El corrimiento de la ganadería hacia pasturas más duras, la baja rentabilidad comparada con la soja y los bajos precios, son algunas de las fragilidades de una producción que intenta unirse y cobrar fortaleza a partir de una regulación.
Los últimos indicadores de la Secretaría de Agricultura muestran que, en comparación con los guarismos del 2003, el sector lácteo ha aumentado su producción, sus exportaciones y su desarrollo industrial.
Ahora bien: si miramos la secuencia en vez de la foto, el panorama no es tan alentador; más bien resulta preocupante.
El corrimiento que ha padecido la producción ganadera hacia pasturas más duras, la baja rentabilidad comparada con la soja, los bajos precios de venta, los aumentos en los costos y la devaluación son algunos de los puntos en los que hacen hincapié quienes intentan explicar la reducción drástica del número de tambos y, por consiguiente, de la producción láctea.
“En la medida en que la oferta supere a la demanda va a ser difícil que los precios sean los deseados”, opinó el vicepresidente de la Sociedad Rural Argentina, Hugo Luis Biolcati. Y agregó: “El precio internacional es bueno, por lo que si nos atenemos a la exportación la situación sería otra, pero la argentina no es una industria que se precie de ser exportadora”.
Si la lechería sigue a la deriva, tanto productores como genetistas auguran un panorama muy complicado, en el que la disminución de la cantidad en los planteles bovinos lecheros puede llegar a tornarse drástica. “Cuando el productor se deshace de buenos planteles se hace difícil recuperarse”, apuntó Biolcati. Por su parte, el presidente de la Unión General de Tamberos (UGT), Guillermo Draletti, consideró que el corrimiento que está comportando el sector ganadero incide en la producción lechera” y que “las perspectivas se han manejado de manera incorrecta, más ahora que los productores no tenemos alternativas a través de alguna ley de rastrear los compromisos de exportación y colocación de los productos”. “Parece increíble que no podamos cambiar esto”, enfatizó Draletti.
La Federación Agraria Argentina (FAA) puso en marcha una comisión interna de lechería para tratar de darle una solución al problema. El director de la comisión, Guillermo Giannasi, consideró que si bien en el diagnóstico coinciden todos los sectores, lo que se necesitan son “resoluciones de fondo, concretas”, y en eso estaba la FAA. “No puede ser que en un país como la Argentina hayamos estado al borde de tener que importar leche durante la crisis del 2003”, dijo.
Para Giannasi, la falta de un ordenamiento y un apoyo al sector por parte del Estado, que se desentiende y no desarrolla una política de estímulo sectorial ni regula hacia el interior de la cadena.
Con rumbo errático y sin definición, el horizonte de los tambos se presenta difuso. Si bien las voces son muchas y las aristas del problema muy diversificadas, en su mayoría, los actores del sector lechero coinciden en la necesidad de una ley que regule y encamine la producción.
“A nosotros nos parece que el invierno y la primavera ya están jugados, pero desde la UGT opinamos que la lechería implica mecanismos de ordenamiento y de estabilización que son imprescindibles”, expresó Draletti. El directivo también consideró que imperaba la unión de todos los tamberos para evitar la actual atomización. “La federalización impulsada por algunos sectores políticos hizo que pasáramos de tener nueve entidades representativas a principios de los ’90 a casi veinte en el 2004”, dijo. “El sector lechero sigue siendo importante en empleos, en la generación de movimiento en el campo, insumos, radicación de la familia rural en pequeñas sociedades y desarrollo de las economías regionales”, dijo.
Por su parte, el representante de la FAA, consideró que “era urgente sancionar una ley nacional que regule la actividad, con la participación tanto de industriales como de productores, eliminar las retenciones a las exportaciones lácteas y establecer límites al poder de los hipermercados en la comercialización de los productos”. “Lo que pedimos es una participación activa por parte del Estado, porque en plena crisis, la lechería soporta retenciones a las exportaciones de 5%”, aclaró Giannasi, y consideró que el panorama a futuro era bueno siempre y cuando “todos los sectores hagan lo que tengan que hacer”. En este sentido, concluyó: “Lo peor que puede pasar es dejar a la lechería en el estado actual, sin un ordenamiento, sin participación de los productores y con un desentendimiento del Estado”.
