL tuvieron 4,5 veces más probabilidades de sufrir endometritis. El riesgo atribuible a la metritis por hipocalcemia fue del 75%. Se = 89 Sp = 55%. La hipocalcemia se asociaba a la disminución de la oxidación explosiva por los neutrófilos y la reducción en los recuentos de neutrófilos circulantes a 1 y 3 DEL.
Haptoglobina – La Haptoglobina (Hp) es una proteína de fase aguda producida por el hígado y asociada con varias condiciones inflamatorias y enfermedades en el ganado. Huzzey et al. (2009) encontraron que la  Hp > 1,0 g/l a 3 DEL estaba precedida y aumentaba la incidencia de la metritis (OR = 7). La Haptoglobina ≥ 0,8 g/l en la semana 1 después del parto se asoció con el aumento del riesgo de metritis (OR = 2,2), FVP (OR = 2), y endometritis (OR = 1,6) (Dubuc et al., 2010). De acuerdo con esto, Galvao et al. (2010) también encontraron una Hp ligeramente más alta en la semana 1 postparto en las vacas que después sufrieron endometritis.

Estrategias de evaluación e interpretación
Selección de pruebas y muestras– Las concentraciones de NEFA en suero o en plasma medidas en la semana previa al parto (muestras cogidas entre 4 y 10 días antes del parto esperado) proporcionan un parámetro extrordinariamente útil para evaluar la salud en el periparto. Por desgracia, actualmente no hay tests de diagnóstico a pie de granja para la medición de los NEFA, lo que implica el coste y el retraso del transporte de las muestras a un laboratorio de diagnóstico. La concentración de NEFA normalmente empieza a subir entre 2 y 4 días antes del parto y llega a su máximo a los 3 días después del parto aproximadamente; pero la magnitud del aumento es mayor y empieza antes en las vacas que sufren posteriormente una enfermedad metabólica (LeBlanc et al 2005). Las concentraciones de NEFA alcanzan el pico justo antes de la alimentación (Herdt, 2000b). En vacas alimentadas con carro mezclador (Unifeed) hay mayor prevalencia de animales con tasas elevadas de NEFA en suero 1 hora antes de la primera comida que a las 4 o 10 horas después de comer, pero las concentraciones séricas de BHB son bastante estables en ese periodo de tiempo. Para el monitoreo, las muestras deberían recogerse aproximadamente a la misma hora del día para evitar la confusión de los resultados por las variaciones diurnas o postprandiales.
En un estudio de campo de 1010 vacas en 25 rebaños en Ontario, la incidencia máxima (primer diagnóstico de los casos nuevos) de la cetosis subclínica fue del 30% y tuvo lugar en la primera semana después del parto, con pocos casos nuevos más allá de la tercera semana postparto (Duffield, 2000). La incidencia acumulada hasta las 9 semanas postparto fue del 43%. La incidencia media varió entre los 25 rebaños entre un 8 y un 80%. Por lo tanto, las dos primeras semanas después del parto son el momento óptimo para la prueba de cetosis subclínica. La prevalencia global media en las dos primeras semanas fue de un 20% aproximadamente. Las tasas de diagnóstico de la cetosis clínica son normalmente un reflejo de los criterios de diagnóstico utilizados (que pueden no ser válidos) y la intensidad y consistencia de los esfuerzos para aplicar estos criterios. Por consiguiente, las tasas de tratamiento para la cetosis clínica a menudo no reflejan la incidencia real de la cetosis (Duffield, 2000; Oetzel, 2004).
La cetosis se asocia al manejo en los periodos preparto, parto y postparto temprano. En la práctica, reconocer cuándo tiene lugar la cetosis debería orientar los esfuerzos de prevención. Cuando la cetosis se detecta principalmente en las primeras dos semanas postparto, el énfasis debería ponerse en llevar a las vacas al periodo seco en una condición corporal moderada (PCC = de 3 a 3,5), evitar raciones excesivamente energéticas entre el secado y 3 semanas preparto (Dann et al 2006; Drackley, 2007) y, especialmente, en las medidas para aumentar la ingesta de alimento en las últimas semanas antes del parto y durante el periodo de parto. Las investigaciones posteriores sobre el aumento de la prevalencia de la cetosis en la lactación temprana pueden ser ayudadas por pruebas de NEFA en las vacas en los 10 días anteriores al parto esperado. Si hay poca evidencia de cetosis en las dos primeras semanas postparto, pero un aumento en la incidencia entre 3 y 6 semanas después del parto, esto sugiere que las medidas preventivas deberían
enfatizarse, aumentando la ingesta de alimento en el periodo postparto. La cetosis que se da después de las dos o tres primeras semanas de lactación también puede estar asociada con el fracaso a la hora de cumplir con las necesidades nutricionales de las vacas de alta producción, o con la hierba húmeda mal fermentada o ensilado de leguminosas con altos niveles (> 0,5 a 1% de materia seca) de ácido butírico. Se necesitan investigaciones adicionales para describir la ocurrencia de cetosis subclínica bajo diferentes condiciones de manejo. Hasta que se disponga de esos datos, la evidencia actual indica que la mayor parte de las cetosis subclínicas se dan en las dos primeras semanas después del parto. Por tanto, los programas de chequeos con el objetivo de monitorizar la prevalencia de la cetosis subclínica deberían centrarse en las dos primeras semanas después del parto.
