Un reciente trabajo de investigación presentado en el marco de la XXVIII Reunión de la Asociación Latinoamericana de Producción Animal (ALPA) y el 8º Congreso AUPA en Punta del Este, Uruguay, ha puesto cifras contundentes sobre la mesa: la forma en que gestionamos el tiempo y el espacio en el pastoreo puede duplicar la eficiencia de los sistemas criadores. El estudio, liderado por Fernanda Dupuy, Pablo Soca y un equipo de la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República e INIA, fue publicado en los Archivos Latinoamericanos de Producción Animal (
https://ojs.alpa.uy/index.php/ojs_files/article/view/3973).
El costo oculto del "pasto corto"
Históricamente, la ganadería sobre campo natural ha enfrentado el desafío de la limitada gestión de la intensidad de pastoreo. El sobrepastoreo no es solo un problema visual; es una barrera física para el consumo de energía. Cuando el animal se enfrenta a una "alfombra" de pasto bajo, su capacidad de bocado y consumo diario cae drásticamente, afectando directamente el desempeño productivo y la sostenibilidad del sistema.
Para medir este impacto, los investigadores modelizaron la distribución de la altura del forraje (AF) comparando dos modelos bien diferenciados durante dos años:
Gestor Espacio-Temporal (GET): Un sistema con manejo activo de los tiempos y áreas de pastoreo.
No Gestor (NG): El manejo tradicional con escasa intervención en la dinámica del pastoreo.
La arquitectura del forraje: Más altura, más carne
Los resultados mostraron diferencias estructurales significativas en la oferta forrajera. Mientras que en primavera el sistema gestionado (GET) lograba una altura promedio de 7,6 cm, el sistema sin gestión (NG) apenas alcanzaba los 4,0 cm. Esta brecha se mantuvo en otoño, con 6,2 cm para el sistema gestionado frente a unos críticos 2,1 cm en el sistema tradicional.
Lo interesante no fue solo el promedio, sino la distribución. El sistema gestionado presentó una mayor heterogeneidad, con una dispersión de alturas que alcanzaba hasta los 15 cm, ofreciendo al ganado una "mesa servida" más diversa y accesible. En contraste, el sistema sin gestión mostró en invierno una estructura homogénea y negativa, con un "pico" de disponibilidad estancado en apenas 2 cm de altura, obligando al animal a gastar más energía de la que cosecha.
Del pasto al ternero: El impacto en el bolsillo
¿Cómo se traduce esa diferencia de centímetros en el resultado final? La correlación hallada por el equipo de Dupuy y Soca es impactante. La mayor altura y heterogeneidad del forraje en el sistema gestionado explicó una superioridad productiva masiva:
+93% en kilogramos de ternero destetado por vaca entorada.
+58% en la producción de carne vacuna por hectárea, alcanzando los 132 kg/ha comparado con el sistema tradicional.
Estos datos confirman que los cambios en la estructura del pastizal no son aleatorios, sino una consecuencia directa de la gestión humana. El estudio concluye que el rediseño agroecológico, basado en la gestión espacio-temporal, es la vía para transformar sistemas criadores tradicionales en modelos mucho más productivos y sostenibles, sin depender necesariamente de insumos externos, sino de "tecnología de procesos".