Utilizados con conocimiento de las características del test para una interpretación informada, el BHB en suero, el BHB total en sangre medido con Precision XTRA, el BHB en leche medido con Keto-Test, o Ketostix en orina (Tabla 1) son tests de diagnóstico válidos para la cetosis subclínica. Estos 3 tests a pie de vaca son económicos, prácticos y suficientemente precisos en comparación con los análisis de laboratorio del suero para su uso en el campo. La selección del punto de corte en 100 o 200 μmol/l para la clasificación del Keto-Test dependerá del objetivo del test. Si el objetivo es la monitorización a nivel de grupo para la detección temprana de un incremento en la prevalencia de cetosis (como reflejo del éxito general del manejo de la transición), entonces será más conveniente una sensibilidad mayor y debería utilizarse el 100 μmol/l. Si el objetivo es seleccionar vacas individuales para el tratamiento para prevenir la enfermedad clínica, entonces son deseables menos positivos falsos y el valor de corte de 200 μmol/l sería apropiado.
Tabla 1. Idoneidad de los tests a pie de vaca para la detección de cetosis subclínica
Programas de diagnóstico y monitorización para vacas en transición - Image 1
* En relación con el BHB en suero 1400 mmol/l medido en un laboratorio de diagnóstico
** Basado en los costes de Canadá
Las características de los tests variaron en cierta manera entre los estudios, al parecer, en gran medida en función de la prevalencia de la cetosis clínica entre las vacas examinadas. Según aumenta la prevalencia, la sensibilidad es generalmente mayor, y la especificidad, menor. Para la confirmación de un diagnóstico de cetosis clínica, todos estos tests serían aceptables, y el rendimiento de las leches en polvo también es adecuado.
Manipulación de las muestras – Tanto el suero como el plasma se aceptan para las pruebas de BHB y NEFA. El BHB puede elevarse falsamente por hemolisis en la muestra (Duffield, 2000) y los resultados de los NEFA pueden no ser precisos si hay una hemolisis de cierta importancia. Las concentraciones de NEFA pueden elevarse falsamente ligeramente si el suero no se separa dentro de las 12- 24h de la recogida de sangre, o si las muestras no se mantienen refrigeradas (Stokol and Nydam, 2005). El suero puede permanecer congelado por lo menos 1 mes sin afectar los resultados de los NEFA. Las muestras deben recogerse de la vena de la cola (no de la  vena de leche), idealmente deben ser enfriadas y desueradas a las pocas horas, y después congeladas o refrigeradas para su envío al laboratorio en uno o dos días. Sin embargo, un retraso de hasta 24 horas para la separación, y el mantenimiento a temperatura ambiente por un día o refrigerado por < 3 días no afecta sustancialmente los resultados (Stokol and Nydam, 2005).
Número de muestras e Interpretación – El número de muestras requerido para la interpretación a nivel de grupo o de rebaño depende de la prevalencia de los animales afectados que se juzgue importante detectar, de la certeza de detección que se desee, y del tamaño del grupo de interés (Dohoo et al, 2003). Afortunadamente, el último criterio es el que menos influye. Se dan ejemplos en la Tabla 2. En la práctica, el número mínimo de muestras es 5; y 10-12 muestras permiten interpretar la mayor parte de las situaciones.
Tabla2. Ejemplos del número de vacas que tienen que ser muestreadas como parte de un programa de monitorización de rutina o para investigar un posible problema de cetosis en rebaños lecheros.
Programas de diagnóstico y monitorización para vacas en transición - Image 2
Normalmente, entre el 18 y el 35% de las vacas tienen NEFA > 0.4 mmol/l en la última semana antes de parto (Oetzel, 2004; LeBlanc, 2005). Informes publicados indican una prevalencia típica de la cetosis subclínica de alrededor del 15% (Oetzel, 2004); estudios en Canadá han encontrado una prevalencia media del 20% (Duffield et al, 1998; Duffield et al, 2003). Ajustándose al rendimiento de los test a pie de vaca, un umbral del 10% de prevalencia real de cetosis subclínica se corresponde con una prevalencia aparente (proporción de pruebas que dan positivo) del 25% cuando se utiliza el Keto-Test® con un valor de corte de 100 μmol/l, o del 11% con un valor de corte de 200 μmol/l (Oetzel, 2004).
Es importante interpretar tanto las pruebas de NEFA y de cetosis como la proporción de animales por encima de un umbral significativo, porque esto describe mejor la biología de la enfermedad. Es engañoso calcular la media de BHB o NEFA de un grupo de muestras y, del mismo modo, la mayor parte de la información se pierde si se agrupan las muestras de varios animales.
Conclusiones
Concentraciones elevadas indeseadas de NEFA y cetosis subclínica son condiciones prevalentes e importantes asociadas con el aumento del riesgo de enfermedades metabólicas y uterinas, el descenso de la producción de leche, y la disminución del rendimiento reproductivo. La medición de la prevalencia de la cetosis subclínica en las dos primeras semanas de lactación es útil para la investigación de los problemas en los rebaños del rendimiento y la salud de las vacas en transición, y para el seguimiento rutinario. La cronología, magnitud y duración del incremento de las concentraciones circulantes de NEFA y BHBA durante el periparto están asociadas con el riesgo de desplazamiento de abomaso, enfermedades uterinas, y el rendimiento reproductivo entre 1 y 20 semanas después. Los programas para monitorizar el manejo del periodo de transición pueden incluir de forma útil concentraciones de NEFA en la semana anterior al parto esperado y concentración de BHB en la primera semana después del parto. El eslabón clave en estas enfermedades
es la ingesta de alimento. El metabolismo energético del periparto y la función inmunológica se verán favorecidos plausiblemente cuando las vacas tengan un acceso ilimitado a dietas formuladas para satisfacer sus necesidades nutricionales y al agua en el periodo de transición. El manejo proactivo y la investigación de los problemas deben centrarse en minimizar los factores nutricionales, de alojamiento, sociales y ambientales que pueden perjudicar el acceso al alimento y el descanso para algunos o todos los miembros de los grupos de vacas en el periodo periparto.

Referencias
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Ruben Darío Carrillo Barbosa
13 de enero de 2014
Excelente articulo felicitaciones. Es importante el monitoreo del pH de la orina en vacas en transicion, nos ayuda a ver el estado metabólico de las vacas pre-parto que es fundamentalmente el balance entre los cationes y los aniones del medio interno. La DCAD o Diferencia Catiónica Aniónica de la Dieta es posible determinar la incidencia de un alimento o una dieta determinada sobre el equilibrio iónico y el pH del medio plasmático con DCAD (negativa) a vacas secas al final de la gestación, se produce la entrada de un exceso de aniones (SO4 = y Cl - ) en el organismo. La necesidad fisiológica de mantener la electroneutralidad hace que se liberen cationes (H + ) para neutralizar los aniones, provocando consecuentemente una bajada del pH. Como consecuencia, se produce una acidificación de la orina y una mayor excreción de Ca, reduciéndose los niveles de Ca 2+ en sangre. Lo anterior es la base para uso de las sales anionica en prevencion de hipócalcemia y sus consecuencias en lactancia temprana como retencion de placenta, mastitis, metritis, prolapsos unterinos. Estas sales anionicas del preparto son una alternativa eficaz para reducir la incidencia de hipocalcemia cuando no es posible o económico reducir el contenido en Ca y/o K en dietas.
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Domingo Palacios
Cámara Nacional de Productores de Leche (ProLeche)
12 de marzo de 2014
Es importante compartir temas de mucho interés en el área de ganadería lechera, espero publiquen mas artículos científicos.
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Ing. Agr. Zootc.  Armando Mamani Flores
14 de enero de 2014

Mi estimado. Stephen

Primeramente felicitarle por compartir estas experiencias con todos..los profesionales que estamos interesados en estos temas principalmente el ganadero..

Creo que el aporte es muy importante para tomar en cuenta y llevarlo a la practica... definitivamente un buen trabajo para el manejo ganadero principalmente en vacas en transicion..

gracias..

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